CAPITULO 32
— ¿Porque estamos por aquí? — preguntó Eloise, algo aburrida y cansada.
— Porque más, tu misma lo dijiste ¿recuerdas? — Comentó de manera distraída viendo los alrededores — Lo que sea que tú madre haya escondido. Debe de estar cerca.
— Dije tal vez, solo es una suposición. — recalcó, ella había mencionado aquellos dos lugares solo por intuición. Nada aseguraba que estuviera en lo cierto — Además Lord Hereford y Lady Florence, deberían dirigirse hacia aquí en algún momento.
— Dudo que logren llegar, casi no conocen nada de la propiedad. — agregó con una de esas sonrisas llenas de suficiencia.
— Siempre hay una posibilidad, Gabriel.
— Apelare a que en esta ocasión no surja.
— De acuerdo, entonces ¿qué hacemos? — pegunto con resignación, no tenía ningún caso seguir quejándose al respecto.
— Buscar ya casi llegamos a aquel lugar. Quita esa expresión, ¿dónde quedó tu espíritu aventurero?
— En el mismo lugar donde deje mi cordura y mis pies. — refunfuño, había sido difícil moverse con el vestido que llevaba puesto. Que si bien era bonito era algo pesado, demasiado para su gusto.
El jardín de mariposas, como la familia se refería al lugar de manera particular, ya que en el pasado había tenido otro nombre, uno con bastante clase o algo así, se lo había puesto su abuela, pero todos lo olvidaban siempre así que se quedó como en un inicio, el jardín de mariposas.
Quedaba bastante apartado de la propiedad, más aún si no ibas por el camino principal, el camino de la Glorieta.
Ambos habían tenido que dar un rodeo monumental para llegar a aquel lugar.
Eloise se lo había advertido, pero "Gabriel el terco" era un adversario imbatible cuando quería. Incluso logró exasperarla a ella, algo difícil ya que ella solía hacer aquel trabajo con los demás antes de que tuvieran oportunidad de probarlo en ella.
— Deja de quejarte, es mejor estar aquí que haber regresado.
— ¿En qué sentido es mejor? — pregunto Eloise caminando cuidadosamente entre algunas enredaderas. Fuera bueno o no, ya se encontraban cerca de aquel recinto.
El jardín de mariposas al que se referían, era un pequeño jardín resguardado que había sido construido por su abuelo o tal vez su bisabuelo, no recordaba exactamente. Había estado abandonado por un tiempo hasta que su madre le había prestado atención, y había convencido a su padre de restaurarlo y modernizarlo.
Las paredes que recubrían el jugar eran de algo parecido al cristal, lo cual le daba un toque bastante adorable, en especial en el atardecer.
La razón de que incluso muchos de los asistentes más antiguos a las fiestas de su madre no conocieran el lugar, se debía a que estaba lejos del centro de la propiedad, cerca de veinte minutos caminando, algo que dudaba cualquier noble hubiese querido hacer en su sano juicio.
Aquello era razón demás para su cansancio, aquellos veinte minutos de caminata habituales habían sido casi duplicados al dar un rodeo.
— En el que la duquesa no saltara sobre ti, con algún descabellado plan.
— Tienes un punto, pero más que eso es porque no deseas montar tu dramática escena nuevamente ¿verdad? — Dijo con una mirada suspicaz y burlona — Me pregunto qué dirán en la cena de esta noche. Lord Castlereagh, el pobre y débil Lord Castlereagh...
— Eres insufrible.
— No más que tú, Gabriel. No más que tú.
Ambos se acercaron a aquel recinto rodeándolo para ingresar por la entrada posterior, que según los cálculos de Eloise debía encontrarse abierta.
En efecto así era, estuvieron a punto de empujar la puerta para ingresar más algo los detuvo.
Un ruido, había "algo" dentro.
Ambos se lanzaron una mirada que era una clara señal que ambos debían mantener la boca cerrada.
Por más que se quedaran allí, no lograrían saber que sucedía adentro solo manteniéndose inmóviles en la puerta.
Ella le hizo una pequeña seña, ambos avanzaron con pasos delicados hacia uno de los laterales del recinto.
Se escondieron rápidamente, detrás de unos arbustos lo más cercanos a aquellas lunas de cristal, aunque aun así no lograban ver nada de lo que ocurría en el interior. Las enredaderas y la postura que ambos mantenían, impedían ver más allá de las flores.
Después de unos momentos de no escuchar nada más que sus respiraciones, cierta persona no pudo mantenerse en silencio por más tiempo.
— ¿Porque nos escondemos? — pregunto Gabriel, incomodo por estar en aquella situación. No es que no se hubiese escondido antes, pero era diferente. Antes sabía porque se escondía, ahora no. Era tonto, en estos momentos no huía de ningún esposo celoso. Así que no encontraba alguna razón válida para ensuciar sus costosos pantalones.
— Shhh — le dijo Eloise lanzándole una mirada de disgusto — nos pueden oír.
— ¿Cómo estas segura que hay una persona adentro? — Pregunto en susurros — bien podría ser algún animal.
— ¿Que hacemos aquí? — se logró escuchar. Era una delicada voz femenina, que claramente se encontraba indignada.
Aquella voz se escuchó apenas como un susurro para ellos que se encontraban en el exterior, pero dentro del recinto había sido mucho más que eso.
— ¿Eso te parece algún animal? — pregunto ahora Eloise, lanzándole una mirada de superioridad a Gabriel. Su sexto sentido casi nunca fallaba, y este momento le decía que podía enterarse de algo muy bueno. — Ahora no hables, y deja escuchar a los expertos.
...
— ¿Los niños no deberían comer fuera? — comento el Vizconde de Tompred comiendo con pasividad su alimentos.
— Disculpe, pero debería recordare sus modales Lord Tompred. — advirtió Edwards, con una fría mirada que podría helarle el alma a cualquiera. No pensaba permitir que aquel "caballero" lo tratase como a un niño de cinco años.— Un vizconde tan culto como usted debería saber comportarse adecuadamente — comento, lo dijo de manera aparentemente inocente, más ambos sabían que aquellas palabras estaban llenas de cualquier cosa menos de palabras casuales. Lo había dicho tan intencionalmente casual como pudo.
— Discúlpeme por decir algo que creí correcto — se defendió el vizconde tratando de esconder una mueca llena de irritación. No había esperado que aquel irritante mocoso apareciese. Ni que la otra jovencita que siempre estaba con las narices metidas en un libro se deshiciese de prácticamente todas las muchachitas, todas las que podían servirle de entretenimiento.
— No lo tomare demasiado en cuenta, en esta ocasión — tercio el pequeño caballero rubio con voz serena, pero dura. Una voz que no parecía pertenecer a alguien de su edad, más aun así de alguna manera había conseguido hacer suya a aquella voz irradiante de seguridad — mi padre decía que debíamos ser condescendientes con alguien «très âgé».
— Creo que ahora fue usted quien fue descortés, pequeño Lord — comento con el ceño fruncido, su irritación subía a cada instante.
— ¿Fue así? — dijo haciéndose el desentendido, logrando que su rostro recreara la perfecta mueca de falso arrepentimiento. — le pido que me disculpe si mis palabras hirieron sus susceptibilidades, lamento que debido a mi juventud aun cometo algunos "errores".
— No se preocupe, tal como usted lo hizo, yo tampoco lo tendré en cuenta— comento con desgano, pensando en cómo deshacerse de aquel muchachito en aquello días, pese a que era joven, debía admitir que no era nada tonto. Su mirada le advertía que claramente no había demostrado nada aun, cuando se hiciera mayor podría convertirse en un gran estorbo. — puedo preguntar ¿a qué debemos su presencia?
— Debería tener algún motivo para regresar a mi casa, después de un largo tiempo en Eton — insinuó Edwards ansioso por escuchar que respondería aquel "caballero".
— No por supuesto que no, es su casa. Solo me preguntaba porque había decidido pasar sus vacaciones aquí, en vez de ir a la residencia de algún compañero.
— No tenía demasiadas ganas de hacer aquello, se podría decir que extrañaba la tranquilidad de Wartonn House — respondió con sinceridad, una de las pocas cosas sinceras que había dicho en toda la comida, claro aparte de llamarlo viejo. — me gustaría saber el motivo de su visita a Wartonn House, Lord Tompred.
— ¿Motivo? — Dijo haciéndose el desentendido — no tengo ningún motivo en especial, más que el de cumplir la voluntad de un querido amigo. Mi deber es proteger sus bienes, y guiarlo a usted.
— Le agradezco sus preocupaciones — comento falsamente. Alguien tan avaro como el haciendo buenas obras, era algo que cualquier persona con un poco de cerebro no creería. ¿Guiarlo a él?, no había escuchado algo tan absurdo, desde hace un par de meses en Eton, cuando una niña de no más de nueve años había intentado colarse en el recinto. — pero no será necesario, Eton es una buena escuela. Allí aprendo todo lo necesario.
— Créame nunca es suficiente, habrá cosas que aquellos viejos maestros no podrán enseñarte. Cosas que solo un noble distinguido puede impartir — comento con orgullo.
— Puede que tenga razón — respondió con tal de finalizar aquel tema, dudaba que el vizconde pudiese enseñarle algo aparte de clases de cómo ser un cretino y la mala moda que el parecía idolatrar — espero que la comida le haya gustado.
— Si, estuvo bastante bien — respondió con inseguridad. ¿Porque aquel mocoso preguntaba eso de manera tan repentina? ¿Qué tramaba?
— Me alegra que le guste. Estoy seguro que la señora Davis estará encantada de comentarle a la cocinera que ha hecho un buen trabajo atendiendo a un invitado con un paladar tan distinguido como el suyo. — Comento con cierto toque entre zalamero e irónico — Lastima que tenga que retirarse tan pronto, le echaremos de menos.
— ¿Disculpe? — dijo algo aturdido por aquellas palabras. ¿Acaso aquel mocoso había tenido el descaro de echarlo? — ¿que intenta decir?
— No más de lo que ya dije antes mi Lord — comento con cierto toque condescendiente — lamento que deba marcharse esta misma tarde, pero usted comprenderá la situación, no es propio mantener a un caballero que no pertenece a la familia cerca de tantas damas. Es parte de nuestro deber como nobles, dar ejemplo y evitar cualquier tipo de escándalos.
— Entiendo lo que dice, mas no veo a ninguna dama en la residencia. Salvo la señorita Brown, de la cual aún no se el estatus que posee — dijo haciendo uso de todo el auto control que pudo hallar. ¿Quién se creía aquel niño? ¿Quién creía que era para echarlo de aquella manera?
Aquel lugar era suyo, o lo seria pronto. Y ningún mocoso insufrible se metería en medio.
— La señorita Brown es una querida invitada de la familia, por lo que es más que lógico saber que pertenece a el mismo entorno que todos nosotros — respondió de manera tranquila, aunque siendo honesto consigo mismo tampoco sabía mucho de Prudence, con ella no había traído mucho más que su nombre y edad como parte de su vida anterior, una que no estaba muy dispuesta a compartir. — respecto a lo de otras damas, lamento informarle que para la familia Blake cada una de nuestras empleadas es tratada con dignidad Lord Tompred.
— Admiro aquel gran sentido de equidad que la familia Blake posee, pero no cree que es llegar demasiado lejos tratar a las "empleadas " como damas.
— Como ya le eh dicho, son asuntos de familia Lord Tompred. Además, dejando fuera a las damas presentes, mi hermana volverá pronto, ¿espero que no dude que ella es una dama?
— No me atrevería a hacer tal cosa — respondió rápidamente, así que aquel era el meollo de la situación, lo quería alejado de su hermana. Era bastante tonto que creyese que algo así podría llegar a pararlo. — Su hermana es una dama, nadie sería capaz de negar aquello nunca. Aunque me gustaría poder hacer lo que me pide, mande a mi conductor junto al carruaje de regreso a Londres hoy en la mañana con instrucciones de venir por mí en cinco días, lamentablemente dudo que pueda cumplir su petición.
— No se preocupe por un detalle como ese — respondió Edwards, luchando por ocultar una sonrisa — me entere de aquel pequeño inconveniente en la mañana, eh mandado preparar un carruaje, ya debería estar listo. No se preocupe, en un par de horas deberían tener todo su equipaje en el carruaje.
— No debería haberse tomado tantas molestias — mascullo visiblemente molesto, estaba empezando a sonrojarse debido a la furia que recorría sus venas. Corrido por un niño, como si solo se tratase de basura, aquello era un golpe directo hacia su orgullo.
— No fue ninguna molestia, es mi deber como anfitrión hacer aquello. Le deseo un buen viaje Lord Tompred...
...
— ¿Qué hacemos aquí? — pregunto Regina fuertemente, una vez que logró zafarse del fuerte agarre de su captor, si es que podía llamarse así.
— ¿Que más podríamos hacer en un lugar como este? — pregunto como respuesta Harry mirando a su alrededor, debía admitir que el lugar estaba más bonito de lo que recordaba. — Venimos a aclarar todo, aunque también podríamos tener una hermosa salida romántica.
— Eres simplemente imposible — respondió frustrada. Bastante frustrada, ¿acaso él no se sentía así? ¿Porque estaba tan relajado?
— Me han dicho aquello algunas veces — comento el como respuesta, acercándose a ella, lo suficiente como para que ella pudiese ser plenamente consciente de su presencia, pero sin llegar a agobiarla, lo que menos deseaba era que Regina pensase que era algún tipo de aprovechado o degenerado, que intentaba seducirla. Aunque aquello era verdad, ella no tenía por qué enterarse de sus castos pensamientos.
— La falta de sentido común debe ser usual en ti entones — respondió ella con ironía. No le quedaba más que apelar a aquello con tal de salvaguardar el poco orgullo y dignidad que tenía en aquella situación.
— ¿Debería tomar eso como algún tipo de ofensa? — pregunto ocultando su diversión ante aquella reacción, no debería de haberle sorprendido, pero aun así lo hizo. Ella era bastante única en algunos sentidos, tenía una apariencia frágil, pero cuando quería podía de verdad mostrar un temperamento bastante fuerte, uno que indicaba que si intentabas pasar sobre ella no la tendrías nada fácil. Aquello lo fascinaba.
— Debería tomar mis palabras, tal y como son. Simples palabras, el significado es algo que usted sobrepone. — respondió ella con simpleza.
— En pocas palabras, me estás diciendo que puedo tomarlo como me venga en gana, pero que si por ti fuera tal vez me mandarías a la otra parte del mundo. Aquello fue muy dulce de tu parte.
— Si no tienes nada más que decir, deberíamos regresar — dijo con impaciencia mirando la entrada.
— Eso sí que no puedo permitírtelo — sentencio el con convicción, no le permitiría marcharse sin dejar todo claro — Esta conversación apenas está por iniciar.
— ¿De qué se supone que debemos hablar?
— De nosotros, ¿de qué más podríamos hablar?
— Hace varios meses, que el «nosotros» dejo de existir Harry. Si es que existió alguna vez. — respondió ella de manera tajante.
— Así ¿quién decidió eso? ¿Tú?
— No, el que lo decidió fuiste tú Harry. — Respondió mirándolo directamente los ojos, sin titubear — Lo decidiste desde el comienzo, desde que decidiste tener como amante a Lorraine, al mismo tiempo que me hacías promesas vacías. — contesto recordado aquel día, el día en el que lo vio besando a aquella joven. No pudo evitar mirarlo con seriedad, si él quería hablar, eso harían. Aclararía todo lo que él quisiera, pero a cambio esperaba que luego la dejara tranquila, lo suficiente como para que tuviese tiempo de recomponer su maltrecho corazón.
Y seguir su tranquila vida sin él...
Hola a todos, gracias por su apoyo hacia la historia. Generalmente procuro que los capítulos lleguen a las 2000 palabras, pero creo que en esta ocasión me pase un poco con la cantidad.
Espero que estén disfrutando de la historia, sin más aprovecho para comentarles que eh estado escribiendo otra novela histórica, espero que llegado el momento puedan darle la oportunidad de ser leída por ustedes como a esta historia. Muchas gracias por leer, los quiero 😍😍❤️.
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