30. Redes sociales
—Ah... ¡Ah! — Griffin cerró sus ojos con fuerza y hundió su cabeza en la almohada, sintiendo la abrasadora oleada de placer tocando cada fibra de su cuerpo desnudo. —. ¡Max, ah! ¡Hmm!
Al estar boca arriba, estaba expuesto a la mano encubridora de su esposo redondeando su pene, estimulándolo con vigorosidad; mientras saboreaba y delineaba con delicadeza fina sus testículos con la punta de la lengua hasta chuparlos como si fuese un caramelo derritiéndose en su cavidad.
El aire le llenaba sus pulmones por cada bocanada de aire que inhalaba. Inevitablemente, su espalda se arqueó e inevitablemente levantó sus nalgas y encogió sus piernas. Su cuerpo adornado con chupones, sudor y fluidos propios y ajenos, su ano dilatado por las penetraciones previas y presagiando el orgasmo cuando despeinó los cabellos de Max.
El sexo de hoy era especial. Finalmente, la mujer que engendrará a su bebé salió positivo en el embarazo.
La pareja estaba eufórica al igual que sus familiares y amigos. Incluso Jim no pudo ocultar su alegría al sonreír con debilidad, intentando mantener su fachada agria.
Lo mejor de todo, es que en el primer intento fue llevado con éxito. Eso significaba que los genes de Griffin son poderosos, no hay otra explicación.
Y Max estaba dispuesto a celebrarlo en grande.
Después de la noticia, se lo llevó a un hotel, ante la mirada atónita de Ash, ahora de diecisiete años, y Michael, de nueve años de edad, quienes estaban con ellos en ese momento en el apartamento.
Por ahora, quería sentir ese creciente temblor en las piernas de su esposo lo hacía enloquecer.
Entre gruñidos de excitación, Max tuvo que parar sus mimos y enfocarse en su propio pene, sentía que iba a explotar de lo duro que estaba.
—M-Mierda... Griff...
Durante todos estos años juntos, su pareja ha sabido leer sus necesidades y también satisfacerlas.
—P-Permíteme — se sentó sobre el colchón lentamente, y en ningún momento despegó su mirada lasciva en él, incluso cuando inclinó su cabeza y besó la punta de su miembro con amor. —, Max...
El hombre emitió un pujido, sin darse cuenta de inmediato que comenzó a mover sus caderas, constreñido de la mucosa bucal de Griffin cuando lo succionó y sus manos acariciaban sus muslos con fervor.
Una tarde apasionado, el amor expresado en la cama.
*
La idea de Max era seguir teniendo sexo hasta drenar cada partícula de Griffin, contemplarlo como bello durmiente y despertar al sol de la mañana para una nueva jornada laboral, así como en las películas románticas.
Pero no, su esposo nunca se durmió, mantuvo sus ojos pelados varias horas hasta forzarlo a ir al apartamento, sin antes llamar a Ash para saber cómo se encontraba todo por allá y si Michael se hallaba bien.
Max no pudo evitar sentirse atolondrado. Ese lado protector hacia su hermanito nunca se esfumó con el pasar del tiempo. Es decir... el rubio casi es un adulto y su hijo estaba en buenas manos con Ash. No había de qué preocuparse.
Aún así, amaba a su esposo con locura.
Al regresar a casa, Michael ya no estaba por ningún lado, por lo que era entendible al ser ya más de media noche. Sin embargo, lo que la pareja no se esperó es hallar a Ash sentado en el sillón frente a la laptop, con las luces apagadas y esperándolos con molestia a Max.
—¿No te has dormido, mocoso? —expresó el hombre con una preocupación falsa. Ese chico es un vampiro, no duerme y sobrevive de ósmosis. —. Vas a envejecer más rápido.
—No tanto como las arrugas que te saldrán después que nazca el bebé —se burló sin provocarle remordimiento. —. Van a pensar que Griff tiene un Sugar Daddy.
Rápidamente, Griffin sonrió apenado, sintiéndose mejor al percatarse que aún se veía joven pero a Max le hirvió la sangre. ¡No importaba cuántos años pasaran, Ash siempre encontraba una forma de sacarlo de quicio! Lo peor es que cada insulto era mejor que el anterior.
—¡Eres un infeliz!
Entonces, Ash aprovechó sus encantos. Dejó a un lado la laptop al otro asiento del sillón, se encaminó hacia su hermano y lo abrazó con ternura, ignorando los chupetones que torpemente Griffin intentó ocultar el suéter.
—Aún así me alegra por ustedes, lo han intentado por un buen tiempo — se acurrucó en el pecho, haciendo que su hermano sea el único que reciba todo su amor. —. Debieron esperar a que ingresara a la Universidad para vivir en el campus... ahora tendré que soportar los lloriqueos.
Griffin besó la frente de Ash, rodeando su esbelto cuerpo entre sus brazos. Aún si casi lo rebasa en altura, sus facciones infantiles desaparecen y su voz ha madurado, su hermano tendrá un lugar seguro en sus brazos.
—Hablas como si hubieras sido un ángel cuando naciste.
—¿Acaso no lo soy? Shorter lo confirma. —dijo entre una risa nerviosa y contenida de ira. Jamás olvidará esas sucias palabras de su bro.
—Lo dudo, Aslan — de repente, sus músculos se resintieron de estrés tras recordar las travesuras de Ash. —. Aunque siempre serás mi hermanito bebé —le dio una nalgada suave. —. ¡Es hora de ir a dormir!
Desde su perspectiva, Max disfrutó el puchero del rubio. Era mejor no involucrarse en la conversación o sino Ash le voltearía la tortilla como bien sabe hacerlo.
—¡Griff! —su mueca era adorable.
Sin embargo, el mayor continuó diciendo:
—Te voy a cantar una canción de cuna, así me acordaré de las letras para el bebé.
Así, Griffin comenzó a caminar/cojear hacia la habitación de Ash. Max estaba siendo dejado atrás pero no podía perder esa oportunidad de oro que se le estaba presentando ante él.
Fue en ese momento que aclaró su garganta, y formó la melodía empolvada en sus recuerdos.
—¡Ya sé cuál podríamos cantar, mi amor! —alzó la voz, orgulloso. —. ¡Oh my darling, oh my darling, my Clementine!
Griffin y Ash giraron sus rostros fulminantes hacia Max.
—¡NO! — gritaron al unísono los hermanos Callenreese.
Max estalló en carcajadas, era una lástima que Michael se fuera con Jessica hoy, hubiera colaborado en cantar el coro.
Justo cuando ellos se encerraron en la habitación del adolescente, Max se dispuso a cambiar su atuendo, sin antes asegurarse en guardar cualesquiera documentos que podía estar abierto en la laptop de Ash para después apagarla.
Sin embargo, le llamó la atención que el chico tenía su Instagram en una pestaña del navegador, mostrando el perfil de Eiji Okumura en toda su gloria. Lo peor de todo era que ni siquiera lo seguía, solo lo stalkeaba, lo reafirmó al chequear su historial.
Max casi le da un tic en el ojo. ¿Cómo es posible que un crush dure tantos años?
—Que bastardo más cobarde... —suspiró sin entenderlo. —, con solo pedirle favor a Ibe ya lo hubiera conocido.
Entonces, el hombre abrió grandemente sus ojos. ¡Ah! ¡Qué brillante idea! Le estaría haciendo un favor.
Así, Max asomó su cabeza para asegurarse de que ellos todavía se encontraban dentro del cuarto. Por lo que agregó a Eiji rápidamente y comenzó a escribirle un mensaje privado como si el mismísimo Ash se trababa.
Hola. Sé que no me conoces pero yo sí a ti. Te he admirado desde inicios como atleta, desde la fotografía del Fly Boy, y no puedo sacarte de mi cabeza. Antes de que pienses que estoy demente, que en realidad sí lo estoy, te pido por favor que no te asustes. Mi querido cuñado, una persona apreciable y de buen corazón, me ha dicho que conoce a Ibe Shunichi desde la Universidad de Nueva York. El nombre de mi cuñado es el buen Max Gleenred, casado con mi maravilloso hermano Griffin Callenreese.
Espero no haberte asustado pero quisiera conocerte mejor. Ibe sabe de mí. Te amo y adoro, Eiji Okumura. Eres el mejor ♥.
Max contuvo la risa. Le valía si su actitud era considerada como infantil, pero ese chico necesita un empujón fuerte para tomar la iniciativa cuando se trata del amor. Qué suerte que él era un experto, de lo contrario nunca hubiera conquistado a Griffin.
—Y... enviar.
Antes de ser descubierto, Max apagó la máquina y se fue corriendo a su habitación. De por suerte, Eiji vería el mensaje más tarde, y si no lo hacía, le diría a Ibe que contacte al japonés para que vea su bandeja de entrada.
Esto será épico. Oh, la venganza se sirve en un plato frío.
*
Casi media hora después, Griffin apareció en su cuarto, ubicando a Max recostado en la cabecera de la cama con un libro en la mano.
—Oh, ¿Ash ya se durmió? — preguntó el hombre con sorpresa.
—En realidad quería leer otra vez El Guardián entre el Centeno. Dudo mucho que duerma esta noche. — Griffin suspiró agotado. Realmente nunca pudo con la terquedad de su hermanito cuando de libros se trataba.
Max curvó una sonrisa. Eso significaba que Ash no vería sus redes sociales hasta el día siguiente. No sabe lo que le espera.
—Bahh, no lo podemos evitar —lo consoló con palabras dulces. —. Menudo genio que nos salió el mocoso, es parte de su naturaleza ser así, supongo.
—Aún recuerdo sobre el resultado de su examen de IQ —su hermanito se hizo uno por ese juego de ajedrez que tuvieron, cuando Max supo el resultado, presumió a Ash incluso a desconocidos en la calle. —, te pusiste tan contento que empezaste a llamar a Harvard y a Cambridge por si querían aceptarlo teniendo catorce años...
Al final, decidieron no mandar al rubio a esa edad a la educación superior luego de meditarlo. Ambos querían que Ash disfrutara cada etapa de su vida, porque, de todos modos, era mandar a un adolescente en un mundo de adultos. Aún si tenían la posibilidad y el propio Ash estaba dispuesto a ir, los tres consensuaron a tomarlo con calma, en forjar nuevas amistades y seguir frecuentando a Shorter, jugar con Michael y recibir el cariño de Jessica... y tener sus viajes familiares a Cape Cod para unirse más a Jim y a Jennifer.
—¡Y con beca! —agregó sin escrúpulos y con orgullo. —. Pero aún así la obtuve... Ahora solo debemos preocuparnos de Michael y del nuevo bebé en camino —lo meditó por un instante. —. Aunque si Michael se convierte en mochilero, sería una responsabilidad menos para nosotros.
—No creo que Jessica se lo permita.
De esa manera, Griffin comenzó a desvestirse frente a su esposo para desconcentrarlo, creando un espectáculo adrede para que se deleite en su cuerpo desnudo, las marcas de los chupetones sobre su piel y la flexión de sus músculos ante la mirada excitante en esos orbes azules como si se lo arrastrara a las profundidades de un mar de amor y locura.
—Ven aquí, querido.
—¿En serio? —giró su cuerpo para enseñarle su trasero. —. ¿No quieres seguir viendo?
—Mhmm, mejor continuamos lo que dejamos pendientes en el hotel... —relamió sus labios mientras dejaba el libro a un lado de la mesita de noche, levantándose de la cama hasta atrapar a su esposo en sus brazos. El calor que emanaba ese varonil y expuesto cuerpo endureció su miembro. —. Una vez nacido nuestro hijo, no podremos tener sexo libremente.
Griffin sonrió coqueto. Las manos de Max se deslizaron sobre su cintura y amasar sus muslos.
—¿Crees qué seremos buenos padres con el nuevo bebé?
Por un momento, Max detuvo sus movimientos y bufó ligeramente.
—Pues tenemos experiencia suficiente, ya criamos a dos —inclinó su rostro hacia el de Griffin, molestándolo con una mordida a su labio inferior para un cercano beso—, uno pronto irá a la Universidad y el otro desborda felicidad. No creo que la jodamos en esta...
El joven sintió cosquilleo delicioso en su pecho, su sonrisa era imborrable.
—Estoy emocionado... Max... —su mirada reflejaba un hermoso fulgor al verlo.
—Yo también, Griff... —lo abrazó con ternura. No importa cuantos años pasen, siempre percibirá esa confianza y aprecio a ese hombre tan maravilloso. Lo hace sentir como si fuese una persona valiosa. —, yo también, amor...
Las sonrisa de Griffin se simplificó al sentir las manos de Max sobre sus mejillas, aprovechando a brindarle caricias, contorneando sus pómulos y delineando la línea de su quijada.
—Max... — juntaron sus labios en un leve chasquido.
Nuevamente, el aludido se acercó delicadamente a sus labios y los fundió con los de su esposo a través de un beso endeble a unos más hambrientos. Las manos del hombre empezó a manosear a Griffin sin contenerse, queriendo escuchar más sus gemidos.
El menester de la creciente lujuria entre los esposos los cegó a tener sexo nuevamente. El tiempo no fue aliado porque no estaba presente con ellos.
Así, se embelesaron mutuamente hasta casi el amanecer.
Por otro lado, Ash conectó sus audífonos a su celular para escuchar música a alto volumen mientras leía. Mañana habría un pequeño almuerzo en el apartamento, con cortesía del Chang Dai, para la celebración de la noticia del bebé, era evidente que por ese ruido no podría dormir aunque quisiera.
Sin embargo, Ash estaba tan metido en la lectura que no se percató del mensaje entrante de Eiji OKumura.
*
Shorter se esmeró para que la mesa quedara perfecta con el festín que él cocinó (en realidad fue Nadia pero ayudó, así que podía robarle el crédito). Debido a que el trabajo en el restaurante era pesado, ellos no podían acompañar en la celebración, por lo mismo dieron el almuerzo por cortesía, mandando al chino a representarlos.
Jessica estaba presente mientras hablaba por teléfono, y Michael se robaba las galletas de la fortuna a escondidas pero Shorter ya lo había pillado.
Incluso, Max y Griffin tomaban su cuarta taza de café del día para aguantar el día, casi no pudieron dormir nada por andar... de golosos.
—¿Y Ash? — preguntó el chino, observando para todos lados.
—Sigue dormido. —Michael, teniendo migajas en la comisura de sus labios.
—¡¿En serio?! —Jessica masculló al pausar su llamada en el teléfono. —. Ya es un adulto pero todavía se comporta como niño... ¿dejará a sus invitados aquí esperándolo? Ya es medio día...
—Puedo cantarle. —Max sonrió ampliamente al ver de forma traviesa a su esposo.
—Ni lo pienses. —Griffin cruzó sus brazos.
Sin embargo, el mayor de los Callenreese le dio la razón a Jessica. Ash sabía que tendrían visitas y se le hace grosero en no estar listo, aún si son su familia y amigos de toda su vida, el respeto es primero.
No le importó si su hermanito ya no está chiquito, lo iba a regañar por su comportamiento inapropiado.
Justo en ese momento, el rey de Roma abrió la puerta de su habitación de golpe, vestido solamente con sus calzoncillos pero el enfoque estaba en su mirada irritada mientras apretaba con fuerza su celular.
—¡Viejo! —le valió que había otra gente en el apartamento, le gritó encabronado. —. ¡Eres hombre muerto!
Max emitió una risotada al momento de correr por su vida. Los demás lo veían confundido, e incluso se apartaban por la tremenda persecución que se estaba llevando a cabo en ese pequeño espacio. Shorter sonrió mientras grababa la escena con su móvil.
De repente, en un giro inesperado de eventos, la puerta principal fue golpeada desde afuera.
El primero en salir del trance fue Griffin, quien quiso atender cuando notó que Max y Ash se habían detenido.
—Quietos — frunció el ceño. —. Debe ser Ibe.
Al momento de abrir, el hombre no esperó que el japonés estuviera acompañado.
—¡Hola, Griffin! Lamento la demora —Ibe sonrió amablemente. —. Es que lo tuve que recoger. —señaló a otro japonés, muchísimo más joven.
El aludido parpadeó rápidamente, sintiendo que los demás, incluyendo a Ash, se asomaban en el umbral y quedaron estupefactos al contemplar el crush desde los catorce años del rubio presente.
—¡Un placer! —su sonrisa alegre brillaba como mil soles y su acento era marcado. —. ¡Mi nombre es Eiji OKumura! ¡Estoy para conocer a Ashan!
Ibe aclaró su garganta, sonrojándose.
—Aslan...
Eiji lo vio confuso.
—¿Aslun?
—M-Mejor dile Ash. —animó Max con ganas de estallar de risa.
—Ashu.
—¡Salud! — Shorter se estaba descojonando. No sabía qué pasaba pero no pudo evitar tomar varias tomas con su celular al rostro colorado y pasmado de Ash.
Lo mejor es que su Eiji lo estaba viendo casi encuerado.
N/A: AL FIN LLEGÓ EIJI AHHHH. Conociendo a su alma gemela así antes de la luna de miel akakaka.
En vez de una venganza, Max le hizo un favor a Ash ♥
No puedo creer que mañana se termina la dinámica 😞 el mes se nos esfumó rapidísimo pero el MaxGriff ya forma parte de nuestros corazones ♥
Muchas gracias a todos por el apoyo hasta el momento y estar pendientes cada día de la historia ♥ ♥
¡Nos vemos por última vez mañana!
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