4. Manualidades juntos
Los ojos de Griffin se quedaron estáticos ante las letras impresas. Mientras más tiempo se le quedaba viendo, más sentía que su pecho se contrae de horror, haciendo que dejara de respirar. Aún si sus mechones de cabello intentaban cubrir su vista, las palabras no desaparecían; tuvo que parpadear varias veces para recuperarse brevemente del pasmo. El sentimiento corrosivo que rodeaba su interior permanecía vigente.
Durante su descanso en la noche, inesperadamente recibió correspondencia urgente desde Cape Cod.
Su mente estaba dispersa, perdida y con la sensación de angustia creciente.
Max no ha regresado de su patrullaje, lo cual agradeció infinitamente. No quería que lo viera en ese estado. Por lo mismo, caminó sin tener un destino claro. La zozobra oculta detrás de su fachada ultrajó sus entrañas, colmó sus sentidos, haciendo que su ánimo se pusiera agrio al darse cuenta de su fatiga casi inmediata a causa de una carta.
El resto de sus compañeros eran ajenos a su sufrimiento. No cuestionaron cuando salió de la base, desprotegido, y cuando sus fuerzas se agotaron, se recostó en la pared de un edificio destruido, lejos de todo y de todos.
No estaba seguro cuánto tiempo permaneció en ese mismo lugar hasta que sintió sus piernas adormecidas y el corrosivo e intenso dolor en su respiración le hizo emitir jadeos desesperados.
La ira contenida empezó a destellar en sus adentros, arrugando arrugó la carta, pero estaba tan abrumado que no podía canalizar sus emociones correctamente. Las arcadas de lo turbulento, penetrante y perturbador en pensar lo que leyó hizo sentir sus pulmones explotar de la flema que se formó al estar expuesto en el clima tan frío.
—¿Griffin?
Al escuchar su nombre, su fuerza se renovó al creer que era Max. Peor fue la desilusión al tratarse de Abraham Dawson, rajando su frágil sensatez.
Rápidamente hizo un molote el papel y lo guardó en su bolsillo.
—¿Qué...? —balbuceó estupefacto.
—Vi que estabas mal y... me preocupé —entrelíneas se acentuaba la falsedad de sus palabras. —. ¿Todo en orden? Saliste corriendo de la nada.
Las advertencias de Max provocó que las alertas se encendieran en su mente.
—S-Sí. — se puso de pie, un pobre y tosco susurró salió de su garganta. —. Solo necesitaba respirar aire fresco...
Entonces, Abraham le cortó su vacilante ruta de escape.
—¿Seguro? — le mostró una jeringa con un líquido de estupefaciente listo para usarse. —. Creo que existe un método más efectivo.
La voluntad de Griffin en huir se apagó al igual que su mente, no dándose cuenta que entró en trance al contemplar la droga. ¿Cuándo fue la última vez que se inyectó? El frenesí de la necesidad de sentirse liberado lo tenía frente a sus ojos, el cansancio de estar atrapado en su propia locura, víctima de su paranoia y de los problemas suscitados en Cape Cod son demasiados para él en seguir aguantando.
Abraham era consciente de eso, por lo que se acercó hacia él y le tomó el brazo con fuerza.
—A-Ah... — gimió por la torcedura en su antebrazo.
—Déjame ayudarte... — lo observó tras no haber resistencia y posicionó la aguja directamente en la vena basílica saliente.
Entonces, Griffin dejó caer sus pesados párpados y esperó recibir esa sensación que adormecería sus aflicciones. Hace mucho que no se inyectaba, una sola dosis no le haría daño.
Es una persona tan elegante que no se le pueden quitar los ojos de encima. Siempre la observo con admiración, y la compadezco con toda mi alma.
De repente, abrió sus ojos de golpe al escuchar la voz de Max. Ah... Griffin recordó esa parte en el libro de Emma, justo cuando el hombre la leyó, quedando estupefacto al creer que se referían a él. Ambos conectaron sus miradas por un rato en ese momento y sonrieron al querer imitar una voz elegante de la época.
Max... se ha esforzado para que no recayera en las adicciones. ¡Pero ahora no estaba!
¿En qué estaba pensando?
—¡No!
En un giro inesperado de eventos, Griffin empujó bruscamente a Abraham al sentir el frío metal sobre su piel, ocasionando que la jeringa cayera al suelo y se desparramaba su contenido.
El otro soldado gritó despavorido, arrugando su rostro con enojo.
—¡¿Pero qué hiciste?! — desgañitó su voz. —. ¡El Banana Fish!
Silencio.
Sin meditarlo mucho, Griffin agarró la jeringa con el poco líquido que quedaba dentro y corrió de regreso a la base. Abraham lo persiguió segundos después y lo maldijo, entonces aumentó la velocidad.
¿Eso era lo que intentaban hablar sus compañeros caídos? ¿Banana Fish?
No tuvo tiempo de pensar, solo de reaccionar, su aflicción de antes fue borrada de su mente y reemplazada por la ansiedad.
Cuando accedió al cuartel, de inmediato se dirigió a la oficina del teniente, arriesgándose sin pedir permiso a la entrada mientras que Abraham paró en seco del shock. Los demás soldados se sorprendieron por la escena que estaban.
—¿Callenreese? ¡¿Qué mierda significa esto?! — su superior le gritó ofendido.
Así, Griffin llevó su mano derecha con los dedos juntos hacia su sien, arqueó su espalda y sus piernas se encontraron. Estaba temblando por dentro.
—¡Señor, lamento el atrevimiento pero es justificable!
El teniente se aproximó con un semblante intimidante, un aura que comenzó ser sofocante.
—Joder, ahora te crees más listo que yo. — escupió cerca del rostro del joven.
Griffin ni se inmutó. No era el momento de dudar.
—Tengo sospecha de que la masacre de nuestros compañeros el día catorce de mayo, a las mil doscientas horas, no fue un caso fortuito.
El teniente levantó una ceja y se alejó de él, desconfiado.
—Descanse —continuó al ver que el joven estuviera firme con ambos brazos pegados en su laterales. —. Es una acusación seria. ¿Qué pruebas tienes? — exigió un poco más calmado.
Entonces, Griffin alzó su brazo, le enseñó la jeringa y se explicó:
—En la autopista se determinó una sustancia extraña en los cuerpos. Es bien sabido que uno de los nuestros, cuando se hallaba moribundo, balbuceaba las sílabas "ba, na y fi" — frunció el ceño y esperaba que el Teniente le creyera. —. Con esa misma línea de pensamiento, hoy, el soldado Abraham Dawson me ofreció un nuevo estupefaciente pero lo rechacé. Lo llamó "Banana Fish."
Bastó de una mirada de su superior para que los escalofríos recorrió su espina dorsal.
Griffin no podía hacer nada con el antisemitismo en su unidad, pero esta vez le jugó a su favor.
El teniente se dirigió a paso apresurado hacia los demás reclutas, recibiendo el saludo en un santiamén.
—¡Soldados, revisen todas las pertenencias de Dawson! Este caso está bajo investigación.
Rápidamente los susodichos se desplazaron, dejando al aludido todavía más perplejo.
—¿Qué...? Pero Señor...
—Dawson, queda bajo arresto domiciliario hasta que el General decida que hacer con usted.
—¡No! ¡Usted no entiende! ¡Yo no hice nada malo!
El Teniente endureció su rostro.
—Llévenselo.
—¡Sí, Señor!
Los gritos agudos de súplica de Abraham fueron ignorados. Griffin procuraba mantener la postura y no prestarle atención a su alrededor hasta que no fueron audibles.
Quizá no tenía pruebas contundentes como para culparlo, pero como le dijo Max, tampoco tenía dudas.
En eso, el Teniente suspiró y observó a Griffin.
—Tenía también mis sospechas pero no había nada sólido en su contra — mintió tras ladear su rostro hacia la jeringa que estaba ahora en su escritorio. —. Retirase, hoy fue una jornada muy larga para usted.
Los ojos de Griffin se quemaron un poco, volviendo un poco a su realidad.
—Sí, Señor.
Banana fish... ¿era una referencia a Salinger? Todo era tan confuso... que ni siquiera el propio Griffin supo que salvó muchas vidas por su determinación pero jamás fue reconocido por su labor. Años después el teniente se llevaría el crédito y los honores.
*
La inesperada noticia sobre la detención del soldado culpable de la masacre y su desconocida droga se esparció como pólvora en todos los pelotones de Estados Unidos establecidos en Irak. Muy pocos le constaron que fue Griffin el soplón, era mejor así. De lo contrario, sería rechazado por los demás, así que el teniente mantuvo su identidad en anonimato.
Cuando Max regresó de su turno, supo de lleno que el causante de eso había sido Griffin, por lo que lo buscó en todos lados. Estaba orgulloso de él al poder imponerse ante la tentación pero a la vez estaba preocupado al no hallarlo y más aún que nadie sabía sobre su paradero.
Entonces, el único lugar que se le ocurrió dónde estaría era ese edificio en ruinas destinado a hacer fogatas y ellos podían compartir momentos a solas.
Al llegar, su corazón se contrajo por la imagen nostálgica que proyectaba, a oscuras y recostado sobre la pared.
—¿Griff? — no le respondió. —. ¿Griffin?
A paso vacilante se aproximó y se sentó a su lado. Había una sensación de desamparo en el ambiente, quiso buscar su rostro con la mirada pero no se lo permitió. Le dio unos minutos en darle oportunidad de hablar pero tampoco se esperó o lo forzó a hacerlo.
Lo que pronunció sacó de la zona de confort de Max:
—Me voy a Estados Unidos en unos días.
—¡¿Qué?! — su voz se perdió en un instante. —. ¿Desertarás? ¿Fue por la droga? ¿Banana fish...?
Los músculos del joven estaban tan tensos que le dolían.
—No — dijo con el sonido de un susurro. —, tengo autorización de los altos mandos... ya no regresaré al servicio...
Max empezó a asustarse. ¡¿Qué mierda había pasado?! ¿Por qué no estuvo ahí?!
—¿Por qué...?
En eso, Griffin le entregó un papel semi rasgado, arrugado y manchado de suciedad y sudor. Al leer su contenido, palideció, el remitente era de la Oficina de Servicios Sociales de Nueva York, informándole sobre la custodia temporal de menor de ocho años, Aslan Jade Callenreese, sobre el presunto autor de asesinato en primer grado con arma de fuego cometido en contra de Carter Wilson.
Max quedó ofuscado, releyendo la hoja para estar seguro si había entendido bien.
—Griffin... — se quedó sin aliento.
Pero la mente del joven estaba disociando.
—Ese hombre era el entrenador de baseball de mi hermanito... —encogió sus hombros y tembló violentamente. —. Hablé con mi padre hoy... me dijo que Wilson abusaba sexualmente de Aslan... hace más de un año... —mordió su labio inferior hasta hacerlo sangrar. —. ¿Por qué nadie me dijo nada...? —Max se hallaba estupefacto que no pudo hablarle o consolarlo. Cada palabra que salía de su boca era una estocada directa al corazón. —. Recibía las cartas con la idea de que todo estaba bien... ¿Por qué no merecía saberlo...? ¿Por qué Aslan no me pidió auxilio?
—Griff... — pronunció ineludiblemente.
—Quería la droga, Max, quería olvidar esta tristeza que me está matando... — sus palabras se quebraron en sollozos ahogados. —, pero eso no cambiará nada... solo traería más problemas... mi familia... Aslan no necesita un soldado fracasado con vicios...
Así, Max se aventó a su amigo en sus brazos. Lo abrazó, acarició su espalda y permitió que llorara en su hombro hasta hiperventilarse. No había otra manera para sanar su dolor, refugiarse en una zona segura no resolvería ese lío, pero lo ayudaría a reafirmar que estaba a su lado.
—Griffin... — meneó ambos cuerpos y palpó sus cabellos.
—L-Lo lamento, Max... — hipó e intentó calmarse un poco. —. Rompí mi promesa en terminar el servicio juntos y saber lo que sentimos... —cerró sus ojos con pesar. —. No creo recuperarme...
El dolor estaba desquebrajando a Griffin, sus sollozos sonoros se podrían escuchar en el cuartel y algunos soldados vieron desde la lejanía que sucedía entre ellos dos, formando rumores rápidamente.
De repente, sin importarle nada a sus alrededores, Max emitió una carcajada suave. Griffin lo vio con los ojos abiertos de sorpresa pero no sintió que se estaba burlando de él sino de la situación en sí. Una ebullición leve de vergüenza burbujeó en los adentros, sintiendo que sus mejillas se calentaban ante la sonrisa del hombre.
Es sonrisa era hermosa y tierna.
Inesperadamente, Max plantó un beso en la frente de Griffin, ganándose un suave jadeo. Por un momento pensó en besar sus labios pero sería muchísimo que procesar para el joven que todavía seguía en crisis nerviosa. Aún manteniéndolo en sus brazos, lo acomodó de tal manera que la espalda se recostara en su torso y tener las manos libres sin perder el contacto físico añorado.
Entonces lo apretujó sutilmente entre sus brazos y sostuvo la carta.
—Sabes, Griffin, tengo un amigo que conocí en la universidad, su nombre es Shunichi Ibe, un japonés — sonrió con dulzura cuando contempló el rostro hinchado y cansado del joven. —, me enseñó como hacer origami.
—¿Max...? — parpadeó estando absorto.
—El arte en esto es el plegado del papel, sin necesidad de rasgarlo con tijeras o forzarlo a pegar con pegamento. Todo un desafío, ¿no?
—No entiendo...
Sin dilatar la espera, procuró que pusiera atención en sus movimientos al momento que empezó a doblar la carta que recibió de casa.
—Griffin, podrá desfallecer tu corazón por adversidades e injusticias como esta — con habilidad el doblez comenzó a agarrar forma. —, pero la manera en cómo se restaura el quebranto es tratarlo con paciencia y amabilidad, como lo que estoy haciendo ahora — se percató que se había saltado algunos pasos y la figura se veía deforme. —. Ups, ¿lo ves? Me equivoqué en esta parte, lo tendré que hacerlo otra vez y no hay problema con ello — deshizo lo trabajado y empezó de nuevo. Al acabar, se lo entregó. —. De esa manera, la transformación de este papel maltratado y feo puede ser un resultado hermoso.
Griffin contempló un corazón de papel de origami en sus manos, ahora lloraba conmovido.
—M-Max... — no se atrevió a verlo, se hizo un ovillo pero él acunó su rostro con las manos para limpiar sus lágrimas.
Esa noche hicieron otra promesa: mantener el contacto y, al acabar el servicio militar de Max, él iría hacia donde se encontrara Griffin, a Cape Cod.
N/A: publico un poco temprano porque no estoy segura en poder hacerlo durante el resto del día.
¡Bueno! La cuestión con el Banana Fish sí era de temer, pero no quise centrarme tanto en esa mini trama, es más, por los siguientes prompts que se avecinan no me daba cabida para seguir desarrollando la historia en la guerra como yo hubiera querido, incluso pensaba en dos o tres capítulos más pero no se pudo xD quizá algún día haga otra historia MaxGriff pero solo enfocado en la guerra, sería interesante (y doloroso).
Sin embargo, como ya les había dicho a algunos lectores cuando conteste sus mensajes, solo un personaje tendría el mismo destino que el canon y es Ash :( en lo siguientes capítulos nos enfocaremos en él, su relación con Griffin y consecuentemente con Max. Aclaro que no me concentraré en sus traumas al 100%, tengo que recordarme a mí misma que esta historia es un fluff ajajajaldksj.
Estoy agradecida con todo el apoyo que le dan a este pequeño fic ♥ Max y Griffin estarán separados pero no por mucho ♥♥ ¡Nos vemos mañana!
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