Especial 2
Después de aquella tarde en la que ambas se reunieron todo había avanzado con tanta prisa que Lorraine no podía dar crédito a lo que sucedía.
Su dama, Lady Felicity, había llegado acompañada por ella a una mansión que consiguió dejarla sin palabras, aunque Lady Felicity le diría luego que la propiedad no era tan especial, que había muchos nobles que poseían mucho más que ellos.
Tal vez eso fuera cierto, pero para Lorraine aquella mansión de Bernut siempre seria la que recordaría en su corazón con afecto. Todo había sido tan bueno, si ella hubiese podido permanecer allí, si no hubiese marchitado su corazón por promesas vacías.
Su dama la había presentado como su nueva doncella frente a su madre de una manera deslumbrante. Ella se había limitado a asentir dado que no había preguntado como ella se haría cargo de tal situación.
— Madre, estoy de regreso — dijo calmadamente ingresando a un pequeño y cómodo despacho decorado en tonos rosa.
— Felicity ¿dónde estabas? — Había exigido la dama en cuestión prácticamente lanzándose encima de su hija — eh estado muy preocupada por ti, temía que te hubieses desvanecido en algún lugar. He mandado a algunos sirvientes a buscarte, estaba demasiado nerviosa. Tu condición es débil querida, no martirices a tu madre de esta manera.
— Lo lamento, sucedieron algunas cosas que me hicieron perder la noción sobre el tiempo.
— Esta bien, sabes que no puedo enojarme con alguien tan dulce como tú. — Susurro con un evidente afecto — ¿Donde esta Gyni, debería de haberte advertido? — dijo frunciendo el entrecejo. La doncella le había dejado de gustar desde hace algún tiempo, salía demasiado cuando su hija no podía hacerlo dada su frágil salud. Además era un poco altiva con los sirvientes de menor rango, se había abstenido de despedirla porque su hija le tenía afecto, pero no por eso no podría darle alguna reprimenda.
— No esta.
— ¿Como que no está?
— La he despedido — contestó la dama con serenidad.
— ¿La despediste? — Preguntó llena de incredulidad, su asombro fue algo que no pudo disimular — puedo preguntar ¿porque? creí que Gyni te gustaba.
— Si, pero ya no era adecuada. — Respondió con calma — A cambio la eh contratado a ella — dijo señalando a la joven de cabellera negra que se hallaba tras ella. No se había percatado de su presencia, bonita, pero desaliñada. Fue lo primero que vino a la mente de la condesa.
— A ella, ¿porque?
— Preséntate.
— Me llamo Lorraine Ferud, será un honor servirlas.
— Francesa. — dijo al sentir un leve dejo en sus palabras.
— Sí, he pensado que ella es mucho más adecuada para nuestra casa que alguien como Gyni. Así que la despedí. Probablemente regrese por sus cosas pronto, espero que pueda facilitársele la entrada. — empezó a explicar, como si todo aquello no fura más que la absoluta verdad — Dado que la culpa a sido mía y de mi egoísmo, espero le des algo de dinero para que pueda subsistir mientras encuentra un empleo, así como una carta de recomendación en recompensa a todo el tiempo que me ha servido.
— A si lo hare, ve a descansar. Yo guiare a Lorraine al recibidor para que la señora Jenkins se haga cargo del lugar donde dormirá.
...
No iba a negar que al comienzo había sido difícil. Muchas sirvientas no estaban de acuerdo con que una forastera le hubiese quitado el puesto a su más entrañable amiga. Pero en su mayoría se alegraban de que ella estuviese allí, parecía ser que la mayoría de los sirvientes de bajo rango no tenía a Gyni en la mayor de las estimas.
Sin duda alguna sus ingresos eran mucho mejores de los que podría haber ganado en otro lugar, tampoco tenía aquel gasto extra con el alojamiento dado que dormía en la mansión. Ni debía preocuparse por las comidas.
Ella sabía mantener la compostura en cómo gastar su dinero, gastaba solo en lo necesario y cada cierto tiempo se permitía un capricho, pero en la mayor parte del tiempo pensaba solo en su futuro. Tal vez podría trabajar allí muchos años, pero era consciente de que no siempre sería tan joven algún día dejaría de ser fuerte y por lo tanto necesaria.
Qué bonito seria que pudiese tener su propia tiendecita, y una pequeña y confortable casa a la que llamar su hogar.
Si bien en un inicio había tenido dudas respecto a Lady Felicity, no había tardado en reprocharse severamente a sí misma por haber tenido tales pensamientos.
La dama era adorable, no le había traído problemas, al contrario, era placentero pasar el día con ella.
Pasar tiempo con Lady Felicity, cuidarla y acompañarla no era algo que pudiese considerar un trabajo.
No era el tipo de aristócrata caprichoso, ni altanero.
Ella era tranquila, y educada. Pasaba la mayor parte de sus días recluida en la mansión, en un comienzo no lo entendió mas luego se dio cuenta del motivo.
Lady Felicity no tenía una condición demasiado buena, según le habían dicho había nacido prematura, frágil.
Tendía a enfermarse fuertemente, y podía quedarse en cama por semanas enteras, o incluso más si su enfermedad empeoraba.
La familia, tenía cuatro hijos, Lady Felicity era la mayor de las niñas, tenía entendido de que su hermano se encontraba estudiando en Oxford, y su hermana se encontraba en un centro de estudio para damas, la más pequeña tenía una energía rebosante, apenas tenía siete años y era brillante, adoraba a su hermana mayor, aunque no podían hacer todo lo que la más pequeña deseaba, dado que sería demasiado agotador para su dama.
En medio de risas y momentos de paz paso un año, el tiempo había corrido tan rápido en su vida después de aquella tarde en las que sus vidas se habían cruzado.
Todo iba relativamente normal, hasta aquel día en el que lady Felicity había sido llamada por su padre, aquello era algo poco común. Era una rareza que la llamase a su despacho, generalmente hablarían a la hora del té o en la cena.
Después de aquel peculiar evento lady Felicity no había hablado en horas, y se había mantenido hundida en sus propios pensamientos.
Ella acompaño a su dama hacia aquel parque en el que ambas habían hablado por primera vez, ella se mantuvo en silencio durante todo el camino. Ella tampoco se atrevió a ser la primera en hablar.
— Ya ha pasado un año desde ello — dijo de repente lady Felicity mirando con anhelo el pasado, su voz parecía diferente de lo usual. No poseía aquella calidez, aquella alegría de la que solían encontrarse influidas cada una de sus palabras.
Parecía serena, cansada y sobre todo resignada.
— Si, el tiempo ha pasado rápidamente.
— Lo sé, recuerdas lo que te conté aquella tarde. Sobre la persona que admiraba.
Claro que recordaba, se había esforzado en saber quién sería aquella persona que podría haberse casado con otra dama teniendo a alguien como lady Felicity.
— He recibido noticias de aquella persona. Tengo entendido de que su matrimonio no fue del todo legítimo y que él se ha separado de dicha señorita.
Egoístamente no puedo negar que me alegre un poco al enterarme de ello.
Soy verdaderamente cruel ¿no es así?
Soy cruel por alegrarme por las desdichas de ellos.
Soy cruel por decir que lo quería y aun así no haber sido capaz de desearle felicidad plena. Creí que sí, pero ahora que ha finalizado me eh dado cuenta que no.
Me eh dado cuenta de que una parte de mí que decía ya haber aceptado este hecho, en realidad siempre se ha mantenido esperando a que el volviera. Que regresara y está vez me escogiera y así ha sido —dijo sacando una carta.
— Llego hace tres días — dijo mirando la carta tristemente — no te lo dije porque me sentía incapaz de decirlo. Porque al hacerlo me convirtiere también en una persona despreciable a tus ojos.
— Mi lady, nunca será despreciable. Es la persona más buena que haya podido conocer.
— Agradezco tus palabras más de lo que podrías llegar a creer. He repasado esta carta innumerables veces, y me eh dado cuenta que todo el tiempo no fui más que una idiota.
Él no me ama, no me amo y nunca lo hará.
En este momento su nombre se encuentra dentro de un círculo escandaloso, y sus fondos han sido retirados en su mayor parte. No ve en mi nada más que alguien que puede salvarlo de su terrible situación.
Supongo que siempre fue ese tipo de persona, solo que yo no pude o mejor dicho no quise verlo.
Ya estoy en edad de casarme y ha sido algo que mi familia lleva posponiendo. Yo misma lo pedí, pedí tiempo para conocer a alguien. Pedí tiempo para esperar a alguien que me amara.
Pero he desperdiciado todo ese tiempo en alguien para el que nunca significare nada. ¿No es eso gracioso?
Bien podría casarme con aquella persona, pero tras verlo todo, no puedo hacerlo. Dicen que si amas a alguien realmente lo aceptaras y seguirás queriendo pese a los innumerables defectos que pueda poseer, más aun así yo soy incapaz de hacerlo, ¿será que nunca lo ame?
Honestamente ya no lo sé. Por ello pese a que mi intención inicial había sido la de responder su carta con presteza, no le he contestado. No pude. Intente escribir, buscar las palabras adecuadas, más me di cuenta que no tengo nada para dar, ni palabras de rechazo ni de aceptación. Solo el nada.
Hoy mi padre me ha llamado para informarme que mi matrimonio ha sido prácticamente decidido.
Me pidió que lo pensará.
Si aceptaría, o si ya tenía mis pensamientos en alguien.
No conozco a la persona que ha pedido el compromiso más allá de su nombre y estatus.
Eh escuchado algunos rumores.
Dicen que es inteligente, rico y bastante atractivo.
Es lo que toda dama podría desear.
Lo sé, debería de aceptar, pero de alguna forma no me siento feliz con ello.
He sido una tonta tanto tiempo, ya no puedo seguir causándole molestias a mi familia y no puedo dificultarles el camino a mis hermanas. Delia casi hace su debut, que su hermana mayor aún se halle soltera, solo le causara problemas.
Así que he decidido aceptar la propuesta, acceder a dicho matrimonio será más que beneficioso para la posición de mi familia. Me casare en dos meses. Es apresurado, pero es lo mejor.
No puedo obligarte a acompañarme, si así lo deseas hablare con mi madre para que te de la posición como dama de una de mis hermanas, sé que lo harás maravillosamente y madre no se quejara.
— Yo la seguiré — dijo firmemente — usted me ha tratado maravillosamente. Sin usted aun seguiría en una situación poco favorable, aun así nunca me ha dicho nada y pese a mi ignorancia nunca se ha enojado conmigo y me ha explicado las cosas pacientemente. Mi deseo es servirle hasta que usted considere prescindir de mí.
— Gracias — dijo apenas conteniendo las lágrimas— no quería presionarte, pero me sentiría terriblemente sola si hubiese ido sin ti que has sido mi fiel confidente.
— Mi mayor deseo es servirle Lady Felicity, puedo preguntar ¿quién es el caballero con el que se casara?
— Me casare con el Jhosh Werther, el vizconde de Tompred.
Siento la demora, se me hace muy difícil escribir últimamente. Mi universidad me acaba de dar una oportunidad, y debo rendir un examen en un par de meses y he querido concentrarme en ello dada la cantidad de los temas. Aprobar ese examen sería un sueño, espero que puedan comprenderme. Gracias por leer. Los y las amo.
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