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CAPITULO 38


Era tortuoso.
Para toda persona que alguna vez ha hecho cualquier cosa por la que debiera recibir algún tipo de reprimenda o sanción.
Sabe que lo más angustiante de ello no es recibir el castigo, si no la expectativa de que llegará. Y que el contenido de este, será totalmente incierto para nosotros.

Sea leve o demasiado estricto, el antecedente será una palpable angustia.

— Ya está lista mi Lady — dijo una joven y pequeña doncella, al terminar de cepillarle el cabello a su joven señora.

— Gracias Jessica — dijo de manera distraída. Ya se había quitado su desgarbado vestido, y cambiado por uno limpio después de un reparador baño.
Pero empezaba a sentirse un poco cansada, esperaba no enfermarse, pero lo veía poco posible.

Tanto Gabriel como ella habían permanecido un considerable tiempo en la lluvia.
El tiempo suficiente para que a ella se le helaran hasta los huesos.
Y por más que Gabriel negara lo contrario, por proteger su orgullo masculino y su ego que parecía cantar « soy el más fuerte» estaba casi completamente segura de que él no se encontraba mejor que ella.

Pero algo bueno había salido de todo, se recordó a sí misma.

Flash Back

— Vayámonos — le susurro Gabriel, al ver que la pareja había vuelto a ingresar al recinto.

— No podemos — había contestado ella en un susurro aún menos audible que el anterior emitido por su amigo. — ellos podrían vernos, y el truco del minino no funcionará dos veces.

No quería arriesgarse a ser encontrada, no cuando aún las piezas de aquella interesante historia parecían desfilar a su alrededor, suplicándole por ayudarlas a salir a flote. Suplicando por ser ubicadas en su lugar original.

Era un interesante reto que se alzaba frente a ella, uno que se encontraba gustosa de aceptar.

— Entonces ¿qué propones? — pregunto inquisitivamente. Su paciencia ya se estaba acabando, desde hace muchos años que no se encontraba en el tipo de situación en la que debía esconderse como si de un ladrón se tratara. — ¿que nos quedemos en medio de esta lluvia?

— No sabía que fueras tan sensible con esto, Gabriel — dijo ella con burla, por la pequeña escena que su amigo montaba con tanta facilidad. — Si tanto te molesta la situación, no te preocupes, ya encontrare la manera de salir sin que nos vean.

— Agradecería no ser tratado con tanta deferencia, aunque admito que no vendría mal que te apuraras un poco en trazar nuestro plan de escape.

— Ya lo eh hecho, pero no creo que te guste demasiado.

— ¿Qué tan malo puede ser? ¿Arrastrarse? — Dijo con burla, más al ver la seria y determinada mirada de Eloise, comprendió que había dado en el blanco. — Estas demente, sabes ¿cuánta distancia tendríamos que hacer aquello?, es demasiado — expuso, a aquello había que agregar la humillación que eso representaba.

— No te quejes tanto sin escuchar todo lo que tengo que decir — comento un poco molesta por la renuencia de Gabriel.

— Ay algo más que agregar — dijo con ironía.

— Vamos no te quejes tanto, la distancia no es tan larga — expuso cansada— si no nos vamos ahora, terminaremos enfermos — añadió extendiendo su mano, y recibiendo las gotas de lluvia que empezaban a caer.

— De acuerdo, mi sueño siempre fue imitar a un bebé a mi edad — respondió con sarcasmo. Empezando aquella tortuosa tarea, más fue detenido rápidamente.

— Gabriel — lo llamó Eloise, entre susurros.

— Ahora que sucede, creí que este era tu plan — empezó a decir.

— Si, pero te has equivocado de camino. Si vamos por donde vinimos seremos descubiertos — dijo señalando lo que rodeaba al recinto. — lo mejor será ir por la parte de atrás, la distancia es corta.

— De acuerdo — acepto el finalmente. Si ya estaba en ello porque seguir quejándose, no ganaría nada más que darle nuevos argumentos para que Eloise pudiera fastidiarlo luego.

Siete minutos después, ambos ya habían dado la vuelta al recinto.
Su estado era desastroso.
Las prendas de ambos distaban mucho de su brillo anterior.

— Bien ahora, ¿por dónde vamos? — preguntó desorientado, ya que nunca antes había llegado tan lejos en dicha propiedad, y su sentido de la orientación nunca había sido el mejor.

— No te preocupes, solo debemos seguir derecho, y luego tomar el camino central — explicó Eloise con seguridad, evaluando su vestido. Estaba segura de que su madre estaría muy molesta. Dudaba mucho que le creyera si esta le decía que aquel vestido había desaparecido, debía encontrar una excusa.
Bastaría con que logrará escabullirse en su habitación antes de ser encontrada por su madre. Ya se las arreglaría luego para encontrar una excusa para la desaparición de su vestido.

— Tal vez deberíamos refugiarnos en algún lugar — dijo Gabriel notando que la lluvia se hacía más y más intensa y no parecía tener intenciones de parar en ningún momento.

— Deberíamos hacerlo si quieres que tu cabeza acabe en la charola de mi madre — le cedió ella con una voz amable — la mayoría de los invitados aún deben de seguir por los caminos más concurridos, seguramente buscarán un refugio hasta que la lluvia mengue más. Lo ideal para nosotros sería regresar, así la posibilidad de ser descubiertos será escasa — explicó.

— Que camino dijiste que debíamos de tomar.

— Solo... Sigue caminando. — dijo empezando a caminar a su lado, a veces ni ella misma sabia porque ambos eran amigos.
Gabriel era verdaderamente frustrante fuera de sociedad. O eso le parecía a ella últimamente.

— No sabía que tu madre había mandado plantar flores en un lugar tan lejano — empezó a hablar Gabriel, volviendo a su postura natural.

— Si te refieres al recinto, es su proyecto personal — explicó ella.

— Creí que tú serias su proyecto ahora — comentó con burla.

— Créeme que deseo no serlo, pero dado que Harry aún no se ha casado estaba decidida a conseguirlo conmigo en la primera temporada.

— Porque tu mirada me dice que no tienes el más mínimo deseo de cumplir con sus expectativas.

— No lo sé, tal vez porque así es — comento con una sonrisa — Sabes bien que solo eh visitado Londres una par de veces, y no pude ver mucho más que el jardín de la casa en Mayfair en aquella ocasión. Y en la segunda, solo algunas tiendas.
La demás parte de mi vida, la eh vivido siempre en Primor House. No deseo casarme pronto, quiero conocer un poco más de todo antes de casarme apresuradamente y luego arrepentirme por hacerlo.

— Si ese es tu deseo, entonces deberías de seguirlo. Nada saldrá de solo complacer a los demás sacrificándote a ti misma.

— Lo sé, gracias — Ya recordaba, por eso eran amigos. Gabriel era del tipo de persona que sabía escuchar, del tipo que siempre te daba las palabras adecuadas en tus momentos de quiebre.

— Pero es una lástima... Nunca encontramos las joyas que escondió tu madre.

— Ya te eh dicho que no se si hayan sido joyas, el tesoro podría haber sido cualquier cosa. — dijo ya cansada de exponerle aquel punto, hasta que...— ¿Cuál era la pista? — pregunto de manera precipitada.

— La pista era « El lugar donde los corazones de los amantes tienden a resplandecer, pues la belleza de un corazón inocente es duradera, pese que muchos de estos amores sean un secreto frente a ojos lejanos, siendo escondidos en un sueño eterno » — rememoró logrando así que una idea surgiera.

Eloise se detuvo de repente al percatarse del pequeño campo de flores que se encontraba a unos metros del recinto, justo detrás de él se podía apreciar el cielo por completo. Estaba segura de que tanto el atardecer, el amanecer, la luna y el sol serían verdaderamente hermosos observados desde ahí, que parecía ser un lugar especialmente creado para dicha tarea.

Se acercó hacia aquel lugar, bajo la escéptica mirada de Gabriel.
Que no estaba seguro de seguirla o dejarla atrás al no comprender el porqué de sus acciones.
Finalmente había decidido seguirla, ya que después de todo él era un caballero y no conocía el camino de regreso.

El campo de flores estaba completamente lleno de «Azucenas que simbolizan al corazón inocente, acacia amarilla cuya faceta es el amor secreto y el alhelí encarnado que simboliza a la belleza duradera.»

— Que tonta — se dijo a sí misma en voz alta, poniéndose una mano en la frente en señal de rendición.

— ¿Tonta? Recién te has dado cuenta de aquel hecho, pensé que ya habías sido consciente de ello hace mucho. — dijo con el afán de fastidiarla un poco — que haces entre este campo de flores en plena lluvia— agrego observando todo el lugar.

— No es nada, solo que él te... — empezó a hablar, deteniéndose rápidamente al recordar algo sumamente importante — no lo veas, dijo después de unos segundos, saltando sobre el para taparle los ojos.

— ¿Qué te pasa Eloise?
— No es nada, solo mantén los ojos cerrados de acuerdo — dijo ella quitando sus manos del rostro de él y dándole amablemente la vuelta, instándolo a regresar a su antiguo sendero — Tienes razón dejemos de ver las flores y regresemos.

El empezó a caminar extrañado oír aquel inusual comportamiento.

Eloise le dio un último vistazo al lugar por unos segundos y luego retomo su camino junto a Gabriel, camino a la mansión.

Solo habían sido unos segundos, eso no contaba. Se dijo así misma.
Solo fueron unos segundos...


...



— Es cierto, solo fueron unos segundos, eso no cuenta — se volvió a repetir así misma en voz baja, dando con aquella frase por terminada aquel asunto.

— ¿Que murmuras para ti Eloise? — dijo su madre, la magnífica duquesa viuda de Saint Albans, entrando a la habitación, con una mirada determinada. Lo cual no lo ponía nada fácil para ella.

— No es nada, madre. —contestó nerviosa.

— Bueno, ya que sueles pensar en nada. Dejaré pasar eso, más no puedo dejar pasar tu anterior entrada triunfal junto a Lord Castlereagh — señalo con una mirada que indicaba que se encontraba lo suficientemente molesta por el asunto.

— No fue una entrada triunfal madre, nadie nos vio. Salvo tú y Jessica que se encargó de atenderme, aunque me pregunto si deberíamos considerar también a la ayuda de cámara de Gabriel, estoy segura de que él también debe de haber reparado en el detalle de su señor en aquel estado. — empezó a parlotear.

— Basta, Eloise no empieces a tratar de desviar mi atención del tema, intentando marearme con otros asuntos. No funcionará, no esta vez.

— Por lo menos lo intente — dijo mirando hacia arriba, con un gesto de resignación.

— Ahora dime ¿qué sucedió para que llegarán en ese estado? — empezó la duquesa.

— Deseas la historia corta o la larga. Yo preferiría contarte la corta es muy linda.

— La larga, quiero escuchar todos los detalles de la clase de lío en la que te has envuelto en esta ocasión.

— Si, sirve de algo. Yo no inicie todo, esta vez solo fui una víctima de las circunstancias.
Todo empezó con...

Diría todo, menos lo más importante, no diría nada sobre su hermano, ni mucho menos sobre aquellos segundos, que no existieron, se recordó.


...


— Lorraine, ¿te sucede algo? — preguntó el sentándose en el sofá frente a ella.

— No, no me sucede nada. Es solo que aún no me acostumbro. — respondió ella mirándolo fijamente, estaba agotada.

— Es lógico querida, llevas poco tiempo en Inglaterra, pero no tardarás en acostumbrarte. — empezó a decir, su compañera era bonita, eso era lo que lo había atraído hacia ella en un primer momento. Sólo buscaba algo de diversión, se recordó. Más la tristeza que ella desprendía rápidamente lo cautivo, era extraño. Lo sabía, pero así había sido.
Lorraine era el tipo de persona que parecía siempre dispuesta a dedicarte una sonrisa, pero él podía sentir que tenía el corazón verdaderamente destrozado. Sería fácil decir que estaba así por una pena de amor, pero el sospechaba que la herida era mucho más profunda que eso.
Esa herida parecía ser algo tan distante, que él no parecía ser capaz de llegar a curarla algún día.
Rendirse al respecto sería más rápido, fácil y cómodo para él. Pero no podía hacerlo, la quería. No podía abandonarla, cuando sufría.

— Eso espero — contestó ella honestamente, sus malestares distaban mucho de acabarse, más era un comienzo. Solo debía mantenerse oculta. Sólo debía evitar aquellos lugares, seria sencillo. — pero dejemos de hablar de mis malestares. Creí que deseabas decirme algo antes.

— Casi lo olvido, a penas volvimos envié una nota a la que eh recibido respuesta hoy. — empezó a contar mientras le mostraba una pequeña carta.

— Puedo saber ¿de qué se trata? — pregunto con curiosidad.

— Es de parte de una persona irremplazable Lorraine — comentó con una sonrisa.

— Si lo dices de esa forma, suena como si hablaras de alguna especie a amor antiguo ¿es ese el caso? — preguntó con sospecha.

— No, es de mi prima. — Comentó con una boba sonrisa, satisfecho por haberle causado una reacción en aquel día. En el que parecía haber estado algo cansada y triste — le pregunté la fecha en la que estaría en Londres, no tardará en venir. Eh prometido que iré a verla en cuanto regrese. ¿Te molestaría acompañarme?

— Crees que sea prudente. Yo, yo soy... —empezó a decir.

— Tú eras — la corrigió el con una voz llena de seguridad, una que no deba pie a ningún argumento que se opusiera a su veredicto — nadie debe de saberlo aquí, creí que dijiste que estabas dispuesta a un comienzo nuevo.

— Tienes razón, solo espero que no le moleste mi presencia.

— No digas tonterías, mi prima es una bella dama, jamás juzgaría a nadie sin conocerlo Lorraine, estoy seguro de que ambas se llevarán de maravilla y se convertirán en grandes amigas.

— Eso espero, Federick...


Tercera parte del minimaratón 😍

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