Hasta el último aliento
Un moreno hechicero y un rubio alquimista, se encontraban delante de la puerta de la habitación 59 golpeándola, violentamente. Aunque eran las seis de la mañana, se veían muy animados y con mucha energía a pesar del horario.
-¡Dea! ¡Gaia! ¡Abran esa puerta! ¡Tienen que entrenar!-
Ordenó el hechicero con toda la paciencia que podía tener en ese momento y a esa hora.
- Estás siendo muy amable, déjamelo a mi- empujó a su amigo a un lado y se posicionó frente a la puerta -¡ESCUCHENME BIEN! ¡DUETO DIABÓLICO! ¡SI NO LEVANTAN SUS PEQUEÑOS TRASEROS DE ESA MALDITA CAMA, ENTRAREMOS Y CRÉANME...NO LES GUSTARA!-
Grito colérico, a la puerta cerrada ante él. Hasta que esta, se abrió de golpe y un pequeño pie se estrello contra su rostro, enviándolo al otro lado del pasillo. Gaia lo había golpeado hasta la inconsciencia. Ella se encontraba de pie junto al dintel, totalmente despeinada, observando Orphen con cara de pocos amigos. Él levantó sus manos de manera inocente.
Si pensaba salir ileso de ese enfrentamiento, estaba muy equivocado. Detrás de ella, se encontraba su hermana y con su semblante aún peor, levantando una mano en su dirección.
-¡POR FAVOR! ¡NO SELLES MI PODER!-
Suplicó, perdiendo todo rastro de la dignidad que le quedaba en su anatomía. Ella sonrió con la misma expresión que Cleo cuando quería castigarlo. Eso le heló la sangre. Era un castigo peor que el de sellar su poder.
-Descuida, no te dolerá ¡Disparó de la luz!- una corriente eléctrica lo envolvió, electrocutándolo, hasta dejarlo inconsciente en el suelo -Ya está hecho- afirmó, sacudiendo sus manos -Sigamos durmiendo, Gaia-
Ambas cerraron la puerta tras de sí, dejando a los dos hombres inconscientes en el pasillo de la posada.
Tres horas después, un grupo constituido por siete personas, se encontraban en el jardín de la posada entrenando diferentes técnicas de combates y hechizos. Winry, la mecánica de automail, los observaba sentada en una mesa, mientras tomaba el té, acompañada de un cachorro de dragón oscuro y un ave arco iris de la luna.
Media hora mas tarde, un magullado alquimista y un hechicero negro con pequeñas descargas eléctricas todavía en su cuerpo, se acercaban al grupo apoyados uno contra el otro. Se encontraban de muy mal humor y estaban dispuestos a conseguir venganza, cueste lo que cueste. Acabarían con esas dos brujas manipuladoras que conocían como Dea y Gaia, respectivamente.
-¡Ahí están! ¡Juró que acabaré con ellas!- confesó el alquimista de acero -¡Las mandaré hasta el portal de la verdad para que no vuelvan! ¡Así me cueste un brazo y una pierna de nuevo, lo haré! ¡O tenga que usar la piedra filosofal para hacerlo!- murmuró, llevando a su amigo electrocutado a cuestas. Él tenía un hematoma en el ojo y un chichón en la cabeza -¿Tú que creés?- preguntó.
-Yo también, las mataré lentamente y como soy una persona muy paciente, disfrutaré haciendo- respondió, todavía preso de pequeñas descargas, como consecuencia del hechizo en él -Su gobierno de terror acaba hoy, después del afectó de la magia-
Terminó titubeante, culpa de pequeñas sacudidas involuntarias. Cleo, al verlos, se acercó a ellos.
-¿Dónde rayos estaban? Empezamos a entrenar hace más de tres horas y aparecen aquí, en esas terribles condiciones ¿Acaso no se dieron cuenta que hoy nos enfrentamos a Golum?- el hechicero, la miro ofendido y el alquimista, furioso -¡No me miren así! Ahora, vayan a sentarse, recomponganse y empiecen a entrenar- señalo en dirección a Winry, antes de voltearse y caminar hacia el grupo. Pero se detuvo -¡Por cierto! ¡Las chicas les patearon el trasero!-
Rió y se marchó al trote hacia sus compañeros.
-Están muertas- murmuró una vez más, el amestrisano -Se han permitido demasiados excesos-
-Esto...Es la guerra- declaró su amigo -Juró que tendrán su merecido...Me las pagarán-
Después de haberse recuperado, idearon un infalible plan para acabar con las chicas que habían aplastado su dignidad, hasta destrozarla, por última vez. El cuál era, atacar sin reparo, hasta acabar con el enemigo.
-Bien. Ya sabés cual es el plan, ¿Verdad, Ed?-
Preguntó el hechicero a su amigo alquimista, mientras dibujaba en el suelo estrategias de batalla con una rama, apartados del grupo que estaba entrenando.
-Si, atacar al enemigo hasta que supliquen piedad y clemencia- aclaró -Tú ve por la alquimista golpeadora y yo iré por la bruja manipuladora. Ese será el factor sorpresa de nuestro plan-
Él asintió a cada palabra del alquimista.
-¡Ellas recibirán lo que les esta llegando! ¡Comencemos con esto!-
Chocaron puños para darse ánimos. Ambos avanzaron hacia el grupo que todavía seguía entrenando desde hacía horas y asintieron el uno al otro, al encontrar a sus pequeños objetivos.
-¡ADELANTE! ¡ESPADA DE LA LUZ!-
Lanzó un hechizo hacia la alquimista que estaba entrenando ataques defensivos con Al. Cuando escuchó la voz del hechicero y sintió una onda de energía dirigida a ella, materializó un muro de rocas para protegerse.
-¿¡QUÉ ES LO QUE TE PASA!? ¡MALDITO HECHICERO NEGRO! ¿¡POR QUÉ SE TE OCURRE ATACARME!?-
Grito furiosa. Keilot intentó ir en su ayuda, pero Cleo, se lo impidió.
-¡REMOLINO CELESTE! ¡SIGUE TU CAMINO!-
Pudo cubrirse a penas del ataque. El poder de ese hechicero, era enorme, pero no iba a irse invicto sino se detenía. No tenía deseos de atacarlo, era su amigo y lo apreciaba a pesar de todo.
-¡YA BASTA, ORPHEN! ¿¡POR QUÉ ESTAS ATACÁNDOME!? ¡NO QUIERO PELEAR CONTIGO! ¡POR FAVOR...DETENTE!-
Su súplica, lo desarmó. Era cierto, no tenía porque atacarla, ella le agradaba y lo conmovía. Su relación era muy diferente a la que tenía con su intolerable hermana. Él bajo la guardia y prefirió olvidar el plan.
-¡No estoy atacándote! ¡Estoy entrenándote!- dijo a unos metros de ella -Vas a enfrentarte a un demonio en unas horas y tus ataques defensivos son deplorables. Te aconsejo que empieces a mejorarlos o no sobrevivirás-
Explicó, tranquilamente con sus manos en los bolsillos, observandola irónico.
-¿De verdad soy tan mala?-
Preguntó suavemente mirando las palmas de sus manos, buscando una respuesta.
-No eres mala- ella sonrió -Eres pésima- frunció el ceño en disgusto -Pero yo estoy aquí y te ayudaré, ¿Lista?-
-Nací lista-
Respondió juntando sus manos, preparada para transmutar. Sonrió. Para él, ella era como una Cleo en versión alquímica, pero mucho más graciosa.
-Perfecto, pequeña alquimista, preparate- levantó sus manos -¡ADELANTE! ¡HERMANAS DE LA DESTRUCCIÓN!-
Entrenaron por unas cuantas horas, combatiendo uno contra otro sin reparó. Mientras él, la aconsejaba amablemente y ella, lo escuchaba como el mejor maestro que podía tener.
Por otro lado, mientras el hechicero olvidaba su plan y entrenaba a la "pequeña alquimista", como él le decía. No muy lejos de ellos, el alquimista de acero y una exótica hechicera, están teniendo la batalla más épica de su vida. Ambos se atacaban y contraatacaban como nunca. Pero algo en ello, les generaba diversión. Al igual que a un vidente, que los observaba atentamente, por si algo salía mal.
-¡EDWARD! ¡ERES UN MALDITO TRAMPOSO!- gritaba colérica en el aire -¡SE SUPONE QUE TIENES QUE ATACARME! ¡NO SOSTENERME CON UNA MANO GIGANTE A METROS DEL SUELO!¡IDIOTA!-
Él reía sin control, mientras ella, le gritaba roja de irá.
-Te ves muy linda, Dea. Creo que te dejaré allí por unas horas hasta que te calmes-
Esa chica lo hacia reír muchísimo, era casi o mas graciosa que su odiosa hermana.
-¡NO TE ATREVAS! ¡MALDITO!- amenazó rabiosa, escuchando su risa -¡Momento! ¡Soy una hechicera! ¡Puedo transportarme!- Exclamó iluminada al universo, observándolo con ganas de matarlo -Bailo en tí castillo del cielo-
Desapareció y reapareció, dejándose caer encima de él.
-¡NO, DEA! ¡NO!-
Gritaba de dolor debajo de ella.
-¡PÍDEME PERDÓN!-
Exigió, retorciendo su brazo.
-¡NUNCA!-
Respondió divertido, pero adolorido a la vez.
-Bueno...no quería llegar a esto, Ed. Pero tu me obligaste a hacerlo-
Mencionó diabólica, extrayendo algo negro del bolsillo de su traje.
-¿Qué es eso?-
Preguntó horrorizado, esperando lo peor.
-Esto que ves aquí, amigo mío. Es un calcetín que le robé a Orphen después de una larga caminata por el bosque-
Sonrió con cara angelical.
-¡Oh! ¡No! ¿Q-Qu-Qué piensas hacer con él?-
Titubeó, observándola con pánico.
-Que bueno que lo preguntas. Pienso meterlo en tu boca sino te disculpas por haberme atacado-
Desesperado para que eso no pasará, pidió perdón suplicante con tal de evitar su castigo.
-¡Está bien! ¡Está bien! ¡Lo siento! ¡Aleja esa cosa apestosa de mí!- La chica se alejo de él riendo por su desesperación y arrojó el calcetín lejos de ellos -Eres una manipuladora, pero una gran hechicera-
Mencionó y ella, lo ayudó a ponerse de pie.
-¡Lo sé! Tú también eres un gran alquimista, me divertí mucho- sonrió -Eres el mejor, Ed-
Él correspondió su sonrisa. Era una buena amiga.
-Gracias... Escúchame bien, Dea...Todos nosotros- habló señalando a cada uno de sus compañeros que entrenaban cerca de ellos -Prometemos pelear con ustedes, hasta nuestro ultimo aliento-
Finalizó, rodeándola por los hombros y dirigiéndose con los demás.
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