Capítulo 6. Afrodisíaco
-"Nombre, Park JiMin Navitan. ¿Correcto?"
-"Sí."
-"Nacido entre el Rey de Navitan y una sirvienta del palacio real. Gracias a tu cabello platino y tus ojos verdes, fuiste reconocido como príncipe doncel de Navitan, pero pasaste toda tu vida en una villa real..."
-"Sí."
-"Recibiste educación básica en la villa real, pero la única compañía que tenías eran las sirvientas, y tu pasatiempo consistía en leer novelas románticas con ellas. ¿Correcto? Tus historias favoritas principalmente involucraban a una bella mujer pobre que estaba a punto de ser vendida y la rescataba un caballero, lo que los llevaba a comenzar una relación."
-"...Así es."
-"Y la mayoría eran novelas para adultos. Los títulos eran, veamos... ¿La Princesa Encarcelada Llora ante el Amor del Caballero? ¿Canario en la Jaula Eterna? ¿Amor Secreto Bajo el Ático?"
-"...Me equivoqué. Por favor, detente y mátame ahora."
Ante las preguntas que siguieron, JiMin quiso saltar por la ventana desde la que se arrojaron los cadáveres.
Había estado nervioso por las preguntas que surgirían cuando el Emperador comenzara el interrogatorio. En ningún momento pensó que el Emperador mencionaría los títulos de las novelas que le gustaban, preguntándole.
'¿Este es el tipo de cosas que te gustan?'
Por no hablar de que todos eran libros tan embarazosos que no se podían leer públicamente.
Cada vez que uno de sus títulos favoritos fue pronunciado por la boca del Emperador, JiMin quería golpearse la cabeza contra la pared. Por desgracia, envuelto en las sábanas, lo mejor que pudo hacer fue estremecerse en el acto.
'Así que esto es lo que llaman muerte por vergüenza'.
No esperaba que su mente se agotara tanto cuando ni siquiera lo estaban torturando.
-"Muy bien, eso es todo sobre los detalles personales. Ahora, sobre lo que tenía curiosidad. ¿Por qué querías que saliera y te cargara con el pretexto de las inexistentes costumbres de Navitan?" preguntó el Emperador.
JiMin reflexionó sobre qué excusa decirle. Pero sus labios comenzaron a moverse sin parar en contra de sus deseos.
-"Quería arrastrar conmigo al reino de Navitan por haberme vendido... ¿Eh?"
'¿Qué? ¿Por qué mi boca habla por sí sola?'
JiMin se apresuró a cerrar la boca conmocionado, pero ya era demasiado tarde.
'Qué raro. ¿Por qué estoy actuando de esta manera?'
Desconcertado, los ojos de JiMin se movieron de un lado a otro antes de detenerse en una botella sobre la mesa. 'No puede ser...' Los labios de YoonGi se curvaron en una ligera sonrisa cuando vio que la mirada de JiMin se detuvo en el suero de la verdad.
-"Sí, no hay nada de qué sorprenderse. El suero de la verdad que has tomado es bastante potente. Por mucho que intentes no responder o tergiversar tus palabras, tu boca sólo dirá la verdad."
El rostro de JiMin palideció ante sus palabras. YoonGi observó atentamente a JiMin antes de volver a hablar.
-"Vendido, dices... Debes haber sido muy infeliz al venir al imperio en lugar de las otras doncellas y donceles. ¿Odias tanto este matrimonio?"
-"¡Pero claro! ¿Quién querría casarse con Su Majestad?"
El rostro de YoonGi se puso rígido ante su respuesta. El cambio de expresión hizo que JiMin se tuviera ganas de llorar.
'No sé dónde o cómo han fabricado este suero de la verdad, pero funciona de maravilla...'
YoonGi permaneció un rato en silencio. JiMin le echó un vistazo y pensó que su rostro rígido parecía algo conmocionado. Por supuesto, él sabía que el Emperador no podía escandalizarse por algo como eso.
Sin embargo, JiMin tuvo la sensación de que tenía que consolarlo por alguna razón. Y en el momento en que sus pensamientos llegaron a ese punto, su boca comenzó a moverse de nuevo.
-"Quiero decir... Ahora que lo pienso, puede que no todo el mundo odiara casarse con Su Majestad, y puede que haya algunas doncellas y donceles a los que les guste. Estoy seguro de que esas personas se sintieron miserables por no haber sido elegidos por Su Majestad, y me maldijeron cuando nos casamos."
-"...¿Qué clase de persona desearía casarse conmigo?"
-"Eh... ¿La clase de persona que querría disfrutar de todo tipo de lujos y placeres, sin preocuparse por morir en cualquier momento...?"
En este punto, JiMin pensó que la bebida que había tomado podría considerarse un hechizo mágico en lugar de un suero de la verdad. Él tenía ganas de golpearse la boca, que estaba expulsando las palabras de su cerebro sin reservas.
'Pero no me equivoco'.
Seguro que había gente de ese tipo en el mundo. No, seguro que había montones de ellos. Sólo que resultaba difícil encontrarlas porque los candidatos a Consorte solían elegirse entre Princesas y Príncipes que tenían una vida confortable. Si buscaran aspirantes a Consorte entre las doncellas y donceles que estaban un poco más desesperados, podrían encontrar la mejor opción. ¿Quién sabe si realmente hay muchos Príncipes y Princesas como él, nacidos fuera del matrimonio?
Puede que haya algunas que pensaran que en lugar de vivir con la preocupación perpetua de ser vendidos a dios sabe quién, sería mejor recurrir al mayor poder del continente. Mientras JiMin estaba encerrado en sus pensamientos, la mirada de YoonGi había cambiado. Reanudó su interrogatorio.
-"¿No parece que tengas esos deseos?"
-"Sí, quería vivir una vida tranquila y larga."
-"...Ya veo"
Su respuesta instantánea hizo que YoonGi guardara silencio por un momento, y luego preguntó.
-"¿Qué piensas de mí?"
-"Eres el mayor tirano de esta época. Después de todo, formaste ríos de sangre y construiste montañas de cadáveres."
-"...No, ese tipo de cosas no."
-"¿Entonces qué? Si puedo preguntar..."
-"Sólo quiero tu primera impresión de mí. Lo que quiero preguntar es... Digamos que no me conoces como Emperador. ¿Cómo me considerarías como un posible esposo?"
JiMin tuvo la sensación de que YoonGi había tartamudeado un poco, pero su boca siguió respondiendo sin siquiera darle tiempo a reflexionar sobre ello.
-"Espléndido. Tu rostro es llamativo por sí mismo, pero tu cuerpo es mortífero. Tu piel no es demasiado blanca, ni está quemada por el trabajo, es el tono de bronceado ideal. Además, cuando te vi lanzando dagas hace un rato, me di cuenta de que tienes más fuerza que cualquier protagonista masculino de los que siempre he leído en los libros. Se supone que a las personas le faltan músculos si tienen una cara bonita o si tienen músculos tendrán una cara patética... ¡Pero quién hubiera soñado que tuvieras ambas cosas! Una cara maravillosa y un cuerpo maravilloso. Te doy 10.000 puntos sobre 10. Y añado otros 1.000 puntos por tener una buena voz. Si no fueras el Emperador, te juro que te habría atraído a mi lado y te habría dado una vida de confort, aunque tuviera que trabajar veintidós horas al día. Incluso en este mismo momento, si no estuviera en esta situación, me hubiera gustado tumbarte a mi lado y contemplarte durante horas. Ah, por supuesto, y sin la camisa."
'Maldito suero de la verdad... maldita boca. ¿No hay alguna manera de salir por la ventana?'
Se preguntó. Sentía que encontraría más tranquilidad flotando junto a los cadáveres de afuera.
La boca de YoonGi se curvó en una sonrisa mientras JiMin sufría por sus propias palabras.
-"¿Pe-pero por qué preguntas algo así...?"
La sonrisa de YoonGi se hizo más pronunciada.
-"Creo que... tenemos que hablar un poco más."
Abrió la botella que estaba al lado de la que había bebido JiMin y vertió su contenido en una copa, diciendo.
-"Bebe. Este es el antídoto".
-"¡Deberías habérmelo dado desde el principio!"
JiMin se quejó y bebió apresuradamente de la copa que YoonGi le llevó a la boca. No podía permitir que su boca hiciera más locuras de las que ya había hecho. En poco tiempo, se sintió igual que cuando había bebido el suero de la verdad por primera vez. La fuerza abandonó su cuerpo y se balanceó en su silla.
'Debería comenzar a controlar mi boca'.
JiMin intentó desesperadamente levantar su cuerpo desplomado. En cualquier caso, estaba ante el Emperador. Al menos debía permanecer sentado.
-"¿Eh?"
Sus ojos se agrandaron cuando fue levantada repentinamente. De repente se encontraba en la misma situación que antes, como cuando el Emperador lo cargó en sus brazos antes de la boda.
-"¿Querías hablar...?"
-"Lo haremos"
La voz de YoonGi hizo cosquillas en los oídos de JiMin.
-"Después de que atienda algunos asuntos pendientes."
'¿Asuntos pendientes? ¿Qué asuntos?'
Las asistentes del palacio imperial se paseaban inquietas de un lado a otro frente a la habitación nupcial. Todos estaban al tanto de la conmoción de anoche. ¿Y cómo no iban a estarlo? Al principio, salían gemidos de la habitación, luego gritos y, por último, el ruido de algo rompiéndose.
Todos pensaban que lo había perdonado durante la boda, pero que lo mataría durante la noche. Nada más terminar la boda, los rumores sobre las exigencias que el ahora Consorte JiMin había hecho antes de la boda, se esparcieron rápidamente por todo el palacio imperial. Todo el mundo pensaba que el Emperador destruiría Navitan cuando tuviera tiempo. Y, por supuesto, mataría al Consorte antes de eso.
A la mañana siguiente, el Emperador salió de la habitación nupcial con un raro buen humor. Al ver eso, las asistentes se persignaron y se pusieron a discutir cuando el Emperador se marchó. Uno de ellas preguntó
-"¿Quién quiere entrar a limpiar el cuerpo de Su Majestad?"
Naturalmente, nadie levantó la mano. Al final, llegaron a un consenso para decidir por piedra, papel o tijera.
-"¿No se supone que el perdedor debe entrar?"
-"Lo dices como si se tratara de un castigo. Es un honor tener la oportunidad de servir a Su Majestad, así que, por supuesto, debe entrar el ganador."
Así, estando de acuerdo, las asistentes empujaron al ganador a la habitación. La ganadora respiró profundamente, apretando sus manos contra su pecho palpitante. 'No puedo acostumbrarme a ello por muchas veces que lo vea'.
La gente moría demasiado a menudo en el palacio imperial. Hubo una vez en la que la asistente había doblado la esquina de un pasillo, sólo para ser recibida por la vista de un cadáver decapitado. Una vez, incluso había encontrado a uno de sus colegas, con el que había disfrutado trabajando hasta el día anterior, flotando boca abajo en un estanque.
Ni siquiera era necesario buscar al culpable de estos asesinatos. En el momento en que se encontró con el cuerpo decapitado, el Emperador estaba cerca, al final del pasillo, limpiando la sangre de su espada. Y en el caso del cadáver en el estanque, parte de los vidrios de la ventana de la oficina del Emperador estaban flotando junto al cuerpo. Al principio estaba tan asustada que le suplicó al chambelán jefe que la dejara salir del palacio imperial de inmediato, pero el chambelán jefe respondió como siempre lo hacía cuando alguien se lo pedía llorando. Le mostró el contrato y le dijo
-'Trabaja tus 3 años antes de irte. O te colgarán'.
En resumen, esas eran las condiciones del contrato. Cuando la asistente se puso a desempacar sus cosas con lágrimas en los ojos, el chambelán jefe le dijo que estaría bien siempre y cuando no hiciera nada extraño.
La asistente tocó la puerta, anunciando
-"Su Majestad, he venido a ayudar."
-"A limpiar su cuerpo"
Murmuró la asistente. Se quedó mirando la puerta sin obtener ninguna respuesta. Pues claro. ¿Cómo respondería un cadáver? La asistente inhaló profundamente y abrió la puerta.
-"¿Eh?"
Pero, al contrario de lo que esperaba, no olió nada de sangre. Lo único que percibió fue el olor del vino, el aroma del perfume de rosas aplicado al Consorte y un extraño olor a pescado...
-"Um..."
La asistente estaba olfateando, buscando en la habitación el cuerpo del Consorte, cuando escuchó una fina voz desde la cama.
-"¡Huwuwup!"
La asistenta se giró hacia la cama y gritó de sorpresa. Un brazo blanco y delgado se había deslizado entre las sábanas de la cama, haciendo señas a la asistente.
-"¡Su Majestad! Usted, usted está vivo!"
Exclamó la asistenta al borde de las lágrimas, aliviada por no tener que encargarse del cadáver. Pero, al mismo tiempo, se sintió desconcertada. ¿El Emperador perdonó al Consorte? ¿Por qué? Se acercó a la cama y pronto descubrió la razón. El Consorte estaba sacando la cabeza de las sábanas, y el rostro de la asistente enrojeció cuando la vio.
Tenía los labios hinchados. También, marcas rojas por todo el cuello, los hombros y los brazos. Era evidente que el Emperador y el Consorte habían pasado una noche muy caliente.
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