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CAPITULO 47

— Mi Lady — dijo la señora Davis entrando al despacho de la residencia, y acercándose hacia encontrarse exactamente frente a Regina — ha llegado para usted — dijo tendiéndole un par de cartas.

— ¿De quiénes son? — preguntó algo curiosa mientras recibía el sobre. Dejando en el olvido momentáneamente unos documentos que habían sido entregados aquella mañana por parte del señor Brooks.

— Una es del vizconde de Tompred y respecto a la otra no podría responderle mi Lady.

— Gracias, puedes retirarte. — espero unos momentos hasta que la señora Davis hubo abandonado la habitación, para leer aquella nota.

Mi Lady, me he enterado de su llegada, le escribo para expresarle lo completamente complacido que me encuentro de que podamos tenerla entre nosotros nuevamente. Lamento profundamente que no hayamos podido reunirnos en Wartonn House de la manera en la que ambos hubiésemos ansiado. Nuestros afectos deben quedar suspendidos de manera momentánea.

Más tengo la seguridad de que usted sabrá distinguir a sus iguales, cuando se nos una en Londres. Una vez más lamento que debamos encontrarnos en un lugar que ha sido infestado por seres de baja alcurnia, lastimosamente nuestro grupo se ve reducido ante este tipo de personas.

Sin más espero su consideración.
Porque usted cuenta sin duda alguna con la mayor de mis estimas.

Sin más me despido.


Vizconde de Tompred

«Frustración»
«Ira»
«Indignación»

Todas aquellas palabras parecían definir de manera certera lo que sentía en aquellos instantes.

La nota que el vizconde le había enviado estaba repleta de palabras que señalaban su exaltada superioridad, mal disimulada. Si es que siquiera se hubiese esforzado en intentar disimularla, cosa que dudaba ya que parecía bastante orgulloso de esa parte de su personalidad.

La descolocaba y asqueaba el hecho de que pese a que ya había pasado prácticamente un año. Un año entero sin verse, e incluso antes que eso ella ya había descartado sus intenciones de manera fría, al parecer sus palabras no habían hecho mella en sus intenciones, o por lo menos eso infería ella por aquella nota.
Agradecía que hubiese sido breve y no se hubiese desplayado más en un vano intento de adulación. Porque aquello solo hubiese conseguido hacer todo más desagradable. Agradecía el hecho de no haber regresado antes de la residencia de los Saint Albans, agradecía no haberse encontrado con el vizconde. Y a la vez se sentía como una completa cobarde por el hecho de sentirse hasta cierto punto incapaz de enfrentarlo.

La siguiente carta, que había sido relegada para el final.
No era una que tuviese demasiado interés por leerla dada la nada grata sorpresa que se había llevado con la primera.
Pero aun así decidió hacerlo. Era mejor acabar con todas las posibles sorpresas que la esperaran aquella mañana de manera rápida.
El detalle de aquella carta era que no parecía tener autor. Aunque eso ya lo sabía.
Lo primero que noto fue el olor a lilas, y jazmines embriagarla.
No pudo evitar acercarse a la carta para sentir el olor más cerca así.
No pudo evitar relajarse y olvidar considerablemente su molestia anterior.

Al percibir las primeras palabras, reconoció la letra de inmediato.
Al hacerlo, no pudo evitar que una sonrisa se fuera formando en su rostro.

Al parecer no había olvidado su fragancia favorita, un detalle que probablemente cualquiera pasaría por alto. Pero el hecho de que el recordara algo así hizo revolotear su corazón ligeramente, aunque ella lo negaría si alguien le preguntara. Eso sería algo que solo estaba dispuesta a admitir para si misma.

Con toda la seriedad que según ella poseía en aquellos momentos se dispuso a leer la carta.

No estoy seguro de cómo debería iniciar esta carta, tal vez debería decirte que este ya es el quinto borrador, o tal vez no debería de haber dicho aquello.
Más me he propuesto que este sea el que llegue a tus manos.
Principalmente porque la fragancia se ha terminado y conseguirla me tomaría un día más, y no puedo esperar a que mis palabras lleguen a ti más tiempo del que ya he esperado.

Sé que solo ha pasado un día, o aún menos que eso. Pero ya te lo dije, no puedo permanecer alejado de ti más tiempo.

Sé que iras a Londres para la temporada, si te preguntas de donde obtuve la información, espero que te complazca saber que tuve que hacer algunos tratos de los que no me siento orgulloso para hacerme poseedor de la información.

Más aun así, no sé cuándo será aquello, ni si querrás verme o yo podre encontrarte en medio de todo.

Aun así, ten por seguro que aunque vaya a convertirse en un completo martirio, asistiré a cada baile que se de en el que piense que puedes estar.

Aun así, me permitirás verte...

Siempre tuyo, Harry.

¿Porque le ponía las cosas tan difíciles?

Para ella era difícil decidir si lo tenía cerca, demostrándole todos los interminables motivos por los que debería correr hacia sus brazos.

Debería de enviarle una respuesta, escribirla sería tan sencillo.
Podría comentarle sus planes, pero...

Pero, había un montón de peros que podían ocurrírsele para refrenarse a hacerlo. Más aun así. Dejo la duda tras sí. Impulsándose solo por los sentimientos que tenía.

Aunque se sentía como si se estuviera impulsando sobre un abismo sin saber si podría cruzarlo.
Cómo si tuviera una venda frente así, pero confiaría en Harry una vez más. Confiaría en qué el fuera capaz de ayudarla a cruzar aquel lugar. Intacta, feliz y a su lado.
Pero todo ello debía ser algo de lo que debían hablar de manera directa, no por medio de una carta por más próxima que esta fuese.

El baile de Lady Winchester, a las diez.

R. B.

Sin más que escribir, guardo la nota.
La enviaría un poco antes de partir a Londres.
A Harry no le haría un poco de daño esperar un poco más.

...


Aquella tarde salió de casa sin toparse con ninguno de los residentes de la misma.
Estaba feliz y preocupada.
Una circunstancia poco usual, pero que de alguna manera había aparecido en ella aquel día.

Podría haber ido con su amada yegua, más aquello hubiese tardado más.
Y por consiguiente debería decir a donde se dirigía. Que era puesto lo que deseaba evitar, sabía que era bastante probable que el vizconde tuviera a muchos de los sirvientes bajo su tutela.

Aunque quisiera no podía confiar por completo en ellos, no mientras el vizconde tuviera poder sobre ellos.

Camino de manera bastante diligente, siendo consciente de que no debía de permanecer lejos de la residencia demasiado tiempo. Cerca de la propiedad del administrador, se podía vislumbrar la pequeña casa de los Williams, una bonita y trabajadora familia al igual que muchas otras que residían en Wartonn House. Familias cuyas condiciones pendían de un hilo debido a una insufrible persona.

Su pequeño hijo había estado enfermo no hace mucho, según le habían informado el pequeño Kevin ya se encontraba mejor en cuanto a su salud. Quería desviar su dirección y dirigirse hacia la casa de los Williams y ver con sus propios ojos la situación. Más sabia que no podía hacerlo, debía trazar prioridades, y su prioridad principal era encontrar la manera de desterrar al vizconde por completo de sus vidas y de esta manera lograr que aquellas personas encontraran paz en sus vidas nuevamente.

— Mi Lady — dijo algo asombrada la dama de compañía de la señora Brooks abriendo la puerta — pase por favor — añadió rápidamente.

— Gracias — contesto, para entrar rápidamente a la casa.

— Viene a ver a la señora Brooks — sugirió acompañándola camino al salón. — en este momento se encuentra descansando, más si lo desea iré en su busca. Estoy segura de que se alegrara de verla.

— No se preocupe, déjela descansar. Estoy segura de que ya nos encontraremos en otra ocasión. ¿Cómo está su salud? — pregunto consiente de lo que significaba esta pregunta, no se lo había preguntado al señor Brooks la primera vez, porque era consciente de que no podría ser tan dura como hubiese querido si el tema hubiese salido a flote entre ellos.

— Mejor, mi señora siempre está mejor. — Contesto con una mirada entre triste y feliz — Hay ocasiones en las que su cuerpo se siente demasiado débil, pero desde el nacimiento del pequeño solo ha estado feliz.

— Me alegra que así sea — contesto con sinceridad, la señora Brooks era una joven encantadora. Lamentablemente su salud no siempre era la más fuerte, ella no podía ver. Había sufrido un accidente hace algunos años y su vista había pagado el precio por ello.

Aunque muchos maridos hubiesen despreciado a sus esposas por ello, las hubiesen ignorado o abandonado. Este nunca había sido el caso del señor Brooks, que amaba profundamente a la mujer con la que se había casado. Siempre estaba cerca de ella cuando esta lo necesitaba. Entre ambos siempre había estado presente esa especie de calidez y seguridad de saber que ambos estaban juntos.

Ella le había dicho una vez que ella siempre sabia cuando su esposo entraba a la misma estancia que ella, pues por más tiempo que hubiese pasado, aun así sus sentimientos no habían disminuido ni un poco desde el primer instante.

En cierto punto comprendía porque el señor Brooks había sucumbido ante las amenazas del vizconde, y era por ello que había sido indulgente con él.

Si él fuera despedido, no sería en las mejores condiciones, lo más probable es que el vizconde se encargara de que su honorabilidad quedara bastante magullada. Conseguir un nuevo empleo sería difícil, más aun en la situación de su esposa.

Para muchos en Londres aquello seria visto como una debilidad, jamás encontraría unas condiciones similares a las que tenía para su familia en otro lugar que no fuera Wartonn House.

— ¿Se encuentra el señor Brooks en casa? — pregunto deteniéndose.

— Si, se encuentra en su despacho. Desea verlo mi Lady.

— Si, deseo hablar con él por unos momentos. Le agradecería que le pase mis saludos y felicitaciones a la señora Brooks. Vendré a visitarla dentro de un tiempo.

— Así lo hare mi Lady, estoy segura de que se alegrara — respondió con una ligera sonrisa, para después acompañarla hacia una puerta al final del corredor que ella reconoció como el despacho del señor Brooks. — Mi lady — dijo señalando la puerta, para después marcharse del lugar.

Bien ya estaba allí, solo debían de terminar de poner las cartas sobre la mesa y asegurarse de que habían hablado Brooks y el vizconde en los pasados días. En especial tener la certeza de que el señor Brooks no hubiese cambiado sus lealtades.

...

— ¿Saliste en la mañana Regina? — Pregunto Lady Rinstoner mientras tomaban el té en el saloncito azul.

— Si, fui a dar un paseo — contesto tomando una galleta que era bastante pequeña, tanto que Regina empezaba a preguntarse si debía de llamársele galleta aun.

— Ya veo, me alegra de que ya lo hayas hecho — comento distraídamente — es bueno que disfrutes del campo de vez en cuanto, después de todo no regresaremos en un buen tiempo.

— ¿Porque lo dices? — pregunto decidiendo dejar las galletas en paz.

— Nos vamos a Londres en dos días, quería que nos marchásemos antes más sería contraproducente.

— ¿Llegaremos aun al baile de los Winchester? — pregunto rápidamente, ya que no recordaba la fecha en la que esta tendría lugar.

— Llegaremos por la tarde a Londres, tal vez no deberíamos de asistir. Estoy segura de que Lady Winchester comprenderá nuestra falta de asistencia a su velada.

— ¡No! — Exclamo con considerable vehemencia, más al ver las expectantes miradas que se concentraban en ella se calmó rápidamente — No tía, hacer eso no sería correcto. Ya prometimos asistir, seria descortés no hacerlo.

— Esa respuesta se oye particularmente inquietante de parte de alguien que solía quejarse por asistir a dichos eventos. ¿Puedo saber a qué se debe tu renovado interés?

— Nada, solo que ya he madurado más tía Charlotte y soy más consciente de la importancia de estos eventos.

— Permíteme que me muestre un poco escéptica ante semejante cambio. — Dijo con renuencia — No será que deseas encontrar a alguien en dicha velada o en Londres, como por ejemplo cierto duque. — añadió con diversión y picardía.

Ante aquella respuesta por parte de su tía, Regina se quedó en silencio por unos instantes. Tomando té para intentar disimular el ligero sonrojo que seguramente tenía lugar en su rostro.

— No, eso no tiene nada que ver tía.

— De acuerdo, haré los arreglos para que nos quede el tiempo y las energías para poder asistir al baile de los Winchester. ¡Que dios nos ampare!, pues por primera vez eres tú la que está más que dispuesta a ir a Londres.

Cuarta parte del maratón de San Valentín 😍 espero que la historia les esté gustando. Por favor leer el aviso siguiente. 💕

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