Capítulo 9: Sí..., soy un vampiro que brilla

.

Los amigos de Hailey se fueron hace un par de minutos y no vieron cómo mi rostro maquillado estaba empapado en sudor.

¡Diantres, cómo me hubiese gustado hablar francés para decir a pleno pulmón las groserías más inimaginables!

Todo un mundo lleno de rubiecitos de ojos azules. Desaparecieron casi la totalidad de gente de color u otras ascendencias raciales.

―Entonces, ¿ya no existe la gente de color?

―Bueno, en África hay un pequeño porcentaje de población de color. Es un grupo radical asentado en lo que antes era Sud África, hay noticias de que este grupo asesina a los padres que deciden que sus hijos se sometan al proceso de manipulación genética, les llaman los nazis negros.

Maldije por lo bajo y mis intenciones de regresar a mi tiempo se vieron renovadas. En el laboratorio del complejo me dijeron que al cabo de un par de días se produciría una disrupción espacio temporal muy cerca del sitio por donde ingresé.

―Tengo que volver a mi época. Me dieron la misión de fungir de espía industrial de lo que sea que se haya inventado en este tiempo.

―¿Cuánto te falta para volver?

―Un par de días.

Mi amiga me miró con tristeza, pero pareció resignarse a la idea.

―De acuerdo, te ayudaré. No creo que puedas infiltrarte en un moderno complejo industrial. ¿Qué te parece si te doy toda la información de este mundo?

Respiré aliviado, no me apetecía mucho la idea de infiltrarme a un lugar desconocido con Dios sabe qué medidas de seguridad implementadas. Por desgracia, Hailey puso cara de preocupación.

―Aunque no veo como podrás llevarte eso. Toda la información se sitúa en la red militar.

―¿No hay cosas como dispositivos USB?

Mi amiga me miró intrigada y tuve que explicarle lo que eran los USB, DVDs, etc.

―No sé dónde podríamos obtener esas cosas tan antiguas. De todas maneras, no te servirían de nada, no hay aparatos que puedan descargar información en ellos ¿Qué tal un viejo cristal de datos?

Con paciencia me explicó lo que era el susodicho cristal de datos. Era un cristal que podía almacenar más de cien Teras de información.

Puesto que otros dispositivos como cámaras o video cámaras de cualquier tipo no existían, tuve que conformarme con el cristal.

Resulta que, en el futuro, todos los dispositivos de fotografía o grabación están dentro del cerebro de las personas, los cuales se conectan a los ojos u oídos de todo el mundo. Imaginen, estar conectados en línea con quien desees. Sí señor, Masamune Shirow, el mangaka de Ghost in the Shell, le acertó a su visión del mañana.

El único lugar donde podríamos encontrar algo tan viejo es con Internet Explorer.

―¿Qué?

―Un Hacker que conocí por pura casualidad. Él podría darnos el cristal junto con la computadora que pueda leer los datos. ¿Crees que puedas llevarte esas cosas al pasado?

―Si no tienen partes biológicas no veo el problema.

―De acuerdo, entonces mañana iremos a su oficina. Puede que incluso tengas que ser registrado en el sistema biométrico, con eso y el maquillaje, ya no tendrás ningún problema.

―No creo que los tenga, en mi época hubo estudios acerca de emplear cristales como dispositivos de almacenamiento masivo de información. Oye, qué raro que un hacker se llame como un motor de búsqueda de internet que en mí tiempo ya es obsoleto

―Él dice que le da estilo ―dijo levantando los hombros. Juntos fuimos de regreso a casa antes de que regresaran sus padres que tenían más horas laborales por ser gente importante, aunque les gustaba vivir de manera humilde.

.

.

Tuve que esconderme en la habitación de mi amiga ligerita de ropas. Por el ruido que se filtraba por la puerta, pude notar que los padres eran muy cariñosos con su única hija y que se preocupaban mucho por ella.

―Por fin, algo de comida ―dije al ver como la adolescente entraba al cuarto con un plato lleno de comida preparada por el Laura.

―También traje algo de Jugo.

―Espero que no sea espinacas con apio.

―Descuide, Su Majestad, solo espero que su exquisito y refinado paladar no se ofenda con un humilde jugo de mandarina y zanahorias.

―¡Mi favorito! ―exclamé contento y Hailey abrió los ojos y luego con el dedo pegado en sus carnosos y sensuales labios me ordenó ceñuda que mantuviese silencio.

―Perdón ―le susurré.

Hablamos, saboreando la comida y la bebida. No tocamos temas relativos a mi misión ni cosas complicadas de la época actual. Simples temas que cualquier adolescente conversaría sin importar la época.

Pese al tiempo transcurrido y al hecho de que todo alrededor me parecía tan diferente, pude comprobar que los adultos seguían teniendo preocupaciones de adultos; y los jóvenes, preocupaciones de jóvenes. Todos y cada uno de ellos tenían los mismos sueños y esperanzas que las personas de mi tiempo. Sí, mientras más cambian las cosas, más permanecen igual.

―¿Estás bien?

No me di cuenta, estaba llorando. Seguro que a ojos de Hailey me veía patético.

Mi amiga no opinaba lo mismo, sacó un pañuelo desechable y luego, me limpió el rostro.

―Como me gustaría que te quedases.

―A mí también me gustaría quedarme. Dios, hueles tan bien.

―Tú no hueles bien, pero igual me gustas, podríamos, ducharnos juntos, si quisieras.

Me maldije a mí mismo, sabía que lamentaría mi decisión.

―No, pero te lo agradezco.

Hailey se levantó y se desnudó enfrente de mí. Luego se dirigió al baño y antes de desaparecer por la puerta se giró tímida y me ofreció una cándida sonrisa.

«Y con lo que odiaba al vampiro ese que brillaba a la luz del sol. Resulta que soy más imbécil que él».

Di un fuerte suspiro, tan fuerte, que desperté a Vladimir.

CONTINUARÁ...