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Capitulo 3


Abril:

— Tengo que irme — fue lo que dije al cabo de un rato luego de haber hablado un montón de cosas con el chico a mi lado que me doblaba el tamaño por tres, según yo.

Abril y sus exageraciones. Pero era mucho mas alto, eso era muy claro.

Tomé mi mochila con rapidez de donde la había tirado, no sabía porque era tan desordenada aquí si en casa tenía todo meticulosamente arreglado, aunque no serbia de nada, o tal vez solo era paranoia al saber que la única persona en casa hurgaba mi habitación cada que podía.

Siempre me sentía mas tranquila estando aquí, era callado, calmado, acogedor y solo. Aun no sabía bien como Erick vivía aquí pero supongo que no me importaba mucho, pensándolo bien, Erick no hablaba mucho de su vida personal, tal vez solo comenta lo básico y temas sumamente disparatados que pensaba, pero si me ponía a detallar los temas que hablábamos no se tocaban mucho los temas familiares o de cosas a futuro.

Tampoco podría juzgarlo, yo tampoco hablaba de eso, siempre había llegado al punto de que terminaría trabajando en la florería toda mi vida y con suerte podría mudarme rápidamente de casa, aunque creo que no podría ser, tal vez no tenía el valor de enfrentar muchas cosas, al menos no que estuvieran relacionadas directamente a mis sentimientos y situación.

Baje las escaleras apresuradamente, eran dos plantas en la casa, aunque nunca me di el lujo de explorarla creo que solo conocía el cuarto de Erick y la cocina, tampoco es como si no me hubiera entrado la idea de curiosear alguna vez, solo que respete el hecho que seria un poco desubicado pensando que estábamos retomando nuestra amistad como antes.

Erick vino tras de mi saltando varios escalones y poniéndose un suéter lo mas rápido que podía. Llegó antes que yo a la puerta, abriéndola para mi, salí rápidamente viendo como ya había oscurecido. Tenía que apurarme si no quería un escándalo.

Cerró la puerta tras de sí, mientras yo cruzaba el jardín delantero a paso rápido. Me quede parada en la calle, apreciando por un momento el cielo que se cernía sobre mi.

No quería que Erick me acompañara, estas ultimas semanas desde que había vuelto a venir con un poco mas de normalidad me había negado rotundamente a que me acompañara de vuelta, y a pesar de solo ser algunos minutos caminando, sabía lo que me esperaba en casa.

No quería que el viera eso, no estaba preparada para que el supiera la verdad. Aunque sabía que tenía que decirlo, el daño que me estaba haciendo soportando tantas cosas sabía que seria un poco irremediable, nadie debería pasar por cosas así, al menos no solo.

Pero yo me negué a hablar.

Erick se poso a mi lado, levantando la mirada también hacía el cielo, nos quedamos allí unos segundos, solo sintiendo la brisa fría chocar contra nuestros rostros.

Al final me recompuse y lo miré, sentía que el desanimo volvía a apoderarse de mi, no quería llegar a casa, pero no tenía a donde ir. Tome aire profundamente y lo abrace antes de arrepentirme, aun se sentía raro tener tanto contacto físico con el y con cualquier persona. Aunque no podía cerrarme a eso.

Pareció que lo tomé desprevenido, porque sentí como se tenso notoriamente sin saber como reaccionar, luego solo me envolvió en sus brazos suavemente, mientras yo lo apretaba con mas fuerza de la necesaria contra mi, estaba preparándome para volver.

— ¿Vamos?

— No — dije suavemente — hoy iré sola.

Aspire su aroma nuevamente como en la habitación, ¿Eso era raro? ¿Sentirse completamente atraído al olor de una persona?

Esa mezcla de colonia y sudor, mas el calor que emanaba me reconfortaban.

— Aun no entiendo porque no quieres que te acompañe — me separé un poco de el para mirarlo, tenía una mueca de irritación y en su tono se notaba que le molestaba que siempre me negara a algo tan simple como que me acompañara a casa. — No me convence que andes a estas horas sola hacía tu casa.

— Son apenas las ocho dramático. — Puse los ojos en blanco.

— Pueden ser las cinco, seis o siete y aun así quisiera acompañarte Abril.

— Tal vez la próxima.

— Llevas diciendo eso desde hace un mes.

Me separe de el completamente para empezar a alejarme y emprender mi camino a la dichosa casa. El se cruzo de brazos en su lugar mirándome con los ojos entrecerrados.

— ¿Enserio no puedo ir? Solo serán unos minutos. — gritó desde donde estaba. Yo ya me me había alejado.

— ¡Que no pesado!

Al menos había respetado el hecho de que quisiera irme sola, porque no me siguió, aunque sentí que en cualquier momento aparecería y me diría que me fuese a la mierda y que me acompañaría. Al doblar la esquina no lo vi más y solo pude andar en silencio por algunos minutos hasta la casa.

El camino estaba iluminado por faroles, el viento frío era lo único que me acompañaba esa noche. Me paré en frente de una casa de apariencia vieja color crema, respire hondo tomando valor, aveces no era bueno lo que había tras la puerta.

Abrí la puerta intentando no hacer el mínimo ruido, me puse de puntillas y tape mi nariz para no oler lo que sea que pudiera haber en el aire a esa hora, no funciono mucho porque el aroma a tabaco y lo que sea que estuviera consumiendo mi madre a esa hora se sentía al apenas abrir la puerta.

Cerré sigilosamente y me adentre mirando hacía todos lados, al pasar por la sala vi a aquella mujer tirada en el sofá de una forma muy poco atractiva, el olor que emanaba era sumamente asqueroso, no era nada comparado a lo de antes, pero era mi madre no podía dejarla por mas daño que causara.

Había un montón de cosas tiradas en la mesa, los cigarrillos por todos lados y una rara cosa que se usaba para fumar quien sabe que cosas, un montón de pastillas, un desastre en el piso, los cojines de los muebles por todas partes, me acerque un poco cubriendo con una manta a la mujer que estaba en el mueble tiraba con los ojos cerrados.

Me dolía verla así.

El poco color en su piel, el cabello enmarañado, las ojeras sumamente marcadas, sus labios agrietados y sus venas irritadas.

Mis ojos se llenaron de lágrimas pero no las deje salir, mis manos temblaron, mis labios apretados, mi pulso empezó a descontrolarse, la cabeza me daba vueltas y solo pude pensar que haría papá para hacer que mamá mejorara.

Pero el ya no estaba aquí, ya no volvería.

Me levante temblorosa y me dirigí a mi habitación, al entrar solo pude percatarme que todas mis cosas estaban tiradas, mucha de mi ropa destrozada y mi alfombra revuelta con una notable mancha marrón que supuse era Heroína.

No pude más, cerré la puerta tras de mi y me deje caer en el suelo tirando la mochila de lado, solté las lágrimas de todas las noches repitiendo el mismo bucle destructivo por un rato.

Pensando el lo que podría haber sido si papá estuviera aquí, si mamá no hubiera caído en drogas por depresión y si yo tendría algún arreglo junto a todo este caos.

Me levante con el cuerpo doliéndome, volvían esas molestias en las costillas y distintas zonas, me situé frente el espejo que reflejaba mi apariencia a cuerpo completo.

La ropa no me quedaba tan bien como antes, estaba mas delgada aunque no me veía del todo mal, mi cara no brillaba tanto como antes, mi voz se había apagado un poco, mi cabello se había estado cayendo por estrés y mis ojos tenían marcas de ojeras.

Sentía que mi vida ya no me pertenecía, empece a desvestirme lentamente cuidando no hacer movimientos tan bruscos, me quite el jersey que me cubría hasta el cuello y me deshice de los zapatos y pantalón, quedándome en ropa interior frente al espejo.

Toque mis costillas con suavidad, habían moretones de distintos colores y marcas de sangre al igual que en mis piernas, mi piel era un poco pálida por lo cual se notaba muchísimo mas.

Hice una mueca de dolor al sentir la carne no tan fresca pero ensangrentada, las limpie un poco con alcohol intentando ahogar el grito por el ardor.

Después solo me dirigí a mi cama cubriéndome con las sabanas hasta el cuello, el celular había sonado varias veces en la mochila pero no quería hablar, al menos no ahora.

Me concentre en disipar el dolor un poco pensando en cualquier cosa, pero se me hizo imposible, ni siquiera me había vestido ya que cuando dormí con ropa se pego a las heridas, causándome mas sangrado cada que la quitaba. Dolía.

Todo dolía, la vida, las decisiones, el amor, la inseguridad.

Al cabo de unos minutos termine por quedarme dormida, al parecer mi cuerpo estaba agotado, igual que yo, terminando por sumirme en un profundo sueño.

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