CAPITULO 18
— ¿Qué es este desorden? — preguntó Federik al llegar a su hogar y ver un par de maletas en medio del recibidor.
— Bienvenido señor — saludo Merry deteniéndose levemente para segundos después continuar su camino.
— Espera Merry ¿qué está pasando? ¿De quiénes son estas maletas?— preguntó haciéndose una idea.
— La señorita Prudence nos ordenó que empezáramos a empacar algunas cosas— respondió de manera insegura.
— ¿Dónde están? —preguntó.
— Las señoritas se encuentran en la biblioteca —indicó, y al ver que este ya no tenía más preguntas para ella retomo su camino a la cocina.
...
— Edward ¿en qué piensas? —preguntó un muchacho de cabellera pelirroja acercándose a su amigo que se encontraba viendo distraídamente atreves de la ventana.
— En mi hermana Benedict, pienso en mi hermana —respondió el muchacho de cabellera rubia y ojos grises.
— Es cierto, tienes una hermana— reflexiono el reparando en aquel detalle — escuche de mi madre que es muy bonita ¿es cierto? —preguntó no pudiendo controlar su incipiente curiosidad.
— Por supuesto que es cierto, mi hermana es verdaderamente hermosa. Muchos la han comparado con un ángel— añadió con orgullo y una sonrisa impregnada en el rostro.
—Enserio —dijo sorprendido, su madre había mencionado a aquella dama con anterioridad, algo sobre que su tía ansiaba que su descarado hijo el duque de Saint Albans se case con ella— ¿entonces ella se casara pronto?
—De ninguna manera, ella no se casaría sin decírmelo. Además necesita mi aprobación— sentencio de manera solemne logrando transformar su cálida mirada en una tan fría como el mismo hielo, una imitación perfecta de su padre cuando este demostraba su poder— Jamás aceptaré a nadie por debajo de lo que ella merece.
—No creo que necesite tu aprobación, apenas acabas de cumplir los trece años.
—Benedict, harías bien en no olvidar que dentro de poco seré conde— dijo para dar por finalizada aquella conversación. El no solía ser del tipo de persona que se excusaba en un título y menos con sus amigos, pero aquel día. No, desde la tarde anterior todo estaba diferente.
Estaba preocupado, más de lo que había estado alguna vez.
Había enviado un par de cartas a la Wartonn House más no había recibido respuesta. Unos días después le llegó una pequeña carta de su hermana indicándole que necesitaba un cambio, y que se quedaría en Yorkshire hasta casi el comienzo de la siguiente temporada más no indica ninguna dirección en específico.
Lo tranquilizó un poco el saber que su hermana no estaría completamente sola, pues el confiaba en la serena Prudence.
Pero todo había cambiado desde la tarde anterior. No podía quitarse de encima la sensación de que algo no estaba bien. Sentía una incipiente molestia en el pecho, se sentía algo fuera de sí.
Y leer la última carta de su hermana no lo tranquilizaba en lo más mínimo, después de leerla tantas veces en todo ese tiempo ya se la sabía de memoria.
Edward, sé que tal vez te sonara egoísta. Pero por más que lo he intentado no consigo habituarme a la falta de nuestro padre. Deje Londres en busca de algo de paz, más aún en el campo no la eh logrado hallar.
Tengo bellos recuerdos de nuestra infancia en este lugar más aún persiste la presencia de nuestro padre en todo.
Necesito superarlo de alguna manera y para poder conseguirlo necesito alejarme de todo aquello que haya compartido con él. Hasta que llegue el momento en el que los recuerdos dejen de ser dolorosos y pueda recordarlos con la calidez con la que debieran ser recordados.
Se despide con amor, la más egoísta hermana que puedas tener.
Lady Regina Blake
Era una boba, como si diciendo aquello fuera a lograr que él no se preocupara.
Los meses parecían transcurrir más lentamente desde que recibió aquella carta de su hermana. Más ahora faltaba menos tiempo. En menos de dos meses empezarían las vacaciones y el regresaría a casa. Y estaba seguro que para ese entonces su hermana ya estaría de regreso. Y el sería capaz de dejar de preocuparse por aquella boba hermana suya.
...
— Alguna de las dos puede explicarme ¿que está pasando? —exigió Federik al ver a Pru sacando los libros que habían adquirido en su estancia, mientras que Regina se encontraba contemplando algo por la ventana con una mirada de ¿tristeza? o ¿melancolía? tal vez, no sabía bien como definir aquello.
— Nos regresamos a Inglaterra —respondió Pru de manera escueta.
— Sí, eso ya lo sé— respondió con sarcasmo—Lo que quiero saber es porque no fui consultado al respecto.
— Lo siento Federik, fue una decisión apresurada— intervino Regina.
— Pero, por lo menos debieron esperar a que llegara.
— ¿Cuánto deberíamos esperar Federik? —Cuestionó Pru, un poco enfadada por su actitud infantil —casi nunca estas, no sabíamos en que momento llegarías. Ni tenemos un lugar para poder hallarte de manera constante.
— Pero aun así...
— Lo siento Federik, pero yo... Yo de verdad quiero regresar a casa—dijo Regina con una mirada llena de súplica.
— ¿Te sucede algo? —preguntó al ver a su adorada prima de esa manera. No había estado demasiado pendiente de ella en estas últimas semanas, pero que pudo haber pasado para que ella pudiera tener aquella expresión en su mirada.
— No es nada, solo extraño demasiado Inglaterra — respondió tratando de sonar convincente, pero fallando en aquel desesperado intento.
Tal y como lo habían dicho, pese a que Federik había ido con ellas como una especie de protección. Este no había estado demasiado presente el último tiempo. O por lo menos no lo suficiente como para cruzarse con Ha...Con el señor Cavender.
Viéndolo en este momento aquello había sido lo mejor, ya que de esta manera se evitaba contar todo lo pasado y recordarlo más de lo debido.
— Si es así, no le veo ningún problema.—accedio— Salvo que no podré ir con ustedes — se excuso escuetamente.
— Y eso ¿porque? —preguntó Prudence, viéndolo inquisitiva — tiene algo que ver con tus reiteradas ausencias ¿no es así?
— Algo así... —respondió de manera escueta.
— ¿No vas a contarnos? —preguntó Regina con una renovada curiosidad, que pareció devolverle el brillo a su mirada aunque fuera solo por unos segundos.
—Yo partiré a Inglaterra en un par de semanas, prometo contarles todo apenas regrese. Hasta entonces aguarden buenas noticias.
—Ese tono misterioso me indica que claramente tramas algo Federik— resalto Pru que de por sí ya tenía algunas teorías sobre lo que pudiese estar sucediendo —Pero me contendré, en vista que no nos dirás nada.
— Y te agradezco que no preguntes— añadió sonriendo— ya que eres muy pesada cuando quieres.
—La casa debe ser entregada en un mes, así que puedes quedarte— indicó Regina —le pediré a los señores Leduc que se queden contigo hasta el final.
—Eso sería muy bueno, gracias —contestó un poco aliviado —Yo las acompañare cuando estén listas. Hasta entonces estaré en mi habitación.— dijo a modo de despedida saliendo de la estancia.
...
— Su excelencia, acaba de llegar una nota para usted — indicó su fiel ayuda de cámara, ingresando al despacho de su señor.
— Entrégamela —pido despegando su vista de la portada de un libro que había comprado aquella mañana.
Tenía pensado ir a visitar a Regina a la hora del té, con la esperanza de que ya se hallase con una mejor salud. Y con un poco de suerte poder verla aunque fueran unos segundos.
Como excusa llevaría aquella novela que Regina había comentado hace unos días sentido y sensibilidad de Jane Austen.
Señor Cavender lamento volver a molestarlo, pero ha surgido un problema con aquel señor y me es imposible solucionarlo sin su presencia.
R. Jones.
— Pide que retrasen mi almuerzo un par de horas, iré a la fábrica.
...
—Regina ya está todo listo —indicó Pru, logrando ver como la joven terminaba de sellar una carta.
— Perfecto, yo también acabo de terminar —dijo en apenas un susurro, se sentía más en paz consigo misma en aquellos instantes. Por lo menos después de haber escrito aquello. — ¿dónde está Federik?
— Está ayudando a subir las cosas al carruaje, deberíamos bajar — dijo Pru al ver que toda la atención de Regina aún continuaba en aquella ventana.
—Te alcanzare en un momento —le respondió escuetamente, Pru decidió respetar su decisión y bajar primero.
Y esto será nuestro último adiós Harry, un adiós al amor que siento por ti, el primer amor y tal vez el ultimo. Aunque me gustaría decirte que ya no te amo, eso solo sería una mentira. Uno no puede dejar de amar a una persona con tan solo desearlo, pero tengo fe en que el tiempo ayude a que mi corazón vuelva a sanar.
Hasta nunca Harry...
Después de dedicarle aquellos últimos pensamientos, cerró aquella cortina a la que tan apegada había estado las últimas semanas. Compartiendo miradas atreves de ella.
—Sra. Leduc—llamo Regina de manera algo tímida a la robusta y pelirroja mujer.
—Sí, señorita Brown —contestó la mujer de manera casi monótona.
— Quisiera que enviara esta carta junto a aquel arreglo, a nuestro vecino el señor Cavender—pidió señalando el lugar donde descansaban las orquídeas.
Era irónico que aquellas flores simbolizaran al amor puro, verdadero e incondicional. Un amor que se suponía duraría toda la eternidad.
—Como usted desee señorita Brown.—contestó con algo de extrañeza, tal vez era común que las mujeres enviaran flores ahora.
—Regina sube, ya es tiempo de irnos —la apresuró Pru.
Eso definitivamente era el fin...
...
— ¿Cuál es el problema ahora? —preguntó ingresando a la fábrica y encontrándose con su administrador.
— Lo siento señor, pero aquel sujeto regresó —dijo el administrador notablemente nervioso por la furiosa mirada que desprendía su jefe.
— En serio Jones, me llamaste ayer por una situación parecida. Te indique que tomaras medidas para que eso no volviera a pasar.
— Lo siento señor, es que el vino con una mujer yo no podía... —intento excusarse.
— Ya no importa, hablaré con el personalmente—dijo bastante molesto.
Hace un par de días había cancelado su paseo con Regina por este mismo problema. Pero al parecer nada estaba mejorando. Aquel sujeto seguía insistiendo en querer asociarse con él. Y al parecer como su anterior respuesta negativa no le había llegado de manera adecuada, ahora el mismo debería ser el encargado de dejárselo en claro.
...
Por fin había logrado deshacerse de aquel desagradable sujeto que al parecer no entendía o era demasiado renuente a aceptar una negativa.
Lógicamente él había descartado cualquier posible asociación sin siquiera leer la propuesta que este le presentaba. Después de todo, había reconocido a aquel sujeto como el afamado señor Tichner que tan mal le caía a Regina. Aquel petulante hombrecillo se había atrevido a tratar de burlarse de ella en la velada en la que tuvo el placer de conocerla. Eso no se lo podía perdonar.
Por fin había llegado el momento idóneo para verla. Aún eran las cuatro, así que era una hora perfectamente aceptable.
Toco la puerta de la residencia un par de veces y se mantuvo esperando pacientemente.
Hasta que por fin alguien abrió la puerta, era la ya conocida señora Leduc. Aunque era algo sin duda inusual que fuera ella quien abriese la puerta, pues tenía entendido que era la maravillosa cocinera.
—Es bueno verlo señor Cavender — dijo la señora dejándolo un poco fuera de si — estaba por ir a su residencia.
— ¿A mi casa? ¿Puedo preguntar el motivo? — dijo con extrañeza. Pues para que una cocinera querría verlo a él.
—Por favor pase — le indico — la señorita Brown me pido que le entregase algo.
Bueno aquello ahora tenía un poco más de sentido, pero aun así era bastante inusual Si Reina hubiese querido verlo hubiese bastado con enviar una nota con Merry.
Se quedó parado en medio del recibidor, viendo el lugar que hasta hace unos días se encontraba lleno de vida verse más lúgubre. No veía aquellos detalles que indicaban que dos señoritas vivían allí.
—Aquí tiene — fue lo que le dijo la Madame, entregándole el arreglo de orquídeas que él había enviado el día anterior, junto a una carta.
Para segundos después marcharse camino a donde suponía estaba la cocina, sin explicarle nada. Dejándolo desorientado.
Dejo el arreglo en una repisa cercana y se dispuso a abrir la carta en ese mismo instante, pues distinguió la letra de Regina.
Yo... Yo no estoy segura de cómo debería iniciar. En estos momentos no estoy segura de nada, ni siquiera sé si está bien escribir estas líneas o si solo cometo un error tras otro.
Pero, creo que lo correcto es despedirme de ti, aun si esto no sea algo que ambos nos merezcamos.
Como ya debes de haberte dado cuenta, en el momento en el que tú leas esta carta yo ya habré dejado Francia. Como un último favor si es que tienes aunque sea un poco de cariño por mí, te pido que no dejes a un ser inocente en el desamparo. En especial a un ser que estoy segura te amara.
Te deslindo de toda responsabilidad que hayas podido sentir para conmigo. No voy a negar que toda esta situación me causa dolor, pero aun así no creo poder llegar a odiarte pese a que sería la manera más rápida de deslindar mis sentimientos por ti. Solo puedo decirte.
Se feliz Harry...
Se despide Regina B.
Espero que el capítulo resulte de su agrado ❤️
Como lo mencione en mi perfil yo no podre publicar hasta dentro de unos doce días, espero que puedan esperarme hasta entonces.
Gracias por su comprensión 😆❤️
P. D. La melodía la estaba escuchando cuando escribí la última parte.
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