8. Caricias en el cabello
El niño lanzó los platos servidos con comida al suelo. El sonido contundente de su rompimiento quebró incluso el corazón de Griffin. Max se quedó estupefacto por ese repentino arranque, quien también estaba presente en el comedor.
—¡No! ¡No quiero! — observó a su hermano mayor con odio y desafiante.
El corazón del joven se aceleró en pavor ante la rabieta. Ha visto a su hermanito en ese estado y no sabe como manejarlo bien; sin embargo, era la primera vez para Max ver algo parecido.
—A-Aslan... — alzó su manos en señal de defensa.
Entre bufidos y ademanes desapacibles, el rubio comenzó a respirar pausado.
—¡Sabe asqueroso! — su rostro se puso rojo de ira y se levantó de su asiento. —. ¡Todo esto es una mierda, incluso tú, Griffin! ¡Eres una mierda!
Max sintió impotencia al ver la expresión dolida de su pareja.
—¡Oye, no le hables así a tu hermano!
—¡¡Cállate!! — desgañitó su garganta y lo fulminó con su mirada. —. ¡Solo eres un vividor en esta casa!
El hombre no pudo debatir. Según la perspectiva de Aslan (y sin conocer el trasfondo de la relación con su hermano) tenía razón. Hacía dos semanas que al niño le dieron alta en el Centro de Habilitación y comenzó a vivir nuevamente con Griffin y con él como si los años de ausencia no hubieran ocurrido. En un principio no hubo mayores inconvenientes hasta el pasar de los días que la convivencia se puso cada vez peor. Se quedaba con el desconocido soldado mientras Griffin trabajaba todo el día. Esto conllevo a que Aslan estuviese en alerta siempre, enclaustrado en su habitación todo el día leyendo libros y solo salía apresurado al baño o cuando su hermano regresaba.
Aslan no se estaba adaptando.
No solo era la presencia de Max en la casa, la vida pacífica luego de la violencia prolongada con el entrenador, la indiferencia con su familia y vecinos no le estaba ayudando. Tampoco iba a la escuela porque no quería encarar la mirada de todo el vecindario.
Max sabía que eso no era normal, pero le permitió darle su espacio. Y es que Aslan proyectaba esa mirada de horror permanente como un veterano después de la guerra, la misma que Griffin y él reflejaban ocasionalmente.
Quizá no fue buena idea quedarse con los hermanos tan pronto como pensó.
En eso, en un repentino abrupto cambio de humor, Aslan gimoteo con frenesí, dejando que sus lágrimas bañaran sus mofletes teñidos de rosa. Justo al momento de que Griffin quería consolarlo, lo evitó al encerrarse en su habitación, dejando a los dos solos en el comedor.
Luego llegó el silencio incómodo.
Ninguno de ellos se terminó el desayuno.
Lo único que pudo hacer Griffin después de media hora de la acalorada escena, fue barrer la porcelana rota con los ánimos por los suelos. Avisó a su trabajo que no llegaría... no podía, no cómo estaban las cosas en casa.
Eso significaba un día sin dinero... aguantando hambre.
—Hey, déjame hacerlo... — Max palpó las manos de su pareja entre las suyas y besó su mejilla para poder quitarle la escoba.
Griffin encogió sus hombros con ganas de llorar. Hubo un rechinido y crujidos en algún lugar de la casa, posiblemente era el viento golpeando una ventana abierta.
—Lo lamento, Max...
Rápidamente lo ubicó en sus brazos y reposó su rostro sobre su pecho. El corazón de Griffin estaba hecho trizas.
—Nada de esto es tu culpa...
Sin embargo, eso no lo calmó y el temblor empezó a ser insoportable en sus tensos músculos. Su mente era un caos.
—A veces pienso... que lo es... —su voz se entrecortó, transportándolo a la guerra. Tenía sed, se sentía mareado. Quería despejarse. ¿Dónde estaba Abraham? Quería una dosis.—, por haber arrebatado la vida a personas inocentes... a niños... mujeres... hombres cegados en el fanatismo religioso...
—No... Griffin — lo abrazó con más fuerza para calmarlo pero también creyó que lo hizo como una forma de reaccionar su impotencia. —. No es nada de eso... ninguno de ustedes dos, tu hermano y tú, debieron pasar por eso...
Griffin emitió una carcajada frustrada. Si salía a la calle Billshore habría alguien que le pudiera vender. De todos modos, se lo merecía más que nadie ese respiro, ese alivio ahogado en la sustancia. ¿Comer? ¿Para qué? Si Aslan no quiere comer... tiró su plato lleno a la mierda, entonces solo quedaba morir en la mierda.
—¿Pero qué dices, Max? Yo era un soldado... —sonrió, su voz era perezosa y su mirada perdida. —, era mi deber de francotirador... eliminar mis objetivos... —repitió las mismas palabras que le dijeron sus compañeros. Ah... es verdad, ellos fueron drogados por el Banana Fish. ¿Por qué él no fue el suertudo de haberlo probado también? Así no estaría en ese dilema. —. Yo coseché esa saña... es lo que me merezco.
De repente, el hombre se separó con rudeza de su pareja, emanando un aura molesta pero no al punto de querer lastimarlo.
—¡Qué no! ¡Joder!
Griffin lo contempló asustado, volviendo a la realidad. ¿Qué cojones estaba pensando hace rato?
—¿Qué?
—Aún si era tu deber, los enlutaste a tu manera, no tenías que hacerlo... — apretó el agarre sobre los hombros del joven, viéndolo con fiereza. —, escogiste el camino escabroso de la guerra porque necesitabas mantener a Aslan que soportarías un infierno por él, y lo haces, y lo intentas cada día — su rostro mostró un profundo pesar. —. Por el contrario, yo no soy tan noble... —musitó perturbado, temblando ligeramente. —. Yo asesiné a personas frente a frente a sangre fría en mi servicio, Griff... y no sentía nada al sacarlas de mi camino.
Ahí mismo, Griffin jadeó estupefacto y quedó sin aliento por el arrugado rostro en congoja de Max; cayó en cuenta que no lo conoce realmente. Sus motivos a enlistarse, su pasado, sus ambiciones era un misterio aún.
Era la primera vez que le confesaba esas palabras cargadas de culpa.
Antes de que la situación pudiera escalar a un posible desastre emocional, los sollozos infantiles retumbaron en las cuatro paredes. Max y Griffin se vieron a los rostros y caminaron hacia el lugar origen del sonido. Detrás de la pared del comedor, estaba el niño llorando con sus rodillas flexionadas.
Había escuchado su conversación.
—¡¿Aslan?! — Griffin se hincó hacia él. —. ¿Hace cuánto estuviste aquí...?
No obstante, el chico vio a Max con sus ojitos llorosos.
—Lo conozco a través de tus cartas... pero... come demasiado, como un cerdo de matadero — lo último lo agregó el chico para sacarlo de sus casillas, cuestión que logró al ver un ligero tic en su mejilla. —, lo he visto desde lejos, Max es alguien bueno...
El aludido abrió sus ojos de par en par.
—Aslan... — Griffin lo tomó en sus brazos y le permitió llorar con libertad mientras le limpiaba las lágrimas con sus dedos estremecidos.
—Lo siento... lo siento... —se escondió en el pecho de su hermano mayor. —. No creo que pueda confiar en Max, me siento mal — intentó calmarse. —. Estoy confundido... no entiendo qué me pasa...
Los sentimientos de Max se resolvieron al punto de conmocionarlo, dolía su confesión. De igual manera que Aslan, él se hallaba confundido. Por su lado, Griffin exhaló aturdido, momentos en que él abre su corazón eran escasos, incluso dejó que lo abrazara con fuerza.
—¿Por qué, Aslan? — su hermano le comenzó acariciar sus hebras doradas para animarlo a hablar.
El niño se ahogó en sus lágrimas.
—Él es tu amigo... el entrenador Wilson me dijo lo mismo... —vio de reojo a Max y volvió a esconderse en el cuerpo de Griffin. —, y... — comenzó a agitarse.
Max suspiró profundamente y sintió que estaba entrometiendo en temas personales entre los Callenreese. Iba a seguir conforme al trato que tenía con Griffin. Si Aslan no lo acepta, entonces se irá.
—Creo que los dejaré solos... —dio media vuelta y no miró la expresión anonadada de Aslan al verlo alejarse.
—N-No... — dijo con un hilo de voz. — ¿p-puedes quedarte...? — abrió sus ojitos con zozobra. —. Por favor...
La mente de Max quedó en blanco. ¿Acaso se lo estaba pidiendo a él? ¿Quería hablar con él? Le extraño... porque durante el tiempo que ha estado con él a solas parecía que lo odiaba. Entontes, relamió sus labios y accedió al sentarse al lado de Griffin.
—Ok...
Ahora, toda la atención se centró en Aslan. Su expresión era conflictiva como si estuviera repensando lo que diría o tal vez poniendo en orden sus emociones. Sea cual sea el caso, los adultos esperaron pacientemente a que se pronunciara.
De ahí, el niño los observó inquieto.
—Yo también maté a una persona...
Griffin sintió que su pecho se contrajo pero el dolor fue disminuyendo al percibir la mano de Max sobre su rodilla.
—Fue en defensa propia. — dijo Max para convencerlo.
Sin embargo, Aslan no quería escuchar esa respuesta.
—N-No... aún si fue una persona mala... — vio detenidamente al hombre. —, no sentí nada... ¿Eso es malo, verdad? ¿También soy una mala persona? ¿Griff?
Esto era demasiado para Max. Ni siquiera él sabía la respuesta. ¿Cómo se supone que iba a confortar al chico? Era más fácil ignorarlo, no tenía que soportarlo e ignorar el problema como su propio padre hizo con él. Menudo fracaso que resultó ser... debió decirle no a Jessica al querer criar a Michael, tarde o temprano le preguntará sobre la guerra y la tendrá tan romantiza por los medios que no sabrá cómo romperle esa burbuja ilusa. O como él se convertirá en un abusador... pero ya muy tarde para enmendarlo. Él fue uno en el pasado, era como su padre.
—Mierda, todo esto es una mierda —Tanto Max y Aslan quedaron atónitos. —. Bajo ciertas circunstancias, es buena la blasfemia, ¿o no Max?
—¿Qué? — la voz del niño denotó confusión.
Max no lo entendió de inmediato, pero luego recordó que, en la guerra, la manera para confortar a Griffin en sus crisis era maldiciendo.
Ante la negativa de su novio en responder, Griffin exhaló adolorido, los tres han pasado por mucho, y no solo él. En eso, sonrió contemplando a sus dos tesoros... a las personitas que tanto ama y aprecia.
—Matar a alguien no nos hace buenas personas, es cierto — suspiró entrecortado. Este consejo también iba dirigido para su persona. Debía de creerlas para no caer en la tentación de la droga. —, pero existe la delgada línea en que matar no es perjudicial si es para sobrevivir.
—P-Pero Griffin... no sentí nada... —Aslan quiso convencerlo con voluntad frágil.
El aludido sonrió con ternura al ver que su hermanito era un mar de lágrimas y Max se hallaba en una constipación emocional.
—Por supuesto que sienten algo. Aslan... estás llorando... — pellizcó su nariz, ganándose su quejido. —. Tu también, Max, lo he visto, intentas desviar tu pesadumbre a como dé lugar... —acarició los cabellos de su pareja.
—Griff... — el hombre tenía su corazón en la mano.
—Ay, muchachos...
Griffin los abraza y simplemente palpa sus cabellos tal de tal forma en relajarlos, de sentirlos cerca, aún más cuando ambos lo rodearon entre sus brazos.
Sus pobres almas lloran pero también se consuelan.
*
Por no haberse alimentado bien, luego de la sesión de abrazos, Max pidió comida china de un nueva franquicia en Cape Cod llamada Chang Dai. Según lo recuerda, ese restaurante se encuentra en China Town en Nueva York... tiene la vaga sensación de haber comido ahí con Jessica pero no le dio mucha importancia. Al contemplar el rostro sonriente de Griffin y Aslan decidió pedirla más seguido.
Cuando todos comían tranquilos, Aslan confesó de golpe lo siguiente:
—Quiero confiar... — observó a ambos adultos con cierto miedo.—, quiero confiar en Max pero es difícil...
—Hermanito... — Griffin susurró. —. Solo... no te sobreexijas, ¿ok? Max no está ofendido, ¿verdad que no, Max?
Sin embargo, al susodicho se le iluminó la mente. De manera abrupta salió corriendo de la cocina sin decir ninguna palabra para buscar entre sus pertenecías lo que andaba pensando y regresó al ser recibido por la confusión de los hermanos Callenreese.
—Griff me comentó que te gusta leer, ¿estoy en lo correcto, Aslan?
Cuando Griffin vio lo que tenía entre sus manos, sintió un fuerte golpe de nostalgia clavarse en su corazón, era Emma de Jane Austen.
—Este libro le perteneció a mi madre. Es muy preciado para mí — Max tocó la portada con finura. Aún la recuerda sentada bajo la luz tenue del día, leyendo con una sonrisa en su rostro como si su paz se hallara en sus letras. —. Puedes quedártelo para que lo leas.
Aslan se puso de pie, dando unos pasos hacia atrás.
—¡¿Qué?! N-No puedo, es tuyo... — parpadeó en shock. —, es algo de tu mamá...
—Te lo regalo, Aslan.
—Te digo que no. —resopló ofuscado.
—¡Tómalo, Aslan!
—¡Qué no, tonto! No, no, ¡NO!
Fue así Max continuó insistió hasta perseguir a Aslan cuando comenzó a correr alrededor de la cocina.
—Te lo doy porque sé que lo cuidarás.
—N-No sabes eso... — él nunca prestaría las preciadas cosas que le ha obsequiado Griffin a ninguna persona, ni siquiera el mismísimo Griffin. ¿Estaba loco ese Max?
—¡Aslan, no huyas!
Por su lado, Griffin fue testigo de las micadas de esos dos, persiguiéndose en toda la casa. Fue así que se sentó para asegurarse que no se mataran.
—¡¿Por qué?! ¿Por qué insistes? — el rubio se detuvo al cansarse, creyendo que podía aguantar con el ritmo militar de Max.
En un giro inesperado de eventos, Max se acercó a él y le despeinó sus cabellos de manera paternal. Aslan cerró sus ojos, volviéndolos a abrir al sentir los palpos agradables.
—Niño, confiar es también arriesgarse, así se empieza — sonrió dulcemente al quedar a su altura tras hincarse. —. Yo confió en ti.
Una lección que Aslan jamás olvidó en su vida; sacudido por la amabilidad de Max, lo tomó conmovido y le obsequió la sonrisa más linda de todas.
Confianza también es esperanza.
—Gracias...
Por su lado, Griffin no pudo evitar jadear una risa alboroza tras ver la escena.
*
Aslan durmió en su habitación a las nueve de la noche, la fatiga emocional lo frenó en demasía. Su cuarto estaba iluminado de estrellas fosforescentes que Max y Griffin habían pegado en la pared para que lo destellara y, cada vez que se despertaba en una pesadilla, lo trajera rápidamente a la realidad en estar en un lugar seguro lleno de luz y tranquilidad.
Por otro lado, la pareja estaba encerrada en la habitación de huéspedes, la cual era lejana a la del niño.
Max estaba acostado en la cama mientras soportaba el peso de Griffin encima al besarlo en sus labios; las manos de su amado acariciaban sus cortos cabellos pero las suyas paseaban debajo de su camisa para moldear la espalda y la cintura del joven a su gusto.
El placentero escalofrío de Griffin hizo sonreír a Max y se deleitó en su semblante ligeramente libido.
—¿Es muy pronto? — bajó sus manos en las nalgas y las sobó, exponiendo sus intenciones.
Griffin cerró fuertemente sus ojos, su entrepierna empezó a sentirse caliente.
—Max... nunca he hecho esto...
—Yo tampoco.
—Pero tienes un hijo...
—Este sí... — hizo una mueca nerviosa —, pero no he tenido sexo con un hombre antes — se excusó con una risa bonachona. —, no me mires así. Da miedo... soy inocente.
Griffin suspiró y relajó su entrecejo para luego recostarse en los brazos de su pareja.
—Aún no me siento preparado... A-Aslan está aquí — musitó contorneando con su dedo los músculos debajo de su delgada playera. —; además, hoy fue un día pesado.
No se atrevió a hablar sobre lo que Max se refirió conforme a la guerra, traerlo a colación sólo representaría más problemas. Griffin amaba cada faceta de ese hombre, verlo expuesto ante sus más profundos sentimientos sentía que eran un poco más cercanos.
—Entiendo —juntó ambas frentes y lo mantuvo cerca. —, entonces solo bésame, Griffin... necesito sentirte así...
Nuevamente esa era una llamada de auxilio implícita. Max también lidiaba con su brumación y no debía hacerla de menos.
Antes de hacerlo, Griffin susurró en el rostro.
—Gracias por lo de hoy... Max... —sus hombros se sintieron ligeros y su nerviosismo fue evidente. —. Te amo...
—Griff... — Max pensó que el sonrojo de su novio era adorable. Lo hacía desear más. —. Dios, Griffin... yo te amo igual...
El aludido quiso decirle más, poder expresarse mejor, pero continuaron besándose aún cuando se sintieron adormilados, saborear las desmenuzadas emociones expresadas en los movimientos de sus labios, comenzó a ser terapéutico.
N/A: UFFFF este capítulo fue una montaña rusa. Max, Griffin y Ash se necesitan mutuamente para luchar sus luchas internas, eso ya es evidente por sus interacciones de hoy. Lastimosamente los problemas no terminan aquí, solo comienzan. Habrán varios prompts para desarrollarlo, así que no se desaminen.
Pero dejando eso a un lado, como me encanta el MaxGriff dajldkajdklasjasjl escribirlos melosos me llena mucho el ♥♥♥♥♥
Muchas gracias por estar en otra entrega más. ¡Nos vemos mañana!
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