Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO 54

No creía que a Eloise le molestase demasiado lo que había hecho.

Después de todo ella misma dijo que no se encontraba particularmente interesada en el premio del juego.

Había sido su intención decirlo, dios era testigo de lo verídicas que eran sus palabras.

Mas las circunstancias se lo habían impedido. Las circunstancias desalentadoras y problemáticas que habían caído sobre ambos, y el propio desconcierto de la dama.

Era demasiado tarde como para que se lo regresase.
Y no era algo que el pudiera usar, ni mucho menos regalar a alguna amante o compañera cualquiera.

Ni siquiera parecía adecuado para su madre.

Era...era simplemente demasiado para alguien ajeno.
No sabía porque pero aquella joya le hacía pensar en Eloise.

Que su mente vagara a dichos pensamientos era un claro indicio de que ya había bebido más de la cuenta.
Tal vez necesitaba irse una temporada fuera nuevamente, viajar siempre lo hacía recuperar el cauce.

No solo era el licor.
Probablemente su amada madre tenía mucho que ver en sus recientes alucinaciones.
Como de costumbre parecía ser uno de sus mayores pasatiempos y placeres recordarle sus obligaciones, y su gran anhelo por celebrar una boda digna de su estatus.

Aunque era divertido burlar sus esfuerzos, la seguridad con la que ella lo decía le hacía pensar que tal vez tuviese razón.
Que tal vez si era necesario para él, el hallar una esposa.
Y si así fuera porque no...
No, estaba desvariando demasiado.

Definitivamente no se encontraba en sus cabales por completo, necesitaba irse de Inglaterra por un tiempo, tal vez ir a Florencia sería un buen cambio para él.

...

— Agnes — llamo Eloise a la joven doncella que se encontraba acomodando algunos libros en la biblioteca, mientras terminaba de firmar la carta que con tanto esmero había planeado.

— Si mi lady — contestó acercándose rápidamente hacia la joven dama de la residencia.

— Envía esta carta con urgencia hacia la residencia del conde Wartonn — señalo entregándole un sobre, que a los ojos de la doncella era extremadamente caro. Por lo cual fue tomado con excesiva delicadeza y cuidado. Pues ella estaba segura que no era algo que ella podría pagar.

— Como usted ordene. — asintió rápidamente marchándose.

Si todo iba como ella esperaba sus días de confinado aburrimiento estarían cada vez más próximos a terminarse.

Debía agradecer a la tan odiada temporada londinense que no había sido recluida en el campo. Ya que gracias a que debía de participar sin falta, es que su madre le había permitido ir a Londres.

Quién diría que algo que le disgustaba le seria de ayuda en cierta magnitud.

Aunque si lo pensaba con detenimiento la misma temporada, había sido indirectamente responsable de su castigo.

Después de la pequeña aventura que habían tenido Gabriel y ella. En la cual habían sido descubiertos en sus peores fachas frente a nada más que su amada madre, las cosas no habían resultado bien. Su madre no había tomado con un rostro exuberante de alergia lo sucedido.

Cabía señalar que recibió una lección de varias horas sobre el correcto comportamiento de una dama.
Sobre su estatus, la historia familiar (de ambas partes de la familia) y sin duda alguna sobre la sociedad en sí.

A todo eso debía de añadir que recibió todas aquellas cuestiones de etiqueta (reprimendas) no solo de parte de su amada madre, si no también de la señorita Mitchell, su institutriz.

De aquello ya habían pasado unos días. Días de inagotable aburrimiento, estar envuelta en aquel santuario de paz era más de lo que alguien con el espíritu de Eloise era capaz de soportar.

Estaba en el lugar que más anhelaba, sin poder disfrutar de el plenamente. Más su confinamiento era algo a lo que no podía alegar algún tipo de ayuda.

Agradecía profundamente que su madre no le hubiese dicho nada a su hermano, y ella era lo suficientemente sensata como para no intentar abogar por un poco de la compasión de Harry.

Aunque quedaba claro de que Harry había quedado extrañado por sus repentinas ganas de permanecer en casa, no había discutido el asunto tanto como a ella le hubiese gustado. En otras palabras, ni siquiera había discutido, se había decantado por mirarla con extrañeza y posterior resignación para dar un paso al costado y seguir con su rutina. La expresión que le mostro parecía decirle que estaba demasiado acostumbrado a no entenderla como para intentarlo.

Aunque hubiese sido arriesgado una parte de ella deseaba que él hubiese indagado más en el tema, por lo menos aquello le hubiese añadido algo de emoción a su aburrida rutina.

Pero era inevitable que su hermano estuviese de aquella forma.
En cierto sentido era algo divertido como objeto de información, para sus futuras investigaciones.

Decían que el amor volvía extrañas a las personas, su hermano siempre había sido extraño a su manera de ver. Tal vez el amor había ralentizado sus movimientos.

No mostraba los signos de un hombre enamoradizo, no suspiraba a cada instante o veía aves volar a su alrededor, ni mucho menos el cantar de un ruiseñor.

Parecía el mismo Harry que había sido en antaño, o así se vería desde el punto de vista de alguien que no lo conociera bien.
Algo había cambiado, era mucho más espontaneo y a la vez sereno. Parecía estar esperando algo.

Soñando con algo, o con alguien.

Desde sus más recientes descubrimientos, no le cabía duda de a quien se debían dichos cambios.

Se preguntaba si ¿sería demasiado bromear con su hermano sobre la dama en cuestión? supuso que sí, dadas sus circunstancias.

En los recientes días se le veía, un poco más tenso. Más distraído que de costumbre, parecía estar ensimismado en algo. Lo había escuchado murmurar algo cuando entró en su despacho. Mas no fue lo suficientemente capaz, como para lograr interpretarlo.

Respecto a los secretos de su hermano, se había rendido en obtener algo se él.
Creía firmemente que había otras maneras mucho menos dolorosas de obtener la información que deseaba.

Respecto a su confinamiento no había recibido visitas, aunque no es como si las hubiese estado esperando en primer lugar. Su número de amigos, o conocidos era bastante limitado.

Gabriel no se había presentado para distraerla tampoco.

No es como si la sorprendiera dicha acción por parte de Gabriel.
Suponía que estaba tratando de evitar el conflicto de manera rápida evitándola un poco, y aún si se hubiera dado el remoto caso de que él hubiese intentado visitarla, no tenía la confianza para asegurar de que se le permitiera vela.

En pocas palabras, su madre se había encargado de proporcionarle aquello que más odiaba de castigo.

Días largos y apaciblemente llenos de aburrimiento.

Pero si todo salía como esperaba, podría encontrar considerable entretenimiento en ellos, y porque no, una salida.

...


— Mi lady, aquí están los libros que pidió — dijo cortésmente el mayordomo entregándole una pila de documentos.

— Gracias, fue bastante rápido — comento hojeando la documentación proporcionada por el mayordomo.
Sin duda alguna era eficiente. Se había pasado buena parte del día revisando los libros de la casa, las cuentas estaban ordenadas de manera tan detallada que era imposible dudar de ellas.
Era obvio por qué Bertrán era conocido como un mayordomo de primera clase.

Había anotado hasta los gastos más mínimos que se habían hecho en las dos residencias que poseían en Londres.

Se habían hecho un par de despidos en el año de su ausencia. Ambos parecían estar bien justificados, no era tan inocente como para confiar plenamente en la versión de un solo individuo, más aun así Bertrán no había hecho más que mostrar lealtad en las últimas dos décadas.

— Mi lady si me lo permite, me gustaría que leyera esto — dijo mostrándole un diario.

— Eso es...

— Me tome el atrevimiento de anotar los sucesos más importantes que trascendieron en la mansión durante vuestra ausencia. — comento cortésmente.

— Lo leeré con agrado — contesto suavemente, aquel comportamiento, aquellos principios. Todo era tan Bertrán, todo parecía desprender aquella antigua familiaridad, todo parecía decirle que estaba de vuelta en casa, en su hogar.

— Con su permiso — dijo retirándose.

— Bertrán...

— Si mi lady.

— Solo... Gracias por cuidarlos a todos.

— No he hecho más que cumplir mi deber, la que cuida de nosotros no es nadie más que usted. Si me disculpa — termino de decir retirándose con aquellos tranquilos pasos que parecían mezclarse con el ambiente, como si nadie hubiese estado allí en primer lugar.

Parecía que todo iba tan rápido o incluso más de lo que había vaticinado, las invitaciones inundaban su correspondencia.
No era que odiase particularmente aquellos eventos, más tampoco podía decir que los amase.

Ella tenía una relación bastante peculiar con dichas actividades.

Después de un tiempo sobrecogida en la tempestad que significaba vivir el día a día de la temporada Londinense, anhelaba la paz del campo, o ahora la de lugares incluso más lejanos o desconocidos.

Pero después de permanecer un tiempo en el letargo que el campo le proporcionaba, echaría de menos el ruido y la tortuosa familiaridad que Londres le brindaba.

En otras palabras, era un poco extraña.

Una velada en la casa del conde Stevenson era algo que jamás volvería a aceptar, en especial ahora que este se hallaba casado con Lady Viola.

Lady Viola era conocida amplia-mente por sus grandes habilidades en el mundo de la excentricidad, aun recordaba la fiesta berenjena.

Aunque en secreto se alegraba que ambos estuviesen juntos, y esperaba profundamente que su matrimonio resultase satisfactorio para ambos.

Para ella, se habían demorado demasiado tiempo en encontrarse el uno al otro. Aunque quien era ella para decir algo de semejante magnitud, en vista de sus propias reprochables decisiones.

¿Una tarde musical en casa de los marqueses Hubbsom?

Sí, no veía porque no asistir. Sería algo que duraría poco tiempo y nadie que tuviera un mal oído musical se atrevería a tocar frente a la alta sociedad Londinense exponiéndose a la controversia y a la humillación que eso conllevaría ¿verdad?

Había demasiada correspondencia en la que pensar, cuando prefería seguir engullendo su mente en asuntos más complejos (distractores) como lo eran el tema de los fondos que el vizconde de Tompred había estado obteniendo de los habitantes de Wartonn House.

Tal vez debería empezar a confiar más en su tía Charlotte para hacerse cargo de este tipo de actividades.

Cuando se encontraba a punto de hacer aquello, noto que entre aquellas invitaciones resaltaba una por su tamaño.

Su curiosidad pudo más que sus ganas de pasar aquel asunto.

Y al parecer su curiosidad empezaba a ser bastante bien recompensada, cuando pudo leer el nombre que se encontraba en aquella carta. No pudo evitar que una sonrisa divertida se apoderara de su rostro.

Reciba mis cordiales saludos y mis mayores deseos para una buena salud a lo largo de su vida.

Me gustaría expresarle...

Lo lamento, pero me es imposible hablar con la formalidad propia de una dama según mi madre y mi adorada institutriz la señorita Mitchell, espero que no le incomode que me exprese de manera más abierta e informal en esta carta. Aunque creo que después de haberme conocido, aun si nuestro encuentro fue breve sospecho que usted pudo darse cuenta de mi naturaleza.

A este punto debe de estar preguntándose el porqué de mi repentino contacto con usted.
Me gustaría poder decirle que es algo que la beneficiaria de sobremanera, mas no podría mentir. Si le escribo es en pleno beneficio mío.

Siendo honesta no voy a negar que deseo profundamente saber, la actual naturaleza de su relación con mi estimada mente irritable hermano.

Aunque dejare a vuestra discreción si desea confiarme tal información dada su naturaleza.
No obstante no es mi deseo presionarla, prometo que mis oídos borraran de si la información que usted desease que no fuera dicha.

Más pese a que mi curiosidad y buenos deseos por ambos son amplias. No puedo negar que tengo un motivo aún más egoísta para escribirle.

¿No puede usted liberarme de mi encierro?

Le agradecería mucho de que fuera mi caballero de brillante armadura, al liberarme de la torre en la que me encuentro prisionera.

Aunque sería problemático decirle que yo soy una damisela indefensa que se encuentra en cautiverio por medios que no puede comprender. Ya que de alguna manera soy parcialmente responsable de mi propio castigo.

Pero aun así, siento que el aburrimiento terminara por consumirme.

¿Podría salvarme?

La mortalmente aburrida y culpable

Lady Eloise



Espero que el capítulo sea de su agrado 💕💕

Gracias a todos por sus buenos deseos. Gracias a todo su apoyo logre aprobar todos mis exámenes. Me gustaría decir que ahora tendré unos días libres hasta que entre de nuevo en otra ronda de los mismos, mas no será así. Este ciclo es más corto así que los exámenes se dan cada dos semanas. Dentro de siete días empiezo otra vez aquella travesía.

Mas todo eso no es motivo para no aprovechar este par de días libres en los que tengo algún respiro. Por ello quería preguntarles.

¿Mini maratón? ¿Cuatro o cinco capítulos seguidos este domingo?

Besos 💕

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro