Capitulo 12
Cristina
Trato de moverme y estirarme, pero es imposible hacerlo. Es como si estuviera amarrada. Abro los ojos lentamente, parpadeando, tratando de ajustar la visión.
—Quieta—Una voz ronca hace cosquillas en mi cuello.
Muevo un poco el cuello para mirarlo y ahí está a mi lado el amor de mi vida durmiendo aprisionándome con sus grandes y fuertes brazos.
Cierro los ojos de nuevo y me volteo, quedando frente a frente, poniendo mi mejilla en su pecho, y envolviendo con mis pequeñas manos. Johan me atrae más hacia su cuerpo, quedando casi yo sobre él.
No sé en qué momento me quedé dormida hasta que un molesto sonido empieza a perturbar mi sueño. Escucho un gruñido seguido por una maldición. Al abrir los ojos, Johan me aprieta más, haciendo que un quejido salga de mis labios y pueda bajar la intensidad de su abrazo.
Abro los ojos, dándome cuenta de que ese sonido viene del teléfono de la mesa de noche.
—Johan, debes responder la llamada—Susurro con voz soñolienta.
—Que se vayan para la mierda.
Aún me cuesta acostumbrarme a sus malas palabras y mal carácter.
—Entonces suéltame para poder responder.
—No—Me da la vuelta quedando casi encima de mi cuerpo y puedo sentir la dureza de su miembro pegada a mi muslo.
—Johan—Susurro cuando empieza a repartir besos en mi cuello y clavícula.
—Eres mía, ¿No es así? —Levanta el rostro y nuestras miradas se encuentra —No sé qué pasa, pero te necesito—Mi respiración se empieza a acelerar cuando su mano se filtra por debajo de la tela de mi camisa y empieza a subir despacio por mi estómago, costillas y llega hasta el pezón y pellizcar suavemente.
—Johan—Mi espalda se contrae y cierro los ojos cuando su boca baja al momento de exponer mi pecho y tomarlo con su boca.
¿Debería detenerlo? No lo sé, al fin y al cabo es mi esposo.
El teléfono vuelve a sonar haciendo que sea imposible concentrarse, Johan me suelta y se levanta furioso de la cama.
—¡Dejen de fastidiar! —Grita antes de colgar con fuerza el teléfono —En qué íbamos—Cuando trata de volver hacia mí, me levanto antes de que me toco y acomodo la camisa—¿Qué crees que haces?
—No tienen por qué ser tan grosero—digo—Esa llamada puede ser de tu familia.
—Que se vayan a la mierda, no quiero hablar con nadie—Dice desde el otro lado de la cama y empieza a subirse para gatear hacia mí—Ahora quiero seguir por donde estábamos.
Niego con la cabeza antes de empezar a caminar hacia la salida.
—¿A dónde vas?
—No puedo estar con un patán como tú—digo tratando de alejarme.
—¡Detente! — Grita haciendo que me asuste y cuando me doy la vuelta él viene hacia mí como toro enfurecido. Me arrincona contra la puerta enjaulando con sus brazos—No vuelvas a tratar de huir de mí, ¿Me entiendes? —Mi respiración se acelera y mis ojos se llenan de lágrimas—¿Qué? —Cuando la primera lágrima baja por mi mejilla Johan se aleja aturdido dando varios pasos hacia atrás y aprovechó su desconcierto para darme la vuelta y abrir la puerta y salir de esa habitación.
No puedo contener las lágrimas, me alejo sin saber donde ir pasando por varias puertas hasta que abro una y es un baño. Entro y me encierro.
Ese hombre no puede ser mi esposo.
Abro la llave y empiezo a mojar mi rostro para poder calmarme y doy un brinco cuando la puerta es tocada con fuerza.
—¡Cristina, abre la maldita puerta!
—Déjame en paz—digo tratando de calmarme.
—Abre. La. Maldita. Puerta.
—No.
—Entonces aléjate, que la tumbaré.
—No lo hagas, no puedes...—Grito dando un paso hacia atrás cuando la puerta se abre de un golpe y él entra sin detenerse hasta arrinconar contra la pared.
—No vuelva alejarte—Susurra despacio y su mirada me recorre de arriba abajo mi rostro.
—Deja de comportarte como un idiota, tú no eres así—Manoteo su mano cuando trata de tocar mi mejilla alejándolo.
—Ya te dije que no sé con quién te casaste, este soy yo realmente.
—Entonces es mejor que me vaya, no eres para nada el hombre del que me enamore.
Abre sus ojos y da varios pasos hacia atrás, pareciendo como si lo hubiese golpeado y empieza a negar con la cabeza.
—No me vas a dejar—su pecho sube y baja y sus manos se hacen puños a los lados del cuerpo—No—Niega con la cabeza.
Trago saliva tratando de calmarme.
Johan niega una y otra vez con la cabeza alejándose hasta que se da la vuelta y sale del baño. Me quedo por un momento tratando de regular mi corazón hasta que escucho que algo se estrella contra el suelo. Salgo corriendo y lo observo en la sala tomando los objetos decorativos y empezó a lanzarlos sobre el suelo.
—¡John! —Grito y trato de acercarme, él se detiene y mira mis pies.
—¡No te acerques! —Grita lleno de pánico y corre hacia mí, me levanta cargándome antes que pueda dar un paso y me lleva por el corredor hasta llegar a su habitación donde me deja despacio sobre la cama y se arrodilló delante de mí—¿Te hiciste daño? —Levanta mis pies y empieza a examinarlos con cuidado.
—No.
—Te pudiste haber cortado—Su voz se rompe llena de pánico y cuando levanta su mirada tiene los ojos brillosos —Pudiste lastimarte.
—No paso nada—Susurro despacio y levanto la mano para acariciar su mejilla.
Johan cierra los ojos apoyándose en mi palma.
—Lo siento—Dice —Lamento ser un idiota, no sé qué me pasa, yo...—Su voz se corta y abraza mi cintura.
Me quedo quieta por un momento y levanto las manos para acariciar su cabello y espalda.
Mi esposo empieza a repartir besos, especialmente en mi estómago, levanta la mirada como si pidiera permiso y asiento con la cabeza. Baja la mirada y levanta la camisa. Se quedó observando mi pequeño bulto antes de acariciar suavemente con sus manos.
—Es hermoso—Susurra con voz rasposa y se sobresalta cuando siente un pequeño movimiento—¿Qué es eso?
—Es tu bebé—Digo con los ojos llenos de lágrimas —Siempre lo hace cuando lo tocas—susurro —Él sabe que eres su papá.
—Oh. Por. Dios—Se acerca de nuevo y empieza a acariciar despacio —¿Te duele? —Pregunta mirándome a la cara y niego con la cabeza.
—No, es... magnífico sentirlo.
—Es hermoso—El bebé vuelve a moverse —Es perfecto.
—Lo es.
Su mejilla se apoya en el bulto y cierra los ojos y por primera vez desde que lo volví a ver, veo que su sonrisa se extiende en los labios.
Sigo acariciando su cabello mientras ambos sentimos los movimientos de nuestro hijo. Levanta su rostro y empieza a repartir besos en mi estómago.
Me estremezco cuando sus besos empiezan a repartir besos por mi estómago y va subiendo hasta llegar a mis labios. Cierro los ojos cuando me toma de la nuca e introduce su lengua en mi boca.
Johan me besó desesperado y ansioso, tumbándome sobre la cama. No me da tiempo de pensar, me desnuda sin detenerse más que para tomar aire.
Me centro en la cama, nuestras ropas desaparecen y siento la gloria cuando se hunde lentamente en mí.
Vuelvo y lo repito, puede que no me reconozca, pero se comporta como si su cuerpo lo hiciera.
Me aferré a él como siempre lo hago, envolviendo mis brazos en su cuello y sintiendo su aliento en el mío. Segundos después, mi cuerpo sufrió un espasmo alrededor de él, y grité.
Aumentó sus embestidas a medida que me venía y finalmente se corría.
Un grito gutural salió de su pecho y gimiendo una y otra vez mi nombre.
Cuando nuestra respiración se calmó, se retiró lentamente, dejándose caer a mi lado. Ambos nos quedamos quietos con la mirada en el techo. Por un momento sentí miedo sin saber qué hacer. Después de unos segundos que pareció ser una eternidad, él fue quien se movió primero, se levantó y lo vi caminar desnudo hacia lo que parecía ser el baño. Salió un momento después con una toalla en su mano y abrió con cuidado mis piernas para limpiarme.
Me quedé quieta, él suele hacer eso en casa. Después de limpiarme, tira la toalla a un lado de la cama en el suelo y se vuelve acostar a mi lado atrayéndome hacia su cuerpo, haciendo que quede casi sobre su pecho y nuestras piernas se entrelazada. Coge la cobija y nos cubre una parte antes de cerrar los ojos y volver a quedarnos dormidos.
Escucho su voz, su risa y mis ojos se abren de nuevo.
La habitación está a oscuras, las luces apagadas y solo una pequeña luz ilumina el rincón. Me incorporo apoyándome en los codos y lo observo sentado en un mueble con el laptop en sus piernas.
Reconozco el sonido, en uno de los videos donde se puede escuchar las olas del mar y la risa de Johan hace eco en la habitación.
Mi esposo está ahí sentado mirando el video sin ninguna expresión en su rostro, es como si estudiara cada movimiento. Parece captar mi movimiento y sus ojos se levantan hasta dar con mi mirada.
—Hola— Muerdo los labios sin saber qué hacer.
Él se quedó ahí observándome sin decir nada, me siento un poco incómoda, así que quitó la sábana que cubre mi cuerpo y caminó desnuda hacia el baño.
Me observo en el espejo y me doy cuenta de que mi cabello es un completo desastre. Parece un nido de pájaros.
Hago mis necesidades y me meto a la ducha, necesito de un baño y luego alimentarme.
Cierro los ojos cuando el agua cae sobre mi rostro y cabeza. Me sumerjo debajo de la cascada artificial y me sobresalto al sentir unas manos tomar mi cintura.
Me doy la vuelta y nos miramos por un momento antes de que su boca caiga sobre mí, besándome con intensidad.
Mi espalda queda pegada a la pared, levanta una de mis piernas y me ayuda a apoyarme para poder introducirse de nuevo dentro de mí.
—Johan—Gimo su nombre.
—Mi Ángel—Abro los ojos y lo miro esperando que ya me haya reconocido—Puede que no te reconozca, pero siento que te necesito.
Mis ojos se llenan de lágrimas sintiendo felicidad y miedo.
Me dejo llevar de nuevo por el placer hasta que de nuevo nos estamos corriendo gritando nuestro nombre.
Mi esposo se encarga de bañarme, secarme y me llevó cargada hasta la habitación. Me deja a pie de la cama y entra al armario y regresa con una camisa, extiendo la mano para que me la pase, pero él solo se acerca y me la pone.
Sonrió llena de felicidad, me da pequeños besos y después de vestirse toma mi mano para salir de la recámara.
—Necesito alimentarte—Dice y al llegar a la sala veo que ha recogido los vidrios rotos que había en el suelo.
¿A qué horas se levantó?
Me deja en una silla y corre hacia la cocina. Sonrió cuando lo observé asomarse sobre la barra como si se asegurara que yo siga aquí sentada.
—Come—Ordenó sentándose a mi lado.
—¿Y tu plato? —Pregunto al ver que no se ha servido nada.
—No tengo hambre.
—Johan, debes comer.
—No tengo hambre.
—Debes comer.
—Después—Arrugo la boca y deslizo el plato lejos de mí —¿Qué haces?
—Si no comes, yo no lo haré.
—Ángel—Aprieta los labios como si se contuviera—Debes alimentarte por ti y nuestro hijo.
—Tú también debes alimentarte por nosotros, si algo te pasa...— Mis ojos se llenan de lágrimas y no puedo evitar llorar.
El recuerdo de su accidente viene a mi mente, ¿Qué pasa si lo hubiera perdido?
—No lo hagas, me matas cuando lloras—Se acerca y me toma entre sus brazos dejándome en sus piernas—Por favor...
—Es que... —La puerta se abre y entra su hermano junto a sus padres, quienes miran hacia todos lados antes de mirarnos y sonreír.
—¿Qué putas? — Le doy un codazo a mi marido y trato de levantarme, pero él no me deja moverme—¿Se puede saber qué hacen en mi casa?
—Lo siento cariño—Se disculpa su madre —No respondías y temíamos que algo hubiera pasado.
—tuve que desconectar el teléfono, no dejaban descansar a Cristina—Gruñe.
—No te cuesta nada responder y decir que están bien—dice su hermano —¿Estás bien? —Me pregunta y asiento con la cabeza.
Me remuevo un poco incómoda, puesto que solo llevo su camisa sin nada por debajo. Johan gruñe y me acomoda.
—¿Podrían irse?
—No seas grosero.
—No soy grosero, estás desnuda y no quiero que te vean—Gruñe tratando de ocultarme de su familia.
—Vámonos antes que este hombre empiece a crecer y ponerse verde—Se burla su hermano.
—Recuerdo que la primera vez que vi a Cecilia en traje de baño casi me golpeas—Le dice Johan a su hermano haciendo que sus padres rían.
—Definitivamente, ustedes son unos completos cavernícolas, vámonos—Dice su madre empujando hacia la puerta a su marido e hijo —Nos vemos, querida, mañana vendré para que vayamos a almorzar.
—Ella no va a salir, debe quedarse a mi lado—Su madre rueda los ojos y guiñe el ojo antes de salir sacando a los dos hombres.
—No seas grosero, es tu familia.
—Son unos entrometidos.
—Solo se preocupan por ti.
—Lo sé, pero no quiero que se metan en mi vida—Dice mirándome a los ojos poniendo un mechón detrás de mi cabello —¿Tú no sabías de ellos?—Niego con la cabeza —Debe de ser por eso mismo, porque solo te quería para mí—Bufa tomando el plato para acercarlo —Vamos a alimentarnos y quiero que me cuentes todo de lo que hemos vivido.
Johan me alimenta y sirve más comida para comer sin despegarse de mi lado. Volvemos a su habitación y nos acostamos abrazados en la cama para seguir contando nuestra historia. Él se queda callado, escuchando todo momento, haciendo una que otra pregunta, hasta que mi cuerpo vuelve a caer soñoliento y vuelvo a dormirme entre sus brazos.
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