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CAPITULO 36

— ¡Eloise! — exclamó fuertemente la duquesa acercándose a su pequeña e impulsiva hija. Y verla convertida en un verdadero desastre con piernas.

Su lindo vestido estaba lleno de manchas de tierra, barro y algunas hojas.
Estaba completamente mojada y su acompañante, que claramente no era con el que se había marchado, no estaba en menores condiciones que ella.

— ¿Que sucedió? — preguntó con la sospecha que le daban sus años, brillando en aquellos ojos generalmente amables.

— Nada — se apresuró a contestar Gabriel, al entrever que se estaba empezando a imaginar la duquesa.

— Permítame que lo dude, Lord Castlereagh. — contestó con sarcasmo, mirándolo fijamente, lanzándole la clara señal que en aquella situación le servía mantenerse calladito en aquel asunto. — ve a tu habitación, toma un baño y cámbiate. Iré a hablar contigo después. — ordenó de manera implacable, dando a entender que no aceptaría ninguna prerrogativa ante aquel asunto. — Y usted Lord Castlereagh debería hacer lo mismo — sentenció saliendo de la estancia tras su hija, que ya se encontraba en las escaleras.

Afortunadamente ninguno de los invitados había presenciado aquello.

La mayoría aún no habían regresado de la búsqueda y los que lo habían hecho, se encontraban en sus respectivas habitaciones.

Tendría que hablar de aquel asunto seriamente con su querida e imprudente hija. Sospechaba sería una larga platica.

...

¿Porque las cosas habían resultado así?

Regina debía creer que era un cretino y si es que aún no llegaba a ser portador de aquella definición por parte de ella. Sí que estaba seguro que se le acercaba bastante.

De todas las veces, porque había tenido que comportarse como un idiota en aquella ocasión.

Debió haber sido más cortante, más frio. Cualquiera de ellas habría servido.

Pero no, tenía que haberse comportado como un reverendo idiota.

No en aquel momento.
De todos, había escogido francamente el peor.

De nada servía que se lamentas, lo seguiría haciendo. Pero era bastante consciente de que hacer aquello no solucionaría ninguno de sus problemas.

Cuando ella le preguntó ¿qué había hecho?
No había hecho más que demostrarse así mismo que seguía siendo un idiota una y otra y otra vez.

Su primera noción fue negarlo, no sabía porque lo hizo, aquellas palabras habían brotado de sus labios sin que se diera cuenta plenamente, hasta que ya habían sido escuchadas por su interlocutora.

Supo que no le creyó, era fácil llegar a aquella conclusión.
Bastaba con ver la mirada que ella le enviaba. Decepción.
Eso era todo lo que indicaba su mirada. Ni el mismo creía en sus palabras.

Entendió que no servía de nada negar lo ocurrido, aquello más que servir como algún tipo de absurda protección, era dañino para ella. Y dios lo amparara, pero su dolor ya desde hace un buen tiempo también se había convertido en el suyo.

Debía hacerse cargo de sus propias acciones. Y buscar la forma de recuperar todo lo que había tenido con Regina. ¿Haciendo qué? Aún no lo sabía, pero debía haber algo.
Solo tenía que encontrarlo.

Solo tenía que hacer aquello, decirlo era mucho más sencillo que hacerlo.

Cómo podía iniciar...
Iniciar, en ello estaba la solución.

Se llenó de satisfacción al hallar su tan ansiada respuesta que hasta momentos antes le atormentaba en demasía.
No sabía si funcionaria o no, pero en teoría debía funcionar.
El pondría su fe en ello.
Su fe en ellos...

...

— Regina — exclamó Lady Rinstoner ingresando a la habitación de su sobrina sin la menor ceremonia — ¿Porque no me dijiste que ya habías regresado?

— Porque nunca pediste que lo hiciera, así que no lo vi necesario. — contestó con simpleza sin levantar la mirada del libro que tenía entre sus manos.
Aunque sólo fuera en apariencia.
Ya que no había pasado aquella página desde hacía más de media hora.

Su mente no podía evitar divagar, respecto a sus propios líos como para reparar en los problemas de los protagonistas del libro.
Aunque debía acotar que la preocupación de la protagonista también era notable. Si es que escoger entre los nuevos indicios en la moda era una verdadera proeza.

— Pero... Da igual — completo con resignación, cuando su sobrina se ponía en aquel papel, era bastante difícil de lidiar de manera directa.

— ¿Cómo te fue? — preguntó acercándose a ella y luchando por obtener su atención posicionándose de tal manera que vitaba que la poca luz le diera.

— Bien. — fue su escueta respuesta.

— ¿Solo bien? — preguntó sin dejar de mirarla fijamente, por un par de minutos. El silencio y la espera, provocaban que una pequeña capa de tensión leve se diera entre ambas, era frustrante. Una debía de ceder para que aquella escena acabara.

— ¿Que deseas saber querida tía? — preguntó desechando la idea de usar el libro como medio de escapatoria.
Su Curiosa (entrometida), pero querida tía no la dejaría continuar encerrada en sí misma. Por lo menos no hasta que ella le proporcionarse la información que está había ido buscando desde el inicio.

— Oh, yo no deseo nada en especial —contestó haciéndose la desentendida en el tema. Mientras casualmente se acomodaba a su lado. En una postura que indicaba que estaba muy cómoda y que no pensaba moverse de dicho lugar en un muy buen rato. Como si poseyera todo el tiempo del mundo.

— Si es así no te importaría que continúe con mi lectura — repuso Regina haciendo el ademán de volver a abrir el libro, en el capítulo en el que se había quedado. El cual no recordaba, pero afortunadamente lo tenia marcado.

— Puedes hacerlo — comentó cantarinamente — pero ambas sabemos que no lo harás.

— ¿cómo puedes estar tan segura? — inquirió con fingida curiosidad.

— Podríamos decir que la experiencia y la sabiduría es algo que va aumentando con el paso de los años. — Comento mirándola fijamente — Y que te eh visto nacer y crecer, creo que eso me da un poco de derecho a hacerme una opinión.

— En pocas palabras, sabes que terminaré contestando lo que preguntes.

— Si lo dices así, lo haces sonar como si fuera un interrogatorio. — mencionó negando ligeramente con la cabeza, para después mostrar en su rostro una ligera indignación, falsa pero indignación al fin. — preferiría llamarlo. Una bella y amena charla entre dos damas que se aprecian en demasía.

— Bien, empecemos con tu bella y amena charla entre dos damas que se aprecian en demasía. — respondió con resignación, pero con determinación. La determinación de saber que mientras antes empezará antes podría acabar.

— Bien ¿qué relación tienen tú y el duque de Saint Albans? — preguntó Lady Rinstoner. Charlotte Blake siempre había sido directa cuando quería confirmar alguna de sus intuiciones en especial en su juventud.

Aquellos buenos tiempos junto a él...


...

— Su excelencia — escucho que una frágil voz decía a sus espaldas.
Pese a que era lo que menos quería se obligó a detenerse y girar a ver a la interlocutora de aquella voz.

— Lady Sarah — dijo el a modo de saludo, aquello era la mayor demostración de cortesía que podía proporcionar a alguien ajeno a su íntimo círculo de amigos que se sentía capaz de proporcionar aquel día. — ¿se le ofrece algo?

— No, es solo que yo esperaba tener la oportunidad de saludarlo. — dijo tímidamente.

— Le agradezco el gesto — contesto con displicencia, haciendo todo el uso de su fuerza de voluntad para no rodar los ojos ante la situación — si no se le ofrece nada más... — mientras estaba por hacer el ademán de retirarse.

— ¡No! — Se apresuró a exclamar Lady Sarah con cierto toque de desesperación — No, por favor su excelencia. No se retire aún.

— Puedo saber el motivo detrás de su petición — dijo con sospecha, no le agradaba el sentido que empezaba tomar aquella minúscula conversación.

— Es solo que, que yo esperaba que pudiese mostrarme la Galería de la mansión, eh oído que es prodigiosa. — respondió satisfecha con la respuesta que había dado. Esperando atentamente la respuesta que pudiera salir de los labios de aquel caballero ante su petición, que seguramente sería vista como un atrevimiento por los miembros más puritanos de la sociedad, pero que sin duda alguna se veía obligada a hacer si quería una oportunidad, una nuevamente, no lo había logrado la temporada anterior. Así que esta sería finalmente su victoria.

— Lady Sarah yo... — se detuvo por unos instantes al vislumbrar una silueta muy conocida para el acercarse por aquellos pasillos. Por un momento se olvidó que tenía a otra dama frente a él esperando una respuesta ante su pregunta. — Lo siento, pero no puedo mostrarle la Galería.

— Puedo preguntar el porqué de su negativa su excelencia, tal vez mi compañía no es deseada por usted — repuso con un gesto que indicaba que se sentía fervientemente herida ante aquella negativa no esperada.

Harry detuvo sus labios a tiempo antes de decirle que no estaba interesado en lo más mínimo en disfrutar el placer de su compañía.

Que tenía a alguien pensado para aquel fin.

Se contuvo reflexionando levemente al respecto, con quien hablaba era una dama después de todo. Y no una dama cualquiera, era la candidata predilecta de su madre la temporada anterior, desde cierto punto de vista era lógico que ella se sintiera segura a entablar una conversación con el de cierta manera.

— Lamento si mis palabras le generaron esa impresión — contestó con serenidad — pero no puedo mostrarle la Galería principal debido a que se encuentra en reparación en estos momentos, un restaurador se está encargando de darle mantenimiento a las obras.

El alivio que se generó rápidamente en el rostro de la joven fue evidente.

Él no quería generarle falsas esperanzas, por más entretenido que fuera ver a cierta persona acercarse y evaluar la situación que se desarrolla entre ambos frente a sus ojos.

— Entonces ¿qué le parece mostrarme la Galería central? — sugirió con más seguridad, la que le había surgido al verse renovada de confianza al no haber recibido un rechazo por parte de él.

— Debe disculparme, pero la Galería central es una a la que sólo pueden acceder miembros de la familia — dijo lo último lo suficientemente fuerte como para que pudiese ser oído por la persona que se aproximaba hacia ellos, en vista de que no podía dar la vuelta y tomar otro camino.

— Entiendo, pero...— empezó a hablar. Más su intento fue acallado rápidamente por la rápida acción de su acompañante.

— Si me disculpa Lady Sarah — dijo rápidamente para después pasarla de largo, logrando hacer que ella se girará para ver el motivo de la premura de alguien como el duque de Saint Albans. Al que no parecía importarle nada más que su familia y el mismo.

— Lady Regina, es un placer verla nuevamente — comentó con una sonrisa impregnada en su rostro.

— Su excelencia — fue todo el saludo que pudo conseguir de parte de ella.

— Espero que no haya olvidado el recorrido que prometí darle — comentó rápidamente lo suficientemente fuerte como para ser oído con total claridad por su anterior acompañante. Que solo atino a fingir no haber escuchado aquello, como un último recurso para mantener su dignidad.

— ¿Recorrido? — preguntó Regina confusa ante a aquel repentino cambio de acontecimientos.

— Si, la Galería central, prometí que se la enseñaría. Sé que le gustara. — Comentó obligándola a tomar el brazo que él le ofrecía.

Dejando a una antes inmutable Lady Sarah con una creciente aflicción surcando sus sentidos.

Aquello había sido claro. Había perdido la batalla antes de llegar al campo crucial. O eso quería creer, parecía ser que ni siquiera había tenido la oportunidad en ningún momento, ni siquiera en la temporada anterior.

Lo único que había hecho era crear un castillo de ilusiones, basadas en esperanzas vacías. Creando expectativas que nunca llegaría a cumplir.

En la Galería central de la mansión de Saint Albans.
Se encontraban todos los retratos de los anteriores miembros de la familia. Desde el primer duque hasta el actual, sus duquesa y los hijos que nacieron de aquellas relaciones.

Era algo privado, algo demasiado íntimo en aquella familia.
Algo que sólo le muestras a alguien cuando deseas decirle que quieres que se quede a tu lado.
Para siempre... 

Primera parte del mini maratón navideño.

Publicare los otros capítulos en lo que resta del día 25.

Feliz navidad a todos, espero que la estén pasando con las personas que mas aman y que los aman de igual manera. Les deseo felicidad, amor y paz para sus vidas.

Los quiero ❤️

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