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CAPITULO 28


— Mi Lady le he dicho que su belleza se asemeja a la de los riachuelos que recorren mi hermosa propiedad en... — empezó a decir Lord Hereford mientras ambos caminaban por las cercanías de la casa.

Ella había dejado de escuchar desde hace un buen rato o por lo menos lo intentaba con disimulo, o lo que ella creía que era disimulo y el caballero en cuestión interpretaba como timidez. Cosa que no podía estar más alejada de la realidad.

Ella en aquellos momentos ansiaba tener aquellos tapones para oídos que su hermano había conseguido para ambos hace algunos años cuando su madre y su difunto padre los habían obligado a ir a el primer recital familiar de una prima lejana, la pobre había estado por romperle los tímpanos si no hubiese sido por aquel aparatejo. Su madre aun sentía punzadas de dolor cada que ella le recordaba aquel evento lleno de musicalidad.

Respecto a Lord Hereford, había comprobado que no era una mala persona o algún tipo de caballero aprovechado. O cualquier cosa que se le pareciese. Por lo menos aquella impresión le había transmitido en el tiempo que llevaban participando como pareja en aquel juego.

Más debía de saber que con aquellas comparaciones no lograría hacer vibrar el corazón de una dama, por lo menos no el de ella. La llevaba comparando con varias cosas desde hace bastante rato lo último que había logrado oír era lo de aquel riachuelo. Una comparación por la que no estaba segura si debía sentirse alagada.

Porque los caballeros se enfocaban en aquello. Era lindo estar cerca de alguien galante, pero acaso no sería mejor estar al lado de alguien genuino.

Eso es lo que ella buscaba, alguien honesto, alguien que no le bajara las estrellas o le hiciera juramentos que no sería capaz de cumplir. Quería diversión, compañía, y porque no ¿amor? tal vez algún día.

Quería que vieran quien era, no quería ser Eleoise Cavender, hija de un duque y hermana de otro. Quería que vieran solo a la inquieta, y aventurera Eloise. A la mujer.

Se enamoraría, acababa de decidirlo. Se enamoraría de un guapo caballero cerca de un claro, cuando la luna estuviera en su apogeo.

Se enamoraría y tendría una aventura de la que disfrutaría, no sabía cómo resultaría al final pero pensaba disfrutarlo.

Y como claramente Lord Hereford no era dicho caballero, ya estaba siendo hora de buscar la manera de decirle adiós.

— Lady Elois... — estuvo a punto de terminar de pronunciar Lord Hereford mas se vio interrumpido por la llegada de un par de personas.

— Gab... No Lord Castlereagh — se corrigió rápidamente, algo que paso fácilmente desapercibido por Lord Hereford y Lady Florence. — Es un placer verlo. — comento cortésmente, pudo ver la mirada suplicante que este le lanzaba , clara indicación que Lady Florence había empezado a contarle sobre lo escandaloso que era usar vestidos de colores apasionados o algo por el estilo. Cosa que escapaba de la comprensión de Gabriel, un ávido admirador de las formas femeninas.

Su primer plan había sido pedirle ayuda, mas estaba segura que si ella hacia eso él se aprovecharía de la situación y ella terminara pagando el precio.

Mas si ella se sentía cómoda con su pareja de juego, el que tendría que suplicar por ayuda y pagar el precio por el favor seria Gabriel, después de todo él no sabía cómo era Lord Herford .

No lo conocía más de lo justo, solo saludos corteses en alguna que otra velada en la que posiblemente habrían coincidido. O rumores que podría haber escuchado, a los que seguramente no había prestado más que unos segundos de su atención.

¿Porque lo sabía? ¿Cómo estaba segura que aquellos pensamientos eran ciertos?

La respuesta era bastante clara.

Bastaba con solo verlos para saber que eran totalmente opuestos, en más de un sentido.

Lord Hereford tenía tres hermanos, era un hombre al que le gustaba la vida pacifica, y hogareña hasta cierto punto. Era un claro enamoradizo, que idealizaba a la dama en la que posaba sus ojos con bastante facilidad. Disfrutaba de las veladas justamente lo necesario, apreciaba una conversación tranquila y sin escándalos, pero con un poco de pretensión tan típica de cualquiera que alternara la sociedad.

Gabriel era hijo único, heredero a obtener el título de marqués. El tipo de hombre al que le gustaba tomar las riendas de sí mismo. Podía vivir en el campo unas semanas y no volver a pisar aquel lugar en años sin extrañarlo en lo más mínimo, él estaba hecho para la vida de ciudad. Una vida llena de fiestas, amigos, cotilleos y escándalos. Como disfrutaba de ellos. Las aventuras eran otro de sus pasatiempos favoritos, las damas parecían caer rendidas ante el con facilidad. Aquello era una historia de nunca acabar, pero si algo quedaba bastante claro era que Gabriel no era del tipo que entrega el corazón, del tipo que se enamora.

Eso era algo que sabias sin necesidad de preguntar, era algo que entendías con una sola mirada.

Gabriel era como aquellos espíritus del viento del que hablaban los griegos y romanos, libres e imposibles de enjaular. Un Anemoi un Venti. Eso era Gabriel.

— El placer es nuestro Lady Eloise, Lord Hereford — saludo a ambos cortésmente — veo que también buscan el tesoro de la duquesa.

— Así es Lady Eloise y yo estábamos buscándolo — contesto con amabilidad — veo que su pareja en ese juego es la encantadora Lady Florence — comento saludándola con una fina reverencia — eh de decirle que ha sido usted bastante afortunado.

— Claro que eh sido afortunado, estoy seguro — comento Gabriel con una pequeña pisca de sarcasmo bien disimulada, aunque fue perfectamente captado por una mente tan ágil como la de Eloise que hizo apego de toda su fuerza de voluntad para evitar reírse de las reacciones de todos sus acompañantes.

Gabriel sentía unas tremendas ganas de decirle a Hereford que si tanto quería a Lady Florence el, con gusto se la cambiaba por Eloise.

Un momento, eso podía funcionar, pensó no pudiendo evitar que una sonrisa traviesa se formara en sus labios.

Una sonrisa que haría suspirar a más de una dama, fuera está casada o no.

...


— ¡No! — Contestó con vehemencia — No será un magnífico día — agregó separándose de él, interponiendo toda la distancia que pudo. Una distancia con la que sentía que podía mantenerse serena. En la que podía mantener el control de sus reacciones y pensamientos.

El frunció el entrecejo, si bien no se esperaba que ella saltará a sus brazos (aunque no se quejaría si eso pasaba), tampoco espero aquella súbita reacción.

Determinación.

Eso es lo que vio en los ojos de Regina. Ella estaba plenamente segura, determinada a mantenerse alejada de él con todo el ímpetu que contenían su cuerpo y alma.

Aquella mirada se encontraba llena de confianza, más por la fracción de unos segundos le pareció ver duda.
Tal vez sólo hubiese sido producto de su imaginación, y sus ganas de que fuese cierto.
Sus ganas de tenerla junto a él.
Pero aquello había sido suficiente. Ni aún sin esa minúscula muestra de duda por parte de Regina, él no pensaba darse por vencido.

Después de todo él era Harry Cavender. El duque de Saint Albans.
Y rendirse no era una palabra que estuviera en su diccionario, menos aún por alguien tan importante como lo era ella.

— Y ¿porque no debería serlo?— pregunto con socarronería y un poco de indulgencia — El clima parece estar bien, todos parecen gozar de un buen humor considerando que fueron despertados bastante temprano para un grupo de nobles que aman mantener la cabeza enterrada entre las sabanas hasta pasado el mediodía y lo más importante de todo, es que ambos pasaremos algunas horas juntos, Regina.

— Debería dejar de bromear su Excelencia — contestó de manera distante.

Aquello no le agrado a Harry en lo más mínimo, más trato de disimularlo. Aunque por la mueca que se le formo en el rostro claramente no lo logro.

— ¿Excelencia? — Preguntó con ironía — desde cuando nos dejamos llevar por las tontas reglas, y formalidades Regina. ¿Desde cuando dejamos de ser cercanos?

— Desde que usted es duque — contestó con simpleza y algo de reproche, no había querido decirlo de esa forma, pero de alguna manera no lo había podio controlar. Las palabras abandonaron sus labios sin permiso y con más fuerza de la que ella hubiese querido.

— Así que estas enojada porque omití ese "detalle" cuando nos conocimos. — lo hizo sonar como si hubiese olvidado comentarle que acababa de comer un dulce. Algo sin importancia, algo que debía ser completamente irrelevante para ambos.

— Tal vez — respondió sin pensar demasiado en aquello, ya le había dedicado suficientes horas a aquel pensamiento, más había tardado bastante más de lo que ella consideraba racional en darse cuenta que pensar en ello no le ayudaba, ¿acaso algo cambiaría por pensar en ello con tanta intensidad? — Estoy decidiendo si es buena idea pensar en ello. Olvidarlo sería más productivo.

— ¡Vamos! ¡No puedes decirlo enserio! — Exclamo indignado — En todo caso ambos estaríamos a mano, no cree usted mi Lady. Usted tampoco me dijo nada. Ocultar su identidad ¿también fue un error de omisión? — pregunto con ironía.

— No, no fue un error de omisión — contestó con seguridad, que no sabía de donde había sacado. Probablemente era la seguridad de la antigua Regina — solo no quería decírtelo.

— Desde cuando...— empezó a decir más se detuvo — En todo caso el que debería estar enojado y créeme que lo estoy, soy yo Regina. Tú te fuiste de Francia sin decir nada. — le reprocho, ella pudo ver dolor en aquellos ojos que solían mostrarse tan vivaces, los ojos que la habían conquistado, que habían logrado causar un revoloteo en su alma. Ella lo había hecho. Ella le había provocado sufrimiento. O es que ambos se lo habían infligido mutuamente sin darse cuenta, preocupados por lamerse las propias heridas tanto que no se habían percatado de las heridas del otro.

— Recuerdo haberte dejado una carta. — se obligó a mencionar, con tozudez.

— ¿Carta? ¿Qué carta? ¡Por el amor de dios! — Exclamo con desesperación — eso apenas llegaba a ser una nota. No decía nada importante, más que me dejabas sin explicaciones. — pronuncio con algo de desesperación y amargura, aunque solo fue por unos segundos. Luego su voz tomo un matiz lleno de tristeza y suplica — ¿Qué paso Regina? ¿Qué pasó para que te fueras de esa manera?

— ¿Que pudo pasar?— repitió ella aquella pregunta, mirando al cielo. Lanzando una ligera suplica. — Es una buena pregunta su Excelencia, más debo decirle que usted conoce la respuesta mucho mejor que yo.

— Créeme que si lo supiera no habría estado rompiéndome la cabeza, tratando de saber el porqué de tu repentina partida— hablo negando con la cabeza, debía mantenerse sereno, todo lo que un hombre pudiese conseguir en aquella situación — ¿Porque te marchaste? Porque justo cuando yo estaba a punto de...

— Si aún no lo sabe eso solo significa que no ha buscado bien su Excelencia— respondió. No lo entendía, como negaba conocer el motivo cuando era tan claro. Ella se lo había dicho, eran Lorraine y el niño. Él debía estar con ellos. No en medio del jardín provocando que recordara cosas que deseaba dejar atrás.

— ¡Por el amor de dios! desde cuando eres tan frustrarte — comento despeinándose notablemente como si con eso lograra renovar sus energía y su paciencia — y deja de decirme Excelencia.

— ¿Desde cuándo nos conocemos su Excelencia? — pregunto negándose a hacerle caso a la petición de este, decidiendo que llamarlo de aquella manera hacia todo más impersonal. Mucho más distante, más llevadero, más fácil de olvidar.

— Desde hace demasiado tiempo. — contestó con molestia y algo de añoranza.

— Lo cree, yo casi no lo recuerdo — comento viéndolo fijamente de manera fría, él pudo verlo. Tal vez para otros fuese solo una tontería, pero para él no lo era. Vio dureza. El hermoso corazón de Regina luchaba, luchaba fuertemente por endurecerse. Por dejar de sentir — Lo mejor para usted también seria olvidarlo. — agregó finalmente dándose la vuelta, dispuesta a marcharse del lugar.

— Oh, no creas que lo harás — hablo el rápidamente cogiéndola del brazo, impidiéndole el avance. Logrando que ella voltease a verlo. No pudo contenerse y la abrazo, un abrazo con el que pretendía fundir sus almas y corazones, unir sus deseos — no permitiré que te alejes de mi Regina, nunca... Nunca más...

Espero que hayan disfrutado del capítulo, les agradezco de todo corazón que lean la historia.😍😍 Espero les guste, nos vemos en el próximo capítulo.   😉❤️

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