FERRAN

Vista al Mar (Quevedo)

Salgo de la sala, una rebelde lágrima se desliza por mi mejilla. La limpio al instante. No soy capaz de mirar a mis amigos a la cara, no puedo enfrentarme a esto.

Me voy a Manchester.

Un sueño, pero por el cual debo pagar unas consecuencias duras.

–¿Ferran? – pregunta Héctor, acercándose.

Cuando me ve comenzando a llorar, ya sabe lo que va a pasar.

Asiento.

–Me voy – susurro.

Él me abraza. Rompo a llorar más. Llevo dieciséis años con él, todos los días juntos, dándonos consejos, animándonos en nuestros sueños. Héctor es y será mi mejor amistad, una real, fuerte y con una lealtad mutua increíble.

Cuando me separo, veo que Mia esta acercándose. Lleva un vaso de plástico que se lo da a Alex.

Me abraza.

–Saldrá bien, ya verás – susurro. Autoconvencerme ahora es lo mejor que puedo hacer.

–Eso espero.

Abrazo también a Alex y a los segundos salen todos los directivos y mi padre. Me despido de todos ellos y mi padre saluda a mis amigos.

...

Hemos venido mi padre mis amigos y Mia a comer. A celebrar mi fichaje, pero a la vez a despedirnos. Ni mi madre ni mi hermana han podido venir, pero les llamé antes para decírselo.

Cuando acabamos, Mia y yo vamos a dar una vuelta por puerto.

La noto nerviosa, como si quisiese decirme algo, pero no supiese como. No sé, la noto rara.

–¿Pasa algo mor? – pregunto.

Ella frena y me mira.

–Tengo que contarte algo. Lo iba a hacer más tarde pero bueno, ahora que te vas...

–¿Qué pasa? – pregunto.

–Bueno, mi padre me llamó cuando estábamos esperando a que salieses de la sala.

Asiento. No entiendo nada.

–Pues bueno, sabes que mi hermano estudió en Miami, ¿no?

–¿Dónde vive tu padre?

Asiente.

–Efectivamente.

–¿Y qué pasa?

–Voy a ir allí.

¿Miami va a Miami? Es como si yo me comprase un Ferrari. Que surrealista.

Intento tomármelo con humor, porque ya no sé como tomarme las cosas.

Mi novia se va a la otra punta del mundo.

De putísima madre vamos.

–¿Ferran?

Miro a mi novia.

–¿Qué?

–Que bueno, me voy pasado mañana – confiesa.

Intento fingir que no me afecta. Intento fingir, pero se que ella lo nota, pero finjo. Porque cuando veo como se le iluminan los ojos cuando me habla de ello, como sonríe y te cuenta emocionada que va a vivir por fin con su padre que bueno, termino sonriendo toda la tarde. Aunque no sé cuanto nos veremos durante el año. Porque la distancia no es corta que digamos. Y entre sus estudios y mis partidos, la cosa se pone chunga.

...

Estamos llegando a mi casa, la que me alquilé cuando empecé a cobrar bien en el Valencia, hará unos meses.

–¿Entonces, es nuestra última noche juntos? – pregunto.

Se limita a asentir.

–La última.

–¿Cuándo te veré? – pregunto.

–Si vengo para navidad, en verano cuando no tengas pretemporadas ni nada, ya nos apañaremos.

Asiento.

–Ya nos apañaremos.

–¿Pasa algo Fer? Te noto raro.

Niego.

–No pasa nada – miento. No quiero quitarle la ilusión.

–Puedes contarme lo que sea, lo sabes.

–No voy a joder nuestra última noche, Mia.

Ella asiente.

Seguimos andando y yo voy absorbido por mis pensamientos. Pensando en todo lo que he hecho con Mia en los últimos dos años.

Todos los besos.

Las caricias.

Los abrazos.

Las risas.

Los momentos románticos.

Los no tan románticos.

Ella leyendo mientras yo jugaba a la play.

Nosotros en la moto recorriendo Oliva.

Paseos por la playa.

Noches de pelis o ir al cine.

Todo fue, como una película cursi, de esas que Mia me obligaba a ver, pero que a mi en el fondo me encantan porque soy un romántico.

Por mucha distancia que pueda haber, no tiene por qué salir mal, ¿no?

Pero yo veía muchas películas. Y la vida no es como una película.

–¿Ferran? – Mia me saca del trance.

–¿Quieres que me quede?

Me doy cuenta de que ya estamos en casa.

–Ni lo preguntes.

Esa noche, aproveché cada minuto con ella. Cada beso, cada caricia, todo lo hago como si fuese el último que fuese a darle.

MIA

–Te llamaré todos los días – dice Ferran.

Sonrío. En media hora sale el vuelo. Me despedí de mi familia y ahora es turno de Ferran.

–Jugarás en la Premier, tendrás que centrarte.

–Me centraré, pero necesitaré animadora personal en Estados Unidos.

Asiento y esbozo una sonrisa.

–Te avisaré cuando llegue.

–Te llamaré nada más pongas un pie mor.

Rio.

–Te quiero tonto.

–Yo más.

FERRAN

Ese beso, fue el mejor que habré dado en mi vida.

Y el último que le di a Mia durante mucho tiempo.