Final
Jonathan
No he parado de buscarla.
Supermercados.
Hospitales.
Estación de policía e incluso la morgue.
Este último por poco me provoca un desmayo cuando dijeron que habían encontrado el cuerpo de una joven.
En ese momento el aire me faltó y sentí desvanecerme.
Ni siquiera pude hablar, mi cuerpo temblaba y fue mi padre quien habló por mí diciendo que mi mujer estaba embarazada y era pelirroja y sentí alivio como el alma volvía a mi cuerpo cuando me confirmaron que la mujer era castaña y no estaba embarazada.
Salimos casi corriendo en ese lugar, deseando nunca volver.
Hablé con muchas personas preguntado si habían visto a mi esposa, pero nadie logró reconocerla.
¿Qué tan difícil era recordar a una mujer de cabello cobrizo embarazada?
Nadie. Absolutamente, nadie la había visto.
Mientras mi madre se quedaba en el departamento por si ella volvía, yo seguía en la búsqueda con mi padre, hermano y varias personas que trabajan para nosotros.
Llegó la noche y nada y lo peor es que según la policía debía esperar de 24 a 48 horas para poner la denuncia de su desaparición.
Diablo, si tan solo llevaba unas horas y me estaba volviendo loco, no creo que llegue a aguantar un día o dos más sin perder la cordura.
Ella era mi motor y no podía perderla.
Eran altas horas de madrugada, no me había detenido y seguíamos sin respuestas.
Caminaba por las calles mostrando su fotografía desde mi celular, preguntando a cada persona que veía.
No había ingerido alimentos, ni siquiera agua.
No me había sentado desde que había salido del departamento y sentía que mi cuerpo ya no aguantaba más, pero no podía detenerme hasta lograr encontrarla.
Por último fuimos a los refugios, comederos públicos y hogares de acogida y nada.
Maldije cuando la batería de mi celular murió y tuve que volver a mi departamento.
Ya estaba empezando a amanecer y mi madre me recibió preocupada, se notaba que tampoco había dormido nada.
—¿Por qué no descansas un poco?
—No puedo, necesito encontrarla.
—Tu padre y hermano están buscando hoteles.
—Gracias.
—Ve a darte un baño, aunque sea cariño mientras el móvil carga—Asiento y salgo hacia mi habitación.
Cierro los ojos al sentir su aroma y voy directamente hasta nuestra cama tomando su almohada y llevándola a mi nariz.
Un sollozo sale de mis labios y me aferro queriendo que todo esto sea una pesadilla y pueda despertar.
Mi ángel, ¿Dónde estás?
Miau.
Miau.
Levanto la cabeza y mi vista está nublada por las lágrimas y trato de enfocar donde viene ese ruido.
Miau.
Miau.
Bajo la mirada hacia mis piernas y veo una pequeña figura restregarse a mis piernas.
—¿Princesa?
Miau.
—¡Princesa! — Dejo la almohada a un lado y cargo a la pequeña gata de mi esposa y ella de inmediato restriega su cabeza a mi rostro y cuello mientras ronronea.
Una punzada de dolor atraviesa mi cráneo y todo se vuelve borroso cuando varias imágenes empiezan a atravesar mi mente como si se tratase de adelantar una película.
― ¿Qué estás haciendo en mi casa? ― Encuentro a una mujer en el pasillo ―Te hice una pregunta, ¿Quién eres? —La sacudo de los hombros tratando de obtener una respuesta.
―Yo...―Baja el rostro y puedo sentir su mirada recorrer mi cuerpo.
― ¡Habla! ―La sacudo de nuevo sintiendo mi miembro ponerse duro ante su mirada.
¿Quién es esta preciosa chica?
― ¡El gatito! ― Se suelta y empieza a correr.
― ¡Espera! ―Siento pánico cuando se aleja.
La sigo y ella entra a una de las habitaciones que está desocupada y mis ojos se abren cuando va directamente hacia el balcón y se inclina hacia adelante.
¿Qué está haciendo?
Siento que dejo de respirar cuando su cuerpo se desliza hacia adelante y grita corriendo hacia ella y cuando va a caer hacia adelante la arrastró hacia atrás haciendo que caiga sobre mi cuerpo.
― ¿Estás bien? ―Pregunto aferrándome a su cuerpo sin querer soltarla.
―Sí, yo...―Susurra ―Gracias―Trata de moverse y la detengo de la cintura.
Nos quedamos en silencio, mirándonos fijamente hasta que un pequeño maullido nos despierta de la burbuja.
― ¿Qué es eso? ― Pregunto soltándola y maldigo internamente cuando se aleja.
― ¿Acaso no ves que tu gato se salió y por poco cae del tejado? ―Dice molesta ―No deberías ser tan descuidado, pudo haberse matado.
¿Gato?
¿Qué gato?
―Es que yo no tengo gato― Digo sentándome en el suelo a su lado y su mirada de nuevo vaga por mi cuerpo haciendo que mi cuerpo se caliente y más cuando se queda con su mirada en mi entrepierna notando el bulto que esconde la toalla.
Mierda, si sigue mirándome así no voy a detenerme y la haré mía en este instante.
Necesito controlarme.
Carraspeó llamando su atención y dejé de mirarme de esa forma. Me levanto aferrándome a la toalla, siendo el único obstáculo que evita que quede completamente desnudo ante ella.
Me pongo de pie y no ayuda a que ella esté de rodillas sentada sobre sus talones y me dé esa mirada ansiosa por mi polla.
Jesús, cuánto desearía tenerla dándome placer con esos dulces labios.
Antes de que pierda el control, me alejo y salgo de la habitación y me meto a la mía, me cambio de ropa de prisa no queriendo dejarla sola por mucho tiempo y salgo de nuevo a su encuentro. Ella luce con una sonrisa mientras acaricia una bola de pelos y le hace mimos.
Mierda, ahora tengo envidia de un estúpido gato.
―Ahora sí podemos hablar mejor, ese gato no es mío―Lo señaló de mala gana.
―No lo mires así―dice molesta y se levanta y empieza a salir de la habitación con el pequeño gato en sus manos.
¿A dónde va?
De nuevo siento pánico cuando se aleja y la sigo como perro faldero.
Me detengo al ver su mirada llena de lágrimas.
¿Qué? ¿Por qué va a llorar?
Aprieto las manos en puño sintiendo ira conmigo mismo por hacerla llorar.
Ahora se querrá ir.
―Espera, no te vayas, yo...―Digo y levanta la mano poniéndola en mi boca― ¿Qué está pasando? ―Pregunto y quiero lamerle la mano.
―Escucha― Me silencia y frunzo el ceño al escuchar otro maullido.
― ¿Eso es...? ―Maldigo cuando vuelve alejarse y corre abriendo puertas hasta subir unas escaleras que ni siquiera sabía que existía.
― ¿De dónde salieron? ―Pregunto al ver el ático abandonado y algunas cajas en un rincón y veo como salen varios pequeños gatos detrás de ellas.
Arrendé la casa hace unas semanas para tener paz y tranquilidad y alejarme de todos y no sabía que estaba infestada de gatos.
―Son muy pequeños, ¿Cómo es posible que no te hayas dado cuenta de que tienes gatos en tu ático?
―Nunca subo para acá, siempre permanezco en el primer piso.
― ¿Dónde está su mami? ―Una gata naranja entra por la ventana y maúlla acercándose a su camada ―Así que tú eres su mami, ¿Acaso te metiste y tuviste tus gatitos sola? ―Mi pequeño Ángel se agacha y empieza acariciarla ―Eres una buena mamá, te has encargado de tus bebés solita―Cruzo mis brazos molestos sintiendo de nuevo envidia de no ser yo quien tenga su atención.
― ¿Cuántos gatos hay? ―Pregunto.
―Son tres con el que salve― Dice y ríe cuando los gatitos le lamen el rostro ―Cuatro con la mamá—Joder, quisiera ser yo esos gatos.
― ¿Tendrán dueño?
―No lo creo, por el aspecto de la madre se nota que no tiene hogar―Dice y puedo ver cómo su rostro se contrae―Tampoco he visto algún anuncio de pérdida de gatos, así que no, no tienen dueño.
Esto es una oportunidad para deshacerme de esos gatos y tener su atención.
―Entonces hay que buscarles uno porque no pienso quedarme con ellos― Me da una mala mirada antes de cambiar de expresión y sus ojos se llenan de lágrimas.
― ¿Acaso no ves que no tienen un lugar? ―Me siento como la mierda por hacerla llorar de nuevo y me acerco tratando de consolarla.
― ¿Por qué lloras? ― Digo sintiendo miedo ante su rechazo ―Por favor responde.
―Es que... ellos no tienen dónde ir―Dice entre hipos señalando los gatos.
―Le buscaremos un lugar.
―Nadie va a cuidarlos como debe, los bebés aún están muy pequeños para separarlos de su mamá― Empieza a llorar haciendo que el corazón me duela.
Me acerco y la abrazo y siento alivio cuando envuelve sus pequeñas manos en mi cintura, aferrándose a mí mientras llora.
Pasé mi mano acariciando su espalda, consolándola hasta que logró calmarme.
―Voy a quedarme con ellos―Digo para que se calme.
―No es necesario, yo... le buscaré un lugar.
―No, pero voy a necesitar de tu ayuda. No tengo idea de cómo... cuidar de una mascota y ahora tengo cuatro―Puede que después de todo no sea una mala idea si puedo hacer que ella permanezca a mi lado.
― ¿De verdad vas a cuidar de ellos? ― Me separo un poco de su cuerpo sin soltarla y con la otra mano limpió sus lágrimas que me está matando.
―Solo si tú me ayudas, como te dije, no tengo idea de cómo hacerlo. Nunca he cuidado a alguien más de mí mismo.
― ¡Claro! ―Salta sobre mis brazos y sonrió lleno de victoria―Claro que sí―Me sonríe ―Gracias, te prometo ayudarte en todo lo que puedas. Cuando esté más grande podemos conseguirle un hogar.
Mientras me sigas sonriendo como lo haces, ahora haré lo que sea por ti.
―Está bien―Me separó tomando su mano―Pero pienso que deberíamos llevarlos primero al veterinario, la madre la veo un poco delgada y hay que ver cómo están los pequeños―Asiente con una enorme sonrisa.
―Claro. Cuando pueda te ayudaré con los gatos, en... En este momento no―acaricio sus labios silenciándola.
―Yo me ocupo de los gastos, tú solo ayúdame a cuidarlo―Asiente con la cabeza de nuevo.
―Por cierto, soy Johan―Extiendo mi otra mano.
―Soy Cristina, pero puedes decirme Cris.
―Un gusto conocerte Cris.
Y juro nunca dejarte ir.
Serás mía como yo seré tuyo y nunca me separaré de tu lado.
Es una promesa que hago mentalmente.
Me aferro al gato naranja recordando el primer día que la vi y supe que estaba enamorado y obsesionado por esa mujer.
—¿Estás bien? —Pregunta mi hermano entrando a la habitación—Traje a la gata porque era la más inquieta de todos y estuvo a punto de salirse de la casa y temí que se perdiera, por eso la traje.
La gata maúlla de nuevo mientras las lágrimas abandonan mi rostro.
Me quedé por un momento aferrado a mi gata, quien ha sido mi mejor amiga y la cómplice de mi relación con mi esposa, hasta que logró calmarme.
Por alguna razón ella me calma.
Por alguna absurda razón la gata me volvió la memoria y pude recordar todo.
Me levanto de la cama con la gata en mis manos y me acerco a mi hermano agradeciendo por todo lo que ha hecho. Sé que he sido un estúpido con mi familia y, aunque ahora no tengo palabras que pueda expresar, ellos saben que los amo.
—He recordado—Le digo a mi hermano—He recordado todo, especialmente cómo conocí a mi pequeño Ángel.
—Esto es estupendo, hermano—Palmea, mi espalda.
Le digo a mi hermano que me daré una ducha y saldré en unos momentos, él sale dejándome solo con mi gata.
—Te prometo que encontraremos a tu mami—Le digo a Princesa y ella maúlla de respuesta como si confiara en que lo haré.
Beso, su cabeza y me doy un baño rápido, no puedo en este momento desmoronarme y ponerme a llorar, necesito encontrar a mi mujer.
Recién bañado y limpio me ayuda a pensar con más calma y ver donde seguir con nuestra búsqueda.
Princesa me sigue hacia todos lados y decidí llevarla conmigo para la búsqueda.
Dicen que los gatos ayudan a limpiar nuestras energías y por alguna razón Princesa me ha mantenido en calma.
Llegué a una cafetería para encontrarme con mi padre. Al verlo, me doy cuenta de que no ha parado de buscar a mi esposa, luce cansado, ojeroso y la misma ropa de ayer.
Apuesto que tampoco ha ingerido comida.
—Hijo—Me acerco a mi padre y lo abrazo —Me contó tu madre que recuperaste la memoria.
Esta mañana mi madre se puso a llorar cuando se dio cuenta de que había recuperado la memoria y me obligó a comer el desayuno para tener energía y seguir con la búsqueda.
—Sí, al parecer la gata me ayudó a recordar todo—Digo con Princesa en mis manos.
No me importa tener la ropa llena de pelos. Ahora que la recuerdo, sé que ella y yo somos inseparables.
—Es hermosa—Mi padre acaricia su cabeza haciendo que Princesa ronronee.
—Padre, porque no vas a casa y descansas un poco. Te agradezco por todo lo que estás haciendo, pero no quiero que termines enfermándote por mi culpa.
—Nada malo va a pasarme, Cristina es mi hija ahora y haré todo por ella.
—Gracias.
—Pidamos algo de comer y seguimos con la búsqueda.
—Está bien, la verdad es que ya tengo hambre.
Mi padre y yo desayunamos y mi hermano nos envía un mensaje informando que consiguió que el canal de noticias mostrará la información de mi esposa pidiendo localizarla y así poder más posibilidad de encontrarla.
Vuelvo al departamento, toda la familia está reunida y observamos la imagen de mi mujer en el canal pidiendo la colaboración sobre alguna información de su paradero ofreciendo recompensa por encontrarla.
Los teléfonos empezaron a sonar y mi familia corrió de un lado a otro para corroborar la información que nos daban.
Muchos llamaban diciendo que la habían visto, otros decían que sabían su ubicación y unas horas después nos dimos cuenta del error que cometimos porque todas esas informaciones eran falsas y solo buscaban el dinero de la recompensa.
—¿Acaso no les dijeron que esperaran? —El jefe de policía del distrito está furioso porque no dejan de recibir falsas llamadas haciendo que la policía descuide los verdaderos problemas.
—Mi mujer está sola, embarazada en algún lugar. No me iba a quedar con las manos cruzadas esperando que ustedes tengan tiempo de buscarla.
—¿Sabe cuánto le está costando a la ciudad su osadía?
—No me interesa, no dejaré de proyectar su imagen y pedir ayuda hasta que ella aparezca—Estoy en la estación después de haber sido citado junto a mi abogado.
—Señor, tiene una llamada—Dice la secretaria.
—Dile que llame después.
—Es... el alcalde, señor—Observó cómo su rostro se tensaba y tomó la llamada delante de nosotros.
—Señor alcalde... Sí... estamos buscándola, señor, pero no hemos tenido rastros y cómo la familia se puso a... Sí, señor, entiendo, pero... Sí, lo haremos—Dice antes de colgar y me da una dura mirada—Por favor, señor Smith, cuando piense hacer algo como esto, pregunté primero.
—Lo haré.
—Verá, muchas personas se van a aprovechar de la situación por la recompensa y no harán más que llamadas falsas.
—Entiendo.
—El alcalde me pidió que me hiciera cargo personalmente y lo haré.
—Le agradezco—Me pongo de pie sin dejar de acariciar la cabeza de Princesa.
Salgo de la estación y me encuentro con varios reporteros. Un grupo de policías me escoltan hasta mi auto donde el chofer me espera.
—Vamos al departamento.
Ya han pasado 48 horas y me siento cansado, enfermo. No entiendo por qué no hemos dado aún con mi esposa, es como si la tierra se le hubiese tragado.
Llego a mi edificio y hay un mar de periodistas ocupando gran espacio de la calle. Rodean el auto golpeando las ventanas haciendo preguntas y el chofer no se detiene hasta ingresar al interior.
El móvil de mi hermano suena y lo silencio sabiendo que me encontraré en un momento con él. Mi padre me llama y hago lo mismo mientras bajo del auto junto a Princesa.
Necesito que Princesa coma algo mientras pongo de nuevo el móvil a cargar.
Las puertas del elevador se abren y entro arrastrando los pies como si fuese un ente.
—Cariño—Observó primero a mi madre, quien tiene los ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué pasa? —Se hace a un lado y ahí está ella, mi pequeño amor.
—¿Ángel?
—¡Johan! — Cristina se levanta de un salto y corre hacia mí.
Dejó caer a Princesa y tomó a mi esposa entre mis brazos inhalando su aroma.
—Dios mío, estás aquí—Empieza a besarla por todo el rostro.
—Tuve mucho miedo—Me separo un poco de mi mujer y limpio sus lágrimas.
—Ya estás aquí, ya estás a mi lado y me aseguraré de nunca dejarte sola—Sonríe entre llanto.
—Perdóname, perdóname.
—No hay nada que perdonar mi amor.
Miau.
Cristina baja la mirada y sus ojos se abren a ver a Princesa restregarse en sus piernas.
—¡Princesa! —Se arrodilló y cargó a la pequeña gata para acariciarla.
—Era una sorpresa que te tenía—Digo limpiándome las lágrimas—Traje a la camada hace unos días y estaba esperando que nos entregaran la casa.
—¿Casa?
—Sí, la casa que compré para nuestra familia.
—Oh, Johan— Se levanta tomando mis mejillas y me besa una y otra vez—Te amo tanto, gracias. Gracias.
—Aún te tengo otra sorpresa—Pego nuestras frentes—He recuperado la memoria—Digo y, sin poder contenerme, me rompo a llorar.
—¿Qué?
—Lo recuerdo todo, todo—La beso—El momento que nos conocimos, cuando nos vimos por primera vez y de lo mucho que me obsesione contigo.
—Cariño—Acaricia limpiando mi mejilla.
—Te amo. Te amo tanto que no podría vivir sin ti.
—Yo tampoco podría.
Nos besamos sin importar que mi familia esté en la sala observando hasta que es mi mujer quien se separa y baja el rostro apenado.
—Hijo, quiero presentarte a alguien—Dice mi padre llamando mi atención.
Levantó el rostro y me encuentro con toda mi familia reunida en la sala y una pareja mayor.
—Ellos fueron los que encontraron a tu esposa y cuidaron de ella—Mi mujer toma mi mano y me acerca a la pareja.
—Cariño, te presento a Sabrina y su ex esposo Don Gustavo, ellos fueron quienes me encontraron, cuidaron y ayudaron a volver.
—Les agradezco mucho por lo que hicieron con mi esposa—Tomo la mano de la pareja dándole un suave apretón.
—No hay nada que agradecer, esta dulce niña necesitaba de nuestra ayuda y no la íbamos a abandonar.
—Tenemos dos hijas y no quisiéramos que pasaran por algo así.
—Pero cuéntenos, ¿Cómo fue que la encontraron?
Mi padre señala el mueble y todos nos sentamos, eso sí, yo con mi esposa en mis piernas. La pareja sonríe y mi mujer no deja de repartir besos en mi mejilla y boca abrazando mi cuello mientras escuchamos el relato.
—Bueno, Sali de trabajar y me la encontré llorando. Cuando le pregunté qué pesaba ella, estaba en estado de pánico y tuve que llevarla a una cafetería para que se sentara y se calmara— Tomó el rostro de mi esposa sintiendo miedo por lo que vivió.
—¿Estás bien? —Pregunto preocupado.
—Ahora lo estoy—Sonríe recostando la mejilla en mi hombro.
—Me comentó lo que estaba pasando y caminamos un poco buscando si podía ubicarse y al no encontrar nada fuimos a una estación.
—El policía no nos prestó atención—Dice mi mujer y la sangre hierve.
—¿Cómo que no les prestó atención?
—Sí, bueno. Dijeron que no podían hacer mucho, que había muchos Smith en la ciudad—Dice la señora—Sugirieron que se hospedara en un hotel mientras alguien iba a preguntar por ella.
—¡Hijo de puta! —Gruño molesto.
—Cariño, la policía tiene muchas cosas, ellos no le van a dar importancia por alguien que se perdió—Murmura mi madre con voz calma.
—Tiene razón amor, no te molestes por eso—Cristina toma mi rostro haciendo que la mire y sonrió al ver su sonrisa.
—¿Y qué pasó después? —Pregunta mi madre carraspeando haciéndonos salir de nuestra burbuja.
—Bueno, después de salir de ahí tomamos un taxi y fuimos a buscar a mi ex esposo, él es vigilante y podrá tener algún contacto o forma de localizarlos.
—Me desmayé al llegar al lugar donde trabaja el señor Gustavo.
—¡¿Qué?!—Me alarmó —¿Cómo que te desmayaste?
—sí, bueno, me dio miedo del lugar.
—¿Qué lugar es?
—Trabajo en el cementerio Central—Responde el señor Gustavo—Sabrina se bajó del auto asustada gritando y no sabíamos qué hacer, así que la llevamos a casa—Dice—Una de mis hijas es enfermera, así que la llamamos para que fuera a verla.
—Sí, fueron muy atentos conmigo.
—¿Por qué no la llevaron a un hospital?
—No tenía identificación y sería difícil que la atendieran—Responde la señora Sabrina—Lo preocupante fue que no despertó hasta el otro día en la noche.
—¿Por qué?
—Mi hija dijo que tuvo un bajón de azúcar—Dice la señora—También por el cansancio, la ansiedad y el estrés por lo que estaba atravesando hizo que prácticamente durmiera 24 horas.
—Sus hijas estuvieron al pendiente de mi salud—Susurra mi mujer—Todos ellos.
—De todas maneras, es mejor que te vea el doctor—Digo tomando su rostro.
—Ya lo llamé y viene en camino—Dice mi padre.
—Gracias, papá.
—¿Qué pasó después?
—Solo hasta esta mañana vimos el comunicado y vinimos en cuanto pudimos.
—Les agradezco todo lo que han hecho por mi mujer, de verdad y déjenos recompensarlo.
—No hay nada que recompensar, una ayuda como esta no se hace por dinero ni favores—Dice la señora Sabrina—Como le dije, tenemos dos mujeres y lo que menos queremos es que pasen por una situación como esta o cualquier otra y no tengan con quien contar.
—Gracias—Cristina trata de pararse de mis piernas, pero no la dejo hasta que me da una mirada que hace que la suelte un poco, aunque no mucho.
Ambos nos paramos y la mantengo cogida de la mano, ella vuelve a acercarse a la pareja y les da un abrazo de agradecimientos.
Mi madre los invita a almorzar y conversamos un poco mientras el médico llega y examina a mi mujer, quiero asegurarme que tanto ella y mi bebé estén bien.
Cuando el médico me confirmó que ambos están bien, siento que me quitan un peso de encima y me relajó un poco. Mi esposa bosteza y es mi momento.
—Me disculpan, pero creo que tanto Cristina como yo necesitamos descansar.
—Claro, nosotros nos vamos.
—Por favor dejen los datos con mis padres, mi esposa y yo nos gustaría volver a verlo—Ambos asiente y nos despedimos de la pareja.
—Por fin solos—Cargo a mi esposa y subo las escaleras para llevarnos a nuestra habitación.
Mañana mismo nos mudaremos, pero hoy pasaremos la última noche en este departamento.
—Sí, me siento tan cansada—La dejó sobre sus pies y besó su frente antes de empezar a desvestirla.
—Estuve a punto de volverme loco—digo y empiezo a quitarme la ropa—Te juro que si no hubiera sido por Princesa que mi hermano trajo en ese momento hubiera perdido la razón.
—Tú y ella siempre han sido muy unidos—Envuelve las manos detrás de mi cuello y la levantó para llevarla al baño.
—No volveré a dejarte sola nunca más.
—No seas dramático, sé que soy la mayor responsable, no debí salir sola en una ciudad tan grande y menos no llevar el móvil.
—Tengo ganas de azotar ese trasero tuyo por no haberme avisado—Empiezo a besar su cuello sintiendo el aroma familiar.
—Lo sé, perdóname mi amor. Te prometo que no lo volveré a hacer.
—Eso espero.
Recorro mis manos por todo su cuerpo mientras la beso y le hago lentamente el amor contra la pared, sintiéndome de nuevo en el paraíso. Después de unos cuantos orgasmos, me dedico a lavarla mientras mi Ángel me cuenta todo lo que pasó con sus propias palabras y de nuevo me lleno de angustia al saber todo el miedo por el que pasó.
—Te juro que pensé que no volvería a verte—Dice mi mujer ya en la cama con su mejilla en mi pecho.
—Somos almas gemelas que están destinadas a encontrarse siempre—digo y beso su cabeza.
Cierro los ojos para descansar un poco y me aferro al cuerpo de mi mujer sintiendo el cansancio de los días cobra su precio sumergiéndome en un hermoso sueño.
Uno que se ha hecho realidad con ella a mi lado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro