Fijé mi vista en la ventanilla del avión, anunciaron el despegue y mi mente solo tenía un pensamiento claro.

"Este verano tengo que recordarlo como el mejor de mi vida"

Soy una chica que siempre ha puesto su trabajo y sus responsabilidades primero que todo, espero que alejarme de la civilización por estos dos meses me sirvan para centrarme solo en mi descanso y tranquilidad.

Mis amigas y familiares propusieron este viaje, me apoyaron con el propósito de que era hora de tomar tiempo para mí.

Recogí mi cabello negro en una coleta alta y me recosté colocándome mis audífonos, creo que la mejor manera de evitar los nervios es escuchando música.

(...)

Después de una hora aterrizamos en el aeropuerto de Buenos Aires, mis abuelos me dijeron que venían por mi así que esperé paciente.

-¡Alena!-gritó alguien detrás de mí.

Me giré encontrándome con Saúl.

-¿Saúl?-interrogué sorprendida, ya no era el niño de diez años que sonreía todo el tiempo, ahora es un joven que porta una mirada seria y un aura que grita peligro.

-El mismo, primita-me dedicó una mirada de alegría.

Me acerqué a abrazarlo y le dejé un beso en la mejilla.

-Estás cambiado-comenté.

-Tú también, ahora tienes más curvas-respondió en modo juguetón.

-Que graciosos-empujé levemente su hombro-Creo que deberíamos irnos, estoy cansada.

-Sí, te ayudo con las maletas.

-Por qué no vinieron mis abuelos-pregunté curiosa.

-¿No te dijeron?

-¿Decirme qué?

-Nuestros abuelos salieron de viaje hace una semana a casa de mis padres.

-Yo hablé con ellos y me dijeron que no había problema en que viniera, incluso afirmaron que vendrían a recogerme.

-A mí solo me pidieron que viniera a buscarte, me encargara de presentarte a mis amigos y te diera un recorrido por el pueblo, supongo que tal vez fue un plan porque sabían que si te lo decían no vendrías.

-Puede ser.

-Bueno, vamos que tengo el auto afuera.

Salimos del aeropuerto y luego de meter mis maletas al auto mi primo comenzó a conducir.

-Entonces Ena uno ¿Qué te trae por aquí?-preguntó alzando una ceja- Creo haberte escuchado decir que nunca vendrías a este campo.

Sonreí al escucharlo decir Ena uno, ese apodo me lo dice toda mi familia.

Tengo una hermana y ambas somos bajas de estatura por lo que desde pequeñas a mí me dicen Ena uno y a ella Ena dos, además de ser un diminutivo de mi nombre.

-Digamos que no me fue para nada bien en mi último negocio y mis padres me aconsejaron que lo mejor sería despejar mi mente, decidí tomarme unas vacaciones y que mejor lugar que uno en el que nadie me conoce y no hay internet.

-Tienes razón en cuanto a la internet, pero aun así creo que no es el mejor lugar para tomarte unas vacaciones, aquí las tiendas solo tienen algunas cosas Ena, por ejemplo, la leche del desayuno deberás ordeñarla tú misma de las vacas.

Puse cara de WTF.

-Eso es si quieres leche, puede que te alimentes de comida chatarra de la tienda.

Ese es otro de los problemas de mi vida, no me gusta la comida chatarra, soy más de comer cosas saludables aunque algunas veces si las como.

-¿Crees que podría mantener este cuerpo si comiera comida chatarra?-intenté bromear.

-Puedes ir al Gym.

-¿Aquí hay un Gym?-me sorprendí.

-Es algo parecido a un Gym, en realidad es un local que tomaron de la hacienda del capataz y colocaron unos aparatos y pesas.

-El capataz es Francisco.

Mi abuelo siempre hablaba de Francisco, un compañero de sus juegos de ajedrez.

-No, ahora esa hacienda está al mando de su hijo Tom.

Asentí comprendiendo mientras miraba por la ventanilla del auto, solo se veían arboles a los alrededores.

-Solo espero no arrepentirme de esta idea-murmuré para mí misma.

(...)

Saúl parqueó en algo parecido a un porche.

Ante mis ojos se encontraban pequeñas casas rústicas, muchas de estas rodeadas de flores en los jardines y de una madera de robles que las hacía ver antiguas pero hermosas.

-Nunca me imaginé un lugar así-comenté deslumbrada, este lugar tiene la armonía de esa paz que estaba buscando.

-Es bastante tranquilo el pueblo, pero aún no hemos llegado a su destino señorita, solo que el auto lo tengo que dejar aquí, desde ahora tenemos que caminar lo que nos queda.

Asentí y con su ayuda bajé todas mis maletas, él cargó la más pesada y yo tomé la mochila que trae menos cosas.
Luego de unos largos minutos caminando pude observar una casa aún más bonita que las anteriores.

-Esta es la casa de los abuelos, según me comentaron trataron de dejarte todo lo necesario aun así me pidieron que intentes alimentar a los animales de la granja, para ayudarte vendrá el capataz que te comenté horita, es de plena confianza así que no tienes de que preocuparte.

La palabra granja y yo no compaginamos ni un poco, pero haré el esfuerzo, después de todo mis abuelos me dejaron quedarme sin tener que pagar nada e incluso me dejaron un poco de dinero para algunas necesidades así que tengo que agradecerles de alguna forma.

-Está bien Saúl.

-Bueno me voy, vendré mañana a darte un recorrido por el pueblo y presentarte a mis amigos, te dejo para que te instales y descanses Ena.

-Muchas gracias por todo.

Me sonrió entregándome las llaves y marchándose.

"Bueno Alena Cross, aquí empieza tu aventura de verano"

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