CAPITULO 8
Después de nuestra pequeña desavenencia, al fin llegamos a dar por hecho quedarnos con la casa por el tiempo que permanezcamos en Francia.
Tal vez la mejor solución habría sido no dar mi brazo a torcer, pero para que negarlo me gustó mucho la propiedad, no se parece a las de mi padre pero tiene un encanto refinado y clásico que encuentro bastante encantador.
Federik ya había llevado acabo el acuerdo con el dueño del lugar, así que nos mudaríamos hoy mismo y contrario a lo que pensaba trajeron nuestras cosas con bastante rapidez después de un par de horas con algo de ajetreo ya nos encontrábamos perfectamente instalados.
—Regina vas a alguna parte —preguntó Federik al ver que me dirigía hacia la entrada de la casa.
—Si pensaba dar un paseo por aquel parque que vi mientras veníamos —conteste.
—No sé si sea bueno que salgas sola —dijo frunciendo el ceño —no es lo más correcto.
—No te preocupes —hable —solo será por esta ocasión Federik déjame sentir un poco de libertad solo por esta vez de acuerdo.
—Estoy de acuerdo —respondió —pero supongo que no quieres encontrar tu libertad en los jardines de la casa ¿verdad? —preguntó con algo de esperanza en su voz.
—Nunca cambiaras verdad —conteste sonriendo y marchándome del lugar.
Un paseo eso es lo que una persona necesita para compenetrarse con el lugar al que viajas, y que mejor que un paseo en solitario, eso te hace sentir tan libre como el viento que es imposible de atrapar, y va fluyendo con libertad, revoloteando por los corazones.
Al principio pensé en un largo paseo o tal vez ir de compras incluso pero después desistí para las compras llevaría a Pru conmigo y también a Federik para torturar lo un poco, amenazando con cambiar las cortinas a rosa si eso funcionaría, estaba cruzando aquel parque para regresar a casa cuando una voz interrumpió sus pensamientos...
—Señorita Brown —hablaba una voz bastante varonil, pero conocida para ella, una voz que no había logrado sacar de su cabeza desde la noche anterior que sólo conseguía ponerla nerviosa.
Ella se volteo a verlo y en efecto era el señor Harry Cavender si no recordaba mal, ese era el tipo de hombre que debería evitar a toda costa ya que era un peligro para la reputación de las señoritas.
—Señor Cavender —dijo a modo de saludo con una sutil reverencia no pudo evitar brindarle una sonrisa que fue tan natural que hasta le causó algo de miedo, no era como las que su anterior institutriz y su tía le hacían practicar por horas para la buena sociedad, no esta era una sonrisa sincera de verdadero gozo por verlo pero ni ella misma se explicaba el porqué.
—Espero no importunar su paseo —dijo — si no le molesta que la acompañe —añadió dándole el brazo.
—De ninguna manera —respondió aunque la verdad era otra su paseo de armonía y paz se estaba convirtiendo en uno que parecía echar por la borda sus planes.
—Vive cerca de este lugar señorita Brown —preguntó.
—Si acabamos de encontrar una casa —respondió.
—Qué casualidad yo también vivo cerca de aquí —dijo con sorpresa fingida omitiendo el detalle que su casa estaba al frente de la de ella— Tal vez nos veamos mucho señorita Brown—añadió con una sonrisa tal avasalladora que Regina creyó que su corazón había dejado de latir.
Le tomaron unos instantes recomponerse.
—Tal vez tenga razón señor Cavender—dijo percatándose que ya se encontraban de regreso por aquella plazuela, eso solo significaba que su paseo estaba por culminar.
—Creo que aquí se separan nuestros caminos —dijo tratando de no demostrar entusiasmo ni tristeza en su mirada, era tan contradictorio que creí que perdería el juicio en cualquier instante.
—Nuestro encuentro ha sido breve pero encantador señorita Brown — añadió tomándole la mano y depositando un delicado beso en ella —Si no tienen ningún otro compromiso — añadió — estaría encantado de que usted y su familia —dijo pensándolo unos instantes — asistieran a la cena que ofreceré esta noche.
—Oh—respondió aun recuperándose de aquella cálida sensación que recorría cada milímetro de su ser como si solo fuera un destello de algo aún más profundo, más maravilloso —sería un honor señor Cavender —respondió haciendo un esfuerzo por sonreír y no sonrojarse aunque lo más probable es que hubiese fallado en lo segundo de manera estrepitosa pues sentía sus mejillas arder.
—La espero esta noche entonces señorita Brown—dijo a modo de despedida desapareciendo del lugar.
Dejando a una joven dama con el corazón desbocado.
...
Vaya las casualidades son innegables, aunque su encuentro no la señorita Brown podía calificarse de cualquier modo menos como una casualidad, a menos que esta fuera planeada cosa que no fue, cuando su padre le enseñó a cazar Harry aprendió una lección muy importante aprovecha cada oportunidad que tengas para conseguir a tu presa y en esta ocasión había decidido seguir aquel útil consejo, no sabía si sería propio comparar a la adorable señorita Brown con un animal de caza pero si tenía que usar algún artilugio para tenerla a su lado lo haría con gusto aunque eso significará un dolor de cabeza para el personal de su casa.
—Jack —dijo llamándome la atención de su ayuda de cámara que hacía las veces de jefe de personal — dile a la señora Hutson que planee una cena para hoy que se vea elaborado como si hubiese sido planeado con antelación.
—Pero señor no creo que ella reciba aquello con agrado —respondió Jack con algo de temor implantado en su voz.
—Dile que lo haga —dijo mientras avanzaba a su despacho, dispuesto a responder una maraña de cartas que había amontonado en aquel escritorio muchas de ellas tal vez de su madre o de Eleanor, en cualquier caso eso era mejor que escuchar las quejas de la señora Hutson por planear algo semejante con tan poca antelación.
...
Regina en vez de regresar a su nueva casa después de la partida del señor Cavender de había quedado parada en aquel lugar como si se tratara de un estatua que le estaba pasando ellos era una dama, algo impulsiva en ocasiones pero una dama al fin y al cabo él no había hecho nada impropio la había tratado con respeto en todo momento, entonces porque de sonrojaba comportándose como una idiota sin reparos casi podía jurar que se parecía a la señorita Mary cuando esta se encontraba en presencia de Federik.
Y para empeorar la situación había aceptado su invitación, estaba empezando a creer que el viaje le había hecho un daño inmenso e irreparable confundiendo sus emociones como si de una tormenta se tratase llevándola a cometer actos irresponsables con la facilidad con la que se lee un libro.
No le quedaba otra opción había dado su palabra de ir a la cena y no asistir sería de lo más desconsiderado en este sentido extrañaba los viejos tiempos con su tía Charlotte con ella hubiese podido fingir caer enferma y convencerla de asistir sola a la velada en representación de ambas papel que está desarrollaría gustosa.
No tenía caso pensar en algo que no sucedería, sólo le quedaba regresar a casa y convencer a Federik y Pru de ir con ella a la velada solo esperaba de que todo saliera bien.
Todo lo bien que podía salir una velada de esa magnitud, de la que no podría escapar, dado que aquel caballero vivía demasiado cerca. Y eso era algo que ya ambos sabían.
...
—Querida Charlotte —decía una voz a sus espaldas haciendo que esta volteara.
—Oh Kate querida, no sabía que habías regresado —contestó está mostrando una sonrisa aparentemente verdadera.
—La que debería decir eso soy yo —añadió —supe lo del conde lo siento tanto.
—De aquello ya ha pasado casi un año querida —dijo — ya nos hemos recompuesto de la pérdida.
—Como está la linda Regina —preguntó con suspicacia al no verla en aquella velada — creí que vendría contigo, después de todo ya puede asistir a este tipo de veladas tan íntimas.
—Oh mi pobre sobrina aún no ha superado la pérdida de su padre —dijo con tristeza — está junto a su tía Philipa, ya sabes como dicen es casi como si estuviera sola.
—Pobre niña es tan encantadora —dijo sonriendo tristemente porque había visto a Regina desde pequeña pero a la vez se sentía bien después de todo ella tenía una hija a la que presentar para la temporada venidera y debía de admitir que aunque quisiera a su hija, si Regina se presentaba esta sería sin duda alguna la incomparable de la temporada y atraparía a uno de los peces gordos. —Piensa regresar para la temporada —preguntó fingiendo desinterés.
—No lo sé —respondió con sinceridad en sus palabras, había recibido un par de cartas de su sobrina en las cuales decía muy poco, sólo que se encontraba bien y una que otra frase de consuelo implorándole que no la visitará para que pudiera recuperarse. —Tal vez regrese un poco antes —añadió, debería convencer a su sobrina, los cotilleos no tardarían en aparecer y lo que menos quería es que esta se convirtiera en una paria.
— Lord Tompred —Llamo Kate atrayendo a Charlotte de vuelta a la realidad.— es toda una sorpresa verlo—señalo y era cierto aquel hombre que en su juventud había sido vigoroso y para muchas atractivo, ahora estaba convertido en un hombre mayor con un carácter bastante difícil y taciturno.
—Lady Sthyn, Lady Ringstor me alegra verlas juntas —dijo intentando sonreír aunque sin mucho éxito.
—Lo mismo milord, estábamos hablando de la dulce Regina —dijo Lady Sthyn tratando de deshacerse de una gran amenaza para que su hija atrapara a un buen marido.— le decía a Charlotte que ha estado mucho tiempo recluida en el campo, que sería mejor que volviera.
—Tiene razón, sería mejor que volviera pronto —concedió en hombre satisfecho de no tener que actuar para que aquella muchacha regresará, pues aunque no quisiera terminaría casándose con él. Él se sacrificaría cuidando de ella y su fortuna, a cambio solo le pediría un par de hijos y fidelidad absoluta. Aquella jovenzuela debería de mostrarse agradecida él se encargaría de que lo estuviera tan pronto como regresará.
—Si tal vez sea lo mejor —convino Charlotte, ¿qué debería hacer? Traer a su sobrina de regreso parecía la mejor opción, pero el vizconde parecía ansioso por verla eso era malo muy malo, a pesar de sus anteriores palabras con sus sobrina, ella era consciente de que casarla con aquel hombre destrozaría el alma de Regina, pero en aquella ocasión lo pensó y lo dijo porque el vizconde había sido bastante claro cuando habló con ella en Wartonn House diciéndole que si Regina se casaba con el gozarían de estabilidad financiera, pero si se negaba siempre había maneras de torcer las cosas.
Su mayor temor era que el cumpliera sus amenazas. Si bien el vizconde tenía dinero, valían la pena las joyas y vestidos a cambio de pasar la vida en cautiverio, NO esa era la respuesta clara. No valía la pena tal sacrificio, ella había tomado la resolución de proteger a su sobrina de aquel cruel hombre, Regina merecía a alguien que la valorará, amara y cuidara, si había otra chica que mereciera aquello tanto como Regina aún no la conocía.
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