Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Episodio 1

[Problemas familiares & Nuevas Amistades]

...

¿Puedo hacerte una pregunta?

¿En alguna parte de tu vida, has pasado por lo que es, una perdida muy significativa para ti?

No lo sé, despedirte de un familiar, un compañero, una mascota, un amigo o una amiga, lo que te puedas imaginar donde tuvieras que decirle adiós a algo o a alguien tan amado e importante.  Ya sabes, esos momentos donde te sientes impotente de hacer algo al respecto para evitar tal hecho, o pensar que todo ocurrió, así como así.

Si me dices que no, no te creo.
O
Si te sientes identificado, te comprendo.

Déjame contarte una historia muy especial, que al día de hoy no se me ha olvidado sin dejar libre un pequeño detalle.

Ocurrió ya hace ocho años en un parque.
Era un sábado libre de obligaciones. Estaba atardeciendo y era una vista tan agradable que lo único más espectacular era el cielo naranja. El clima se sentía tan cálido y cómodo, que hasta estar acostado en el pasto todo el tiempo restante era la mejor idea, y podías sentir la brisa del aire chocar en todo tu cuerpo de una manera muy satisfactoria.

En ese parque había dos amigos que se divertían mucho, pero mucho a las atrapadas, dos amigos que hasta parecían hermanos. Dos niños de diez años llamados...

Oscar y Erizo.

—¡Voy alcanzarte Oscar!  —grito una niña, mientras perseguía a un chico de su edad, mientras este huía de ella.

—Jajá, no creo que puedas alcanzarme, ¿ves?  —exclamo el chico Oscar, presumiendo mientras el seguía corriendo.

—Ya verás...  —se expresó amenazante la chica, mientras corría más rápido estando a punto de alcanzar al otro chico.

—Uy, jaja, ¡demuestra de que estas hecha Erizo! —dice Oscar mirando a su amiga Erizo, intentando retar todavía más a la niña fiera.

—Ahora...  —Erizo estando a dos pasos de alcanzar a Oscar...  —¡Tú las traes! —Grita, y salta empujando con su mano la espalda de Oscar tan fuerte, causando que estos dos cayeran y posteriormente giraran por el pasto varias veces.

—¡Auch!  —expreso Oscar muy poco adolorido estando en el suelo.  —¿Estas bien Erizo?

—S-sí, estoy bien. —respondió Erizo con muy poca dificultad también estando en el suelo, volteando a ver a su amigo.  —¿Tu estas bien?

—Si, también estoy bien. —dijo Oscar, quien después se arrodillo en el pasto volteando ver a Erizo, y... Ambos se partieron de la risa por lo ocurrido.

Dos niños como mejores amigos desde que tienen memoria, parecían, una amistad que nunca se había visto en la vida. Una amistad irrompible, una amistad confiable, una amistad inseparable, una amistad...

I N O L V I D A B L E.

—Jajá, ¿no crees que se ven lindos los dos jugando?  —pregunto la madre de Oscar, Sue, con cariño, quien está sentada en una de las bancas del parque mirando a Oscar y Erizo a lo lejos.

—Se ven bien jugando los dos, ¿pero no crees que es algo ridículo la manera en la que juegan? digo, podrían lastimarse. —manifestó la Madre de Erizo, quien también está sentada al lado de La Madre de Oscar, también viendo a los niños.

—No ¿cómo crees? Yo recuerdo que cuando tenía esa edad, jugaba demasiado de esa manera, me lastimaba, me golpeaba, pero la diversión nunca paro, fueron momentos muy bellos de mi vida. —expreso la madre elefante, de una manera muy calmada y animada mientras seguía viendo a los niños jugar.

—Yo nunca llegue a jugar de esa manera.  Para mí, siempre fue educación y limpieza las 24/7 horas del día, si desobedecía a una orden que me daban, me castigaban, si incumplía un mandado, me regañaban, me gustaría que Erizo siguiera el mismo ejemplo. —respondió ella, de manera educada y sin emoción alguna.

—No, no, no, no.  —repetía Sue, mientras ella movía su cabeza de un lado a otro, negando lo que decía la otra madre—. Esa no es la manera de educar a un hijo, de vez en cuando lo tienes que hacer claro, pero tenemos que dejar que sean lo que son, Niños.  
Deja que se divierta, talvez tu no pasaste por esta emoción, pero eso no quiere decir que dejes que se vuelva a repetir.  —dijo, volteando a ver a La Madre de Erizo de una manera muy confiada y amistosa.

—Lo único que no voy a volver a repetir es tener a un hijo desobediente y mal portado.  —exclamo La erizo madre—. Un hijo que no obedece a tus mandados o a sus obligaciones y se la pasa nada más en su habitación sin hacer nada. No quiero que Erizo pase por lo mismo y por eso le doy una disciplina más estricta, Susan, aprecio que me ayudes, pero, déjame, educar a mi hija a mi manera por favor.

—Bien, tu ya sabrás que hacer con ella. Tan niñita que se ve. —Añadió Sue cariñosamente.

—Bueno, se hace algo tarde, si me disculpas, me retiro, Susan. ¡Erizo! Regresa.

—¿Eh? ¡Ya voy mamá! —respondió Erizo, quien está sentada en el pasto junto a Oscar. Acto seguido, se levantó y fue en camino a con su Madre.

—¡Espérame Erizo!  —grito Oscar apurado, quien también acto seguido se levantó y siguió a Erizo.

—Que ocurre Mamá.

—Si, ¿qué pasa mamá de Erizo?  —pregunto Oscar de forma inoportuna una vez alcanzado a Erizo.

—Emm...  sí, Erizo, ya es algo tarde y debes ir a casa a continuar con tu tarea de biología.

—Aaahh~ mamá, quería seguir jugando más con Oscar. —dijo la chica Erizo desanimadamente.

—¡A casa! Dije. —Exclamó La Madre de Erizo. Oscar y Sue por alguna razón pareciera que también captaron la orden.

—Está bien... Adiós Oscar. —expreso Erizo tristemente, volteando a ver a su amigo.

—No te pongas así Erizo.  —exclamo Oscar animado—. Aún tenemos el resto de tiempo para seguir jugando mañana, y pasado mañana y... ¿que sigue después? —pregunto el chico, torpemente.

—Jajaja, ay Oscar, tu sentido del humor no para de hacerme reír. —manifestó Erizo sonriendo.

—Jajaja, también el tuyo Erizo. —respondió Oscar, sin saber a qué se refería su amiga.

—Hasta luego, Susan. —se despidió La Madre de Erizo, quien se retiraba del parque junto con su hija.

—Hasta luego...  —despidió Sue, viéndola alejarse.

—Oye mamá ¿Porque Erizo y yo ya no jugamos como antes? —pregunto Oscar un poco desanimado.

—Sus papás la cuidan demasiado, y le están dando una disciplina estricta. Eso no es correcto para una niña de esa edad. —respondió Sue un poco molesta.

—¿Y eso es bueno? O malo. —pregunto nuevamente Oscar, algo dudoso.

—Eso depende hijo... yo también te tengo a ti disciplinado, ¡Mi pequeñín especial! —declaro Sue cariñosamente, mientras movía los cachetes de Oscar de arriba y abajo simultáneamente.

—¡Ay mamá!  —Oscar se sonrojaba debido a la acción de su Madre.

—Ya se ya se, te pongo en ridículo, Vamos, toma tus cosas y vayamos a casa. —y así Sue y se prepararo para marcharse del parque junto a su hijo Oscar.

Ese mismo día prosiguió normalmente, convivencia familiar, platicas, cena y, por último, llego la hora de dormir. Eran las diez quince de la noche. Todavía me sorprende como es que aún recuerdo esa hora con exactitud.

— ...  agh, no puedo dormir nada. —se quejaba Oscar mientras hablaba con el mismo en voz baja—. No puedo dejar de pensar en Erizo... ¿Por qué su mamá ya no la deja jugar conmigo más tiempo? Antes nuestras visitas eran de más tiempo, jugábamos casi dos horas... ahora solo es media hora... me preocupa mucho Erizo... es mi mejor amiga y la única, me siento muy solo cuando no la veo ni siquiera medio día, espero ella este bien.  —se dijo a si mismo muy extrañado, mientras se tapaba la cara con la almohada.

— ... ¿eh...?  —el tono de un teléfono sonaba a lo lejos de la habitación de Oscar, cercas de la puerta—. Quien llama a esta hora...  —Dice él algo confuso. El elefante, acto seguido se levantó de su cama y contestó la llamada.

—¿Hola...?

—Hola Oscar, ¿Cómo estás?  —respondió una voz dulce y tierna proveniente de su mejor amiga Erizo.

—¡¿Erizo?!  —pregunto Oscar sorprendido y alegrado.

—Si, si soy yo jajaja. —respondió Erizo alegremente.

—¿No se supone que ya deberías estar dormida? Digo, son las diez veinte de la noche. —añadió—. Te van a regañar.

—Eso lo sé y no me importa, solo quería conversar contigo un rato más. —añadió Erizo algo triste.

—Oh, está bien, si eso es lo que quieres, conversemos, igual no tenía sueño. —Comento Oscar siendo algo sarcástico mientras se acercaba a su cama y taparse con la manta.

—Gracias Oscar, y....  lamento que me fuera tan pronto, es que mi madre se está volviendo más estricta de lo normal. —se quejaba la chica Erizo.

—No puedo parar ni un segundo de estar escuchando sus reglas de la casa y el comportamiento. Oye, tengo diez años, no ocho, ya me sé de memoria gran parte de las reglas y la educación.

—Ay tu mamá. —comento el chico elefante—. Siempre tu mamá es así...  ¡Erizo, tiende tu cama! ¡Erizo, lávate los dientes! ¡Erizo, se más educada! ¡Erizo esto! ¡Erizo aquello!  —decía Oscar, imitando la voz de la madre de su amiga y haciendo que esta riera un poco—. Ya veras que tarde o temprano te crecerá un cono en la cabeza como el que tiene tu madre jaja.

—Jajaja, lo se Oscar... pero ya deja de bromear. Esta vez, como te dije, se está volviendo más estricta de lo normal.

—He estudiado mucho estos días y no he tenido tanto tiempo libre, estoy agotada y decido descansar un poco, pero siempre mis papas llegan con un libro nuevo de quien sabe qué y quieren que estudie. Sabes... ¡necesito descansar! —expreso Erizo con enojo después de haber acabado su discurso.

—Tienes mucha razón Erizo. —hablo Oscar muy honestamente—. Tienen que dejarte tu momento libre, mis papas también quieren que estudie, pero no tan pesadamente, más bien, balanceado, es solo una hora de estudio, unos veinte minutos limpiando mi habitación y el resto del tiempo a jugar, aunque, prefiero seguir jugando contigo Erizo.

—¡Oh!, gracias Oscar. —expresó Erizo tiernamente—. Espero que a mi mamá se le baje su "disciplina" de la cabeza.

—Y mejor se le suba la idea de hacerte tu malteada especial todos los días jajajaja. —comento Oscar riéndose.

—Jajajaja, en eso tiene mucha razón Oscar jajaja. —dijo Erizo riendo, mientras, bajaba el tono de su risa—. Jajaja... jaja... ja... También he pensado que creo...  creo que mis padres quieren que te evite o algo así... Creo que piensan que tu evitas mis estudios.

—¿Qué? ¡Eso no es cierto!  —respondió Oscar sorprendido.

—Jaja, tranquilo Oscar, dije "creo", no dije que fuera verdad. —dijo Erizo riendo un poco.

—Pero si esa fuera la razón, yo porque estaría estorbando en tus estudios, no te molesto en nada. —añadió el elefante.

—No creo en total que ese sea la razón. —respondió Erizo siendo honesta—. Mas bien es la disciplina de mi mamá la que no deja que juegue contigo más tiempo, esa debe ser la razón.

— ... Posiblemente. —añadió Oscar con un tono de voz bajo, pensando en lo que le dijo su madre en el parque—. Aun así, yo que culpa tengo, ella sabe que soy tu mejor amigo y el primero, obvio soy así.

—Sabes Oscar, mejor dejemos de hablar de ese tema que hasta a mí me está molestando. —exclamo Erizo—. Y mejor cambiemos a otra cosa. Por ejemplo... hablando de amigos, ayer hice un nuevo amigo y resulta que también va al colegio con nosotros, te lo iba a decir hoy en el parque, pero ya viste que paso. —comento ella animada.

—¿En serio Erizo?  ¿No es ese tal David que nos molesta a cada rato verdad? —pregunto Oscar dudoso.

—Jajajaja, claro de que no, no seas tonto Oscar. —río Erizo un poco fuerte—. No lo es, se llama Edgar y es un chico muy agradable, deberías conocerlo, siento que ambos se llevaran muy bien. —comentó felizmente.

—¿Conocerlo? ... No lo sé Erizo, sabes bien que no soy el mismo cuando intento conocer gente nueva, incluso, establecer una amistad.

—Vamos Oscar, no es para tanto, hacer amigos es de lo más fácil y genial que puedes hacer. Yo sé que tienes problemas con hacer amigos, y lo entiendo, pero estaré contigo cuando veas a Edgar y yo te ayudare, amigo. Veras que sí. —dijo la chica Erizo con bastante confianza.

—Aún no estoy seguro, Erizo, pero estoy de acuerdo, el lunes lo conoc-

—¿Con quién estás hablando, Erizo?  —dijo una voz, interrumpiendo a Oscar por el teléfono, una voz, no tan agradable.

—Co-con nadie mamá. —respondió Erizo algo asustada mientras Oscar oía por el auricular del teléfono todo lo que pasaba.

—¿Erizo? Que pasa Erizo. —pregunto Oscar muy preocupado.

—Dame el teléfono. —exigió la madre con firmeza.

—Pero mamá...  —dijo Erizo con la voz baja.

—Dije, ¡dame el teléfono! —Oscar tan solo escucho como el sonido del auricular se distorsionaba, para después escuchar solo un pitido.

—¿Erizo?, Erizo ¿me escuchas? —Oscar sigue persistiendo, pero es en vano—.  ... ¡Aahh! ¡Ahora estoy más preocupado por Erizo!

—¡¿Que ocurre Oscar?!  —pregunto con susto la madre de Oscar, Sue, quien había entrado apresuradamente a la habitación—. ¿No pasa nada? ¿Todo está bien? ¿Tuviste una pesadilla? ¿No te mordió un bicho o algo?

—No, no es nada mamá no paso nada —respondió Oscar un poco asustado—. Solo es que no puedo dormir, es solo eso.

—Oh, mi niño, me lo hubieras dicho antes, ven, duerme conmigo y con tu papá. —Sue tomo a Oscar en sus brazos y así se lo llevo a su habitación.

—E-espera mamá, ya soy grande, ya no necesito eso, jaja.

El comportamiento de la mamá de Erizo no era normal, el hecho de la disciplina que le hacían a Erizo para evitar un poco a Oscar, parecía ser cierta. Igual, Oscar no podía dormir aun con sus padres, debido al peso de conciencia de Erizo, en serio, le preocupaba mucho, pero hizo lo posible para poder dormir, y lo consiguió.

Ya era de día, un nuevo día para Oscar. El sol brillaba y los pájaros cantaban a la par, parecía un día especial o algo así, pero Oscar no hizo caso a tal maravilla, para él era más importante otra cosa, todavía pensaba en Erizo, así que se le ocurrió una idea para ese domingo aburrido.

—Bien, solo falta eso... y esto... y... Listo, ya estoy preparado —habló el chico Oscar, mientras llenaba una mochila con varias cosas en su habitación—. Listo, ahora, a casa de Erizo. Si ella no puede venir conmigo, entonces yo iré con ella. —se dispuso a bajar por los escalones del segundo piso y dirigirse hacia la puerta principal de su casa. Llegó y giro la perilla.

—Oscar, ¿a dónde crees que vas con todo eso?  —pregunto la madre, sacando la cabeza de la entrada a la cocina para ver a Oscar. El chico rápidamente bajo el cierre de su mochila, abriéndola.

—Esto mamá, son, dos juegos de mesa, cuatro historietas cómicas y tres películas de hombres lobo para ir a divertirme con Erizo en su casa. Siempre he esperado por este día. —respondió Oscar, entusiasmado y alegremente mientras Sue se acercaba al pequeño elefante.

—Me alegra que te prepares para todo esto con Erizo, pero, aun eres un niño, sé que sabes donde vive ella, pero te perderías muy fácil, lo mejor es guardar todo eso y usarlo otro día ¿de acuerdo Oscar?  —dijo Sue amablemente con tal de convencer a su hijo.

—Eso se puede resolver fácilmente mamá. —añadió Oscar—. Tú puedes acompañarme y listo, problema resuelto. —expreso el niño, tomando de la mano de Sue y jalando de ella.

—Mira Oscar, yo sé lo que te digo, mejor usemos todo esto otro día con Erizo. Puede que este no sea el día, ¿no lo crees?  —comento Sue intentando convencer a Oscar aún más—. Aparte, hoy es domingo, porque no mejor te diviertes... viendo la televisión, y dejamos de pensar en tu plan ¿sí?

— ...Está bien, ma', lo intentare. —decía ahora Oscar, tristemente sin ánimos mientras tomaba su mochila e iba a su habitación lentamente.

— ...Lo siento Oscar. —Sue tan solo regresó a la cocina.

—¡Buenos días Amor!  —expreso Andy muy felizmente llegando a con su esposa.

—Buenos días Andy. —respondió ella algo desanimada—. ¿Vas a trabajar hoy?

—Emm... ¿sí? Ayer en la noche te dije que iría. —dijo el padre algo confuso—. ¿Te sientes bien?  Te ves algo malhumorada el día de hoy, Sue. —la Madre tan solo suspiró

—...Yo también estoy algo preocupada por Erizo. —comentó Sue mientras hacía el desayunó.

—¿Erizo? ¿Hablas de la hija de Jim? Qué pasa con ella.

—No es de que pasa con ella, si no como la trata su madre. —respondió Sue algo frustrada—. Esta mañana recibí una llamada de ella diciéndome que hoy no habría visita ya que Erizo esta castigada por incumplir una regla de la casa, tan solo, una regla. Le están dando una disciplina estricta, y eso para mí es algo injusto para una niña de esa edad, y lo peor aún, puedo saber que ella no interactúa nada con su hija, no juegan y tal vez no le den el más mínimo de atención.

—Que pasara si un día le ocurre algo a su hija. Tuve que mentirle a Oscar y se fue muy triste a su habitación, pero tampoco puedo decirle eso, podría él sentirse muy mal.

—Está bien cariño, hiciste lo correcto, no te culpes por eso. —Andy abrazaba y consolaba a la pobre madre—. Una mentirita piadosa no hace nada, de vez en cuando lo hacemos por el bien de los hijos.

—Eso lo se Andy, pero me sigue preocupado Erizo, que, aunque no sea mi hija, jaja, la trato como a una.  —añadió la madre entre pequeñas risas.

—¡Eso es lo que quería ver! A mi elefante sonreír. —Andy dejó de abrazar a su esposa, pero mantuvo el apoyo—. Y no te preocupes mucho por Erizo, de seguro su madre lo hace por su bien. Tarde o temprano tienen que ver lo que hacen y así, ellos mismos se darán cuenta de lo que están haciendo, si es para bien, o para mal.
Se que ese no es el modo de decirlo, pero... es lo mejor supongo jeje.

—Gracias Andy, me da mucho gusto que estes aquí para mí, me siento afortunada de tenerte. —expreso con felicidad—. Bueno, basta ya, aquí esta tu almuerzo para el trabajo, se me hizo algo tarde debido a que lo había olvidado. —dijo Sue algo torpe.

—Ja, que risa, tu y Oscar tienen mucho en común, ya vi de quien lo saco. Y no te preocupes por eso. —Andy se despidió de Sue con un beso y salió por la puerta de la casa—. Hasta luego Cariño. ¡Hasta luego Oscar! Cuando regrese seguiremos con tu tarea del colegio.

—¡Claro papá!  —grito Oscar desde su habitación.

Este se encontraba viendo la televisión y sentado en el pequeño sillón que tenía en su cámara, encontrándose sin ánimos. Oscar suspiro pesadamente.
—…Incluso la televisión me parece aburrida sin Erizo. No sé qué hacer...

Oscar, desanimadamente, se dejó caer al suelo lentamente de su sillón como si pareciera un muñeco de trapo, y ya en el suelo comenzó arrastrarse para ir a su cama para luego acostarse en ella. 

—...Me siento muy incómodo. Ya volví hablar con Erizo por teléfono, pero, no responde, ya intenté otras cosas para distraerme, pero todo lo que haga, siempre me recuerda a ella... ¡agh! Tengo... que dejar de pensar en Erizo, sé que somos amigos, pero... Oscar... solo... olvídate tan solo un poco de ella.

“Pero Oscar, es tu mejor amiga.”

“¡LO SE!, ¡pero si dejo de pensar en Erizo no poder estar tranquilo!”

“Solo estoy peleando conmigo mismo.”

El chico elefante tan solo estaba peleando con sus "yo internos"

—...Pero sabes, ¡se positivo Oscar! Solo será hoy, aparte podrás hablar con ella mañana sin problemas, obvio su mamá tiene que dejarla ir al colegio, así, seguro poder jugar con ella, ¡eso es un hecho! Jajá, muy bien. —continuo Oscar hablando con él mismo, aumentando su ánimo.

—Ahora... solo enfócate en... ¡Claro! Videojuegos, se me había olvidado que los videojuegos me sacan de cualquier cosa, incluso de Erizo.

Y así fue, Oscar se propuso a jugar videojuegos y a dejar de un lado a Erizo por el momento, igual, mañana sería un día donde jugarían una vez más y aparte conocería al nuevo amigo de Erizo, eso le dio ánimos a dejar de pensar en la disciplina de su madre y a dejar de estar preocupado.

Ya habían pasado las horas, llego Andy a casa, ayudó a Oscar con su tarea, y todo transcurrió como un día aburrido de domingo, ya no para Oscar, para él, mañana será un nuevo día.

Es lunes, nuevo día para ir al colegio, Oscar estaba emocionado, nunca se le había notado así, de seguro es por su mejor amiga.

Sue llevó a Oscar al colegio en el auto y, una vez llegando, bajo del auto y lo despidió.

Oscar, durante las clases se esperó para hablar con Erizo hasta la hora del recreo y así fue. El timbre sonó y el elefante salió por la entrada hacia el patio de recreo. Él se estaba preparando para "atacar" a Erizo ya una vez ahí.

—Donde estarás Erizo...  —Oscar buscaba a la niña Eriza en el patio de recreo, “cautelosa y silenciosamente”—. Donde... donde...  —caminaba de esa manera por debajo del pasamanos.

—¡Arriba de ti!  —una niña cayó del cielo. Se había arrojado desde arriba del pasamanos, atrapando al chico Oscar y posteriormente, cayendo los dos al suelo.

—Ay Erizo, te extrañe mucho.  —expreso el contento elefante mientras abrazaba a su amiga Erizo.

—Ay por favor Oscar, solo no nos vimos un día.  —agregó.

—Pero para mí fue mucho tiempo, digo, todo el domingo fue, aburrido.

—Pues, gracias por el halago, Oscar…  —ahora la tonalidad de la voz de Erizo era algo triste mientras que Oscar se levantaba del pasto y la ayudaba a levantarse.

—Que pasa Erizo, pasaste de feliz a triste en un segundo. —ella se quedó callada un momento.

—No, me gustaría hablar de eso Oscar, sé que eres mi mejor amigo, pero prefiero guardar esto... —Erizo parecía algo molesta, sin ver la cara de su amigo.

—¡NO! Erizo, somos amigos, y habíamos prometido algo tú y yo, “Si tu o yo problemas tenemos, mejores soluciones nosotros seremos”.  —exclamó Oscar firmemente—. Vamos Erizo, puedes contarme, confía en mí.

La chica espinosa se armó de valor.

—...Sinceramente, no me gustaría guardar secretos contigo, te lo contaré. —ella tomo la mano de Oscar y ambos empezaron a caminar por el patio de recreo.

—Déjame empezar diciéndote que mi mamá me castigo ayer por lo que paso antier, me descubrió hablando por teléfono contigo hasta esa hora y me castigo de no usar el teléfono y no ver la televisión, e incluso de no salir a jugar al patio.  —Erizo sonaba muy quejumbrosa.

—Suena muy mal eso, bueno, desobedeciste una "regla de la casa", pero eso no significa que te hagan eso.  —aquel chico Oscar miraba a su amiga con comprensión.

—Y espérate, aun no te cuento lo peor. El día de ayer mi hermano mayor no paro de molestarme todo el día, en el desayuno, comida, cena, en mi habitación y en mis deberes, el sí es un verdadero dolor de cabeza, tú tienes mucha suerte por ser hijo único Oscar.  —Erizo ya sonaba molesta.

—No sé cómo va eso de los hermanos mayores ni menores, así que... no puedo opinar a eso, lo siento Erizo.  —opino Oscar algo triste.

—¿Y sabes cual fue "la cereza del pastel", Oscar? Que mi papá no tiene tiempo para mí, ni siquiera él aparte de mi mamá. —Erizo había soltado de la mano de su amigo para luego verlo cara a cara.

—Todo el día está en su habitación usando la laptop de la oficina y se la pasa pegado a esa cosa todo el tiempo, a veces llego y le digo que juguemos a pasarnos la pelota, jugar Béisbol o mínimo básquetbol al parque, pero siempre me dice "en cuanto acabe, jugamos ¿está bien?" Y termina su trabajo hasta las once y media de la noche, hora a la cual ya debo estar en la cama y ya no tengo la oportunidad, ni siquiera los domingos. Me siento... muy triste...

—Por eso cuando te veo a ti en el parque, o aquí en el colegio, es un alivio para mi poder seguir jugando, y hablar contigo más tiempo. —la pobre niña Erizo ya empezaba con un pequeño sollozo, algo que alertó a su amigo—. A veces, quisiera ser como tu Oscar, sin hermanos, tener a dos padres que, si te quieren y te dan su aprecio, y tener una vida menos "aplastada”.

—Ay Erizo. La verdad, lamentó mucho todo lo que te pasa, y por favor, no te pongas así, porque a mí también me pones triste. —dijo Oscar comprensivamente. Sin previo aviso, el elefante abrazó a la pobre chica emocional.

—Erizo, a veces no todo es como tus esperas, sé que quieres vivir como yo, pero eso es innecesario ...Mira, ya tienes a una familia, pero sabes, yo digo que, si te quieren, puede que tu hermano te moleste, ¿pero sabes por qué? Es porque le caes bien, si no le cayeras bien, no te haría eso ¿o sí?

—Otra cosa, puedo pensar que tu mamá te da esa disciplina porque le preocupas, a eso se le puede decir que le importas y mucho, talvez no demuestre su amor como esperas, pero ese es su modo de hacerlo. Y de tu papá, bueno, sabes que él trabaja mucho, no puedo ayudarte mucho en eso.
Solo, te deseo suerte para que tus padres dejen sus cosas tan solo un momento y te presten atención, en serio te lo mereces, eres una gran amiga.

Oscar había hablado, de la forma más coherente posible para él.  Ni siquiera él sabía de dónde había sacado todo lo que dijo.

—¡Guau Oscar, sonaste muy, razonable!  —expreso Erizo muy sorprendida, haciendo desaparecer la tristeza de hace un momento.

—Guau, es verdad, jaja, estas cosas solo se ven una vez en la vida.  —comento Oscar riéndose y sonando sarcástico.

—Jaja. Y si Oscar... tienes razón en todo lo que dijiste, pero sabes... para ti es fácil decirlo porque no has vivido lo que yo... pero... agradezco mucho ese apoyo que me acabas de dar... ya me siento mejor... Muchas gracias Oscar.  —La amiga Erizo ahora mostraba felizmente una sonrisa.

—Qué bueno que no te des por venci-

—¡Hola Edgar!  —grito Erizo, interrumpiendo a Oscar cuando su amiga vio pasar a un conocido de ella.

—Oh, ¡Hola Erizo! —habló el otro amigo.

—¿Él, es Edgar?

El chico Edgar, el Oso. Un oso de pelaje café, se ve con facilidad que es un poco mayor a Oscar y Erizo, quizás uno, o dos años más mayor.  Es un poco obeso y su apariencia era la de un chico intelectual, llevaba lentes y traía consigo unos zapatos negros, un pantalón negro, una camisa color azul claro por debajo de un suéter de algodón suave con cuello de tortuga color café oscuro.

—¿Como te va Erizo?  —pregunto Edgar bastante calmado.

—Me va bien Edgar, gracias por preguntar. —respondió Erizo amablemente.

—Si que se ve cool ese chico.  —afirmo el elefante para sí mismo, sorprendido, con su boca un poco abierta.

El paquidermo tan solo veía como la chica Erizo y el chico Oso tenían buena conexión, a pesar de tener poco tiempo de conocidos, ellos dos parecían tener mucho en común. Oscar no se lo creía.

—¡Oh, si!, Edgar, déjame presentarte a mi mejor amigo Oscar, del chico del que te conté el viernes. —dijo Erizo contenta.  Luego la mirada del Edgar se enfocó en la del elefante.

—Oh, ¿este es el amigo elefante Oscar? Mucho gusto Oscar, mi nombre es Edgar, es un gusto conocerte al fin. —expreso Edgar muy educado, mientras esperaba estrechar la mano de Oscar.

El pobre elefantito no sabía cómo responder, era algo nuevo para el saludar así, normalmente él lo hacía con Erizo chocando puños, alzando el brazo de un lado a otro a la distancia, o simplemente con un, hola.

—Emm, hola Edgar, para mí, también es un gusto, conocerte. —dijo Oscar algo incomodo, sin saber que responder más que repetir el saludo de Edgar y estrechando su mano.

—Eres un chico agradable Oscar, no te conozco todavía y puedo sentir una muy buena vibra salir de ti. Me agradas.  —manifestó el oso felizmente.

—...Gracias Edgar, yo también puedo sentir, que nos llevaremos muy bien tú y yo.  —Oscar intento estar feliz, pero hasta él no podía, ni sabia como seguir hablando, simplemente el elefante se sentía incomodo.

—Qué fue lo que te dije Oscar, sabía que los dos se llevarían muy bien.  —dijo Erizo golpeando con su codo izquierdo el brazo derecho de Oscar.  Ese golpecito desconcertó un poco al elefante, pero al ver a su amiga sonreír, hizo que este también lo hiciera.

Oscar aún se sentía incomodo, aun no podía con la idea de tener dos amigos, ya que normalmente eran "las aventuras de Oscar y Erizo", pero tan solo ver la sonrisa de su amiga y la confianza que intentaba dar el chico Edgar hicieron que el elefante sintiera algo de seguridad en sí mismo. Él simplemente se dejó llevar.

—Aja, si Erizo jaja.  —expreso Oscar, acto seguido, él empujo a Erizo muy débilmente para poder escapar de ella.  Evidentemente quería jugar a las atrapadas de nuevo.

—¿Otra vez Oscar? Jaja, ya verás.  —expresó Erizo, nuevamente amenazante mientras corría tras su amigo.

—¡Oigan chicos, esperen!  ¡No puedo correr bien con la ropa que tengo, jaja!  —exclamó Edgar, ahora siguiendo a Oscar y Erizo.

Sin pensarlo, ya se había creado una amistad de tres amigos que duraría por muy buen tiempo, Erizo ya se sentía mejor tras las palabras de Oscar y ahora todo iba mejor, ya no importaba la disciplina de la madre de Erizo, si no, su amistad y su diversión para pasarla muy bien.

Pasaron las horas, y sonó el timbre de la última clase del colegio. Todos los niños salieron, y junto con ellos, los nuevos tres amigos.

—Gracias por llevarme a ir por los niños, Susan.

—Por nada, espero estés cómoda en el asiento del pasajero, normalmente yo voy ahí, y, esta algo mal acomodado por mí sobrepeso jaja. —expresó la madre elefante, burlándose de sí misma. La madre de Erizo va junto con ella, dentro del coche de la familia Peltzer en camino al colegio de los niños.

— ...¿Cómo le va a Erizo? —pregunto Sue, sin dejar de mirar al frente mientras conducía.

—Ella está bien, no hay mucho de qué hablar.  —respondió la otra madre, bastante cortante.

—¿Está segura? ¿No la has notado triste últimamente? —insinuó.

— ...Que me intentas decir, Susan.

— ...Mira, sé que no debo meterme entre tu y Erizo, pero no crees que la disciplina de la que me hablaste antier, le vaya a servir a Erizo en esa edad ¿o sí? —dijo Sue, bastante interesada en saber la respuesta.

—Le va a servir y mucho, este tipo de disciplinas se les da desde aún más pequeñas, pero esperé a que Erizo cumpliera los diez años, a partir de ahí, es justo dársela, eso le enseñara a futuro a tratarse como debe ser, como una dama y a no terminar como su hermano mayor, como un vago.  —respondió ella, sutilmente.

—Ya veo. Y ¿mínimo le has dedicado tiempo a tu hija? No lo sé, jugar a algo, hacer o interactuar algo con ella.

—Le he dedicado tiempo de enseñanzas de disciplina y educación. No tengo tiempo libre para esas cosas.

—Ay, ¿es en serio? Yo... yo la verdad ya no tengo palabras para contradecirte ante eso.  —Sue se había rendido.

—Me gusta que entendieras mi situación con Erizo.  —dijo la otra madre, todavía con esa cara tan neutral.

—Solo una cosa más, ¿le has tomado tiempo para llevarla al hospital para alguna consulta?  —pregunto Sue con curiosidad otra vez—. Normalmente yo llevo a Oscar dos veces a la semana para ver cómo va de salud.

—¡Ella no tiene nada, ella está bien! ¡Si, la he llevado al hospital y me han dicho que todo se encuentra bien!  —las palabras de Sue, por alguna razón, estremecieron a la Madre de Erizo y haciéndola actuar así.

—Linda ¿te encuentras bien?  —pregunto Sue, ahora con algo de preocupación.

—Si, si estoy bien...

Después de que la Madre de Erizo se expresara de esa manera, tomó su frente con tan solo las puntas de sus dedos de la mano derecha, y suspiró.  

—Susan, lo siento por haberte hablado así de esa manera, últimamente tengo dolor de cabeza y migraña, y ese tipo de preguntas me afectan mucho. No es por ti Susan. Y, lamento haberte gritado de esa manera, no era mi intención. —la Madre de Erizo solo se lamentaba sin dejar de estar en esa posición.

—Está bien, no te preocupes por eso, comprendo tu estrés por el trabajo y tu disciplina con Erizo. Sabes, creo que deberías dejar de trabajar y dejar que tu esposó lo haga, pero veo que ese trabajo de maestra es importante para ti y para tu familia. Te entiendo y calma, sí necesitas hablar, aquí estoy yo.  —comento Sue tranquilamente.

—Je, siempre me gustó tu manera de ver las cosas con calma. Gracias Susan, gracias por entenderme, me siento algo mejor contigo. —dijo la Madre de Erizo ya aliviada con una sonrisa.

—Para eso estamos las amigas, jaja. —comento Sue felizmente.

—...Oye Susan, si realmente quieres ayudarme con Erizo, esto puedes hacer por mi para ella. —decía ella, dejando de estar en esa posición para después sacar algo de su maletín de trabajo.

—¿Qué es eso?  —pregunto Sue.

—Esto, es un panfleto que me dio una secretaria en el colegio. Habla de un Campamento de Verano para el próximo año, me lo sugirió para Erizo y siento que le va a venir bien a ella, yo la podría inscribir, pero como sabes, estoy muy ocupada y me es imposible, me gustaría que tú lo hicieras por mí, y si quieres, también puedes meter a Oscar, con gusto.  —respondió la Madre de Erizo agradablemente.

—¿Un campamento? Pues, créeme que nunca lo había pensado, puede venir muy bien para él, y estando con Erizo, mucho mejor. Claro, lo haré con mucho gusto. —respondió Sue contenta.

—Te lo agradezco, Susan.  —dijo ella, sintiéndose agradecida.

—Bueno, hemos llegado, y ahí están los niños. —dijo Sue mientras estacionaba en coche y veía a los niños jugar en el pasto del colegio—. ¡Hola niños!

—¡Mamá!  —grito Oscar, quien salió corriendo de su juego con Erizo y Edgar.

—¡Hola mamá!  —grito Erizo fuerte pero sutilmente. Ambas madres salieron del auto.

—Como esta mi pequeñín especial. —dijo Sue cariñosamente, mientras abrazaba a Oscar.

—Hola Erizo, ¿cómo te fue hoy en el colegio?  —la Madre de Erizo preguntó de manera, feliz.

—Me fue muy bien Mamá, como siempre.  —respondió Erizo.

—Me da mucho gusto Erizo.  —la Madre de Erizo abrazó a su hija ligeramente, cosa que Erizo no se esperaba de su mamá. Oscar y Sue solo observaban un poco sorprendidos.

—¡Oh!, Mamá, déjame presentarte a mi amigo Edgar. —dijo Erizo felizmente con una gran sonrisa.

—Es cierto, Mamá, yo también hice un nuevo amigo hoy, y es él, Edgar. —dijo Oscar, apuntando al chico Oso.

—¿¡En serio Oscar!? ¿Hiciste un nuevo amigo? —comento la madre elefante, algo incrédula pero contenta.

—Bueno, fue gracias a Erizo, jaja.

—Muy buenas tardes eemm, madre de Oscar y madre de Erizo, jeje. Mi nombre es Edgar, es un gusto conocerlas. —dijo Edgar muy cordialmente.

—El gusto es de nosotras.  —dijeron las dos madres a la par.

—Es un chico muy cool.  —comento Oscar.

—La verdad es un buen amigo. —añadió Erizo—. No es así ¿Edgar?

Pregunto la chica erizo, mientras se colocaba al lado izquierdo de Edgar, para luego apoyar su brazo derecho por encima del hombro derecho del chico.

—¡Ja! Puedes apostarlo Erizo. —afirmó Edgar riendo.

Oscar se acercó a ellos dos, y Edgar, en un acto de amigos, el tomo la cabeza de Oscar con su brazo izquierdo y rozó su puño derecho, girándolo de izquierda a derecha en la cabeza de su amigo de manera ligera.

A Oscar este acto lo desconcertó un poco, rápidamente se retiró de él, para verlo luego como con un rostro un poco inesperado. Edgar se percató de eso.

—¿Qu-Que paso Oscar? ¿Acaso te dolió? En serio lo siento mucho. Pensé… que esto hacían los amigos…

El chico paquidermo solo lo miro algo raro por el acto de hace un momento, pero, luego Oscar saco unas risitas, para luego soltarse a reír. Edgar lentamente también hizo lo mismo.

—Jaja, ay chicos.

Erizo también se unía al grupo de risitas de sus dos amigos.  Sue y la Madre de Erizo solo veían a los chicos reírse y divertirse, en especial la Madre de Erizo, quien parece verlos con algo de felicidad.

Las cosas iban bien, La madre de Erizo ya comenzaba a interactuar con su hija, algo que se notaba que no hacia desde hace tiempo. Oscar hizo, increíblemente, un nuevo amigo gracias a Erizo, y rápidamente crearon una nueva amistad, una amistad de tres chicos jóvenes que duraría un buen tiempo.

Ya no había nada que pudiera afectar después.

Que equivocado estaba Oscar al pensar eso, y, tampoco no pensaba en la carga, que se llevaría más a futuro.

.

Esta historia continuará en el episodio dos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro