Aquella Noche en Una Nueva Vida
(N/A: Para entender este fanfic necesitas haber leído al menos hasta el capítulo 15 de mi fanfic llamado Una Nueva Vida).
Los besos solo subían más y más de intensidad.
Kohaku arrastró a Senku a su habitación y los tiró a la cama a ambos, con ella encima de él.
Senku rodeó su cintura con sus manos, acariciando su piel por encima de la ropa de una manera que ambos sabían que la volvía loca. Y ella le quitó el saco y le rompió la camisa.
Se lanzó a besar su cuello y su clavícula mientras tiraba para quitarle por completo la camisa, disfrutando de escucharlo sisear.
-Espera... leona...- sus manos se apartaron de su cintura y subieron a acariciarle el cabello. —Detente. Esto es una idea diez billones por ciento terrible...- jadeó cuando ella posó sus manos en su pecho desnudo, acariciando su torso de arriba a abajo. —Espera.- rió entre dientes, casi sin aliento.
-¿Esperar?- salió de encima de él, que rápidamente se sentó.
-Sí, esto no...- se tragó sus palabras cuando ella se quitó su vestido de un tirón.
-Ya esperamos suficiente tiempo, Senku...- susurró mientras gateaba para trepársele encima.
Él pareció quedarse mudo, y sus manos se deslizaron automáticamente por su cuerpo cuando la tuvo lo suficientemente cerca.
Volvieron a besarse, y mucho más, esta vez sin volver a detenerse.
Ella introdujo su lengua en su boca sin pensarlo dos veces, gimiendo de satisfacción. Esto si era besarlo bien, besarlo con todas las ganas que venía acumulando desde que lo volvió a ver, todas las ganas de siete años sin verlo. Siete años que planeaba compensar.
Él pareció dudoso en un principio, acariciando su espalda y mayormente dejándose dominar por ella. Pero fue cuestión de que presionara su cuerpo semidesnudo completamente al ras con el suyo quedando sentada con su entrada justo sobre su pene erecto para que finalmente perdiera la cordura y le correspondiera con mucho más entusiasmo, sujetando su nuca y haciéndola echar la cabeza hacia atrás mientras introducía su lengua hasta lo más profundo de su garganta, intentando dominarla y encantándola con esa brusquedad momentánea. Un hilo de baba se escapó por la unión de sus bocas, rodando por su barbilla, y ella gimió quedamente, dejándolo hacer solo unos segundos antes de tumbarlo sobre la cama y besarlo con besos rápidos y entrecortados, para después morderle los labios, tirando con suavidad de su labio inferior, antes de volver a jugar con su lengua, esta vez de forma más tranquila, ambos disfrutando de la sensación pero aún jugando a tratar de dominar al otro. Kohaku arrastró sus uñas por su torso mientras lo besaba, jadeando de vez en cuando al sentir sus manos ahora en sus piernas, frotando con sus dedos la cara interna de sus muslos.
Eventualmente Senku perdió su juego (como casi siempre) y Kohaku se apartó con una sonrisa satisfecha, que se convirtió en una mueca de sorpresa y placer atónito al sentirlo empujar su miembro directamente contra su entrada.
Se mordió el labio, expulsando una gran cantidad de aire por la nariz mientras mecía casi inconscientemente sus caderas contra las suyas, sin poder controlar su propio cuerpo, deseando ya tenerlo dentro de ella.
Él siempre supo leerla bien, sobre todo en la intimidad, y con solo ver la forma en la que lo miraba, con los ojos brillantes y entrecerrados y su boca entreabierta, dejando salir jadeos entrecortados, de inmediato fue consciente de lo que quería.
Pero, como de costumbre, a Senku le gustaba tomarse su tiempo en la cama.
Se sentaron y la instó a colocarse entre sus piernas, con su espalda pegada a su pecho. Ella ya sabía lo que le haría, era algo que él siempre solía hacer cuando la tenía desesperada por más. Sin quitarle su ropa interior, metió su mano bajo esta y llevó sus dedos directamente a su entrada, solo posándolos allí sin entrar, acariciando sus pliegues húmedos con la yema de sus dedos en un movimiento circular lento y tranquilo que pronto la tuvo jadeando con fuerza, con la cabeza inclinada hacia atrás sobre su hombro.
-Maldición, Senku...- habló entre dientes, moviendo sus caderas desesperada por más contacto. -Sabes que odio que hagas esto...-
-Sé que te encanta que haga esto.- rió entre dientes contra su oído, haciéndola estremecerse. -Así como sé que esto te gusta aún más...- introdujo un dedo en su interior repentinamente, haciéndola ahogar un grito. -Y esto también...- deslizó su mano libre desde su cadera hasta su sujetador, levantando las copas de este para acariciar uno de sus pechos con sus dedos, haciendo un suave masaje sobre su pezón endurecido, mientras dejaba a su antebrazo presionando sobre el otro pezón, una sensación menos intensa pero que igual contribuía a volverla completamente loca. Cuando introdujo un segundo dedo, ella gimió su nombre. -Estás tan húmeda y apretada... es casi ridículo.- habló presionando su boca contra su oído. -Casi me siento como si fuéramos jóvenes otra vez.- rió, con una risa grave y ronca que la hizo inclinarse más sobre él, abriendo más sus piernas para sentir mejor sus dedos penetrándola.
-Senku... realmente quiero... ¡ah!- un tercer dedo entró en ella y de inmediato cerró los ojos y apretó los dientes, gimiendo desde el fondo de su garganta. -Senku, te advierto que si no lo haces tú te tumbaré sobre esta cama y no te dejaré ir en toda la noche.-
-Más que una amenaza eso suena a un sueño hecho realidad.- rió maliciosamente, a lo que ella giró el rostro y le mordió el hombro, haciéndolo sisear. -Bien, bien... solo déjame hacer esto último.- de pronto bajó la mano que había estado acariciando sus pechos hasta su clítoris, retorciéndolo mientras sus dedos en su interior retrocedían un poco antes de curvarse hacia arriba, frotando circularmente ese punto exacto que él tan bien conocía y que de inmediato la hizo temblar de arriba a abajo y empapar sus sábanas mientras un agudo chillido se le escapaba inevitablemente.
Realmente agradecía que su hija no estuviera en casa hoy...
Mientras luchaba por recuperar el aliento, Senku apartó las sábanas empapadas y la hizo recostarse en el borde de la cama, tomando sus muslos y mordiendo la piel sensible cerca de su zona íntima, cosa que la hizo estremecerse notoriamente. Pero él no se entretuvo mucho mucho tiempo allí, rápidamente se paró al borde de la cama y subió sus manos lentamente desde sus muslos hasta sus tobillos, para luego subir sus piernas hasta sus hombros. Y entonces sin más preámbulos la penetró, lento pero constante hasta tocar fondo.
Ella cerró los ojos, sintiendo cada centímetro introduciéndose en su interior, sintiendo como la estiraba y se abría camino en su entrada ansiosa, deslizándose con facilidad entre sus paredes absurdamente húmedas y deseosas de él.
Él echó la cabeza hacia atrás, soltando un largo gemido lleno de placer que solo la hizo sentir aún más excitada. Abrió los ojos, viendo sus ojos volteados hacia arriba y su boca entreabierta, casi dejando asomar su lengua. El sudor recorría su frente y su cuerpo dio un pequeño espasmo placentero que terminó de hundirlo en su interior, acabando con sus testículos chocando contra su culo. Todo él estaba sumido en el placer y ella sintió como si pudiera volver a correrse con solo verlo.
Se retiró lentamente y volvió a introducirse aún más lento, repitiendo esto un par de veces como si quisiera torturarla a propósito, aunque ambos sabían que le encantaba, siempre adoró que se tomara su tiempo, que la acariciara con la misma lentitud con la que la penetraba. Al sentir sus manos recorrer sus piernas mientras su ritmo seguía igual de parsimonioso, volteó el rostro, enterrandolo en el colchón y gimiendo con cada empuje, a veces casi gritando al sentirlo apretar sus muslos o entrar con más fuerza en el último segundo.
Era casi como una tortura, una tortura que ella permitía, y por alguna razón esto siempre le encantó. La volvía loca que se lo hiciera de esa forma. Sentía un hormigueo en todo el cuerpo, un grito ahogado en la garganta que se liberó al abrir los ojos y verlo, notando ese sensual movimiento lento de cadera al entrar y salir de ella y su expresión extasiada, y la imagen la excitó tanto que casi se corre allí mismo pero entonces él rápidamente se dio cuenta y salió de su interior, apartándose de ella y recostándose a su lado.
-¿Qué haces?...- lo miró furiosa y confundida, con ganas de golpearlo por parar.
Él sonrió maliciosamente, con el sudor perlando toda su piel.
-Arriba, leona. Tu turno.-
Ella suspiró temblorosamente, pero no perdió más tiempo y rápidamente se colocó encima suyo, encajando su miembro en su interior sin rodeos. Él le apretó las nalgas, diciéndole con la mirada que dejara de perder el tiempo y se moviera. Kohaku rió suavemente, disfrutando de la sensación inmóvil por otro par de segundos antes de comenzar a balancear sus caderas en un movimiento circular también lento. Sintió como la estiraba aún más y dio un grito ahogado, antes de comenzar a moverse de arriba a abajo, con un ritmo ligeramente más rápido.
Aumentó un poco más el ritmo y ambos acabaron hechos un desastre, gimiendo y tocándose mutuamente por donde sus manos alcanzaran. Pronto ella se inclinó para acabar acostada sobre él, aumentando el ritmo a uno bestial de esos que lo dejaban varios días con problemas para caminar, subiendo y bajando sus caderas sobre él, gritando sin poder contener todo el placer que invadía su cuerpo. El sonido de sus pieles chocando, el olor familiar y embriagante, el sudor recorriéndolos, sus manos apretando sus pezones mientras ella le arañaba los hombros y el beso que le dio justo en ese momento fueron demasiado para ella, que estalló en uno de los mejores orgasmos de toda su vida.
Estuvo completamente inconsciente de todo a su alrededor por un buen rato, temblando y retorciéndose de gusto hasta que finalmente cayó desplomada sobre Senku.
Estuvo luchando por recuperar el aliento un largo tiempo antes de darse cuenta que él estaba restregando su miembro contra su entrada desbordante de sus jugos, cosa que la sorprendió bastante. ¿Acaso no le había gustado todo lo que hicieron tanto como a ella?
-¿No... no te viniste?- lo miró muy roja, aún jadeando.
Él rió divertido, aunque visiblemente sin aliento.
-Claro que sí, apenas entre y ya había eyaculado, pensé que ibas a matarme pero resulta que seguía absurdamente duro. Y ahora aún después de haberme corrido otra vez sigo bastante ansioso.- sonrió ladinamente. -¿Qué dices? ¿Otra ronda?-
Ella se incorporó como pudo, con las piernas temblándole más que después del más duro de los entrenamientos. Lo ayudó a incorporarse y fueron hasta el borde de la cama, donde lo sentó contra el respaldo de esta y lo besó con entusiasmo un largo rato antes de bajar a su cuello, lamiéndolo de arriba a abajo y mordiéndolo hasta que él la tomó del cabello e inclinó bruscamente su cabeza hacia atrás, lanzándose directamente a chupar los puntos más sensibles de su cuello.
Gimiendo sonoramente, ella se dio cuenta de que él no quería jugar lento esta vez así que no perdió más el tiempo y se abrazó a él, sentándose en su regazo para frotar su clítoris contra su pene antes de moverse e introducirlo en su entrada.
Siguió besándolo mientras brincaba sobre su miembro, pegándose lo más posible a su cuerpo mientras disfrutaba de tenerlo ahora mordiéndole el cuello.
De pronto se apartó un poco y la tomó de los hombros para alejarla, bajando la cabeza para meterse un pezón a la boca y chuparlo con entusiasmo. Su lengua era grande, húmeda, caliente, y sabía cómo moverse sobre su sensible botón rosa.
Kohaku se quedó sin aliento, sacudiendo sus caderas con más fuerza pero en movimientos más cortos, sin poder dejar de gemir su nombre al sentir sus manos en todas partes y su boca atendiendo tan bien su pecho para luego pasar al otro.
-Senku... ¡Ah!... Ya no aguanto... ¡Senku!- se sentía como si fuera posible morirse de placer allí mismo.
Él gruñó desde lo profundo de su garganta, enviando sensaciones deliciosas a su sensible pecho.
Entonces él se apartó y la empujó contra la cama, colocándose firmemente sobre sus rodillas mientras sus manos agarraban sus nalgas, despegando su culo y espalda baja del colchón. Se inclinó más sobre ella mientras le levantaba medio cuerpo para hacer a su miembro entrar más profundo en ella, estrujándole el culo y manteniéndola quieta en su sitio en lo que la embestía con todas sus fuerzas, lo más rápido que podía. Eso la hizo correrse de inmediato, apretándose los pechos y arqueando la espalda, gritando su nombre y sintiendo lágrimas calientes en sus ojos por lo abrumadora de la sensación.
Él logró sostenerse en esa pose por unos minutos hasta que ella volvió a correrse, apretando los dientes y ya casi al borde de suplicarle que se detuviera para dejarla recuperar un poco el aliento o bien la cordura, pero al sentir sus paredes apretarlo tanto mientras su humedad se desbordaba finalmente no pudo más y se desplomó con ella en la cama en una pose no muy agraciada, saliéndose un poco de su entrada mientras descargaba su eyaculación en su interior.
Se quedaron quietos en sus sitios, desfallecidos y jadeantes, hechos un desastre y con un verdadero desastre a su alrededor. Pero ambos con sonrisas estúpidas y satisfechas en sus rostros.
Kohaku casi quería llorar de alegría. Había extrañado muchísimo a su Senku... quería abrazarlo y no dejarlo ir nunca.
Volteó a verlo apenas estuvo segura de que ya tenía suficiente aire en sus pulmones, sorprendiéndose al verlo ya mirándola, con una expresión tan suave que por un momento creyó que todo estaba bien entre ellos. Que no había rencores ni nada que lamentar. Que nunca se separaron ni se separarían.
Con su cuerpo aún temblando ligeramente, gateo hasta acercarse a él y abrazarse a su cuerpo. Beso las marcas de arañazos que le había hecho y lo miró fijamente a los ojos al sentir su mano acariciar su mejilla.
Sin despegar su mirada de la suya, aún sintiendo sus caricias en su rostro y sintiéndose relajada y adorada al ver la forma en la que la miraba, sus ojos azules se fueron cerrando lentamente hasta que por fin logró dormirse.
Senku estaba adolorido y francamente hecho mierda por la cantidad de actividad física que acababa de hacer, pero de alguna forma no logró dormirse en toda la noche. No podía dejar de mirarla, como si temiera que de un momento a otro ella pudiera desaparecer de su vida otra vez.
Cerca de la llegada del amanecer, luchó por sentarse y cubrirlos con la sábanas al sentir la temperatura decaer. Aún así no fue capaz de dormir y luego de otra hora se levantó con mucho esfuerzo, intentando no despertarla.
Salió del cuarto con su ropa rota y cojeando, maldiciendo su mala condición física. Hizo una llamada rápida a uno de sus asistentes, que pronto estuvo fuera de casa de Kohaku con unas bolsas para él.
Lo miró extrañado y sonrojado porque obviamente se le notaba a diez billones de kilómetros lo que había estado haciendo toda la noche, pero Senku simplemente le agradeció, le dijo que luego le daría un aumento y le cerró la puerta en la cara.
Lo primero que sacó de las bolsas fue el arma petrificadora. Modificó rápidamente la programación de los nanobots para petrificarlo y despetrificarlo al instante y la activó, curando así todos los arañazos y mordidas de su leona y aparte el dolor muscular.
Una vez ya compuesto, comenzó a sacar los ingredientes y las frutas que le había pedido a su empleado para poder prepararle el desayuno a su leona. También podría haberle pedido un cambio de ropa pero eso en realidad le daba igual.
Mientras esperaba a que los pastelillos se cocinaran llamó a Ukyo, preguntándole cómo estaba su pequeña leoncita y cómo se había comportado bajo su cuidado. Luego de una breve conversación le dijo que su madre iría a buscarla antes del almuerzo. Le habría gustado ir por ella él mismo y quizás desayunar juntos en familia pero... sabía que era muy probable que Kohaku lo odiara cuando se despertara.
Sonrió tristemente mientras preparaba una bandeja para llevar todo a su habitación.
Esto le recordaba a la época en la que eran novios, era un truco barato para quitarle el malhumor, pero también su forma de decir "lo siento" sin tener que decirlo. Ahora era más que nada un detalle para intentar que no lo odiara demasiado, aunque de todos modos planeaba disculparse verbalmente.
Suspiró mientras subía las escaleras de regreso a la habitación.
A pesar de todo, nunca olvidaría esa noche que acababan de compartir. Ese viejo sentimiento que había resurgido con toda su fuerza. Un viejo sentimiento que de alguna forma también era completamente nuevo. Y diez billones por ciento maravilloso.
Y... en el fondo esperaba que ella tampoco lo olvidase.
Fin.
Hola!
Solo escribi esto porque desde hace tiempo que se los debía...
Y ademas porque se lo prometi a una amiga muy querida uwu
Ahora si me disculpan ire a enterrar mi cabeza en el suelo, con permiso U/ / /U
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaa!
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