Capítulo 41
¿No han tenido esa sensación de esconder algo tan grave que si fueran descubiertos perderían todo?
Justamente así me sentía, una sensación que no me dejó tranquila. Pensaba que había aclarado toda la situación con John y que lo había entendido, y me molestaba que siguiera insistiendo.
Por otro lado, el Show de Ed Sullivan fue genial. Genial para las suertudas beatlemaniacas que pudieron estar ahí presentes.
Al presentar a los chicos, enfocando cada una de sus caras, en John apareció la famosa leyenda:
"Sorry, girls, he's married"
La culpa, según Brian, fue mía. Me culpó de haber difundido ese secreto, aunque obviamente yo no había sido pero a pesar de ese incidente, el programa fue genial.
El gritadero de las chicas era algo realmente incontrolable, estaban locas por ellos. A veces ver a las fans así de locas me parecía hasta ajeno, estaba tan acostumbrada a los chicos que los veía como seres humanos, no famosos.
No sabía cuál era el mejor espectáculo; si el ver a los chicos en The Ed Sullivan Show o ver a las chicas matándose en las butacas por estar viendo a The Beatles.
Al terminar el gran show todos nos quedamos en un lobby estrechando manos con gente importante y conociendo a otros famosos.
—¿Qué te pareció? —preguntó Ringo una vez que estábamos de regreso al hotel.
—Podría jurar que estuve a punto de mojar mis bragas —bromeé.
—Es normal ¿no? Siempre lo haces pensando en mí —me siguió el juego John.
Un silencio algo incómodo se formó, Paul me miraba tratando de descubrir el significado real de ese comentario y los otros dos igual nos miraron raro.
—Oh, vamos —siguió John—. No pensarán que lo dije en serio, ¿verdad?
Solté un pequeño suspiro —Sí, vamos, John es como de mi familia.
—Como sea —intervinó Ringo—. Creo que estuvimos increíbles esta noche.
—América sí que necesita un poco de nuestro talento.
Y así siguieron, hablaron de muchas cosas, bromearon y nos hicieron reír a carcajadas más de una vez; el momento quedó olvidado.
Al llegar al hotel nos llevaron a una de las habitaciones que estaban en el mismo piso pero que no estábamos ocupando, Brian abrió la puerta después de advertirnos comportarnos.
Varias personas estaban conversando pero se acercaron apenas nos vieron, mi corazón se aceleró en frenesí cuando vi a Bob Dylan acercarse a nosotros. Los chicos y yo entramos como en shock, todos éramos grandes fans de él.
—Dylan, ellos son los Beatles.
Estrechó su mano con cada uno hasta llegar a mí, tomó mi mano fría y reposó un beso sobre la mía. Sentí mis piernas temblar por un segundo.
—(TN) —dijo él antes de que pudiera presentarme—, vi tu película el domingo.
Mis mejillas se tornaron tal carmesí, la mirada que me daba era tan intensa que me hizo sentir desnuda frente a él.
El encuentro entre todos fue fotografiado y también nos hicieron algunas preguntas los periodistas que estaban presentes.
Cuando salí al balcón a fumar con la vista de la gran manzana Bob me acompañó al poco tiempo.
—¿Puedo?
Preguntó sacando un cigarrillo muy peculiar, yo asentí y en cuanto dio la primera calada supe que era mariguana.
George y Ringo se unieron a nosotros en el balcón y el compositor les compartió de su porro.
—¿Primera vez? —preguntó cuando vio a Harrison toser.
—Sí, nunca habíamos consumido esto.
—Es mariguana —Ringo le dio el porro de vuelta—. Juraba que en su canción decían "I get high".
—Es "I can't hide".
Paul entró a la conversación y se puso a un lado mío, casi de inmediato me abrazó por la cintura. Bob lo notó y levantó una ceja.
—Tiene total sentido, ¿Quieres?
Mi novio agarró sin dudar el porro y le dio una calada, me ofreció y yo también lo probé.
Al inicio ninguno sintió nada pero después de una hora empecé a reír de todo lo que estaban diciendo, no supe en qué momento John se había unido a la conversación ni cuando Dylan, Paul y yo estábamos en una habitación haciendo planes de formar una banda.
—¿Ocurre algo con John? —me preguntó Paul cuando estábamos sentados sobre un sillón con Dylan acostado en nuestras piernas.
—No, sólo es John siendo John —respondí apartando la mirada del susodicho.
—Bueno, amigos míos —musitó John acercándose—, brindemos por nuestra carrera tan prometedora en América, tierra del Rock N' Roll.
—¡Salud! —gritó George bebiendo todo el vaso.
Perdí el hilo de la conversación y mi mente divagó demasiado, de pronto me empecé a sentir demasiado triste porque empezaba a dudar de mi deseo... a veces extrañaba demasiado mi antigua vida.
Abrí los ojos, estaba en el balcón de nuevo con las manos recargadas en el barandal. Cuando sentí unas manos en mi cadera volteé, se trataba de Paul.
—Te extraño —se atrevió a decir mientras se acercaba más a mí.
No podía procesar bien esas palabras, él estaba muy cerca, mi corazón latía desenfrenado pero mis ojos de la nada se humedecieron.
—¿Qué pasa?
De inmediato lo abracé tomando su pecho como mi refugio y me solté a llorar.
—Quiero regresar, ya no quiero estar aquí.
—¿A dónde quieres regresar?
Me separé de él y lo miré directamente, fue cuando entendió a lo que me refería.
—No digas eso...
—Estoy agotada, nada ha salido como siempre quise... ¿qué caso tiene estar en esta década si ni siquiera me amas?
—Claro que te amo, preciosa —limpió mis lágrimas y acomodó mi cabello—, nunca he dejado de hacerlo.
Cuando reaccioné, Paul me estaba besando, algo torpe pero que encendió todos mis sentidos, pronto sus manos sostuvieron fuertemente mi cintura, sus labios se apropiaron de los míos y mis manos de su cuello...
[...]
Desperté con un fuerte dolor de cabeza, la luz de la ventana se filtraba hasta llegar a mi cara. Poco a poco abrí mis ojos, adaptándome a la luz, respiré hondo y bostecé.
Estaba en mi habitación, lo que me tranquilizó un poco, no recordaba mucho de la noche anterior. Miré debajo de las cobijas y estaba en ropa interior, una alerta se encendió en mí.
Me levanté bruscamente, no había nadie a mi lado pero escuché la ducha, de inmediato recordé el beso con Paul en el balcón y me tranquilicé.
Traté de recordar más, pero no pude así que me dispuse a salir de la cama cuando la puerta del baño se abrió y lo que mis ojos vieron no lo esperaba.
Era ni más ni menos que el mismísimo George Harrison.
Ali McCartney.
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