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La Dama del Caos

Después del entrenamiento, cada uno de los integrantes del grupo se dedicó a equiparse para enfrentar a Golum. La única que no iría a combatir, sería Winry, por obvias razones, era la más indefensa de todos.

La alquimista, estaba asustada, tenía que pelear contra un demonio que podría matarlos a todos con sólo levantar un dedo. Sus manos temblaban sin control y no podía ponerse el traje que le había prestado Cleo como correspondía.

-Deja, yo te ayudó- mencionó su hermana, acercándose a ella para abrochar la parte delantera del traje -Yo también estoy asustada, Gaia. Pero no es la primera vez que nos enfrentamos a él. Esta vez, no sellaremos su poder, lo mataremos-

-Es imposible matar a un demonio sin acercarse a él y atravesar su corazón, Dea. Keilot me lo dijo. No vamos a poder destruirlo-

Mencionó derrotada. Estaba segura que no sobrevivirían.

-Ven...tengo que contarte algo- la tomó de la mano y se dirigieron a sentarse en una de las camas, para poder conversar -En uno de mis viajes por las costas del continente, conocí a una hechicera muy poderosa, en realidad. Su nombre era Reena Inverse y formuló un hechizo que es capaz de destruir demonios a distancia, el cual me enseñó... Su nombre es, Giga Slave-

-Eso es increíble, podremos usarlo. Orphen, Lai o tú, pueden invocarlo-

Exclamó entusiasmada, porque tenían una oportunidad.

-No es tan sencillo. Es un hechizo muy poderoso, invoca el poder de la señora de la oscuridad o mejor conocida como, la Dama del Caos, es la deidad más destructiva y suprema que existe en la magia negra- había algo muy extraño en sus palabras -Pero ese hechizo, puede acabar con la vida del hechicero o incluso, destruir el mundo si no se usa correctamente-

Explicó, debatiéndose, en sí sería posible usarlo o no. Esto último, perturbo terriblemente a su hermana.

-¡No lo usaremos, entonces!- sentenció como ultimátum -No me arriesgaré a que, tú o alguno de los chicos, pierda la vida por un hechizo como ese o incluso, destruya al mundo-

-No lo entiendes, Gaia. Si no lo utilizamos, de todas maneras, el mundo desaparecerá- dijo exasperada, retorciéndose las manos -Tengo que usarlo...Voy a hacerlo-

Finalizó, firme. Estaba loca si pensaba que se lo permitiría.

-Bien, sé que no me escucharas. Por esa razón, no tengo más opción que jugar sucio contigo-

Mencionó firme, tomándola de las manos y mirándola a los ojos ¡Oh! ¡No! Eso no sería bueno

-Prométeme, por la memoria de nuestros padres, que no usarás ese hechizo-

-No voy a prometerte eso, Gaia. El mundo está en riesgo y no permitiré que ese demonio lo destruya-

No quería mirarla, su hermana era casi o más manipuladora que ella.

-Y yo no permitiré que mueras por salvarlo. Después de mis padres, tú eres lo único que me queda- suplicó aferrada a ella -Por favor, Dea ¡No lo hagas!-

Una lágrima recorrió su mejilla, rogándole con la mirada. No podía hacerle eso, era lo único que ella tenía.

-¡Esta bien! No lo haré, lo prometo- suspiró, derrotada -Pero si nuestra vida o la de los demás está en riesgo, lo usaré y no lo pensaré dos veces-

Sentenció decidida para que pudiera entenderle.

-¡No será necesario! Somos las hijas del sol y de la luna... Vamos a acabar con él-

-Espero que así sea, vamonos. Seguro nos están esperando- aferró su mano y se dirigieron hacia la salida con el resto -Gaia, no le cuentes a nadie acerca de esto, ¿Está bien?- ella asintió -En especial a Lai, estoy segura que me matara si lo sabe-

- Está bien, hermanita-

Sonrío. Ella siempre la llamaba así y eso que la hechicera era la mayor de las dos.

El grupo liderado por el hechicero negro y el alquimista de acero, se dirigían al centro del bosque. Según ambos cazadores, el demonio se encontraba justamente ahí. Era lógico, ese lugar en el centro, contenía un claro, en donde se podía apreciar perfectamente la posición de la luna.

-Entonces, ¿Cuál es el plan, maestro?-

Cuestionó nervioso el aprendiz.

-No morir, Majic. El plan es no morir y si es posible, tratar de salvar al mundo del caos-

El discípulo asintió, no muy convencido de la respuesta.

-Hermano, ¿Tú creés que el enfrentamiento será como aquella vez cuando nos enfrentamos al homúnculo?-

-No, Al. Esta vez es mucho peor. El homúnculo era una piedra filosofal capaz de ser destruida- enfatizó, pensativo -Esto es totalmente distinto. Estamos hablando de un demonio muy poderoso son, prácticamente, indestructibles-

-Eso no es del todo cierto, Ed. Yo mate a un demonio hace unos años, cuando conocimos a Keilot. Clavé una espada en su corazón-

Comentó con orgullo y su ego hinchado.

-Tu no acabaste sola con el demonio, Cleo. Tuviste la protección de la flor angelical y usaste cristales de la verdad, ¿No es así, cazador?-

Preguntó molesto, ante el recuerdo de como regresaron a la tierra después del viaje al inframundo.

-¿Eh?- contestó perdido. No estaba prestando atención a la conversación, tenía la mente en otro sitio -Disculpa, hechicero. No estaba prestando atención- tomó de un brazo a la alquimista que había tropezado -El poder del demonio está aumentando mientras la luna se pone en posición- estaba preocupado. Esa joven era muy importante para él -Lo siento, pero tenemos que apresurarnos-

Sin mediar palabra, cargo a la chica en su espalda, partiendo a toda carrera hacia la dirección del monstruo.

-¡Vaya! ¡Es muy rápido! ¡Ya casi no lo veo!-

Exclamó el alquimista de acero, corriendo detrás de él con el resto de sus compañeros. Cleo río por eso.

-¡Que te digo, Ed! ¡Es el poder del alfa!- respondió ella.

-¿El poder del alfa?- preguntó el otro alquimista, al resto.

-Si, Al. Según lo que leí y lo que me explicó el maestro. Un cazador alfa, cuando descubre su poder, es lo más parecido a un animal en batalla. Son tan rápidos como los demonios e indestructibles como los seres celestiales- aclaró la duda -Pero aún así, pueden morir si los apuñalan en el corazón con un arma mágica, como cualquier mortal-

-¡Suficiente! ¡No puedo correr más!- se quejó la hechicera -Bailó en tí, castillo del cielo-

Desapareció en el aire con el vidente siguiéndola detrás.

-Ahora copia mis hechizos- dijo molesto con referencia a ella -Pero yo soy mejor- tomó a Cleo de la cintura y al alquimista de acero de un brazo que corrían junto a él -Abrete, Torreón del cielo-

Desaparecieron los tres a otro sitio.

-Ahora es tu turno, Majic ¡Vamos házlo!-

Mencionó feliz, entusiasmado por usar magia.

-Lo siento, Al. Tendremos que seguir corriendo, mi poder es limitado para transportarnos a los dos y podríamos quedar atrapados entre dos dimensiones si lo hago- negó con la cabeza -No es conveniente-

- Está bien, amigo. Pero vamos, date prisa. No quiero que empiecen sin nosotros-

Él rió, por el entusiasmo de su amigo para la batalla. Era un gran chico.

Ambos sabían que sería una lucha dificil, peor que enfrentar a un monstruo mágico o a un homúnculo. Pero de algo estaban seguros, todos lucharían para que su mundo, no sea destruido.

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