Capítulo ocho
Narra Tom
-Rin, nos tenemos que ir -informé a mi hermana.
-Pero yo quiero hacer una pijamada-respondió haciendo un puchero adorable.
-No podemos quedarnos, recuerda que mañana es el festival.
-Por eso mismo hermanito. Mañana voy con Alena al festival.
-Pero yo tengo que levantarme temprano-traté de mantenerme fuerte pero yo también quería quedarme.
-Por mí pueden quedarse, así no estoy sola-respondió la chica que me trae loco.
Su sedoso cabello, sus ojos brillosos, sus deseosas y perfectas curvas, sus hermosas sonrisas.
Me gusta todo de ella.
-Está bien-me rendí.
-Yo también me quedo-afirmó Saúl.
-Entonces Rin y yo nos quedamos en la habitación de mis abuelos ¿De ustedes cuál se queda en el sofá?-preguntó Len girando a vernos.
-Yo duermo en el sofá- afirmé convencido.
-Entonces voy a llevar a Saúl y a Rin a que se instalen y vengo a traerte unas sábanas.
Eso me suena a que cuando venga no la voy a dejar irse.
Exactamente como me dijo fue con mi hermana y luego regresó con unas almohadas y sábanas en sus delicadas y pequeñas manos.
-Creo que hay mucho frío- murmuré-Tal vez si me abrazas y dormimos como cucharita me duermo más rápido-hice un puchero y mi bonita me sonrió juguetona.
-Solo si me das algo a cambio-susurró y alcé mis cejas.
-¿Qué cosa debo hacer para que mi pelinegra favorita duerma conmigo?
-Quiero que me cuentes sobre ti, no conozco muchas cosas de la persona que me gusta.
¿Quería saber de mí?
-¿Acabas de admitir que te gusto?
Su sonrojo se hizo presente y la agarré del brazo para lanzarla sobre mí.
-Dime bonita, ¿Qué quieres saber?
Se quedó pensativa.
-¿Has tenido novia?
Solté una sonora carcajada.
-Sí.
-¿Quién?
-Tú.
-¿No crees que deberías preguntarme primero antes de asumir eso?
-Alena Cross, mi bella dama ¿Quieres ser mi novia?
Sus ojos brillarom con más intensidad y me comencé a desesperar por su respuesta.
-Sí, quiero ser tu novia Tom.
La tomé de la nuca atrayendola para iniciar un beso tierno y delicado en donde ambos disfrutamos de la danza de nuestras bocas.
-¿Por qué aveces te veo tener actitudes frías hacia los demás?-preguntó cuando nos separamos.
Me tensé un poco en mi lugar, nadie me había preguntado eso antes pero si es verdad, antes de ella llegar dígamos que yo era un poco más frío, me pasaba el día concentrado en mis deberes y solo pasaba un rato en la noche a jugar ajedres con mi amigo, el abuelo de Alena.
-No sé, supongo que mis responsabilidades aveces me agobian-suspiré.
-¿Nunca has pensado irte de aquí?
Negué con la cabeza repetidas veces.
-Nunca me iré de este pueblo Len, aquí me crié, en cada pequeño rincón de este lugar hay un recuerdo, en cada árbol me he trepado, en el lago que cenado junto a mi familia, es difícil dejar todo atrás además también está el hecho de que ser el capataz es un legado que ha pasado en mi familia, todos los "gobernadores" principales de este lugar han sido de mi familia.
Se quedó pensativa por unos minutos y por su mirada hubiese deseado ahora mismo leer las mentes.
-¿Tú dejarías todo por mudarte aquí?
-No lo sé.
Esa respuesta me comprimió un poco el pecho, la verdad no me gusta nada la idea de que algún día tenga que irse.
-No pensemos en eso ahora vale, ¿Tienes alguna otra pregunta?
-No, son todas por ahora.
La abracé y ella apoyó su cabeza en mi pecho hasta que poco a poco ambos cerramos los ojos cayendo en la oscuridad.
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