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Capitulo 8

Cristina

Me abrazo a mi esposo no queriendo llorar, pero es inevitable no hacerlo por las hormonas.

—Volveré pronto, te lo prometo.

—Lo sé, mi amor—Me separo para besar sus labios —No te preocupes, todo estará bien.

—Dios, no quiero irme.

—Entre más rápido vayas, más rápido vuelves.

Suelta un suspiro y veo cómo su rostro se contrae como si tuviera rabia. Sé que lo siente, tener que viajar y dejarme en mi estado lo está volviendo loco.

Contrato a Rosa, una vecina del pueblo que siempre ha sido amable conmigo y estaba más que dispuesta a quedarse en casa y hacerme compañía mientras él regresa.

También le dijo a su esposo que estuviera al pendiente de cualquier cosa que necesitara.

Lo acompaño al aeropuerto y me despido de mi marido. Trato de no llorar cuando se va y al momento que su cuerpo se pierde me derrumbo cayendo en el suelo. Rosa y su esposo me ayudan a levantarme y me sienta en una silla. Me duele estar lejos de él sintiendo un enorme vacío en mi corazón. Sé que Johan está peor, lo vi en sus ojos llenos de lágrimas, pero no derramo ni una sola lágrima para no ponerme mal.

Ese hombre estaba muy mal.

Conociendo a mi marido en dos días o menos iba a estar a mi lado.

Llego a casa y me acurruco con nuestros gatitos, ellas parecen presentir que los necesito y se acurrucan a mi lado.

Me quedo dormida en el mueble y escucho el móvil sonar, sonrió porque sé que es él.

—Hola mi amor.

—¿Qué haces dirimiendo en el sofá? ¿Por qué no estás en la cama? ¿Acaso pasa algo?

—Cálmate y respira mi amor—Sonrió y me siento con la mirada puesta en la cámara —¿Ya llegaste?

—Sí, pero responde por favor.

—Estoy bien amor, solo me acurruque y me quede dormida.

—No, sé que estás mal. Voy a volver a regresar ahora mismo.

—¿Amor? —Lo escucho balbucear —¿Amor?

—Estoy bien, te lo juro.

—¿Me lo juras?

—Si mi amor, no es necesario que regreses.

—¿Acaso ya no quieres que vuelvas? —Sonrió porque parece un niño malcriado.

—Claro que sí mi amor, solo digo que no es necesario que te vengas porque me pase algo. Ve a resolver los asuntos para así no te estén molestando.

—Lo haré, voy a renunciar.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No quiero volver.

—¿Estás seguro?

—Sí, venderé mi empresa y me dedicaré a mi familia.

—Eso me parece bien, pero quiero que te estés seguro y no te arrepientas después.

—No lo haré, tú y mi hijo son los más importantes. Además, después de esto debemos ir planeando al otro—Suelto una carcajada.

—¿No me dejarás descansar?

—Claro que no, te ves increíble embarazada y pienso mantenerte así.

—Dios, cuánto te amo.

—Yo igual—Escucho unas voces y él responde antes de volver a tomar el teléfono —Amor, debo irme, pero te llamaré en unas horas.

—Dale mi amor. Te amo.

—Yo te amo más.

Me quedé en silencio y sonrió al ver que le cuesta colgar, así que lo hago yo.

Parecemos dos adolescentes.

Johan y yo hablamos todo el día constantemente o me está mandando mensajes. Sé que me mantiene vigilada con las cámaras de la casa y en la noche hacemos videollamadas.

Mi esposo no me dice nada en dónde está, pero reconozco que es un sitio elegante donde se está quedando. No sé si es hotel o departamento, tampoco le pregunto.

Estoy viendo una novela junto a Rosa, quien es mexicana, y mis ojos se llenan de lágrimas al ver que la protagonista queda devastada al darse cuenta de que su esposo la engañaba y que tenía otra familia.

Mi corazón se oprime al imaginarme a Johan con otra mujer e hijos.

¿Será que por eso no habla de su trabajo ni de su familia?

Me levanto del sofá y voy a mi habitación, las lágrimas brotan de forma descontrolada. No puedo detener el llanto. Mi móvil suena y sé que es él, que me habrá visto por las cámaras. No soy capaz de responder, sé que es una estupidez que me ponga así. Johan me ama y no me haría algo así.

El móvil suena varias veces y cuando por fin me he calmado y voy a responder la llamada se cuelga.

Respiro hondo y aprovecho para lavar mi rostro y devolver la llamada, pero está de inmediato y se va al buzón.

¿Qué está pasando?

Le marco una y otra vez, pero nada. Es como si estuviera apagado.

¿Se habrá molestado por no responderle?

Le mando mensajes, pero estos no llegan. Aun así, le dejo varios y le explico lo que pasó, que por culpa de mis hormonas termine llorando por una novela.

Pasan las horas y nada, no tengo noticias de mi marido. Empiezo a desesperarme, Rosa me pasa un té para que me tranquilice y me quedo dormida con el móvil en la mano.

Al otro día es igual, no tengo noticias de mi marido.

Estoy a punto de volverme loca, las horas pasan y nada. Cuando llega la noche vuelvo a llorar, no sé si mi marido está enojado o le pasó algo.

Una semana ha pasado de no tener noticias de mi marido, y he estado desconsolada. No sé dónde llamar y cómo ubicarlo, puesto que él nunca me dijo nada. Solo sé que iría a New York y sé que será imposible encontrarlo.

Empecé a rebuscar en su oficina buscando algún indicio de dónde está, su computador tiene clave y es imposible ingresar. He encontrado unos documentos que hablan sobre propiedades y casas en venta, no entiendo nada y sigo tratando de buscar su domicilio.

No sé si sea ingenua o no, he tratado de recordar las fechas importantes de mi marido. Solo sé su primer apellido y hay mucho Johan Smith en la búsqueda de Google.

Fecha de matrimonio.

Clave incorrecta.

Mi cumpleaños.

Clave incorrecta.

Fecha en que nos dimos cuenta del embarazo.

Clave incorrecta.

Nuestra primera vez.

Clave incorrecta.

El día que nos conocimos.

Clave correcta.

Suelto un suspiro de alivio y empiezo a investigar y un logo llama mi atención, es el mismo de los documentos y al entrar a su correo veo varios de un hombre.

No me atrevo a leer sus correos personales y lo que hago es escribirle a la persona que se ha mantenido en contacto.

Buen día.

Soy Cristina Jones, esposa de Johan Smith. Lo que sucede es que mi esposo ha salido de viaje desde hace más de una semana, no sé si para encontrarse con ustedes y no he vuelto a tener noticias sobre él. Estoy muy preocupada, por favor, si sabe de algo o dónde lo pueda ubicar, le estaré eternamente agradecida.

Enviar.

Suelto un suspiro, rogando por tener una respuesta pronto. Me he sentido muy mal y sé que si no dejo de llorar, mi hijo es el que saldrá perjudicado.

Necesito a mi esposo.

La bandeja de entrada anuncia un nuevo correo. Mi corazón se acelera cuando lo oprimo para abrir.

Buen día.

Con todo respeto, Cristina, eso es imposible. Mi hermano es un anti compromiso, así que no creo que se haya casado y aún no entiendo cómo me escribes desde su correo personal. ¿A qué está jugando, señorita? No sé lo que busca, pero tenga cuidado que con mi familia no se juega.

Me quedo observando el correo una y otra vez.

Buen día, no soy impostora y tengo pruebas que confirman que soy la esposa de Johan.

En el computador de mi marido hay varias fotografías de nosotros, incluso en el fondo de pantalla hay uno de los dos en nuestra boda.

Me metí a la galería y le envié la de nuestra boda, en la que aparecemos mostrando nuestros anillos e incluso nosotros dos entre risas y besándonos en un video.

Denme un número para llamarla, por favor.

Es la respuesta de su hermano.

Le doy mi número personal y de inmediato devuelve la llamada.

—¿Hola? —susurro nervioso.

—Hola—responde serio —Verificaré si esas fotos no son un montaje.

—No lo son. Si desea puede hacerlo, solamente dígame ¿Dónde está mi marido?

—Hasta que no verifique...

—Mire, señor, no tengo por mentir. Vuelvo y le digo y le muestro hasta el acta de mi matrimonio si así lo desea. Yo la verdad es que no entiendo qué está pasando, mi esposo desapareció y estoy muy preocupada por él.

—¿Me podría mandar el acta de matrimonio, por favor? Lo siento, no puedo darle ninguna información hasta no comprobar que lo que dice es verdad.

—No tengo problema.

Mi esposo había marcado el acta de matrimonio y lo había colgado en la pared para recordar que ambos estábamos casados. Lo saco y tomo la foto y envió todo e incluso videos de nosotros dos.

Los que no son íntimos.

Una hora después vuelvo a recibir la llamada del hombre que dice ser su hermano.

—Lamento todo esto, aún nos cuesta creer que Johan se haya casado y no nos haya dicho nada.

—No sé por qué lo hizo—susurra despacio pensando que posiblemente se avergonzara de mí.

—Yo tengo una sospecha. Mi hermano siempre ha sido reservado con sus cosas, especialmente cuando siempre le hemos dicho que algún día llegaría su día y él lo negaba-. Al parecer teníamos razón.

—Pero no entiendo por qué tanto secreto. Él jamás me habló de ustedes.

—Bueno, tocará esperar para saber esa respuesta.

—¿Johan está con ustedes?

—Así es.

—¿Dónde está? —Empiezo a sollozar —Acaso... ¿Acaso está casado y tiene otros hijos?

—No, nada de eso. Como le dije mi hermano jamás pensó en casarse—Hace una pausa—¿Por qué dijo otros hijos? ¿Acaso ya tienen hijos? —Escucho suspirar —¿Hace cuanto estaba contigo por qué...? —Interrumpo.

—No, yo... estoy embarazada.

—Maldición.

—¿Pasa algo? —Pregunto preocupada.

—Es mejor que lo hablemos en persona.

—¿Qué pasa con él? —Empiezo a llorar —Por favor dígame.

—Mire, tranquila. No se exalte que puede ocasionar daño al bebé, ¿De cuánto está?

—23 semanas.

—Iré inmediatamente. Tomaré un vuelo ahora mismo.

—Está bien, acá lo esperaré.

El hermano de Johan, quien ni siquiera pregunté nombre ni verifiqué que fuera su hermano, dice que va a venir y no le di ubicación.

Puede que lo tenga.

Me siento en la parte de atrás del patio tratando de mantener la calma. Rosa me trae alimento, puesto que no he podido ingerir bien la comida.

En la noche suena el timbre y mi corazón se acelera, me levanto y me quedo de pie en la sala cuando Rosa abre la puerta y entran dos hombres a la sala. Me tensiono dando un paso hacia atrás.

—¿Cristina? —Pregunta el más joven.

—¿Usted es?

—Soy Diego, el hermano de Johan y este es nuestro padre Fernando.

—Un gusto— Ambos hombres me dan la mano y no puedo pasar desapercibido la forma que me estudian de arriba abajo hasta que la mirada se detiene en mi estómago.

—¿Puedo saber qué ha pasado con Johan? ¿Por qué no vino personalmente o responde mis llamadas?

Ambos hombres se miran y presiento que lo que tiene que decir no es nada bueno.


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