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CAPITULO 48

— Porque tan ansiosa, querida — pregunto Charlotte al ver a su sobrina observar el salón de baile de los Winchester con detenimiento. Estaba segura de que no estaba observando la decoración, claramente buscaba algo o a alguien. Ella se inclinaba personalmente por aquella última sugerencia. Una intrigante y divertida sugerencia.

— ¿Ansiosa? — repitió ella prestándole atención a su tía momentáneamente — ¿porque debería estarlo?

— No lo sé, no has dejado de ver el lugar — dijo disimuladamente, percibiendo un prácticamente inexistente toque de nerviosismo, que desapareció del rostro de su sobrina tan rápido como había llegado.

— No, no es nada tía. — Contestó ella — mira aquella no es Lady Fairchild — dijo señalando con la mirada a una dama de la edad de su tía. Ambas habían sido amigas desde hace años y era bien sabido que la dama asistía muy pocas veces a los eventos sociales. Pues prefería la tranquilidad del campo, o unas pocas visitas a las galerías. Aunque había rumores de que aquello solo le sucedía en Inglaterra. Decían que cuando estaba en Boston era una persona distinta, que tan cierto serian aquellos rumores, solo ella y su esposo debían de saberlo.

— Tienes razón, debemos ir a saludarla — dijo empezando a caminar en dirección a su querida amiga. Más al ver que su sobrina no la seguía se detuvo unos instantes. — ¿no vendrás conmigo?

— Enseguida te alcanzó, iré por una bebida — respondió escuetamente.

Su tía aceptó aquella respuesta y se marchó dejándola en medio de aquellas personas.

Seria acaso posible que él no hubiese entendido, o es que no estaba interesado en hablar con ella.
O tal vez ella solo estuviera ansiosa sobre lo que debería o no decir.

Tan ansiosa que había salido de su residencia antes de lo imaginado, y era bastante posible que Harry se tomara su tiempo para llegar a aquella velada.

Había rechazado ya varias invitaciones a bailar, e incluso había dejado su carnet de baile en su dormitorio, con la esperanza de usar aquello como excusa. No quería estar bailando con algún desconocido cuando el llegara. Quería decir lo que tenía que decir lo más rápido posible, pues las palabras parecían dispuestas a salir con o sin su permiso de todas formas. Y estaba segura que después de decirlo, dejaría de sentir esa opresión sobre sí.

Se alejó un poco de la multitud dispuesta a hacer lo que le había dicho a su tía e ir por algo para beber.

Antes de asistir a dicha velada había calculado cierta cantidad de invitados, más al parecer se había equivocado de manera exorbitante. Había más personas de la que estaría dispuesta a contar, y por consiguiente la gigantesca mansión de los Winchester parecía hacerse más pequeña y menos imponente con cada segundo que pasaba.

Aunque Lady Winchester parecía encantada de ser la anfitriona de una velada de tal magnitud, ya que la veía revoloteando de un grupo a otro, con aquel vistoso atuendo. Era imposible no encontrarla.

Cuando estuvo por tomar la bebida entre sus manos, sintió que alguien la tocaba levemente en el hombro.

Ella empezó a esbozar una ligera sonrisa.

— Llegas tarde — dijo suavemente aun sin voltear.

— No sabía que ansiaba tanto verme, Lady Regina — contesto una voz rasposa tras ella. Regina se giró rápidamente, topándose con quien menos ansiaba ver.

— Lord Tompred — dijo ella con decepción, una decepción que no se esforzó en esconder en lo más mínimo.

— Vaya, parece algo desilusionada al verme, mi Lady — comento el con una ligera sonrisa de desaprobación, mas con una mirada serena — ¿esperaba a otra persona?

— No, solo pensé que se trataría de mi tía, lamento el mal entendido — dijo ofreciéndole una minúscula reverencia, y más que dispuesta a marcharse. — si me disculpa.

— Espere — dijo tomándola ligeramente del brazo e impidiendo su avance — no debería de marcharse aún, es descortés.

— Lamento que mi comportamiento le parezca descortés, mas no le parece que el suyo está sobrepasando los límites de la cortesía de manera abrupta. — Dijo señalando la mano con la que este la contenía — voy a creer que no posee modales vizconde.

— Cuanto lo lamento, ha sido un acto reprochable. — respondió a regañadientes soltándola. Aunque en su mirada se podía ver que no lo lamentaba, y que le había enfurecido bastante que ella se atreviera a argumentar en contra de sus métodos.

— Siento que le haya parecido descortés mi partida, más debo de buscar a mi tía.

— Buscar a Lady Rinstoner ¿Por qué?

— Como estoy segura de que usted recuerda bien, una dama de mi posición no debe estar sola en este tipo de eventos.

— Si es su reputación lo que le preocupa, no debe de temer — contesto dando un paso para acercarse a elle, Regina tuvo que hacer acopio de su determinación para no retroceder de un salto y dar un espectáculo. — Después de todo soy su querido tutor — agrego dándole un ligero beso en la mano, ella se soltó rápidamente y dio un paso hacia el costado.

— Se lo agradezco, pero creo que las damas necesitamos de la orientación femenina para no recaer en cualquier descortesía.

— Entiendo que se sienta ligeramente nerviosa, es normal en una criatura como usted — dijo ofreciéndole una mirada que parecía tratar de impartir simpatía, sin mucho éxito — pero no se preocupe, mientras se mantenga a mi lado no será molestada por los de otra clase.

— ¿Otra clase? — Repitió ella no pudiendo contenerse — ¿Qué quiere decir con eso Lord Tompred?

— Vamos Regina, ambos sabemos eso, no podemos tapar las abismales diferencias que existen entre nosotros y esos. — dijo con desprecio dedicándole una ligera mirada a un par de personas en la esquina del salón, burgueses — La sociedad se ha vuelto demasiado permisiva, y nos vemos obligados a respirar el mismo aire que aquellos sirvientes que fingen ser parecidos a nosotros.

— Debo diferir en su opinión milord. No creo que haya demasiadas diferencias entre nosotros, ¿no todos somos seres humanos?, todos tenemos las mismas necesites, sentimientos y raciocinio — dijo, aunque pensaba que tal vez lo último se le hubiese negado a cierto grupo de personas, como por ejemplo encabezando la lista la persona con la que estaba hablando — además, es indecoroso que usted utilice mi nombre para llamarme.

— Sé que eres inocente, pero esas tontas ideas sobre la igualdad son lindas en una dama, mas solo son idealismos sin sentido — dijo con desdén — ¿porque no debería de llamarte por tu nombre?, después de todo empezare a cortejarte pronto y nos casaremos.

— ¿Idealismos? — Repitió ella luchando por contenerse, por recordarse en qué lugar se encontraba, manteniendo su voz regulada — Tal vez tenga razón, los valores que mi familia practica posiblemente no sean los mismos que profesan otros nobles. Mas no por ello deben ser menospreciados — sentencio ante la aburrida mirada del vizconde — ¿Matrimonio? Creo que está equivocado en todo Lord Tompred, tal vez lo de su primera afirmación podría pasarlo por alto ya que no me incumbe la manera en la que usted vive o piensa, y siendo sincera no es algo en lo que esté interesada, más debo oponerme firmemente a lo otro. No pienso casarme con usted.

— Creo que está demasiado cansada en este momento, no sabe lo que dice — respondió con molestia.

— Se lo que digo milord, y estoy segura de que usted aún puede escuchar claramente mis palabras. Esperaba que hubiese aceptado mi respuesta cuando me negué amablemente la primera vez, más me obliga a repetir mi negativa dando por sentado algo que no va a pasar.

— Usted es una inconsciente, debe de ser que ha estado hablando con esta gentuza. — Dijo con desdén mirando a los demás invitados — Eso no sucederá cuando nos casemos. Volverá a ser la dama para la que nació, y no avergonzara a su padre. Me encargaré de ello, en honor a la amistad que ambos mantuvimos.

— No le parece que inmiscuir a mi padre en esta conversación es algo demasiado ruin. — dijo entre cansada y fastidiada, que él se atreviera a hablar de honorabilidad después de lo que estaba haciendo. Que se atreviera a pronunciar el nombre de su padre. — Sabe bien que mi padre jamás hubiese permitido que yo me casara con usted, milord.

— Como usted ha señalado, su padre está muerto y yo soy su tutor de cierta forma. Soy quien sabe que le conviene.

— Pero tengo entendido que entre ello jamás se especificó el matrimonio. No puede obligarme a hacerlo. Espero que no volvamos a hablar de este tema nunca más, si me disculpa — dijo empezando a caminar con una mirada triunfante y relajada. Por fin había podido decirle una de las tantas cosas que ansiaba espetarle.

— En serio — susurro el con amargura — intente ser un caballero, mas como al parecer usted necesita ser reeducada, deberé tomar medidas.

— Una amenaza milord, creí que estaba un poco por encima de ellas.

— No es una amenaza, es una simple advertencia. Los escándalos hunden en la fosa más oscura a cualquiera, debería de tenerlo en cuenta.

El no dijo más y ella no quiso quedarse a averiguar si el vizconde tenía o no algo más que decir. Ya había tenido más que suficiente de el por aquella y todas las noches de su vida.

...

Estaba iracunda, no sabía qué hacer. No se sentía capaz de hundirse nuevamente cerca de toda esa extenuante cantidad de personas y sonreír, cuando era de lo que menos tenía ganas.

El vizconde la había tratado como si de una criatura boba e insignificante se tratase, seguramente creía que su inteligencia era tan escasa que ni valdría la pena compararla con la de una animal de granja.

Necesitaba aire puro.

Con este último pensamiento empezó a caminar en dirección a uno de los amplios pasillos de la casa. Había asistido a un par de veladas en aquella residencia en su temporada anterior, aun recordaba cómo salir sin ser vista hacia los jardines, aunque por más que lo deseara no se atrevería a escabullirse en ellos. Estaba segura de que habría algunas personas allí, y sería inapropiado y bochornoso que ella los interrumpiera. Más tenía otro lugar en mente.

Se escabullo diligentemente. No sospecharían ya que había tomado la dirección hacia los aseos de las damas.

Solo un rato, se dijo a sí misma. Solo se ausentaría unos minutos.

Avanzo por el desolado pasillo hasta llegar al ala este de la casa, y salió por el balcón. Aun se podía escuchar la música a la perfección, mas era agradable. En definitiva, había hallado un lugar idóneo para descansar, nadie iría allí. No cuando tuvieran la prerrogativa de que un escándalo podría desarrollarse en cualquier momento. En las veladas de Lady Winchester siempre había uno y era algo que nadie querría perderse. Era como saber que una bomba estallaría y aun así querer quedarse a ver el resultado.

En otras palabras, estaba en el lugar en el que nadie la vería, y ella podría librarse un poco de su furia.

Mientras respiraba para apaciguar su temperamento. Sintió una mano sobre su hombro. No pudo gritar.

— Porque me sigue — fue lo primero que dijo sin voltear. Preparándose mentalmente para golpearlo si intentaba algo, su tía la había adiestrado, a ella y a Pru sobre un hábil y efectivo movimiento de defensa, solo debía de alzar la rodilla.

— Porque tú me citaste aquí Regina, o acaso ya lo olvidaste — escucho decir a aquella única y atractiva voz a la que había anhelado.

— Harry — dijo ella volteándose rápidamente a verlo.

— Sí, soy Harry Cavender, duque de Saint Albans — contesto haciendo una exagerada reverencia frente a ella. — ¿esperaba a alguien más, mi Lady?

— Tal vez, pero creo que puedo conformarme con usted su excelencia — dijo sonriendo.

— Eso fue muy hiriente, podría creer que no me quiere aquí.

— ¿Qué harías si así fuera? — pregunto siguiéndole el juego.

— Me quedaría de todas maneras, soy un duque muy persistente y no me gusta que me digan lo que tengo que hacer. Aunque por ti podría hacer una excepción, a menos que me pidas que te deje. Ese deseo no sería capaz de poder cumplirlo.

— Gracias. — dijo ella viéndolo fijamente. El solo verlo le había quitado rápidamente aquella carga de amargura y malhumor que se estaba instalando en ella desde su disputa anterior.

— ¿Por qué?

— Por venir.

— No te dejaría sola Regina, además, es la primera vez que me das una luz de esperanza.

— ¿Creí que no vendrías?

— Lo siento, te hice esperar mucho — dijo tomando su rostro con una mano en una ligera, pero significativa caricia. — tuve un pequeño inconveniente.

— ¿Un inconveniente? ¿Cuál? — dijo empezando a preocuparse.

— Nada de importancia, solo que alguien rechazo la invitación a esta fiesta.

— ¿Cómo entraste?

— Me gustaría decirte que por la puerta principal, haciendo uso de mi encanto natural — dijo divertido — Mas si pides la verdad, entre por la puerta del servicio, y debo decirte que fue un poco extraño.

— ¡Por dios Harry! ¿Si te atrapan? Debiste habérmelo dicho yo...

— Shh — señalo poniendo sus dedos delicadamente sobre los labios de Regina — no te preocupes, si me atrapan inventare algo, aunque no creo que sea bueno para ti.

— Eso es lo de menos.

— ¿Así que ya no estas preocupada por el escándalo? — bromeo el ganándose solo una mirada audaz por parte de ella.

— Que es un poco de escándalo en estos días.

— Creo que será difícil volver y pedirte un vals como tenía planeado, frente a todos, más si me lo permites. — dijo haciendo una reverencia y tomando su mano entre las suyas — Le gustaría bailar conmigo, mi Lady.

— Un vals. —repitió ella pensativa, para después regalarle una sonrisa —solo contigo.

— Es una promesa.

— Si lo deseas.

— Entonces hagámoslo, más debemos sellarlo de manera efectiva.

— Así ¿Cómo? — pregunto ella entre divertida y fascinada.

— Con un beso. — sentencio, ella no se opuso y él lo agradeció. El primer beso en el mundo en el que ambos pertenecían, el primero en el que ambos conocían sus secretos, en el que sus corazones no resguardaban nada. El primer beso de un amor incapaz de olvidarse. En el que sus únicos pensamientos eran ellos mismos, solo pensando en el otro, en el momento y en que deseaban seguir así, por siempre...
 

Publicare un capitulo nuevo cada sábado y domingo por la noche .💕

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