Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2: Leyes de jerarquía


La segunda mañana en la casa Calloway fue igual de brillante, incómoda y silenciosa que la primera. Pero esta vez, al menos, estaba mentalmente preparada para la jungla que me esperaba en la escuela. Me puse el uniforme escolar, un conjunto que ya comenzaba a fastidiarme. La falda corta, de cuadros, caía justo por encima de mis rodillas, mientras que la blusa blanca de botones se ajustaba al torso. El cuello ligeramente alto me daba una sensación de formalidad incómoda, pero sabía que no tenía otra opción. Sobre todo con los calcetines blancos hasta la mitad de la pierna y las zapatillas negras; era imposible no parecer parte de ese sistema que tanto detestaba.

Al mirarme en el espejo, una fugaz sensación de nostalgia me golpeó. No encajaba aquí, pero no podía dejar que este lugar me absorbiera. Así que respiré hondo, peiné rápidamente mi cabellera castaña oscura con los dedos y bajé las escaleras. Prefería optar por el uniforme o mis jeans y camisetas viejas, como hice ayer, a tener que ponerme algo del armario lleno de ropa que Alec había comprado. Sería mucho más fácil empezar a aceptar esta nueva vida si no tuviera que parecer un maniquí de alta costura todos los días, como si cada prenda fuera una declaración de algo que no quería ser.

Al bajar las escaleras, la escena en la cocina era muy diferente a la del día anterior. Esta vez, Alec estaba hablando por teléfono, caminando de un lado a otro, y mi mamá estaba sentada en la mesa, hojeando una revista con una taza de café en las manos. Ethan, por su parte, estaba en la barra desayunando cereal, como si fuera un chico completamente normal y no el heredero de un imperio empresarial.

—Buenos días —murmuré mientras me servía un poco de café, tratando de pasar desapercibida.

—¿Así planeas sobrevivir hoy? —comentó Ethan, señalando las ojeras bajo mis ojos con una ceja levantada y una sonrisa burlona. Su tono no era exactamente malintencionado, pero la forma en que lo dijo me hizo sentir aún más consciente de lo que no había intentado esconder, como esas ojeras que claramente no pasaron desapercibidas.

—Al menos yo no me peino como si hubiera sobrevivido a un tornado.

Ethan volvió a sonreír, esa sonrisa que me ponía los nervios de punta.

—A los tornados se les llama "estilo", hermanita. Algún día lo entenderás.

—Deja de llamarme hermanita.

—No puedo prometerlo.

Antes de que pudiera responder, Alec terminó su llamada y se dirigió hacia nosotros con una sonrisa brillante.

—¿Están listos para la escuela?

Ethan dejó su tazón en el fregadero y me lanzó las llaves de su coche.

—Hoy conduce ella.

Lo atrapé a duras penas, mirándolo con incredulidad.

—¿Qué?

—Es justo. Me tocó ayer.

Rodé los ojos, pero no discutí. Conducir significaba no tener que soportar su pésima selección de música.

Cuando salimos de la casa y me subí al auto, Ethan se acomodó en el asiento del copiloto, apoyando los pies en el tablero como si fuera su sala de estar.

—Si rayas el coche, no me culpes.

—Si te dejo en medio de la carretera, tampoco me culpes.

Arranqué y nos dirigimos hacia la escuela en un silencio casi cómodo, interrumpido solo por las indicaciones que Ethan daba con desgana. Aunque intentaba ignorarlo, noté cómo su actitud despreocupada parecía más una máscara. Como si estuviera acostumbrado a mantener a todos a cierta distancia.

Cuando llegamos, el caos habitual del estacionamiento de la escuela estaba en pleno apogeo. Grupos de chicos y chicas conversaban, reían o simplemente posaban, porque eso era exactamente lo que parecía esta escuela: un desfile de moda constante.

Ethan desapareció tan rápido como el día anterior, dejándome sola para enfrentarme a Harper, que apareció de la nada con una sonrisa sarcástica.

—Mira quién decidió regresar.

—No tenía opción —respondí, ajustando mi mochila en el hombro.

—Eso es lo que todos decimos al principio. Pero después de un tiempo, empiezas a disfrutar el espectáculo.

Harper me llevó a mi casillero, y justo cuando pensaba que el día podía mejorar, una voz familiar interrumpió mi momento de paz.

—¡Bree!

Era Liam, con su sonrisa de niño travieso y su aire de "sé que soy encantador". Se apoyó en el casillero de al lado, mirándome como si fuera un experimento interesante.

—¿Sobreviviste tu primer día?

—Apenas.

Liam soltó una carcajada.

—Eso es lo que me gusta escuchar. Entonces, ¿ya te uniste al club de fans de Ethan o todavía no?

—Por favor, no me insultes.

—Eso significa que no. Interesante.

Antes de que pudiera responder, Harper, que había estado observando en silencio, intervino.

—Liam, ¿no tienes a alguien más a quien molestar?

Liam le guiñó un ojo.

—Siempre tengo tiempo para la nueva chica.

Se alejó con esa confianza irritante que parecía ser la norma en esta escuela, y yo solté un suspiro.

—¿Siempre es así? —pregunté.

—Peor. Pero te acostumbrarás.

El resto de la mañana pasó sin incidentes hasta que llegamos a la cafetería. Harper me llevó a la misma mesa al lado de la ventana, pero esta vez, el ambiente parecía más tenso. Podía sentir las miradas de los demás, y aunque Harper intentaba distraerme con chismes sobre quién estaba saliendo con quién, no podía evitar sentir que estaba en el centro de algo que no entendía.

Fue entonces cuando un chico desconocido entró en la cafetería, y el aire pareció cambiar. Era alto, con cabello negro desordenado y una chaqueta de cuero que no formaba parte del uniforme. Su presencia era magnética, y el murmullo en la cafetería se redujo casi al instante.

—¿Quién es él? —pregunté en voz baja.

—Ese es Cole. Es... complicado.

—¿Complicado?

—Es el chico que no deberías ni mirar si quieres una vida tranquila.

Por supuesto, eso solo hizo que fuera imposible no mirarlo. Cole caminó directo hacia la mesa de los deportistas, donde Ethan estaba sentado. Los dos intercambiaron una mirada que podía haber congelado el aire, y luego Cole se sentó, como si acabara de reclamar su territorio.

—¿Qué fue eso? —pregunté.

—Historia antigua. Ethan y Cole solían ser amigos, pero algo pasó. Nadie sabe exactamente qué, pero desde entonces, están como perros y gatos.

Genial. Justo lo que necesitaba: más drama.

Cuando terminó el almuerzo, Harper y yo nos dirigimos a la siguiente clase, pero no podía sacarme de la cabeza la sensación de que algo estaba a punto de explotar. Entre Ethan, Liam y ahora Cole, mi vida se estaba complicando más rápido de lo que podía manejar.


[...]


El problema con las escuelas llenas de chicos perfectos y secretos oscuros es que uno nunca sabe dónde está pisando. Lo entendí por completo cuando, al salir de mi última clase del día, me encontré con un escenario digno de una película de acción: Cole y Ethan estaban en el estacionamiento, y aunque no habían llegado a las manos, la tensión entre ellos era tan palpable que podía cortarse con un cuchillo.

Harper apareció a mi lado con una sonrisa nerviosa.

—¿Qué demonios está pasando? —le susurré, aunque tenía la sospecha de que ya sabía la respuesta.

—Solo una tarde normal en Calloway Prep.

Ethan estaba de pie junto a su coche, con esa postura arrogante de "nada me afecta", pero sus manos estaban apretadas en puños, lo que lo delataba. Cole, por otro lado, parecía disfrutar del enfrentamiento. Su sonrisa era más peligrosa que amigable, y aunque estaba a varios metros de distancia, podía sentir cómo irradiaba energía de chico problemático.

No sé por qué, pero mis piernas decidieron moverse hacia ellos antes de que mi cerebro pudiera detenerlas.

—¡Ethan! —grité, logrando que ambos chicos se giraran hacia mí.

—¿Qué haces aquí? —murmuró Ethan, claramente molesto por mi interrupción.

—Evitar que hagas algo estúpido.

Cole soltó una carcajada suave, lo suficientemente alta como para que todos la oyeran.

—Oh, la hermanita viene al rescate. Qué tierno.

Ethan dio un paso hacia él, y por un segundo pensé que iba a lanzarse. Me interpuse entre ambos, lo que probablemente fue la idea más estúpida que he tenido desde que intenté teñirme el cabello de azul en sexto grado.

—¿Por qué no mejor dejamos de jugar a los machotes alfas y seguimos con nuestras vidas?—dije, mirando a ambos.

Cole levantó las manos, como si se rindiera, pero su sonrisa no desapareció.

—Claro, princesa. Lo que tú digas.

Lo vi alejarse, con las manos en los bolsillos y el aire de alguien que sabe que ya ganó la pelea, aunque no haya lanzado un solo golpe. Ethan, por su parte, parecía a punto de explotar.

—¿Qué crees que estás haciendo? —espetó cuando Cole estuvo lo suficientemente lejos.

—Evitar que te suspendan o te rompan la cara. ¿Qué más?

Ethan me lanzó una mirada que, para ser honesta, daba un poco de miedo.

—No te metas en esto, Bree.

Y con eso, se subió a su coche y se largó, dejándome plantada en medio del estacionamiento. Harper se acercó, sacudiendo la cabeza.

—Te lo dije, es complicado.

—Eso no es complicado. Es un desastre.

Harper sonrió como si acabara de confirmar algo importante.

—Bienvenida a la selva. Vamos, te llevo a casa.


[...]


La noche en la casa Calloway fue aún más incómoda que la mañana. Ethan evitó cruzarse conmigo en todo momento, lo que me vino bien, porque tampoco tenía ganas de hablar con él.

Después de la cena, decidí refugiarme en mi habitación, pero no pasó mucho tiempo antes de que mi teléfono vibrara con un mensaje de Harper.

Harper: ¿Estás despierta?

Yo: Lamentablemente, sí.

Harper: ¿Quieres saber la verdad sobre Cole y Ethan?

Me quedé mirando la pantalla durante varios segundos. No podía negar que la curiosidad me estaba matando, pero también sabía que meterme más en sus asuntos solo iba a complicar mi vida.

Yo: ¿Me va a causar problemas saberlo?

Harper: Definitivamente.

Suspiré. ¿Qué tan malo podía ser?

Yo: Adelante.

La respuesta de Harper llegó tan rápido que casi pensé que había estado escribiendo el mensaje antes de que yo respondiera.

Harper: Se pelearon por una chica. Pero no cualquier chica.

Yo: ¿Quién?

Harper: El primer amor de Ethan y, según dicen, la razón por la que Cole dejó de preocuparse por las reglas.

Genial. Eso explicaba la mirada de odio mortal entre ambos, pero también dejaba muchas preguntas sin respuesta.

—¡Bree! —la voz de mi mamá me sacó de mis pensamientos. Bajé las escaleras y la encontré en la sala, hablando con Alec. Cuando me vio, me sonrió.

—¿Podemos hablar un momento?

—Claro —respondí, aunque mi instinto me decía que no iba a gustarme lo que fuera a decir.

—He decidido que sería una buena idea organizar una pequeña cena en casa este fin de semana. Para que te integres mejor.

—¿Una cena? —repetí, como si no entendiera el concepto.

—Con algunos de los estudiantes de tu escuela. Será algo sencillo, solo para romper el hielo.

Alec asintió, apoyando la idea como siempre.

—Será divertido.

Lo miré, incrédula.

—Tu definición de divertido es muy diferente a la mía.

Mi mamá me lanzó una mirada de advertencia, esa que significaba "no discutas".

—Estará bien, Bree. Solo... intenta disfrutarlo, ¿de acuerdo?

No me quedó más remedio que asentir, aunque sabía que la cena iba a ser todo menos tranquila. Porque si algo había aprendido en mi corta experiencia en esta nueva secundaria, es que las cosas siempre podían empeorar.

Y tenía el presentimiento de que esta vez no sería la excepción.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro