Cobrador de lágrimas
Todas las semanas aquel señor de traje venía por su cuota.
A medida que pasaban las semanas el contenido de aquella botella iba incrementando, pasando de unas cuantas gotas a casi rebalsarse en las ultimas ocasiones. Pensaba seriamente en cambiar el tamaño a uno mas grande.
¿Acaso no estaba conforme con sus desgracias?
Aunque sintiese que se quedaba seco y que ya no había nada mas por lo cual llorar, siempre le tenía una botella rebosante de su sufrimiento para cuando volvía y se preguntaba hasta cuando.
Era gracioso pues, cuando ya no tuvo botella que entregar, fue su cuerpo el último pago.
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