El secreto a voces que mantenía a todos felices entre la milicia era simple: la correspondencia desde Estados Unidos de sus seres queridos.

Max no tenía familia, sus padres fallecieron en un accidente cuando ya era mayor de edad y el resto de sus familiares no era tan cercano a ellos. No se esperaba recibir algo, un ápice de nostalgia siempre se colaba en esos momentos y se apartaba de sus colegas a un lugar lejano a fumar.

Sin embargo, había recibido una carta de su ex novia Jessica.

Cuando la leyó, le generó más inquietudes que antes:

"Vuelve, por favor."

¡¿Qué se supone que debe de pensar?! Ellos terminaron en son de paz antes de alistarse porque la relación no iba tan bien como esperaban pero ahora...

—Nuestro francotirador estrella se ve feliz.

Max paró la oreja por la declaración de uno de sus compañeros. Efectivamente, al dirigir su mirada hacia Griffin, su corazón se aceleró al verlo con una hermosa sonrisa adornada en su rostro, con sus ojos destellando un delicado fulgor al leer varias veces las cartas que recibió.

—De seguro es de su hijo.

Max quedó patidifuso al seguir de metiche en la conversación.

—¿Qué? ¿Tiene uno?

—Supongo... yo estuve con él en la terminal de buses cuando se despidió de un niño que lo llamaba Aslan, más o menos de seis años, acompañado de una mujer de cabello castaño y rasgos melancólicos, su nombre es Jennifer... y un hombre barbudo que se refería como papá... pero la mujer le llamaba Jim.

—Joder, que buena memoria tienes, Robin...

—E-Es que me sorprendió lo bonito que era ese niño, no pienses que soy marica...

—Ahora pienso que eres un pedófilo.

—¡A la verga, NO!

Las risas estallaron entre ellos pero Max comenzó a sentirse incómodo por lo mismo pero  continuaron hablando:

—Además, dices que andaba con una mujer... de seguro era su novia.

—Con razón se ve tan contento. De los dos años que estamos en este cuchitril debe ser difícil.

Y ahí Max ya no pudo escuchar más. Eran conclusiones que a nadie le consta aunque versaban de sentido: Griffin poseía un lado suave con los infantes y con las mujeres. Lo ha vivido en varias ocasiones cuando tenía que lidiar con eso en medio de la guerra al permitirles tocar su uniforme o hacer muñecos de paja para alegrarles el efímeramente.

Esas simples muestras de afecto robó los corazones de los lugareños, hasta le daban de comer de lo poco que tenían. Griffin debía de rechazarlo por protocolo. Aún si fue dado de buena fe, nadie le aseguraba que estuviera contaminado con veneno.  

Justo por eso, si debía matar a alguno de ellos se quebraba emocionalmente.

Establecer que Griffin tiene una familia amorosa que lo esperaba le generaba sentimientos encontrados. Por lo mismo, se apartó de la muchedumbre mientras fumaba un cigarrillo en las afueras de unos escombros de un edificio.

—¡Max!

Al oír su nombre por la dulce armonía de la voz de Griffin sonrió ligeramente. No creyó que lo hallara tan rápidamente.

—Hey — sopló su cigarrillo y lo apagó de inmediato. Con el tiempo que han pasado juntos descubrió que a Griffin no le gustaba el olor a humo del tabaco. —. Ven, siéntate.

El joven soldado asintió y obedeció.

—Vi que también te llegó una carta —lo observó con ojos curiosos y amenos. —. ¿Puedo preguntar de quién es?

Max no se le borró la sonrisa. Griffin era el único en el cuartel que sabía de antemano sobre su orfandad. Le gustaba cómo se desenvolvió su cercanía.

—De una ex novia.

—¡¿Qué?! — se ahogó con su propia saliva. —. ¿Tenías novia?

—¿Tan difícil es creerlo? — disimuló la ofensa. —. Lo éramos durante la adolescencia; cortamos antes de que me fuera, estamos en buenos términos...

—Ah... ya veo. — bajó la mirada con un poco de... ¿decepción?

—¿Qué hay de ti? Recibiste muchas está ocasión — tanteó el terreno para luego soltar la bomba. —. ¿Es de tu hijo? ¿Acaso de tu novia?

Enseguida, Griffin se sobresaltó y se ruborizó intensamente.

—¡¿Cómo?!

—Existe un rumor que tu hijo se llama Aslan y tu novia... o tu esposa es Jennifer — fingió una sonrisa agradable. —. Eso es genial, ¿por qué no me lo dijiste?

Entonces, Griffin se aproximó a Max aún con su estupor encima.

—Te equivocas... Aslan es mi hermanito.

Así, se rompió en miles de fragmentos la imagen mental de familia tradicional en la mente de Max.

—¿Eh? —dejó caer el cigarrillo de sus dedos.

En eso, Griffin encogió sus hombros, frunció su rostro en congoja y con una mirada conflictiva.

—Siendo honesto contigo, mi familia es un caos... — susurró sin separar bien sus labios.. —, Jennifer... es novia de mi padre, Jim —cerró sus ojos con fuerza y cubrió su rostro con sus manos. —, y tiene mi edad...

Max casi ríe de la estupefacción... ¿y alivio?

—Pero...

—Y no, Aslan no es hijo de Jennifer... —dijo avergonzado. —, es de otra mujer que no es mi madre... mi mamá falleció hace años— vio el desértico horizonte y se perdió viendo la nada. —. Entré al ejército para apoyar financieramente a Aslan... él apenas es un bebé que cumplió ocho años la semana pasada...

En ese instante, Max no pudo pensar en más nada que admiración. Quizá no eran tan diferentes como había creído... y por eso se le ablandó el corazón. 

—No tenías que decírmelo si no querías... — sobó su hombro, creando un ambiente más relajado. —, perdón si te presioné.

—No — alzó su rostro lleno de convicción y le regaló una sonrisa sincera. —. Confío en ti, eres la persona más maravillosa que he tenido en mi vida. Lo digo en serio... 

Ya cuando la pena se le pasó a Max, la mansedumbre fue lo que predominó en su semblante. La dulzura que contorneaba el rostro de Griffin era divina, le quitó el aliento.

—Gracias... yo — gruñó para ordenar mejor sus pensamientos. —. Comparto los mismos sentimientos. Eres especial para mí...

Entonces, Griffin se acercó a él y le dio un golpe ligero hombro con hombro, sintiendo una sensación agradable de cercanía en su interior. Max nunca ha tenido amigos leales, ni siquiera su familia o Jessica era así, sentir que era el apoyo de alguien más por sus propios méritos le daba un sentido de responsabilidad afectiva a él también. 

Sin embargo, en un instante, a Griffin le temblaron sus labios y se puso cabizbajo.

—Además, yo no me veo estando con una mujer, Max.

Oh. Esa confesión no la esperaba para nada. 

Ahora Max podía entender la magnitud de la confianza que le profesaba el joven. Exponer esa parte de su sexualidad en la milicia era como cavar su propia tumba, no importando el renombre que lo reviste como el mejor francotirador entre todos. 

Como hoy era un día de sorpresa para ambos, Max rodeó vigorosamente con uno de sus brazos la cintura de Griffin y lo forzó a pegársele a su cuerpo.

Cuando él lo vio anonadado y su sonrojo era evidente, sonrió.

—Soy bi — emitió una carcajada. —. Yo te cubro la espalda también, compañero...

Ambos se sonrieron, se abrazaron por un largo rato.  Exponer ese lado de ellos los volvió vulnerables, fieles a sus sentimientos que los estaba mareando en nerviosismo pero no se atrevieron a separarse.

¿Por qué se sentían felices? 

—M-Max...

—Griffin...

Así, se vieron sus rostros, la incertidumbre tensó sus músculos y observaron sus quijadas mutuamente. Los dos se acercaron de manera impulsiva, sus labios se rozaron al sentir la respiración agitada del otro y por poco los juntaron pero decidieron no hacerlo.

No le dieron significado a ese cercano beso. No era el momento ni el lugar para hacerlo pero fue una emoción reprimida que ha venido arrastrando desde hace mucho y no podían descifrar: ¿Atracción? ¿Afecto? ¿Amor?

Decidieron que al terminar su servicio militar, hablarían de ello.

Por ahora, ante los ojos ajenos y de ellos, eran mejores amigos. 

N/A: AHHHHHHHHH. Estoy con el Jesús en la boca por lo último. Como me gusta sufrir (y verlos a ustedes en el mismo camino) ahora ellos no serán nada. Serán bastantes obvios por supuesto. 

Ash será un personaje importante en la historia, pero Jessica, uyyy.

¡Muchas gracias a todos por leer! Nos vemos mañana ❤️❤️❤️❤️❤️