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Capitulo 15

Johan

Compro las flores sintiéndome un poco nervioso, no puedo evitar sentirlo desde que conocí o desde que volví a estar de nuevo con Cristina.

Ella es el bálsamo que necesito para tener paz.

Al principio me parecía absurdo de que me había casado y hasta llegué a pensar que era una broma o trampa de parte de mi familia, pero al verla ahí de pie con sus ojos llenos de lágrimas y desmayarse perdí el control por completo y no pude razonar y sin saber el por qué me vi como un animal posesivo sin poder separarme de ningún momento de su lado.

Sin ella me siento enfermo, con rabia y odio hacia el mundo.

Rayos, es increíble como tu cuerpo la reconoce, aunque tu mente no lo haga.

Su olor, su piel y su sabor me ha vuelto adicto a ella. No podría vivir una vida sin estar a su lado.

Aprovecho cuando ella descansa para ver nuestros videos y quiero volver a ser ese hombre al que ella se enamoró desde un principio. No quiero agobiarla, ni sofocarla, pero no puedo evitarlo, la necesito como el aire para respirar, por eso es importante que yo pueda recordar de nuevo y así tener un poco más de control y seguridad. lo que menos quiero es asustarla y que se vaya de mi lado.

Me volvería loco si eso pasara.

Dios, la amo tanto y me hace feliz saber que vamos a tener una familia.

En algún momento me pregunte por que todo fue tan rápido en casarme con ella y embarazarla, pero ahora con los días me doy cuenta que fue lo mejor que pude hacer y entiendo mi antiguo yo, al parecer está igual de obsesionado que el yo de ahora.

Sonrió recordando la imagen de mi mujer de esta mañana antes de salir del departamento.

Me comí el coño hasta que se desmayó.

Relamo mis labios queriendo aun sentir el sabor, pero se ha borrado y necesito regresar pronto y volver a tenerlo en mi boca.

Bufo recordando las veces que me burlé de mi hermano cuando decía que estar enamorado es lo mejor que le pudo pasar en la vida y ahora mismo le doy la razón.

Cristina es lo mejor que me ha pasado.

Necesito que esta semana pase rápido para poder darle la sorpresa que le tengo.

A mi mujer le ha encantado el lugar donde vive mi hermano y su familia y sé que le va a encantar saber que he comprado la casa de al lado y la estoy organizando para ella.

Mis padres, mi hermano y cuñada me están ayudando, incluso mis sobrinos con la decoración de la habitación de mi hijo.

Lo que dijo Cristina hace poco me hizo recapacitar lo mal que me estaba comportando con mi familia, ellos son todo para mí, siempre apoyándome y preocupados por mí y no merecen mi desprecio, por esa razón quiero darle a mi esposa lo que siempre ha querido y prometí darle, un hogar, una familia y sé que ellos están felices de tenerla a su lado.

Observó el panel del elevador viendo los números avanzar lentamente.

Siento ansiedad por ver a mi esposa.

Las puertas se abren y salgo deprisa para ingresar a mi departamento.

Mi corazón se agita y sonrió con antelación subiendo las escaleras.

No veo la hora de tener a mi mujer entre mis brazos.

Abro la puerta de nuestro dormitorio y frunzo el ceño al verlo vacío.

—¿Cris? —Camino buscándola en el baño, vestidor y nada—¿Ángel? —Salgo y empiezo a abrir las puertas buscando a mi mujer, pero no la encuentro.

¿Habrá salido con mi madre?

Saco el móvil, sé que mi cuñada hoy no pudo venir porque uno de los niños está enfermo así que posiblemente salió con mi madre.

Marco su número y escucho un móvil sonar. Salgo del estudio y veo su móvil en la barra de la cocina.

—¿Cristina? —Digo más alto.

Qué raro, ella nunca sale sin su móvil.

Esta vez le marcó a mi madre.

—¿Cariño?

—Hola madre, me comunicas con mi mujer—Un tic nervioso se instala en mi pierna y no puedo dejar de moverla cuando me siento en el mueble.

—¿Mujer? Cristina no está conmigo cariño.

—¿Qué? —Me incorporo—Te llamo luego.

Cuelgo y marco a Cecilia.

—Hola cuñado.

—Hola Ceci, ¿Me comunicas con mi esposa?

—Lo siento, pero Cristina no está conmigo.

Mi respiración se agita y siento un fuerte dolor en mi sien que me hace marearme.

—¿Johan? ¿Qué pasa? — El teléfono se resbala de mis manos y mi visión se vuelve borrosa.

—¡Cristina! —Grito lleno de pánico y traté de caminar, pero siento que el suelo se mueve.

¿Dónde está?

¿Me habrá dejado?

Toco mi pecho sintiendo un fuerte dolor.

No sé qué me pasa, me cuesta respirar y mis pies fallan haciendo que caiga sentado sobre la alfombra.

¿Dónde está?

Cristina mi amor.

Cierro los ojos tratando de calmarme, necesito ponerme bien para buscarla.

Mis ojos se llenan de lágrimas, no soy capaz de ponerme de pie y siento como si me fuese a morir y simplemente me desvanezco sumergiéndome en la oscuridad.

—¡Cristina! —Grito abriendo los ojos.

—Cariño cálmate—Mi madre trata de que vuelva a la cama, pero es imposible.

—¿Dónde está? —Pregunto buscando con la mirada por toda la habitación.

—Cálmate hijo.

—¿Dónde está? —Vuelvo a preguntar con dureza.

—No lo sabemos hijo el portero dijo que la vio salir y parecía que iba cerca porque no llevaba bolso—Dice mi madre —Todas sus cosas están acá.

Cierro los ojos tratando de calmarme.

—Encontré una lista—dice mi madre y me pasa una hoja—Parece una lista de cosas para bebés. Pensamos que fue algún lugar cerca a hacer compras—Toma mi mano —Tu padre, tu hermano y los hombres de seguridad la están buscando.

Después de respirar profundo logro estabilizarme y levantarme de la cama, necesito encontrar a mi mujer.

—Cariño espera, el médico viene en camino.

—No necesito a ningún médico, necesito encontrar a mi mujer—Salgo de la habitación.

—Por qué no esperar a tu padre o hermano, ellos están afuera y la están buscando. Mira que tu estado no es el mejor.

—No voy a esperar nada madre, necesito encontrarla.

Ignoro los ruegos de mi madre y salgo directamente hacia el elevador. Al llegar al primer piso fui directamente al portero y lo tomo de las solapas estrellándolo contra la pared.

—¿Por qué no la detuviste? —Gruño en su rostro mientras el hombre palidece.

—Señor... yo no sabía... que ella no podía... salir—Jadea—Por... Por favor... no me haga daño.

—¡Johan! —Mi hermano se acerca y me separa del portero haciendo que caiga de bruces en el suelo—¡¿Acaso te has vuelto loco?!

Ni siquiera le pregunto a mi hermano si la encontró porque está claro que no porque no viene con ella a su lado.

Salgo furioso del edificio y empiezo a caminar por las calles buscando alguna imagen de mi mujer. Necesito encontrarla o me volveré loco.

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