CAPITULO 6
— Entonces señorita Brown ¿como llegó usted hasta nuestra querida Francia? —preguntaba un pomposo hombre de alrededor de unos 45 años, la querida señorita Mary había tenido la amabilidad de presentarlos y dejarla allí hablando con él y otro grupo de caballeros.
—De vacaciones señor Tichner —contesto, poniendo la mejor sonrisa que pudo en el rostro.
—Por supuesto, no es como si esperara que una mujer decidiera venir por negocios —decia pavoneandose con sus contemporáneos, al parecer para ellos solo soy una joven bonita pero con inteligencia totalmente nula, no vine a Francia para ver a estos tipos, si los quisiera ver me podría haber quedado en Londres —después de todo no hacen más que gastar en sombreros y otras necesidades femeninas.
—Bueno, puede que tenga algo de razón —dijo concediéndole ese punto, no es muy común que las mujeres se inmoscullan en estos asuntos, pero no es nuestra culpa es porque los hombres no nos dejan, creen que solo somos objetos para decorar sus casas, presumir a sus amigos o para darles niños —no pensaba hacer nada más que descansar cuando llegue pero tal vez deba seguir su consejo... —seguía diciendo mientras fingía pensar, para después demostrar una sonrisa, les dejaría claro a estos caballeros que nadie se burla de Regina y sale impune, además esperaba sinceramente que estos aprendieran la lección y tratarán mejor a las damas.
—A que se refiere señorita Brown —dijo con bastante prepotencia impregnada en la voz
—Hace unos instantes, me pareció escuchar algo sobre unos ferrocarriles en ¿cuales eran ... ? A sí ya lo recordé los ferrocarriles Blake.
— Que tiene que ver eso con usted — dijo bastante ofuscado, para luego reprimir esto y soltar una débil sonrisa como si anticipara una humillacion hacia una jovencita impertinente.
—A no mucho para ser sincera—contestó deliberadamente —solo que acabo de decidir que no estarán a la venta.
—Y se puede saber ¿como lo hará? — dijo el hombre con algo de burla en su voz pero ala vez con algo de suspicacia, colo hombre de negocios que era algo le decía que no debía tomar a aquella jovencita a la ligera.
— Ya lo verá—señaló dejando a los caballeros atrás sin poder reprimir una sonrisa ya verán que haría — sabrá de mi esta semana sor Tichner—añadio al final a modo de despedida.
— Señorita Brown ¿donde a estado? — decía la señorita Mary acercándose.
— Bueno por allí —respondió sin dar un lugar específico esperaba que no pregunte nada más al respecto.
—Bueno, eso esta bien —respondió —pero la necesito con urgencia.
— A mi —preguntó con sospecha, ¿acaso tendría que ver con Federik?
— Sí vera en este tipo de veladas es muy difícil conseguir que alguien baile, todos son tan... —agregó señalando ligeramente al sr. Tichner con la cabeza y vaya si todos eran así ya entendía porque no había empezado el baile aun.
— ¿ Y usted desea que yo...? —dejo libremente caer las palabras , porfavor que no me pida bailar con el señor Tichner, ella pareció fijarse de la angustia en mi mirada y añadió.
— Oh no se preocupe vi su calida conversación y no le pediría eso a usted, tengo otro candidato capaz de animar este lugar se que serán la pareja perfecta —decía sonriendo débilmente como si tuviera que hacer un gran sacrificio en honor a que la velada resultase exitosa, ella no entendía el porque hasta que lo vio y supo el porqué, era un caballero que cualquiera describirá como guapo, desprendía sensualidad con cada movimiento, jamás había sentido el aire tan denso como en esos instantes era como si derrepente la temperatura del salón hubiese subido estrepitosamente, sus miradas se cruzaron y ella se sintió flaquear, ¿que era esta sensación? ¿Atracción? Si debía ser eso a que jovencita no le atraía un caballero guapo, con aquellos ojos tan azules que ella empezó a envidiar, era bastante injusto que un hombre tuviera aquel tono de azul en los ojos y aquel brillo en la mirada, eso debería ser ilícito ya que seria muy dañino para la reputación de una dama.
—Buenas noches caballeros —saludaba Mary acercándose a aquel grupo y llevándola a ella — se divierten —preguntó a sabiendas de que si es que aquel grupo de caballeros se divertían era seguro que no era por los bailes.
— Buenas noches señorita Winston — dijeron uno a uno besandole la mano.
— Caballeros deseo presentarles a una amiga mía, la señorita Regina Brown —dijo mientras la señalada hacia una reverencia en señal de saludo, tal vez demasiado perfecta para una señorita de la posición que desia ostentar.
— El vizconde de Althorp, conde de Rubnerford y el señor Harry Cavender — decía señalando mientras estos caballeros le besaban la mano a Regina en señal de saludo.
—Es un placer conocerlos caballeros —dijo con simplesa haciendo una reverencia y mostrando una sonrisa.
— Siempre es un placer, hablar con una mujer tan bella como usted — decía Harry adelantándose a Francis y a Damon.
Vaya que aquel caballero era bastante intrépido, al pronunciar aquella palabras. Más eso había logrado captar su atención.
— Siempre es un placer hablar con un caballero interesante — respondió sonriendole con cierto gesto, que tal vez algunos consideraran coqueto más era algo natural en ella.
— Ya que le paresco interesante — dijo con una sonrisa bastante sexy impregnada en el rostro — le gustaría concederme esta pieza.
— Por supuesto — respondío tomándo la mano que le extendía, después de todo para eso la señorita Mary la había llevado hasta ese caballero para bailar y animar el ambiente.
Se dirigieron al centro de el salón, el le hizo una señal a uno de los músicos para que empezaran a tocar, pero no esperaba que fuera un vals.
Por un tiempo el vals fue considerado inmoral por la cercanía que tenías con la pareja o eso decía Pru, pero aún ahora era algo un poco vergonzoso.
— Señorita Brown —dijo ofrciendole la mano a la par que empezaba a sonar la música.
No pudo evitar percatarse de que ambos eran el centro de atención. Ya que incluso el señor Tichener y su animado grupo de amigos, habían detenido su interesante charla para observarlos.
A pesar de que nunca había bailado un vals en público debía hacerlo bien, no les daría algo de lo que hablar.
La música era lenta, tal vez se debia a la cercanía de nuestros cuerpos. Pero no pudo evitar hacer otra cosa que sentirse nerviosa. Debía de admitir que aquel caballero bailaba muy bien, ahora entendía el porque de la confianza que este representó al invitarla a bailar.
— Señorita Brown baila usted de maravilla —el habló por primera vez, desde que empezaron a bailar.
— Lo mismo digo de usted señor Cavender — contesto con la mayor seguridad que pudo conseguir en ese momento, aunque estuviese nerviosa no era preciso que el lo supiera.
— Lamento si mi precencia no le resulta placentera — empezó a decir.
—¿ porque piensa eso? —respondí intrigada, acaso había hecho algo que le diera a entender que me sentía incomoda, pues si era así el estaba muy equivocado me sentía nerviosa por que estoy demasiado cómoda a su lado y eso me resulta demasiado extraño.
— Por la forma en que la señorita Wilson nos presentó —dijo suspicaz — creo que pudo sentirse presionada a aceptar mi invitación a bailar.
— no de ninguna manera— conteste algo confusa, ¿será posible de que este caballero sea diferente? Que de verdad le importen los sentimientos de las damas más que por simple cordialidad o por que así lo dicten las normas— lamento haberle dado esa impresión pero estoy disfrutando bastante en estos instantes.
—me alegra oír eso —dijo con una sonrisa bastante seductora impregnada en el rostro — tal vez... —dijo al aire pues se dio el fin del vals
—parece que nuestro baile a terminado — lo interrumpí con una sonrisa, no se lo que quiso decir pero tengo la sensación que lo mejor es no dejarlo continuar — fue un excelente primer vals — añadió regalándole una delicada sonrisa capaz de derretir hasta el corazón más frío.
El quedó embobado totalmente, empezaba a sospechar que aquella mujer sería su perdición
—hasta otra oportunidad señor Cavender —dijo al fin haciendo una leve reverencia y marchandose entre la multitud, que al ver bailar un vals a aquel par irremediablemente se vieron tentados a seguir su ejemplo el plan de la señorita Mary había salido a la perfección.
—vaya amigo que pasa —decía una voz tras el mientras sintió una mano en su hombro — parece que la dama se te a escapado de las manos.
— no por mucho tiempo —contestó con una sonrisa confiada, pues ya había encontrado a su próximo desafío, la señorita Regina Brown sería suya a cualquier precio.
...
Regina había huido con toda la discreción que pudo de el señor Cavender, vaya que era guapo y eso significa peligro, a eso si le haría caso a los consejos de sus dos tías su algo paranoica e interesada tía charlotte y su sincera tía Philipa habían coincidido en un solo punto en su vida los hombres guapos son muy peligrosos suelen ser unos calaveras sin remedio.
Mientras se encontraba sumergida en sus pensamientos fijo la vista en Federik, que estaba siendo asediado por la señorita Mary el pobre ya no sabia que hacer, vio a Pru bailando con un joven bastante guapo, así que decidió porque no salvar a su primo por esta vez, ya se había aburrido de la velada y este parecía necesitar ayuda y la música estaba por finalizar Pru debía de estar cansada era solo eso, no es que ella quisiera irse de él lugar rápido para no ver a cierto libertino de encantadores ojos de azul profundo, no nada de eso ella no lo hacía por eso ¿verdad?
Espero que les guste el capítulo ❤️❤️
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