Capítulo 18
Chantrea
Mis piernas tiemblan, mis manos tiemblan.
Louis se lanza con fuerza a golpear a Ezra quien lo evade con una singularidad increíble. Louis recompone su camino cuando Ezra ya está volteando hacia él. Intenta conectar un golpe en el mentón de Louis, pero este lo evade por segundos.
¡Maldita sea!
Ezra suelta una patada con fuerza, Louis está esperando a atraparla, pero es ahí cuando Ezra cambia hábilmente el peso a la otra pierna, elevándola en segundos para terminar conectando con el abdomen de Louis. Pero Louis no cae, solo retrocede con la respiración entrecortada.
—Vaya, esto es un mar de testosterona —se ríe Max quien camina sin cuidado hasta uno de los bancos de la barra, lo jala para tomar asiento.
—Mira, pero si son bastante patéticos —añade Halley sentándose en el suelo.
Volteo para ver a ambos, distrayéndome de la estupidez que están haciendo. No me siento bien, pero de alguna manera, estoy comenzando a relajarme.
—¿Entonces nos mudaremos aquí? —Max ve el lugar como si de un niño pequeño se tratara.
Niego con la cabeza.
Volteo al par de idiotas que están intentando golpearse... oh, creo que ya lo lograron, Louis tiene la mejilla roja y Ezra tiene sangre en el labio.
Suspiro.
—Deténganse ya —pido.
Y sorprendentemente, ambos paran, voltean a verme, a vernos, aunque no creo que le presten atención a Halley y Max.
—Vamos con Lucifer, si él ha hecho su reclamo, tenemos que responder —me dirijo hacia Louis—, lo negaremos —mis ojos se concentran en Louis. Solo en él.
Ezra resopla cuando Louis está asintiendo.
—Reglas, ángel, las reglas están a mi favor —Ezra me sonríe de lado.
Louis gruñe. Sé que hay algo más molestándole, lo noto en su rostro cuando intenta relajarlo y no parece lograrlo.
—¿Por qué la elegiste? —gruñe.
El maldito ególatra voltea a verme con esa sonrisilla burlona. ¡Carajo!, ¡Es un maldito idiota!
—Dile, ángel, dile porque te elegí. —suelta con melosidad.
—¡Deja de llamarle ángel, su nombre es Chantrea, pedazo de idiota! —Louis lo toma por su camisa.
Ezra lo ve con indiferencia, voltea a verme a mí.
—Dile a tu perrito faldero que me suelte o de verdad lo voy a golpear.
Mis manos se vuelven puños. Yo lo voy a golpear a él.
—Louis, suéltalo —pido extendiéndole mi mano—, sabes que te elijo a ti —le digo... y me muerdo la lengua porque él sabe que no es cierto.
Louis lo suelta, toma mi mano, la aprieta con fuerza... sé que sigue molesto.
Ezra sonríe con dientes, ladea la cabeza observándonos de pies a cabeza, se queda un rato observando nuestras manos juntas.
—Vamos con nuestro padre, hermano, arreglemos este asunto, y haz el favor de quitar su asquerosa mano de la suya, si no lo haces, te quedarás sin mano... —se acerca a Louis golpeando su pecho con el dorso de su palma—, tú sabes que no soy benevolente, pero no me gustaría que te quedarás sin manos, así que suelta a mi ángel, ahora. —su mirada se oscurece.
—¿Es otro de tus caprichos, Ezra? —Louis lo reta. No suelta mi mano, la sigue apretando.
Y de verdad empieza a leer.
Ezra aprisiona mi otra mano, da un jalón de la misma, pero Louis no me suelta. La furia se acumula fuerte, en una ola enorme que amenaza con dejarme tirada.
—No es ningún capricho, este ángel es mío —jala más fuerte y con ese jalón acaban con mi maldita paciencia.
Jalo con fuerza de mis manos para soltarme de su agarre.
—¡Son unos idiotas! —la furia reverbera en mis venas—, vamos a arreglar esta mierda, ¿quieren? —les gruño.
Volteo a la puerta, Max sonríe, Halley ya no está, supongo que se aburrió y se fue. Veo la ropa de Max, llena de sangre, veo mi ropa, un pijama sin botones. Suspiró con fuerza. No estamos presentables. Pero a la mierda.
Detengo mi caminar, volteo hacia el par de idiotas que está detrás de mí.
—De una vez les recuerdo que no pertenezco a nadie, espero que nos entendamos —volteo hacia Louis—, no me gusta que me tomen por propiedad. No lo soy —le aclaro.
Ezra
Lucifer lleva un rato debatiendo en otra sala con Belcebú, Asmodeo y Belfegor. No están los demás, solo ellos. No nos dejan escuchar lo que hablan, simplemente escuchamos sus susurros.
Han dejado a la cosita violenta en una sala alejada de aquí, en compañía del rubito psicópata y la chica sombría. Y bueno, a Louis y a mí nos han colocado en un par de sillas al medio de su tribuna.
Esto es bastante cansado. Debaten mucho para el final que ya sé que tendrá.
Lucifer de verdad está enfadado. Y supongo que tiene que ver con ese secretito que guardan Louis y él, aunque también puede ser por la decisión que he tomado sin consultarle.
Belcebú comenta algo y con eso la furia de Lucifer se extiende, deja su consejo, es ahí cuando camina con furia hacia nosotros, seguido por los otros tres que van a paso lento.
Lucifer tiene la cara ardiendo en ira, se coloca frente a nosotros, y nosotros tomamos la sabia decisión de ponernos de pie.
Me ve a mi primero con la cara deformada por la irá que arde en su cuerpo. Voltea a ver a Louis y sus manos se vuelven puño.
—¡Expliquen esta maldita mierda! —gruñe con esa voz que hace retumbar el piso. Su voz demoniaca.
—Solo he elegido a la mujer que gobernara a mi lado —sonrío con suavidad.
—¡Ella es mi prometida! —replica Louis.
Lucifer lleva sus dedos a su sien, lo soba con esmero.
—Técnicamente no lo es —responde Asmodeo—, no tuvieron mi bendición, así que no lo es —suspira.
—Pues bendícenos ahora, ella me elije a mí, no a él. —gruñe Lucifer.
Louis es demasiado bueno para dar patadas de ahogado, pero de verdad que no puede hacer nada. Los grandes que tengo aquí enfrente valoran tanto su reglamento que es imposible que se pongan de su lado.
—Las cosas no funcionan así —concede Lucifer, él está negando con la cabeza y parece de verdad harto—. Traigan a Chantrea —indica Lucifer y las estatuas que custodiaban la puerta comienzan a moverse.
Veo por el rabillo del ojo como entra, y de vuelta veo a mi ángel violento, no a la patética chica llorona y temblorosa de hace rato. El ángel entra suspirando, no sonríe, está molesta, la ira arde en esos ojos cafés. De verdad extraño el violeta de sus ojos.
—Chantrea —Lucifer intenta sonreír, pero no se le da.
—Señor —concede un saludo con la cabeza.
Lucifer ensancha su sonrisa yendo hacia ella, toma sus manos entre las suyas para llevarla a un asiento que acaban de acomodar en medio de nosotros.
—Tal parece que no te cansas de meterte en problemas —se burla.
—Yo no soy la del problema —responde sin ganas—, son sus hijos.
Lucifer suelta una risita.
—Verás, Chantrea, debido a estos infortunados hechos, deberé someterte a un suero de la verdad, para poder tomar la decisión que tengo que tomar.
¡Vaya, que giro de los acontecimientos tan agradable!
La mirada de Chantrea se enciende con la furia.
—¿Por qué a mí y no a ellos? —rezonga y con justa razón.
Lucifer suspira con fuerza. De verdad que está harto. Ha vivido ya demasiado tiempo.
—Porque no tiene efecto en los demonios ni en los ángeles, solo en los humanos —aclara con tranquilidad—, de poderlos obligar a algo, ya les hubiera quitado la vida —sonríe y sé que no lo hace de forma amable. Está molesto.
El pequeño ángel se ríe.
—Si lo tiene que hacer —concede, vaya, que valiente.
Supongo que no se espera las preguntas que están a punto de hacerle.
Una de las gárgolas se acerca con una copa dorada hacia ella, ella resopla, pero lo toma, ve el líquido por unos segundos y entonces lo toma.
—Se levanta el juicio, ustedes dos, entran en control, no quiero mentiras —ordena y si Lucifer lo ordena, sé hace y punto.
Él no se va a su silla, sigue cerca de nosotros.
—Tomen asiento —invita y lo hacemos—. Comenzaré contigo, Louis, y recuerda que has jurado decir la verdad.
Louis asiente.
—¿Por qué crees, Louis, que Chantrea debe ser tu prometida? —suelta esa pregunta... y de verdad espero que module sus preguntas o no sé cuántas cosas me puedo callar.
—Porque la amo —no titubea al decirlo—, porque la he amado desde el primer momento en que la vi. Porque solo quiero velar por su seguridad, seguridad que no tendrá al lado de Ezra.
¿Esa es su patética declaración?
No puedo evitar soltar un suspiro y enarcar una ceja mientras un asco crece en mis entrañas.
Lucifer lo observa, pero no dice nada más. Posa su mirada en mi ángel, pero Belcebú da unos pasos para estar cerca de él. Voltean a verme con complicidad y algo de enojo, y picardía por parte de Belcebú.
—Ezra —suelta acercándose—, ¿por qué eliges a Chantrea? —Louis me observa, todos me observan, pero a la pequeña cosita violenta parece que le importa un bledo que me están obligando a confesarme.
Suspiró. Aun así, volteo a verla.
—La elegí desde el primer momento en que la vi, la elegí con la primera palabra que me dijo, ¿cómo era, ángel? "quita tu patético trasero de mi maldita vista", fue así, ¿no? —ahora si voltea a verme con extrañeza...vaya, no recuerda, no recuerda cuando nos vimos por primera vez. Pero no debe preocuparse, yo también tarde en recordarlo—, la elegí cuando me apuñalo, la elegí cuando probé su sabor, la elegí cuando me enveneno, la elegí cuando la escuché gemir, la elegí cuando la vi con ese maldito vestido verde y la seguiré eligiendo, porque tal parece que no puedo vivir sin ella y no concibo la idea de que alguien más la toque. Porque es mía. —declaro.
Sus ojos brillan con tanta intensidad que no soy capaz de darme cuenta cuando Louis impacta su puño contra mi mejilla. Siento el sabor de la sangre. Vaya, creo que mi declaración no le pareció.
Los guardias ya tienen sujeto a Louis.
Lucifer está sobando su sien con más empeño, Belcebú está muriendo de risa, Asmodeo solo sonríe con esa malicia que tiene y bueno, Belfegor solo está sentado viendo todo con evidente desinterés.
—¿Tuvieron relaciones? —pregunta Lucifer y esta cuestión va para Chantrea.
Veo como se muerde los labios, como le tiembla la boca. Un gruñido llenó de frustración le sale primero.
—Sí. —dice en seco y claro.
Louis voltea a verla, sus ojos son los de un maniaco, lucha contra las estatuas que lo tienen aprisionado.
—¿Cuántas veces? —gruñe Louis.
No obligaré al ángel a que le diga.
—¿Cinco veces? —sonrío.
Louis grita, sigue forcejeando, sus cuernos salen, intenta usar su poder, pero esas cosas protegen a Lucifer, están hechas para ser indestructible. Solo hay una cosa que las rompe... y Louis no la tiene.
—Han roto una regla —comenta Belfegor sin ganas.
No solo una, pero no tienen por qué saberlo.
—Ella lleva el sello de Louis, entonces le pertenece, se supone que nuestro próximo rey no debía tocarla... y ella debía honrar a su amo —de verdad que esta aburrido—. Entonces deben ser castigados.
—¡No! —gruñe Louis—, ella no va a ser castigada, soy su amo y decido que no cometió ofensa —y vaya, él idiota tiene agallas.
Belfegor suspira sin ganas.
—Entonces él debe ser castigado —me señala sin ganas.
—¡Cállense todos, maldita sea! —Lucifer hace vibrar la habitación con el poder de su voz—, te concedo la petición —cede y Louis suelta un grito de frustración—, y un castigo —me ve con ojos lacerantes—, no podrás tener relaciones con ella durante los dos meses que dura el tratado —dictamina. Y de verdad es un idiota si cree que obedeceré.
Belcebú suelta una risita.
—¡Váyanse ya! —ordena Lucifer.
Chantrea se para, observa a Louis, pero él no la ve, él ya está perdido en su irá. Tomo su mano con cuidado. Jalo de ella, para sacarnos de aquí.
Suficiente de esta mierda.
Louis
Ella ya no es mía. Ella... ella es de Ezra.
Chantrea estuvo con Ezra.
Chantrea... me traicionó.
La opresión en el pecho me ahoga, me consume, caigo de rodillas cuando Ezra se la lleva.
—¿Cómo carajos dejaste que eso pasara? —reprende mi padre—, ¡Tú más que nadie sabe que ella no puede estar con nadie, maldita sea!
No puedo contestar, me siento incapaz, adolorido... derrotado.
Necesito hablar con ella.
—¡Tienes que recuperarla, Louis! —mi padre dice lo obvio.
Mi boca me sabe a acido puro. A dolor. A traición.
—Y puede recuperarla —una voz femenina interviene.
Levanto mi rostro para ver el origen... Lilith, con su pelirroja cabellera, con esos ojos, con ese salvajismo que la hace única, con esos ojos verdes llenos de veneno.
Al lado de ella camina una joven, observa todo como si fuera su primera vez aquí, hasta parece temerosa. Su cabello lacio y rubio le cae por los hombros, tiene un cuerpo delgado, es deslumbrante. Tiene la belleza que los ángeles tienen. Sus ojos miel y grandes me observan, una sonrisa se plasma en sus labios, una cálida sonrisa. Usa un vestido azul cielo que la hace ver demasiada niña.
—Les presento a Daphne —Lilith señala a la chica en cuestión—, la prometida de Ezra.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro