CAPITULO 30
— ¿Qué crees que haces? — preguntó Eloise observando como Gabriel miraba el suelo del lugar.
— Sólo sígueme la corriente — le susurro débilmente, aunque logró ser escuchado por la perfecta audición de la joven.
— ¿Que ganare con eso? — preguntó la joven susurrando también.
A Gabriel se le ocurrían demasiadas cosas, seguirle la corriente era algo bastante peligroso. Si se iba a ver involucrada, por lo menos debía de ganar algo que la compensase.
— Siempre tan poco caritativa... — murmuró, con la esperanza de que la joven dama accediera ante aquella afirmación más aun siendo acompañada de una de sus mejores miradas. La joven no lo vio u optó por ignorar aquel intento por completo. Él tenía la gran sospecha de que había sido lo último, más su ego prefería optar por la primera opción. Finalmente se dio por vencido. — ¿qué es lo que deseas?
— No lo sé, te pediré algo en algún momento. Puedes prometerme que lo cumplirás — dijo la joven, después de haberlo pensado por unos instantes.
— ¿Como...? — estuvo por refutar aquello. Más al ver a Lord Hereford y Lady Florence a punto de terminar su interesantísima conversación sobre los rosales en aquella mañana. No le dejó más opción — de acuerdo tú ganas, aunque dios sabe que me terminaré arrepintiendo.
Solo recibió una sonrisa divertida por parte de la joven. Claramente estaría planeando alguna maldad en la que él no terminaría muy bien parado.
— Desmáyate — le pidió Gabriel de la nada al ver que Lord Hereford y Lady Florence voltear dispuestos a volver al ataque con toda la caballería.
Eloise no pudo reaccionar a tiempo, después de todo ella no era alguna especie de cachorro entrenado que obedecía las órdenes de su amo.
Por lo que Gabriel tuvo que sacrificarse en aquel asunto, después de todo era su culpa por no decirle a Eloise lo que debía hacer desde el comienzo.
Si bien no se desmayó como había visto a tantas damas hacer cerca de él. (Cosa que le parecía divertida de cierta manera, ya que era imposible que cayeran desmayadas convenientemente cerca de algún sofá. Con bastante gracia y perfectamente arregladas.) Sería vergonzoso que él se desmayase, en cualquier situación. No podría hacerlo.
Así que lo único que pudo hacer fue tambalearse, como si un repentino dolor azotara su cuerpo.
Su actuación debió haber sido buena pues vio los rostros de sus acompañantes contraerse de preocupación.
Se recostó sobre Eloise, como si no pudiese mantener su propio peso, aquello lograría hacer todo aquello más real.
— Lord Castlereagh ¿se encuentra bien? — preguntó una preocupada Lady Florence empezando a acercarse.
— Yo... — dijo débilmente.
— Parece que tiene un poco de fiebre — comentó Eloise, haciendo su mayor esfuerzo por parecer preocupada. Aunque sí era honesta sentía unas tremendas ganas de reírse de aquella situación. — no se estuvo sintiendo bien desde ayer ¿verdad? — preguntó ganándose cómo respuesta un asentimiento por parte de este.
— Desea que la ayude Lady Eloise — dijo acercándose Lord Hereford. Un caballero jamás debía dejar que una dama cargará con el peso de otro caballero sobre sí.
— ¡No! — grito Gabriel, más se detuvo cuando se dio cuenta que se suponía que un enfermo no debía actuar de esa forma.
— No, no se preocupe Lord Hereford. Agradezco sus intenciones, más puedo encargarme de Lord Castlereagh — señaló ella con una débil sonrisa. — cerca de aquí hay unas pequeñas bancas, descansaremos allí hasta que Lord Castlereagh se encuentre mejor, lo suficiente como para volver a la casa.
— Lo entiendo, es usted un verdadero ángel al preocuparse de esa manera por alguien lastimado — comentó con algo de ilusión, probablemente idealizando la situación.
— No tiene que decirlo de esa manera, haría lo mismo por cualquier otra persona o algún animal herido — respondió, ante aquella última afirmación, no pareció gustarle demasiado al animal herido en cuestión, ya que sólo frunció ligeramente el ceño.
— Tiene razón, lo mejor será que vuela a casa — añadió Lady Florence con algo de resignación y tristeza. Ella de verdad quería hallar el tesoro en aquella vez, tanto como lo quiso el año pasado y el anterior a ese y el anterior...
— Lo siento — susurro Gabriel lo suficientemente fuerte para ser escuchado — lamento que ambos deban renunciar al juego.
— Tengo una idea — comento Eloise con una débil sonrisa, como si aquello acabarse de ocurrírsele. Aunque aquella indirecta no pudo ser más clara, a menos que a Gabriel se le hubiese dado por enviarle señales con humo. — porque no van ambos a buscar el tesoro. Tenemos a un caballero tan... Tan simpático como Lord Hereford y aúna dama tan adorable como Lady Florence, a mi madre no le importara cuando se entere de las circunstancias.
— Lo que dice es verdaderamente brillante Lady Eloise, no podría habérseme ocurrido una mejor idea — comentó el con adulación. Ante esto Gabriel solo pudo rodar los ojos. — Si está de acuerdo con que este humilde caballero sea su acompañante en este juego, sería un honor — le señaló a Lady Florence. Que no tardo ni un segundo en aceptar aquello.
Después de todo, no podía darse el lujo de que este se arrepintiera.
— ¿Dónde deberíamos empezar a buscar Lord Hereford? — preguntó Lady Florence emocionada por volver a aquella búsqueda.
— Para serle honesto mi Lady, no sabría por dónde. Es la primera vez que vengo a la propiedad.
— Oh — comentó Lady Florence volviendo a perder las esperanzas de ganar, que se iban tan rápido como habían llegado.
— Ahora que pienso en aquella pista — murmuró Eloise — hay dos lugares que puede que tengan que ver...
Comento ganándose la atención de todos, de incluso el convaleciente Gabriel.
— Podría decirme a qué lugares se refiere — preguntó Lady Florence, después de todo a la que le preguntaba era nada más que una joven dama que había nacido y vivido en aquella propiedad la mayor parte de su vida.
— Si desean llegar deberán regresar todo el camino hasta la casa, me refiero a la glorieta. Y el otro lugar seria, el jardín de mariposas.
Después de unos momentos de indicaciones. La pareja se marchó.
— Ya puedes dejar de actuar — señaló Eloise avanzando, logrando que Gabriel casi perdiera el equilibrio.
— Yo estaba bastante cómodo — comentó el con una voz ligeramente aburrida, soltando un respiro de resignación al dejar su actuación.
El debería haber sido actor, claro si no fuera noble habría sido actor. No le cabía duda de que sería uno muy popular.
— ¿Porque les diste una pista?
— No lo sé, quien sabe — contestó mirando la dirección en la que aquel disparejo para había marchado. Pese a su respuesta, sí que sabía la razón.
Aquella respuesta no fue del agrado de Gabriel.
¿Porque los había ayudado?
Eloise detestaba perder, acaso sería por... Imposible
Eloise debía tener estándares más altos, alguien así no debía encajar con ella jamás.
— Vamos — la apremio Gabriel, después de estirarse unos segundos.
— ¿A dónde? — preguntó Eloise distraída.
— A buscar ese collar de diamantes o rubís que tu madre a escondido.
— ¿Cómo estas tan seguro que es aquello?
— Lady Florence no paraba de hablar de aquello — murmuro — Solo espero que sea así, Dios si no...
...
— ¿Lorraine? — pronunció Harry lentamente, asimilando aquello. — ¿cómo es que tu...? — dejo caer aquella pregunta inconclusa.
— ¿Cómo es que lo se? — ¿eso es lo que estabas por preguntar? — ante el asentimiento que un confuso Harry hizo ella solo suspiro. — Nada puede ocultarse para siempre.
— No sé qué es lo que piensas Regina pero no es así, yo no tengo nada que ver con ella, ella...
— ¡Basta! — exclamo Regina — por favor, para. — pidió al escucharlo balbucear aquellas palabras.
Se sentía herida y molesta, pero mucho más enfadada que herida.
Que negara la relación que él y Lorraine habían mantenido o tal vez aun mantuvieran era una verdadera desfachatez.
Él tuvo el detalle de mantener la boca cerrada, conformándose sólo con observar las reacciones que surcaban en el rostro de ella. Posiblemente dándose cuenta de que sus palabras no habían sido las más acertadas dada la situación.
Y también sintiéndose como un verdadero idiota.
— No es lo que quise decir — dijo después de ordenar sus pensamientos.
— Harry, ya te dije que lo sé todo. No necesitas intentar negarlo, ya lo sé.
— Lo admito, Lorraine y yo tuvimos una relación, pero eso fue antes de conocerte. — Explicó rápidamente — después de ti no ha habido nadie porque...
«Tonta»
De verdad él la creía tonta, tan tonta como para aceptar aquello.
— Harry, se bien que estuviste con ella cuando ya estábamos juntos.
— No sé de donde hayas sacado aquello, pero no es así.
«Mentiras»
Ya no podía creer en Harry, lo poco de sí que aún quería creer en él, se desmoronaba con cada palabra que decía.
Cada excusa parecía enredar todo más, ¿porque simplemente no lo admitía?
Sería doloroso que le confirmara lo que ella ya sabía. Que sólo había pasado el rato con ella.
Pero era mejor aquello, confirmar lo que ya sabía era necesario. Dolorosamente necesario.
Sus mentiras, o el vago intento de ellas solo empeoraban la sensación. Parecían cavar un agujero aún más profundo, más doloroso.
Pero también la llenaban de indignación.
Le había interesado por creer en ella, por aceptar que era una mujer capaz de pensar.
Pero ahora parecía creer que ella creería cualquier cosa que saliera de sus labios, como si fueran la verdad absoluta.
— Dejemos el tema Harry — zanjo ella con la voz algo endurecida — lo mejor para ambos es fingir que no nos conocemos.
— No puedes pedirme algo así, no es justo.
— La vida no es justa — admitió — pero no creo que seas el adecuado para decidir aquello.
— No lo entiendes, si es por lo de Lorraine puedo jurarte que...
— No Harry, detente. No sigas por aquel camino, que no nos llevará a ninguna parte. Lo mejor para ambos es que separemos nuestros caminos ahora.
— ¿Porque solo sigues diciendo eso? — dijo Harry sosteniéndola de la muñeca, para evitar que ella se fuera. Aplicando la presión necesaria para mantenerla cerca, pero sin hacerle daño.
— Tienes responsabilidades Harry.
— Si, vaya que se eso. — respondió con ironía— Pero eso es algo que se encarga de repetirme mi madre y todos los administradores, gracias por entrar a aquel grupo.
— Sabes que no me refería a eso.
— No, no lo sé Regina. Vamos dime todo, todo lo que sepas o creas saber. Déjame saber en qué posición me encuentro frente a ti. Déjame ver si hay alguna posibilidad de desenredar toda esta historia.
— ¿De verdad vas a hacer que lo diga? — al ver la mirada que él le lanzaba no le quedó otra más que resignarse a hacerlo, de cierta forma aquello era un poco humillante — que deseas saber Harry, ya te lo dije. Se sobre la relación que mantuviste con Lorraine, eso debe ser más que suficiente. Déjame irme
— No, no es suficiente. Sé que aún ocultas algo. No te dejaré marchar hasta que me lo digas — aunque siendo honesto no pensaba dejarla marchar aunque ella le dijera aquello, la acerco hacia él de manera impulsiva. No era algo planeado, pero sus brazos reaccionaron antes que si quiera el enviara aquella orden, ella tampoco había esperado aquello por lo que perdió momentáneamente el equilibrio. Al recuperarlo lo vio con una expresión que claramente luchaba por parecer enojada, aunque más que eso parecía «decepción».
Ella se alejó de él unos centímetros. Aunque de por sí aquello era una distancia lo suficientemente escasa como para convertirse en un verdadero escándalo. «Indécent»
— Lorraine...
— ¿Que tiene Lorraine? — preguntó el ya bastante molesto de que el nombre no dejara de salir a relucir e interponerse entre ambos.
— Sé que ambos tendrán un niño.
Aquello era algo que francamente no se esperaba.
No pudo articular palabra, debido a la conmoción.
Entre ellos se formó un silencio que podría ser definido como caótico y circunspecto.
Un silencio ensordecedor calma, pero también hiere.
El silencio puede ser la cura, pero también el veneno.
El silencio puede ser interpretado de distintas formas.
Como la aceptación de algo que no se quiere admitir en voz alta, como el susurro de lo que pudo ser y no fue.
Como un último adiós.
Hola a todos, espero que estén disfrutando de la historia. 😍❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro