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Capítulo 40

(T/N)'S POV

Tomé tantas fotos posibles con la cámara de Ringo. Tenía fotos que representaban a toda una generación.

La sonrisa de los chicos lo decía todo: estaban en shock ante tanta atención y euforia por parte de los asistentes. Muchos flashes, gritos, chicas y chicos, carteles y de más.

Caminé junto a Brian todo el tiempo, había muchos policías escoltándonos en todo momento, y gracias a qué el aeropuerto estaba inundado de fans tardamos algunos minutos en poder entrar.

Dentro del recinto les hicieron una entrevista, ahí les preguntaron si eran los Elvis británicos, si realmente eran calvos, si no cortarían su cabello, sobre su música y espectáculos.

Los chicos eran tan descarados que eso fascinaba a todos los periodistas, decían lo primero que se les viniera a la mente provocando varias carcajadas en los espectadores.

Me mantuve todo el tiempo junto al manager tratando de pasar desapercibida. Cuando salimos del aeropuerto, una limusina nos llevó directo al hotel.

Nueva York era bellísimo, todo el camino miré por la ventana los impresionantes edificios y el cómo la moda era incluso diferente ahí.

Cuando estábamos llegando al hotel ya había fans llorando y gritando, el auto avanzaba terriblemente lento por toda la multitud que se aventaba al vehículo.

—Es increíble ¿no?

—Es fenomenal.

Los chicos saludaban sin quitar la sonrisa de sus rostros, realmente era una locura.

Bajamos justo en la puerta, corriendo con nuestras vidas antes de que las fans nos aplastaran.

—¿No es genial? ¿Estás orgullosa de nosotros? —Ringo me abrazó por los hombros— Están locos por nosotros.

—Lo sé, es increíblemente extraño —dije sarcástica.

—Chicos —musitó Brian llamando su atención—, tenemos todo el piso 12 para nosotros pero estarán en la suite B.

El personal del hotel ya había llevado nuestro equipaje a las habitaciones. Todos los huéspedes nos miraban con curiosidad, subimos por el elevador y fuimos directo a la suite.

—Wow —exclamé al entrar a la habitación—. Es realmente grande y lujosa.

—Elijo la habitación principal —dijo John y corrió a dejar sus cosas.

Yo bufé, arrastrando mis pies fui a dejar mis cosas en la siguiente habitación. Era una cama, con tocadores a los lados, un armario, una televisión y un espejo, además del baño.

—Nos tocará compartir —mencionó Paul entrando a la habitación.

—Oh... Claro, no hay problema.

Ambos acomodamos nuestras pertenencias en los armarios antes de salir a la sala común.

—¡Están hablando de nosotros! —gritó George apuntando a la televisión.

Me senté a su lado. Todos estábamos emocionadísimos, varios noticieros estaban cubriendo el caos que había provocado la beatlemania.

—¿Quieren algo de tomar? — preguntó Ringo mientras tomaba el teléfono para pedir la cena.

—No, iré a cenar fuera —contesté sin dejar de mirar la pantalla—. Quiero conocer Nueva York. 

Después de una hora estaba abrigada y lista para salir, iba a abrir la puerta y Paul me detuvo.

—¿Puedo ir contigo?

Yo sonreí —Te van a descubrir.

—Hmm, ¿Lo harán con esto?

Se puso una peluca de cabello largo y rubio, además de unas gafas y sombrero.

—Si morimos hoy, queda en ti.

Entrelazamos nuestros brazos y salimos del hotel.

Su plan efectivamente funcionó, salimos caminando sin que alguna fan volteara a vernos. Era de noche pero la ciudad estaba tan viva que estaba sorprendida, caminamos por algunas calles sin dejar de mirar todo embelesados.

—¿Qué se te antoja cenar, linda?

—Estaba pensando en unas hamburguesas, su especialidad ¿No?

—Lo que tú quieras.

Sonrió y después besó mi sien. Buscamos un restaurante de comida rápida y nos sentamos frente a la ventana, ordenamos hamburguesas, papas y refresco.

A pesar de ser una cena sencilla fue un momento sumamente especial, Paul me hizo reír todo el tiempo y lo mejor fue que nadie nos interrumpió para nada.

Regresando al hotel caminamos por una parte de Central Park, tomé fotos de nosotros con la cámara de Ringo y Paul me compró flores también.

Apenas entramos de nuevo a nuestra habitación volvimos a la realidad.

9~Febrero~1964

Estábamos todos en la habitación, veíamos desde el balcón a las chicas de afuera gritar, cantar y llorar por The Beatles.

—Vaya, nunca pensé que nosotros lograríamos esta locura en América —musitó Ringo.

—Yo ya lo sabía, pero nunca imaginé poder vivirlo junto a ustedes.

—Deberías darnos un adelanto de lo que nos pasará en el futuro.

—No, eso arruinaría todo.

—¿Vienen cosas buenas?

—Ajá.

—¿Conoceremos a Elvis?

—No puedo responder a eso.

—¡Oh, por dios! ¡Sí lo conoceremos! —gritó John tal fangirl— ¡¿Cuándo?!

—No insistas, Lennon, eso es información clasificada.

—¡Oh, por favor! Estamos hablando de que conoceré al Rey.

Rodé los ojo e ignorandolo entré de nuevo a la habitación. Fui directo al baño y al salir me encontré con John recargado en la pared esperando.

—Entonces... —empezó a hablar— ¿No me vas a decir? —yo negué con la cabeza— No me queda de otra que obligarte a hablar.

Se acercó lentamente, yo traté de escapar pero fue demasiado tarde, me jaló de la cintura y tapó mi boca callando un grito de mi parte. Con suma habilidad me echó sobre la cama y empezó a hacerme cosquillas.

—John... —decía entre risas— ¡para por favor!

Intentaba apartarlo pero no podía, unas lágrimas salían de mis ojos y carcajadas de mi boca.

—¿Me vas a decir? —seguía con su trabajo sucio.

En un abrir de ojos caímos al suelo, él estaba sobre mí, sin apartar sus manos de mi cintura.

—Bien... ¡Bien! ¡Me rindo! —grité sofocada.

Él paró, nos miramos unos segundos, mis ojos bajaron a sus labios húmedos mientras él seguía sobre mí con sus manos en mi cuerpo. John no dudó en besarme.

Todo sucedió tan rápido, yo ni siquiera tuve tiempo de procesar lo que estaba pasando cuando él empezó a subir mi blusa, fue entonces cuando reaccioné.

—No, John —lo empujé y me levanté—. Ya habíamos hablado de todo esto.

—¿Cómo puedes elegirlo a él después de que te engañó?

—¿Qué diferencia hay? Tú engañas igual a tu esposa, y esperas todavía que contribuya a tus infidelidades. Olvídalo.

—No puedes dejarme así —señaló su pantalón.

Mi mirada bajó a su entrepierna y levanté una ceja.

—Pobre de ti.

Musité con desprecio y abandoné la habitación.

Esa tarde ignoré por completo a John, no quería estar cerca de él ahora que sabía que seguía insistiendo en lo nuestro.

En la noche, todos nos preparamos para ir a The Sullivan Show. Más de 7 millones de personas americanas verían a The Beatles por televisión; iba a ser totalmente increíble.

¡Vaya, más de 1k comentarios!

Gracias chic@s.

Ali McCartney.

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