XVII
Yo tuve un gato en mi última vida, un gato negro como el que busca el ángel y tenía esos maravillosos ojos verdes, no podía creerlo, tuve el mismo gato todo este tiempo y no lo recordaba, recuerdo la vez que lo paseé en el parque, se mantuvo en el árbol todo el día, me desespere tanto que llore, al bajar pasamos por este circo, esta pantera también conoce… Panterita, le puse ese nombre, no sabía que había un basurero cerca, conozco la ciudad, no del todo pero se donde vivía, así me levanté, camine hacia mi departamento, mientras recordaba todos esos momentos que pasé con Panterita, empezó como un gato Uraño, pero su cariño fue saliendo a flote, le encantaba rasguñar la única silla de madera que tenia, también le gustaba el atún, estoy a tan solo unas cuadras, pero ¿Donde esta?. Me detuve abruptamente, recordé el último día de esta vida…
Fue mi culpa, de nuevo mi maldita condición, el tiempo comenzó acelerarse al igual que mis latidos, siempre tengo que hacer estas cosas, siempre hago lo mismo, sin más me puse a correr, el tiempo parecía volver a la normalidad, llegando a un día con lluvia, mientras corría como gata empezaba a tener nuevamente mi forma humana, solo corría desconsolada, sintiéndome culpable de todo esto, no podía volver al ángel, por mi culpa perdió a su gato.
Choque frente a el, caí en el suelo, mientras limpiaba mis lágrimas, él ayudaba a levantarme, tomándome del brazo, no quería verlo, no podía verlo.
-¿Qué pasó?-Dijo preocupado.
-Perdón, yo perdí tu gato, es mi culpa que no lo encuentres y por favor, déjame.- Quería irme pero me tomo del brazo.
-Tu lo salvaste…
-No, es mi culpa que ahora no esté aquí, siempre traigo desgracia y…-El ángel seco mis lágrimas con su pulgar, con ese gesto sentía una gran tranquilidad y de igual manera esa desesperación se apasiguaba tan rápido que solo podía sentir calma, se perfectamente que el se sentía igual, como si esa misma energía recorriera nuestros cuerpos. El ángel me mostró el día en que la rescate, se encontraba mal herida sobre la calle, se perfectamente que ese día quería darle algo de comer porque siempre la veía.
‐Olvide decírtelo, apenas lo recordé, tuve un gato negro.- Dije con algo de incertidumbre.
-Gracias por cuidarlo.
-Ven vamos a casa, tienes que saber que paso.-Dije con tristeza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro