CAPITULO 19
Hace ya cuatro días que había llegado a Inglaterra y ya había pasado cerca de una hora desde su llegada a Wartonn House.
En los primeros días desde su llegada, estuvo en el hogar de su tía Philipa, una cálida casa solariega.
El porqué de su visita, aunque le avergonzara un poco admitirlo distaba mucho de sólo ser una visita de cortesía y afecto.
Por el contrario era una visita para saber sobre su propia posición.
Si bien su tía Philipa no tendía a fomentar demasiado su vida social estaba segura de que ella y su tía Charlotte habían dejado a segundo plano su mutua animadversión para controlar bien aquellas desatadas ideas que solían ocurrírsele.
Para su fortuna su primo había decidido quedarse en Escocia más de lo esperado. Y aún si este preguntaba al personal sobre su estancia en el lugar ellos le dirían que ella se había retirado en aquella fecha, cosa que era cierta.
Tal y como supuso los cotilleos giraban en torno suyo. No había quien no comentara sobre la desaparecida Lady Regina Blake.
Había quienes decían que se había fugado con algún rufián, otros juraban haberla visto en Italia entrando a un convento (algo que era cierto a medias), mientras que la otra mitad de la sociedad decía que su frágil condición, era la culpable de que no recibiera visitas. Es decir que estaba enferma.
Pese a que aquella última excusa la salvaba de sobremanera, le gustaría decirle a todos que ella era tan o incluso más sana que la mayoría de los hombres.
Su tía había desmentido de cierta forma todas las especulaciones prometiendo que ella participaría en la temporada, cosa que no ansiaba. Por el contrario desearía retrasar aquel evento lo más posible más era consciente de que aquello sería perjudicial.
En este momento se encontraba por enviarle una nota a su tía Philipa.
Querida tía Philipa
Escribo para comunicarte que ya me encuentro en Wartonn House.
He llegado en perfectas condiciones, por lo que no has de sentirte preocupada al respecto. Nuevamente te agradezco lo que has hecho por mí en todo este tiempo, sé que puedo contar contigo y aquello logra que mi corazón se sienta dichoso.
Gracias por todo tía Philipa, espero nos veamos pronto
Se despide tu preferida y única sobrina
Lady Regina Blake
Pensó en enviarle una carta a su tía Charlotte en Londres, pero no sabía a dónde enviarla.
No estaba segura que se estuviese quedando en la casa de Mayfair o por si lo contrario había decidido quedarse en otro lugar.
De todas formas sería un desperdicio de papel ya que estaba segura que su tía ya sabía de su llegada. Alguno de los empleados seguramente le había enviado una nota, esperando una recompensa por aquella hazaña.
— Mi lady acaba de llegar esta carta — informo la Sra. Davis.
— Está bien Sra. Davis la leeré en unos momentos — respondió volviendo su atención al bordado que estaba haciendo, hasta el día anterior era un sol, pero ahora parecía un girasol. Al ver que el ama de llaves no se retiraba se obligó a preguntar — ¿sucede algo más?
— No mi lady... Es solo que la familia Williams ha tenido a su pequeño hijo enfermo desde hace unos días y parece que su salud ha empeorado.
— Porque no me dijiste eso antes.
— Es que se veía un poco cansada y no quería molestarla con problemas menores. — respondió la Sra. Davis de manera nerviosa.
Ella definitivamente debía ordenar en su mente que eran problemas menores.
Problemas menores serían que hubiese habido algún problema en la bodega de la cocina o cualquier otra cosa, como que al mayordomo Fred lo hubiesen vuelto a rechazar.
Pero no la salud de un niño o de cualquiera de las personas que vivían allí, personas que se encontraban bajo la responsabilidad del conde, de su pequeño hermano.
— No te preocupes, me encargaré.
— Quiere que vaya yo o que mande a alguien a averiguar la situación — pregunto esperanzada de no tener que ir en persona.
— No, gracias por tu ofrecimiento pero iré en persona — decidió finalmente. La Sra. Davis era una buena ama de llaves de lo mejor que pudieses encontrar en el mercado laboral en toda Inglaterra. Era muy eficiente, capaz y leal por lo que llevaba más de diez años trabajando allí y se tomaba su puesto muy enserio. Pero su mayor defecto si tuviera que decirlo, era sin duda alguna su alta estima a categorizar y atender a todos según la clase a la que pertenecieran.
Ella tenía la firme tendencia a pensar que entre ella y Fred eran las personas de mayor jerarquía en Wartonn House, claro eso después de los dueños de la propiedad.
En una ocasión intentó razonar con ella algo sobre la igualdad más, aunque le avergonzara admitirlo se había rendido y acabado con un severo dolor de cabeza.
Desde aquella ocasión empezó a pensar que algunas personas simplemente no pueden cambiar por algo tan simple como las palabras, necesitan experimentar situaciones dolorosas tanto de ellos como de alguien que verdaderamente les importe para empezar a ver la vida de manera diferente.
Esperaba que ella pudiese comprender aquello sin la necesidad de pasar por alguna situación adversa.
— Por cierto mi lady quién es la... La joven que la acompaña —preguntó al fin viendo entrar a Merry en el salón con un poco de té que había pedido.
— Oh cierto olvidé presentarlas. Merry ella es la Sr. Davis el ama de llaves de Wartonn House. Sra. Davis ella es mi doncella Merry. Le agradecería si le acondiciona una de las habitaciones del personal y le enseña el lugar en donde dejar sus pertenencias.
— Si Mi lady, pero creí que si doncella seguiría siendo Cindy —preguntó un poco consternada.
Cindy la había olvidado, Cindy era su fiel y divertida doncella. Desde hace años que ocupaba aquel puesto y debía admitir que era la mejor en mantenerse al día con los peinados de moda en Londres nunca supo cómo lo hacía, pero sin duda estaba bastante orgullosa del éxito que tuvo en Londres.
Cuando decidió viajar la tuvo que dejar, pues no lo veía demasiado necesario el llevarla a aquel viaje. Pero la Sra. Davis tenía razón no sería justo quitarle el puesto a Cindy sin más.
— Tienes razón, por el momento muéstrale su habitación y pide a alguien que le enseñe la casa. Estoy segura de que Merry puede ser de ayuda en mi ausencia, cuando regrese ordenare todo lo demás. Pídele a Prudence que se encargue de enviarle una nota al administrador para que venga antes del anochecer deseo evaluar las cuentas. Y pide que ensillen mi caballo.
— Lo lamento mi lady pero Harold, Jimmy y Todd están ayudando a unos arrendatarios y Cole y John fueron al pueblo con Caterina a comprar suministros.
— Esta bien iré caminando, la casa de los señores Williams no queda demasiado lejos después de todo. Pero cuando alguno regrese pídeles que ensillen a Tormenta. Pienso dar un paseo con ella.
Tormenta su adorable yegua, se sentía como una persona despiadada al no haberle dedicado muchos o casi nulos pensamientos a aquella noble compañera.
Su padre le regalo a la abuela si a la abuela de su yegua a su madre después casarse. Y bueno Tormenta fue su obsequio unos años después de la muerte de su madre aquello lo sintió como una especie de lazo entre ambas. Un lazo invisible entre ella y su madre, como si de una confidencia se tratase.
— Si mi lady — respondió al ver a Regina dejar su bordado abandonado y dirigirse hacia la salida de la casa dispuesta a averiguar cuál era la situación de la familia Williams.
La Sra. Davis espero unos minutos desde la partida de la dama para poder hablar cálidamente con la nueva empleada de la casa.
Y pedirle algunos detalles básicos de su vida. Como donde había trabajado y lo más importante ¿donde conoció a lady Regina?
— Bueno tu nombre es Merry ¿verdad? —preguntó especulativa mente a la joven que aún mantenía la charola con el té caliente en sus manos.
— Si señora —contestó aun adaptándose a la nueva posición que tenía y de la cual no entendía demasiado.
— Ya que lady Regina se ha ido llévale el té a la señorita Prudence es la hora a la que suele tomarlo, después ven inmediatamente a la cocina entendido —dijo de manera firme marchándose del lugar a un paso que sería fácilmente admirado en el campo militar.
Pero dejando a una confusa Merry pues no sabía en donde se encontraba la señorita Prudence, ni mucho menos donde se encontraba la cocina. Después de todo solo había recibido la charola de otra persona hace unos momentos.
...
Nada había cambiado. O por lo menos aquella era la impresión que tenía.
El aire que se sentía rodear a Wartonn House seguía siendo tan fresco y limpio como lo recordaba. Algo que debía admitir extraño.
Camino cerca de un cuarto de hora o tal vez un poco o mucho más que eso. Pero aquello no le molestaba se había entretenido viendo el paisaje que la rodeaba recordando momentos de su infancia.
Tal y como lo imagino los recuerdo seguían siendo un poco tristes al ya no poder volver a vivirlos, pero a la vez se sentía en paz consigo misma y agradecida por haber tenido la oportunidad de que aquellos seres maravillosos fueran sus padres. Sentía que cada recuerdo debía de ser apreciado como se debiera. Como un verdadero tesoro, porque eso era. Un tesoro de valor inigualable que no desearía cambiar.
Llegó hasta una pequeña casa que si su memoria no fallaba le pertenecía a la familia Williams.
Desde siempre una de las mayores responsabilidades de la señora de la casa había sido velar por la salud y bienestar de sus arrendatarios.
Aquel deber antes había sido de su madre. Pero cuando está falleció y en vista que su padre no tenía pensado casarse de nuevo su tía Charlotte y ella tomaron aquel lugar.
Aunque conforme pasó el tiempo y ella fue creciendo su tía fue pasándole la mayoría de las responsabilidades con respecto al manejo de la casa a ella. No podía quejarse, aquello siempre había sido una manera bastante buena en la que desarrollar su tiempo, además no podía pedirle a su tía que se hiciera cargo por siempre.
Después de todo la tía Charlotte siempre había preferido vivir en Londres entre las fiestas y los cotilleos que eran como un bálsamo para ella. Era algo sin lo que no podría vivir.
Decidió tocar la puerta de la casa esperando por unos minutos, pero al parecer no se encontraba nadie. Estuvo por irse, pero escucho un breve gruñido de dolor.
Volvió a tocar la puerta, más nadie habría. En ese momento se dio cuenta de que no estaba cerrado con llave.
Parecería descortés, pero no se le ocurría nada mejor.
— Perdonen la intromisión — dijo en voz alta más en la pequeña sala no se encontraba nadie.
Tal vez había oído mal. Quizá la Sra. Davis tenía razón y debía descansar después de un viaje largo para que su mente no le jugará malas pasadas.
Cuando estaba por retirarse volvió a escuchar aquel sonido de queja, parecía provenir de la habitación de al lado. Se acercó y abrió la puerta débilmente.
Allí solo se encontraba Kevin el hijo del matrimonio Williams si no mal recordaba el pequeño debía tener cinco o seis años. Se encontraba en cama con el rostro bastante enrojecido y sudando.
Sólo tenía un paño sobre la frente que al parecer no había sido cambiado desde hace un par de horas. El niño estaba con una fiebre bastante alta.
Pero ¿porque lo habían dejado solo?
No tenía tiempo para hacerse aquellas preguntas.
Decido ir por un poco de agua fría y empezar cambiándole las compresas.
Se arrepentía de no haber traído a alguien con ella. Cuando uno de los padres llegara mandaría a por un médico.
...
— Eloise entonces la hija del Márquez Winchester se fugó con el tercer hijo del vizconde Ralston, el Sr. Jones — comentaba la duquesa de Saint Albans.
— Si madre ya lo sé, también eh leído el periódico — contesto la joven un poco aburrida de aquel tema. Aunque siendo sincera aquel tema era todo menos aburrido o lo había sido las primera cinco veces que lo escucho. Ya no le parecía muy lindo hablar de aquello, la pobre chica no lo debía estar pasando nada bien.
— Pero la pobre niña se fugó sin siquiera haber participado en su primera temporada, ahora es la comidilla de todo Londres. Si quiere casarse con alguien respetable su padre deberá aumentar su dote de manera considerable.
— Pero porque no sólo dejan que se case con el Sr. Jones — preguntó Eloise de manera distraída.
— Porque en primer lugar es un tercer hijo, las posibilidades de que heredé el título de su padre son muy pocas y la cantidad de dinero que puede tener no es algo que el Márquez de Winchester quiera para su hija.
— Y qué harías si yo me quisiera casar con un cuarto o quinto hijo con escaza solvencia económica y sin ningún título — inquirió Eloise con picardía, ansiando ver la cara que pondría su madre.
— Si de verdad se amarán mutuamente y no fuera uno de tus tantos caprichos, no veo porque no habría de dejarte hacerlo — respondió la duquesa — aunque no estoy segura si tu hermano sería de la misma opinión. Aunque mencionando a tu hermano creo que ya debería estar aquí ...
— Bienvenido Excelencia — escucharon que decían en la entrada.
— Bueno madre al parecer tienes un don para invocar al diablo.
— ¡Eloise! — dijo su madre reprendiéndola por sus palabras, aunque no iba a negar que tenían cierta validez desde algunos puntos de vista. Era su madre y lo amaba, pero tampoco era tonta.
— Bienvenido a casa Harry.
❤️Espero que el capítulo les guste❤️
Se que he tardado en publicar. Lo siento mucho 🙈 eh estado atendiendo algo que es muy importante para mí y por fin se va a solucionar este domingo . Deséenme suerte con ello ❤️
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