Capítulo 41
Ezra
¿Cuánto sé de Chantrea realmente?
Toda esta información me está cayendo como balde de agua helada. ¿Por qué no sabía? ¿Por qué no me di cuenta de que no había humanidad en ella?
En mi mente pasan todas las escenas, los entrenamientos. TODO. Todas las veces en que posiblemente me dejo ganar, en las que fui tan estúpido para no darme cuenta de todo lo que estaba pasando.
—¿Por qué querías ir con Erebos? —pregunto y ella suspira de nuevo.
¿Cuántas veces ha suspirado?
¡¿Cuántas veces me ha engañado ya?!
Ella lo está pensando demasiado, la veo titubear por primera vez, pero ya sé la jodida respuesta.
—No lo voy a permitir —sentencio.
Ella niega con la cabeza con lentitud, con esa mirada plagada de seriedad, luego suspira.
—No te estoy pidiendo permiso —añade saliendo de la cama. Comienza a caminar hacia al baño, encuentra ropa limpia en la silla y la toma.
Ropa limpia que he comprado para ella, porque veo mi maldita vida con ella. Pero al parecer ella tiene otros planes y no estoy en ellos. Estoy demasiado confundido, no sé en este punto que ha sido real, que no lo es.
No puedo dejar que la ira me controle, no puedo dejar que esto me controle, pero dejo que lo haga, porque no puedo hacer otra cosa. Con Chantrea soy tan irracional, tan fuera de mí. La amo, la amo tanto que me pierdo. Ella es mi luz, mi fuego, mi guerra... pero al parecer yo no soy nada de eso para ella.
Trago saliva. Me pongo de pie y corro a seguirla al baño. Ella ya está mojando su cuerpo bajo la regadera. Entro con ella, la volteó con una facilidad increíble, ella me ve.
—Sé lo que quieres saber —dice antes que siquiera haga las preguntas—, sé que quieres saber que ha sido verdad y que no —continúa tallando su cuerpo con la pastilla de jabón—, mis sentimientos son reales —confiesa.
Paso saliva con rapidez. ¿Solo sus sentimientos?
Una risa más parecida a un resoplido sale de mi boca, de mis fosas nasales. Como si una parte de mí no creyera. Antes de darme cuenta, estoy retrocediendo, estoy dejándola ahí mientras ella me ve.
¿Qué estoy haciendo?
—¿A dónde vas? —pregunta ella siguiéndome con la mirada.
—No lo sé, honestamente no lo sé.
Veo como los ojos de Chantrea brillan, veo como me miran, como si fuera yo quien la hirió cuando fue ella quien lo hizo. Quien me hirió.
—Toda decisión tiene una consecuencia —murmura cuando sus manos se vuelven puños. Voltea para no verme. Continúa su ducha.
—¿Qué mierda significa eso? —gruño. Aquí el ofendido soy yo, a quien dañaron fue a mí—, Chantrea, ¡tú me mentiste! —acuso.
Ella cierra el grifo del agua. Escucho su sonoro respiro justo cuando voltea, sus ojos brillan repletos en ira.
—¿Tú no me has engañado? —pregunta como si me acusara.
—¿De qué hablas? —gruño yendo hacia ella—, ¿engañarte? —niego con la cabeza—, ¡Maldita sea, Chantrea! Por si no lo has notado he hecho cada maldita cosa por ti, no te he mentido, no te he engañado. Nunca. —y es verdad. No hay nada que yo directamente haya hecho para mentirle.
—¿Por qué me llamas, ángel? —Y sé exactamente por qué hace esa pregunta.
Juro que le daré una tremenda golpiza al único idiota capaz de revelar esa información; Louis.
—Si lo dices porque crees que tiene algo que ver Lyra, déjame decirte que no. Y eres tan libre de creerme como de no hacerlo. Te llamo ángel porque eso eres para mí, un ángel lleno de violencia y oscuridad, un ángel que me puede salvar. A Lyra nunca la llame más que por su nombre. No te pareces a ella si es lo que te imaginas —aclaro.
Y ella parece confundirse, ¿apenarse?
—Ahora dime, Chantrea, ¿Cuánto más planeabas engañarme? —gruño, enfadado, desesperado, desilusionado—, si no te preguntaba, ¿qué harías? ¿Seguirías engañándome? ¿Te irías y ya? ¿Qué fui? ¿Un cuento bonito mientras duro? ¿Sexo? ¿Qué fue Chantrea?
Ella comienza a ponerse la ropa interior como si planeara irse, está huyendo del jodido problema. No la voy a dejar, ella no se va hasta que arreglemos esto, hasta que me diga toda la verdad.
La tomo por el brazo cuando ha terminado de atarse el brasier de encaje.
—Respóndeme, Chantrea —pido. Exijo. No sé qué carajos estoy haciendo en realidad.
¿Por qué demonios no me contesta? ¿Por qué parece que está debatiendo con alguien... dentro de ella? ¡Maldita sea! ¡Alexandria!
Necesito más información de ella.
—¿Cuál es tu plan, ángel? —la ira se disuelve.
Porque aquí hay cosas más importantes que rescatar. Que hacer.
—Dímelo tú —lo voltea.
Niego con la cabeza, no me voy a enfadar, no la voy a besar, voy a aguantar. Suelto un suspiro. Me acercó para envolverla en un abrazo, beso su cabeza, su cabello mojado, aspiro su olor a cereza.
—Sé que es Alexandria —murmuro para que lo entienda. No la dejo decir nada más, tengo mi propio plan—, el plan es que camines de blanco hasta al altar, con Louis... el plan real es eso, solo que, al llegar al altar, finjas de verdad tu muerte para poderte sacar de ahí y ocultarte durante un tiempo. El necesario para que desistan de encontrarte. Le haremos creer a Erebos que te has ido.
Chantrea sonríe y sé que también lo hace Alexandria.
—Ezra —se aleja para verme a los ojos y veo a mi jodido ángel, con su fuerza, con su amor—, tengo que terminar con él, ya nos cansamos de que tenga un ropero lleno de nuestros cuerpos, porque los colecciona y yo soy la siguiente y la última en su maldita lista —y aunque escucho a Chantrea sé que ahí está alguien más y también sé que habla por otras más.
De verdad tengo que descubrir más de Erebos, pero no sé si es buena idea ir con Gremorian en este momento. Erebos es el jefe, el rey, no me puedo servir en bandeja de oro y tampoco puedo comprometer la seguridad de Gremorian.
¿De verdad ha coleccionado a todas? ¿Y las descendientes de Alexandria que eligieron a Lucifer? ¿Ellas también?
Chantrea puede hacer los planes que deseé, al final del día la haré caminar por mi propio plan.
Ella se sienta en la taza del baño, levanta su pierna para mostrarme la pulsera que adorna su tobillo.
Dantia.
—Dantia dijo que con esto él no me encontraría —es como si intentará tranquilizarme.
Pero estoy hablando con una suicida, con una mujer que en definitiva no dudará en quitárselo si llega el momento. Porque Chantrea es fuerte, no huye. Y está cansada. Ella sabe una historia de la cual sé apenas nada.
Después de todo, si había una venganza de por medio, pero me equivoque de objetivo.
Erebos no será fácil de matar. No después de todo lo que ya hizo. No va a ser fácil de matar, porque Alexandria misma lo llenó de poder. Porque es un descendiente directo de aquel que llaman Dios, y si Lucifer no muere, él tampoco lo hará.
—Y te la quitarás cuando sea el momento —sopeso con frialdad. Ella no dice nada, solo guarda silencio.
—Sigo eligiéndote, Ezra —dice con la voz suave.
—Elígeme ahora, antes que él.
Y veo cómo el dolor permea su mirada. No obtendré respuesta y está bien. Pero de verdad, Trea está equivocada si cree que dejaré que se arriesgue de tal manera. No pienso dejarla ir. Y es verdad. Algo tengo que poder hacer. Pero debo pensar ya.
Suspiró, voy hacia ella, la veo ponerse de pie, tomo su rostro en mis manos, la beso con suavidad y ella me responde, sus manos se van a mis brazos, los soba.
—Vamos a jugar el juego de Louis y Lucifer, después decidiremos que hacer —le pido, pegado a sus labios.
Ella asiente.
—Significa que me tengo que ir.
Le sonrió aun sosteniendo sus mejillas.
—Nada me va a separar de ti, ángel, recuerdas que soy de esas plagas difíciles de quitar —vuelvo a apoderarme de su sonrisa cuando la beso.
Ahora el tiempo no está a mi favor y tengo mucho por hacer.
Sé perfectamente que Chantrea no ocupa niñera, que se puede cuidar sola, pero sé que también es capaz de desatarse esa maldita pulsera si piensa que estoy por intervenir en sus planes. Tendré que mantener un perfil bajo y ya.
Gremorian
—¿Y qué has elegido, Gremorian, jugarás con nosotros y traicionarás a tu hermano? —pregunta Leibda cuando me he deshecho de mi armadura, cuando la veo colgada.
Sé que no lo pregunta con mala intención, sé que es genuina su preocupación.
Pero ya he tomado una decisión, ahora solo deberé cargar con el peso de esta.
Louis
He terminado de enviar las invitaciones a la boda y fui generoso al enviarle una invitación a mi querido tío, Erebos.
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