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Capítulo 11. Muéstrame Lo Que Prometiste

Debido a eso, JiMin tuvo que permanecer en una pose terriblemente impúdica.

-"Podrás causar escenas despiadadas, y mi gente no podrá hacerte nada. Por otra parte, aquellos que me odian, sin duda, vitorearán tus acciones. No desean que un Consorte sabio y virtuoso esté mi lado. Un Consorte bondadoso no ayuda en nada a sus planes."

JiMin comprendía ahora por qué lo instigaba a cometer fechorías. El Emperador no haría ni una sola queja sobre cualquier desorden que él causara. De hecho, seguramente lo alabaría por hacerlo bien. Los forasteros supondrían que el Emperador estaba irremediablemente enamorado de un villano y lo difundirían, incluso exagerarían.

Los adversarios del Emperador deseaban forjarle una debilidad. Un Consorte que cometiera todo tipo de actos malvados sería, sin duda, sería una buena debilidad. Por lo tanto, lo dejarían en paz, hasta el momento en que atacaran al Emperador. En cualquier caso, él estaría a salvo hasta entonces, así que dijo:

-"Entiendo. Haré todo lo posible para causar problemas."

¿Qué otra cosa podía hacer si esa era la única forma de sobrevivir?

El Emperador asintió con la cabeza.

-"Ese es el espíritu. "

-"¿Pero crees que lo haré bien?"

-"Puedes hacerlo. Tienes el talento"

Respondió YoonGi con firmeza al escuchar el tono de preocupación de JiMin.

-"...¿Talento para convertirse en un villano?"

-"Sí. Se podría decir que rebosas talento simplemente considerando cómo puedes hablar tan bien ante mí. Los otros tres donceles y doncellas no pudieron hacer contacto visual ni una sola vez, ni siquiera pudieron hablar correctamente."

-"Pero decir que tengo el talento para convertirme en un villano sólo con eso es un poco..."

Al escuchar la voz algo indignada de JiMin, YoonGi lo jaló. El cuerpo de él, que se balanceaba sobre YoonGi, cayó sobre su pecho. A YoonGi le gustaba lo suave de sentirlo tan cerca.

-"Por supuesto, no eres perfecto. Así que parece que necesitarás algo de práctica."

-"¿Práctica...?"

Los labios de YoonGi se curvaron en una sonrisa peligrosa.

-"Comenzaremos con esa práctica en el tiempo que me queda."

Acto 2. Todo Por El Consorte

Una conmoción se produjo en el palacio imperial. Ya fueran funcionarios de la corte, caballeros o asistentes, todos compartían un tema de interés común.

-"He escuchado que Su Majestad está absolutamente enamorado de Su Majestad el Consorte."

Ya había pasado una semana desde la impactante boda del Emperador. Ese mismo día, todos los presentes pensaban que el otro novio moriría pronto.

Pero, en contra de sus expectativas, el doncel había sobrevivido hasta convertirse en Consorte y, sorprendentemente, había permanecido vivo hasta el día siguiente. Pero eso no fue todo.

El Emperador, que siempre había sido indiferente a las doncellas y donceles, pasó toda la noche en la habitación nupcial y, según cuentan, al día siguiente visitó al Consorte mientras se bañaba, como si no pudiera soportar estar lejos de él ni un momento. Después de eso, el Emperador ordenó que se le diera uno de los palacios más hermosos del palacio imperial en lugar de la habitación que se había preparado originalmente. Desde entonces, el Emperador se limitó a permanecer en ese palacio y no salió.

Los asistentes que entraban en el palacio cada día para repartir las comidas y limpiar salían con la cara enrojecida. Había reglas que prohibían a los asistentes hablar de cualquier cosa que presenciaran en el palacio del Consorte, así que los que entraban no podían contar lo que veían. Pero las sábanas y las ropas arruinadas que sacaban hablaban de los momentos de placer que se vivían en el interior del palacio.

En algún momento, los asistentes tomaron una carta que habían recibido del Emperador y se dirigieron a Namjoon.

Al terminar de leer la carta, Namjoon trató de releerla de lado, luego al revés, y finalmente la expuso a la luz, pero al comprobar que no había ningún código secreto en ella, su rostro se llenó de incredulidad. El contenido de la carta era sencillo.

Deja que todos descansen hasta el final de la luna de miel.

Los caballeros que se preparaban para hacer un desfile, así como los ministros que se preparaban para llevar a cabo una reunión, se quedaron sin palabras ante esta situación sin precedentes.

¿El Emperador tomándose días libres?

Esto no había sucedido nunca. Hace mucho tiempo, al día siguiente de que el Emperador obtuviera el trono, éste había apoyado la cabeza de su hermanastro, que había decapitado por traición, sobre su escritorio y había seguido trabajando. Era esa clase de hombre. Aquel día, los funcionarios de la corte vieron cómo el Emperador firmaba papeles mojando su pluma en la sangre que brotaba de la cabeza, y no se atrevieron a sugerirle que descansara un día.

En cualquier caso, aquel era el Emperador que todos conocían, por lo que todos habían presumido que se ocuparía de los asuntos nacionales desde la mañana, con luna de miel o sin ella. Así, todos los funcionarios de la corte llegaron al palacio imperial como de costumbre, sólo para descubrir que él iba a descansar. No por un día, ¡Sino por una semana entera!

-"¿Qué clase de persona es Su Majestad el Consorte para hacer que Su Majestad el Emperador actúe de esa manera?"

Todo lo que sabían de él era que parecía haberse vuelto loco el día de la boda.

-"Él parecía bonito, pero..."

Su rostro no era claramente visible en ese momento debido a su velo nupcial, pero el tenue contorno de su cara que se mostraba parecía corresponder a una belleza bastante refinada. Cuanto más hablaba la gente de él, más se daban cuenta de que no sabían nada de él.

Y hoy el Consorte, que llevaba una semana entera en su palacio, iba a hacer por fin su primera aparición oficial. Los funcionarios de la corte reunidos en el vestíbulo central del palacio imperial fijaron sus miradas hacia adelante, con la tensión visible en sus rostros. Estos hombres, que normalmente retrocedían temerosos ante la simple idea de mirar a los ojos del Emperador, se animaron a acercarse al frente con un coraje temporal. Fue entonces cuando se escucharon las trompetas que tocaban la entrada del Emperador. Todos los funcionarios enderezaron su postura y bajaron la cabeza al oírlas.

El miedo que los dominaba desde hacía tiempo hizo que sus cuerpos se movieran por sí mismos. Se escucharon dos pares de pasos acercándose a los funcionarios que estaban inclinándose. Habían estado acostumbrados al sonido de un sólo par de pasos; así que se dieron cuenta de nuevo de que el Emperador se había casado y había aceptado a un Consorte.

-"Levanten la cabeza", ordenó el Emperador.

Los funcionarios obedecieron su orden como si la hubieran estado esperando, y a continuación sus miradas se centraron inmediatamente en la persona que estaba de pie al lado del Emperador.

-"¡Dios!"

-"¡Oh...!"

-"¡Cielos...!"

Los funcionarios dijeron todo tipo de exclamaciones. A diferencia de la ceremonia nupcial, el Consorte, que estaba junto al Emperador, llevaba una corona de oro en lugar de un velo nupcial.

'¿Era tan bonito?'

Cuando vieron al Consorte, con el leve rastro de una sonrisa en los labios, lo primero que les sorprendió fue su belleza. Su brillante cabello, que evocaba la imagen de la luz del sol, estaba finamente peinado. Bajo su cabello de aspecto suave se encontraban sus ojos verde oscuro, que recordaban a los bosques a principios de verano, parpadeando bajo el velo de sus largas pestañas. Incluso había un sutil rubor en su piel clara e impecable, como si quisiera hacer saber al mundo que no era un muñeco, sino un ser humano.

No se sabía qué cuidados había recibido, pero el Consorte parecía llena de vida con su piel clara y juvenil.

-"Como todos ustedes saben, he aceptado un Consorte. Confío en que vuestra lealtad hacia mí, que ha durado hasta hoy, se extienda también a mi otra mitad, el Consorte."

Todos los miembros de la corte se arrodillaron y gritaron hacia el Consorte.

-"¡Prometemos toda nuestra lealtad a Su Majestad el Consorte!"

Después de prometer, esperaron la respuesta del Consorte. Casi todos los funcionarios de la corte del imperio habían prometido lealtad al unísono disciplinadamente. Fue una escena que hizo que los corazones de los asistentes de la parte de atrás se aceleraran.

"Pueden levantar su postura", dijo el recién coronado Consorte con una voz clara y hermosa. Los funcionarios se pusieron erguidos al escucharlo, sintiéndose aliviados por dentro. Había parecido estar un poco loco durante la boda, pero afortunadamente su Consorte parecía normal. Entonces, algo sucedió en el mismo momento en que bajaron sus guardias, el Consorte se giró para encarar al Emperador, preguntando.

-"¿Cuándo me mostrarás lo que prometiste, Su Majestad?"

De repente, el Consorte se abalanzó hacia el Emperador y comenzó a hablar de forma aduladora. Los funcionarios se quedaron boquiabiertos. YoonGi era una persona a la que le repugnaba completamente el contacto físico con los demás. Por eso, a diferencia del anterior Emperador y de otros nobles, no permitía ningún servicio de asistencia. Incluso Namjoon tenía que mantenerse a un paso de distancia de YoonGi, sin embargo el Consorte se había lanzado a sus brazos... No cabía duda de que el Emperador le cortaría la cabeza en el acto.

Pero, en contra de lo que se esperaba, YoonGi abrazó a JiMin por la cintura en lugar de desenfundar la espada, respondiendo con calma.

-"No pensé que lo pedirías tan pronto."

-"Me lo dijiste repetidamente antes de venir, Su Majestad. Que me sorprendería al llegar aquí. Y ciertamente lo estoy. No veo nada de lo que mencionaste. ¿Me has mentido? Me dijiste que aquí encontraría los tesoros del imperio."

-"¿No lo ves? Todos estos funcionarios son los tesoros de nuestro imperio."

Los funcionarios sintieron repentinamente náuseas ante las palabras del Emperador. Incluso uno de ellos pensó, '¿Perdón? ¿Perdón? ¿Tesoros del imperio? ¿No fuiste tú el que dijo que si no demostrábamos nuestra valía, seríamos colgados en los muros del palacio?'

-"Verás, ellos dedican su carne, sus huesos y su alma a su trabajo. Trabajando como perros para el imperio."

La sensación de náuseas en sus vientres finalmente se calmó al escuchar sus habituales palabras frías. Quién hubiera imaginado que estaban llevando una vida en la que sentían alivio al escuchar semejante maltrato.

Justo cuando los funcionarios comenzaron a reflexionar sobre el tema de la vida y se preguntaron hacia dónde se dirigían sus vidas, escucharon las severas palabras del Consorte.

-"Sabes que este no es el tipo de tesoro que quería. Quiero volver ahora."

-"Oh, querido. Qué impaciente eres, mi Consorte."

Los funcionarios comenzaron a sentir de nuevo el malestar en sus entrañas. Llevaban un rato pensándolo, pero parecía que el Emperador y el Consorte estaban en su propio mundo de alguna manera. El tipo de mundo que uno podría encontrar en una novela romántica, donde los enamorados no tenían ojos para nadie más que para el otro. Pero sobre todo... ¿Era el Emperador un hombre capaz de hablarle a alguien en un tono tan cariñoso?

Sin mostrar un ápice de interés por el asombro de sus leales súbditos, el Emperador sujetó al Consorte por la cintura y pronunció una orden.

-"Pero eso también forma parte de tu encanto. No se puede evitar entonces. Hombres. Traigan los objetos de los que hablé antes."

Poco después de la orden de YoonGi, un asistente entró respetuosamente sosteniendo un cojín rojo con algo colocado encima. Pero no fue el único en entrar. Decenas de asistentes se alinearon en la sala y se arrodillaron ante el Emperador, levantando reverentemente los brazos para mostrar lo que habían traído.

-"¿Qué son todos estos asistentes?"

-"Cielos, ¿No son todos ellos tesoros del imperio? ¿No es ése el collar de diamantes presentado al Emperador de hace dos generaciones por el dueño de las Minas de Regias?"

-"¡Mira allí! ¡El Rubí de Piot! Dios mío, sólo lo he visto en los libros!"

Todas las personas reunidas en la sala comenzaron a emocionarse al darse cuenta de que los artículos que llevaban los asistentes eran tesoros imperiales. Todos y cada uno de ellos eran artículos legendarios que estaban escritos en libros..

-"Espera un segundo. ¿Por qué se trajeron estas cosas?"

-"Yo... no estoy seguro..."

Cuando su emoción se calmó un poco, todos comenzaron a preguntarse. ¿Por qué demonios se sacaron estas joyas de la tesorería imperial y se trajeron aquí?

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