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25. Hacer la alacena

Griffin torció sus ojos y mordió su labio inferior por el emergente gemido de su garganta que intentaba suprimir.

—Oh, reaccionaste rápido. — Max lamió la nuca y chupeteaba la tersa piel.

El joven arqueó su espalda hacia atrás, sintiendo el miembro de su esposo moverse entre sus muslos internos y los testículos friccionando sus glúteos mientras que las manos manoseaban sus pezones y abdominales.

En la mañana de la víspera de Año Nuevo, Max se despertó primero, estando goloso de sentir el calor de Griffin tan cerca en la cama. Por lo mismo, le bajó lentamente el pantalón y subió su camisa cuando estaba un poco somnoliento, y empezó a contornear su cuerpo con placer.

Jamás se cansará de pensar que Griffin tiene un encanto único, una belleza hipnotizante que lo envuelve a la locura.

—M-Max... — jadeó ante la mano encubridora del susodicho masturbando su pene. —. T-Tenemos que hacer las...

—Shh... — detuvo sus acciones, obligándolo a verlo al rostro. —. Estás muy sensible a mis toques... —molestó la puntilla del miembro con su pulgar, sintiendo sus escalofríos. —, déjate llevar, mi amor...

Así, Max fundió sus labios con los de él, enroscando con fervor sus lenguas, sintiendo el aliento candente de Griffin sobre su rostro. De un momento a otro, su esposo gimió suavemente, un indicativo para el hombre a continuar con sus mimos candentes: acelerar su embestir en el estrecho espacio entre sus piernas, gruñir satisfecho por el líquido pre seminal en el pene latente de su amado y el baile que protagonizaron sus lenguas a orillas de sus cavidades.

La calentura se les subió a la cabeza y la mente comenzó a nublarse. Lo último que pudo Max apreciar de su esposo fue la lujuria reflejada en aquellos ojos azules intensos. Se estaba derritiendo de placer.

—Ah... ¡A-Ah! — Griffin encogió sus piernas y llevó su cabeza hacia a un lado cuando sintió los toques de Max más bruscos, demandantes y muy cerca de correrse.

La intensidad del momento hizo rechinar la cama y las extremidades de ambos estaban tensos por el libido entre sus venas.

Los años que han permanecido juntos ha producido sus frutos, surgiendo una pericia en sus palpos, conocedores de las zonas más erógenas de sus cuerpos y la poca vergüenza en hacerlo (aún cuando Ash estaba en el apartamento).

La respiración incontrolable comenzó a invadir sus sentidos, sus penes se sentían que explotaban ante el vaivén exigente entre ellos.

Pasados unos largos minutos, ambos eyacularon casi unánimes. Las respiraciones eran sonoras, el sudor resbalaba sobre sus espaldas y las risillas llenaban sus almas.

De esa manera, Griffin giró su cuerpo hacia Max y lo besó hambrientamente para satisfacer las chispas de deseo que seguían latentes en su interior que fue creciendo hasta que volvieron a hacerlo con más intensidad.

*

Dos horas después, siendo las nueve de la mañana, Griffin tocó la puerta de la habitación de su hermanito luego que su esposo y él estaban listos para comenzar el día.

—¿Aslan?

Griffin sonrió con debilidad al encontrarlo boca abajo entre la jungla de sábanas devorando su cuerpo desplayado en la cama, baba sobre la almohada y su melena dorada despeinada.

—¿Eh...? — apenas pudo abrir sus ojos verdes.

—¿No quieres desayunar con nosotros? Después haré galletas de jengibre.

—Si Ash se ve como un muerto — Max agregó y después recibió una mirada filosa por parte de su esposo. —. ¿Qué? Dudo mucho que reviva por un tiempo... —regañó en voz alta para que el chico lo escuchara. —, eso le pasa por obsesionarse con los libros de Hemingway y no querer dormir...

—Cállate...viejo...de — pronunció con pereza el adolescente y giró su cuerpo para acomodarse de mejor manera. —, d-de m-merda...

Max y Griffin se vieron a los rostros.

—¿Comienzo a cantar?

—Ni se te ocurra, Max... déjalo dormir, está chiquito todavía y mañana es Año Nuevo. Se la pasarán jugando con Michael en la casa de Jessica hasta quedarse exhausto.

Así, su hermano cerró la puerta con delicadeza y la pareja se dirigió a la mesa, donde estaba ordenado con tazas de café recién hecho, uno de rostro de Santa Claus y el otro de pingüino, y una torre de hot cakes puestos en medio como si fuese un centro de mesa.

—Te luciste en este desayuno, Griff — besó su mejilla con ternura. —. Se ve delicioso... y son demasiados.

—Me alegra que te guste— lo abrazó en modo de corresponderle el gesto. —. Vamos, prueba un poco...

Max, como un buen hombre bonachón y estomago fácil de complacer, se llevó a su plato cinco hot cakes y les vertió varias capas de miel de maple y se llevó un gran bocado.

Lo deleitó con una sonrisa amplía.

—¡Mhhhm! — masticó con fervor. —. ¡Mi esposo es el mejor chef del mundo! Sabe exquisito.

—¿Te gustó? — levantó ambas cejas.

—¡Muchísimo! ¡Hacía mucho que no comía algo con ese sabor! ¿Qué le echaste?

Griffin observó la torre de hot cakes y sonrió sutilmente mientras tomaba algunos de ellos a su plato.

—Mucho amor...

Cuando limpiaba la alacena para encontrar los ingredientes del postre de Navidad que prometió a Michael, encontró una caja no abierta de hot cakes escondido en las profundidades de la alacena. Al ver la fecha de vencimiento, este ya había expirado hace seis años. Luego recordó que había comprado esa en particular cuando se mudaron por primera vez a Nueva York para hacerles a Ash de niño, así que creyó que se había perdido por la mudanza.

El ser inseguro en el interior de Griffin se negaba a tirarlo. Algo en él se activó desde Ash concurría a Jim en Cape Cod, sus viejos mecanismos de defensa salieron a la luz. Según él, todavía era comestible y lo pudo comprobar con el sistema digestivo férreo de su esposo. Aunque Max y él al ser ex miembros del ejército podrían tolerar esa clase de alimentos, pero era lo suficientemente consciente para dárselos a otras personas, sobre todo a su hermanito.

Por lo mismo, se aseguró de que él estuviera "muerto" para cocinarlos.

—Puedes terminarlos, si quieres... después podemos comprarle un desayuno a Aslan cuando despierte...

—Lo mimas mucho... — señaló Max con su tenedor.

—Lo mimamos mucho, diría yo... Podemos comprarle algo a Michael también, seguro le encantará la sorpresa — limpió con una servilleta su boca. —. Te amo, Max...

—¡Buena idea! ¡Yo también te amo, mi amorcito! — besó su frente, dejando una marca de la miel pegajosa ahí.

En ese momento, los hot cakes desaparecieron de la vista, la mayoría fue comido por Max.

De ahora en adelante, tenían que ordenar la alacena más seguido con su esposo. Por ahora, guardaría ese secreto para toda la eternidad, de lo contrario sería regañado hasta el cansancio por Max al recalcarle que no se quedarían pobres si tiraba la caja.

Después del desayuno, ambos tuvieron diarrea. Lo malo era que en su apartamento solo había un excusado, por lo que hacían turnos para usarlo.

Ash fue despertado por el olor (su habitación estaba al lado del baño) y no lo aguantó y explotó en molestia, olían peor que la habitación de Shorter.

Al final, Jessica tuvo que cuidarlos y auxiliarlos con Michael y Ash. Ellos los reprendieron por comer tanto, en especial los golpes verbales iban dirigidos a Max (pero perdió unas libritas de más para su sorpresa), y el Año Nuevo la pasaron comiendo verduras cocidas.

N/A: pobres esposos akakakka. Por lo menos tuvieron su momento sexy antes del caos.

Griffin aún posee ese miedo que lo atormenta desde hace años con respecto al dinero... no hay que culparlo tanto (que no se note mi favoritismo ♥)

Estoy nerviosa por el próximo capítulo porque me costó un poco en escribirlo y creo que es uno de los más largos de la historia. Solo espero que les guste ♥♥♥♥

¡Muchas gracias por todo ♥🥺! Hace unos días terminé el último capítulo y todavía no estoy lista para despedirme de esta historia, ay 🥺.

¡Nos vemos mañana!

EDITO: Wattpad me cambió los guiones largos a cortos AHHHHHHH. Lo modifiqué rápido para que nadie tenga que leer esa cosa mal hecha ay.

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