Capítulo 49
15 HORAS PARA EL FINAL
EZRA
La frialdad y la oscuridad golpean mi interior con una necesidad salvaje, rasguña mis adentros e intenta romper las cadenas que he colocado ahí para mantener a raya a ese ser que llevaría al mundo a un colapso, la cosa dentro de mi repleta de oscuridad, esa personificación del mal que no tiene reparos en destrozar a cuantos se le atraviesen porque su única función es causar dolor.
Esta ahí, rompiendo candado a candado mientras el aliento se me corta.
Un dolor sordo y crudo explota en mi estómago, cerca de mi ombligo obligándome a abrir los ojos, una exhalación brusca sale de mi pecho buscando un respiro.
Gruño ahogando el grito dolorido y lastimero que quiere salir cuando el fuego quema parte de la piel de mi estomago dejándola al rojo vivo.
No tendrá mi dolor.
No importa cuantas veces me introduzca en agua, cuantas veces me robe el aliento, cuantas veces la electricidad en una descarga brutal que ya hubiera matado a un humano, destroce mi cuerpo. No importa lo mucho que lo intente, no va a obtener mi dolor y mucho menos me romperá.
Puedo contra la bestia, aunque arañe con fuerza esta cascara humana que lo detiene enjaulado.
—La preciosa Trea estoy seguro de que apreciara las bonitas marcas que te estoy dejando —Leibda sonríe con todo y dientes mientras ve como sus semidioses aplican todo lo que él solicita.
Gruño en una risa amarga.
—¿Cuál es tu plan, Leibda?, ¿crees que va a correr a tus brazos si yo no estoy?, ¿ese es tu plan? —siento como la voz raspa contra mis cuerdas vocales laceradas por la falta de oxígeno.
Él suelta una risita mientras los semi dioses que nos rodean se mantienen con la mirada en el piso evitando hacer contacto conmigo. No sé que aspecto tengo, solo puedo ver las heridas sangrantes en mis manos, las quemaduras en mi cuerpo, la falta de mi camisa y zapatos y los nada cómodos grilletes que se extienden por mis muñecas haciendo juego con las cadenas sujetas del techo que me mantienen lo bastante suspendido para poder actuar.
Pero claro, no es lo único, porque este sujeto no juega limpio. La verdadera razón tras la falta de mi magia y el poco uso de mis habilidades es que me han obligado a beber un brebaje que esfuma mi magia por unas cuantas horas.
—Soy el bueno, Ez, querido —sonríe acercándose a donde esto con las manos tras su espalda—, cuando tenga que darle la incomoda noticia de tu muerte, bueno, la pobre Chantrea estará destrozada, le daré mi hombro para que seque sus lagrimas y borrare tu recuerdo con cada embestida, la tomare y será delicioso. —se relame los labios y la bestia que esta encarcelada dentro de mí, se azota y rasguña violentamente.
Ni en mil años podrá tocarla. ¿De verdad creé que puede eliminarme así de fácil?
La risa gutural se escapa de mi sistema sin que la pueda controlar, los semi dioses me observan por el rabillo de sus ojos con cierto pánico en su sistema, como si creyeran que he firmado mi sentencia de muerte, pero se equivocan, solo moriré cuando Trea no esté en este mundo, porque se equivoca si cree que la voy a dejar, mi alma esta unida a la de ella y tampoco le voy a causar esa pena de morir primero, claro que no. Voy a cuidar de ella y su alma oscura hasta que la vida decida que ha sido suficiente para ambos.
—Quiero ver que lo intentes, Leibda —es una amenaza directa.
La sensación de la oscuridad se filtra por mis venas sintiéndose explosiva.
12 HORAS PARA EL FINAL
Chantrea
Las abejas pican para insertar su veneno en el otro, aun sabiendo que tiempo después van a morir. Es una realidad, porque las abejas se van con la satisfacción de haber causado daño.
—¿De verdad crees que podrás matarme? —sisea en mi oído. Obligo a las nauseas a mantenerse en calma.
Su mano recorre mi cuello, las callosidades de su mano llaman a mi estomago revuelto a sacar todo el asco que me da, no aprieta, pero oprime mi cuello.
—Inténtalo —me reta.
—No necesito intentarlo —siseo cuando volteo mi cuerpo con habilidad poniendo distancia entre ambos.
—Oh bueno, eres muy estúpida si crees que no estaba preparado —se ríe.
Se desliza hacia el costado derecho, dejando la vista de su puerta libre, para mostrarme a Khione sujetando a Max con una daga colocada en el cuello de Max, puedo ver los hilos de sangre y maldita sea, puedo ver la estúpida daga con esa piedra que puede destrozar a los dioses, demonios y ángeles, la misma daga con la que me arrebataron a Halley.
—Si lo matas, yo lo mato —la sonrisa trepa por los labios de Khione.
Gruño cuando cinco guardias nos rodean.
10 HORAS PARA EL FINAL
Ezra
El agua me cubre, tan helada como puede estar, suelto una exhalación pesada, sacudo mi cabeza e ignoró el dolor sordo de mis brazos, posiblemente estén a nada de ser dislocados debido a la posición en la que se encuentran.
Abro los ojos de nueva cuenta. Después de lo que le dije decidieron volver a electrocutarme como si con eso en realidad fueran a callarme. No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, pero me han traído de vuelta.
Siento los rasguños de esa bestia dentro de mí, aunque también comienzo a sentir el calor familiar que solo la magia posee.
—Mira a quien te hemos traído, Ezzy —la melosa voz de Leibda me hace levantar la mirada chocando con mi peor pesadilla.
El corazón se aprieta contra mi pecho, la bestia en mi interior, grita, gruñe, rasguña.
—Amelia —me sale como un jodido lamento.
No, no, no.
Leibda sonríe, ese tipo de sonrisa espeluznante que le cruza todo el rostro, como si esto se tratará de un maldito chiste.
Veo el rostro de mi pequeña hermana, con las lagrimas agolpadas en el nacimiento de sus pestañas, a penas me quiere ver, tiene el rostro rojo y tiene dedos marcados en su mejilla, su cabello que tanto atesoraba esta cortado irregularmente, su vestido esta mal puesto y de entre sus pequeñas piernas, la sangre se derrama.
Pierdo los estribos. Las cadenas comienzan a ceder ante mi furia.
—Ez-ra —me ve con esos ojos destrozados, con el dolor del que la he querido proteger toda la vida, cruzándole por la mirada.
—Dile adiós, Ezzy —escucho en la lejanía la voz de Leibda mientras continúo luchando contra las cadenas.
Forcejeo, peleo con fuerza mientras la oscuridad dentro de mí, la bestia que ruega, rompe cadenas y candados buscando la salida.
Sus manos se posan en su cuello, las lagrimas se derraman por sus mejillas y creo que yo también estoy llorando. Solo el crujir de huesos me avisa de lo que acaba de suceder.
No hay más candados, no hay más cadenas, caigo de rodillas al tiempo que el deja caer el cuerpo de mi pequeña hermana. La oscuridad me consume, dejo que lo haga, me pierdo en un espirar de ira y dolor.
Todo es negro y rojo.
Pero aquí donde aun hay calor, tengo el cuerpo de mi hermana entre mis brazos, con esa preciosa sonrisa y sus manos curiosas tocando mis mejillas.
5 HORAS PARA EL FINAL
Chantrea
La daga que esta sujeta oculta en la manga derecha de la camisa de Max, punza y mi poder se alborota cuando siente que soy yo quien esta en peligro.
Me tienen sentada en una pequeña silla acolchada, frente a Max que también esta sentado, tiene la daga en su cuello y sus ojos penetran en mí. Este era un riesgo calculado, sabía que Erebos no estaría solo y que utilizaría a Khione, pero esperaba algo menos elaborado, creía que el señuelo sería Lilith, pero me equivoque.
Suspiro cuando Erebos vuelve a aparecer con esa sonrisa triunfante, se acerca hasta donde estoy, se inclina ante mí, coloca sus brazos cruzados sobre mis piernas para ladear su cabeza sobre ellos.
—Tal parece que Ezra ha quedado fuera de la ecuación —me anuncia y sé que es un truco. No puede ser verdad. Es imposible.
No digo nada, me mantengo quieta sintiendo los brazos fuertes de los guardias que sujetan mis hombros manteniéndome en mi lugar.
—No creo que la pobre Lilith pueda soportar el hecho de que han matado a su pequeña niña y su hijo esta fuera de juego —me sonríe. Mis ojos se abren instintivamente, pero aplano mi rostro de inmediato.
No es verdad, eso no es verdad. Amelia esta cuidada y custodiada por los más hábiles demonios, no hay forma que algo o alguien le pueda hacer daño.
—Sabia que no me creerías, pero no estoy mintiéndote —se pone de pie usando sus manos en mis rodillas como balance, ladea su cuerpo viendo a Khione—, muéstrale —le ordena.
La sonrisa de Khione se dibuja con lentitud en su rostro mientras un nuevo hilo de sangre brota del cuello de Max. Chasquea los dedos de su mano libre y una especie de bruma grisácea y blanquizca se hace presente en el medio, como si se tratará de una nube, pareciera que se traga entre sí, como mero caos de nubes hasta que se detiene mostrando la imagen de Amelia en el piso, con su cuello en una posición antinatural y sus ojos sin vida, bien abiertos.
El aliento se me corta y la daga en mi brazo arde necesitado de liberarse. Cierro los ojos unos segundos buscando la conexión, esa que siempre he me hace volver a él, sin éxito, no la encuentro, la línea que nos une... ya no está.
Ezra ya no está.
El dolor explota más crudo esta vez, la ira crea pinceladas de rojo en mi sistema, no lo pienso cuando un grito se libera de mi garganta, veo los tormentosos ojos de Max abrirse tanto como pueden mientras todo parece ir en una tortuosa cámara lenta.
—No lo soy, Erebos —admito con una voz que no reconozco mientras las manos que me sujetan levantan sus dedos de mis hombros uno a uno con horribles gritos de dolor.
Veo el horror en la cara de Erebos que voltea a ver desesperado a Khione, que ya esta en el suelo, cortesía de Max.
El plan no era esto, era más sencillo, era simplemente seguir su juego, hacerles creer que me tenían bajo su poder hasta que me mostraran al verdadero titiritero. Sabíamos que utilizarían a Max o a Lilith, por eso Max tenía la daga verdadera, la que puede eliminar a ángeles, demonios, semi dioses y dioses.
Pero las circunstancias cambiaron.
No voy a perder a nadie más.
—Voy a inyectarte mi veneno —advierto acercándome a él. Obligando a que las serpientes lo sostengan en su sitio, sin posibilidad de escape.
No tiene magia, es un ser vacío que se ha aprovechado de ser el títere vacío, que ha utilizado mujeres por años, que ha creído que es el dueño y señor de todo, ha hecho temblar a las mujeres bajo su imperio de horror. Ha sometido a cuanta mujer se le ha puesto enfrente.
—Pero antes tienes que saber quien eres, Erebos, y lo poco que vales. —saco la daga de almas, perteneciente a Louis, de mi manga. Encesto la primera puñalada en su hombro obteniendo un grito de su parte—, ruega, Erebos, ruega misericordia, ruégale a una jodida mujer.
Utilizo mi poder para hacer que sus piernas colapsen, el ruido de los huesos al romperse son una melodía extasiante para mis oídos, su grito se mezcla cuando cae de rodillas.
La risa me sale natural de la garganta.
—Basta, basta, detente ya —ruega patéticamente y me río más fuerte.
—Es muy curioso, Erebos y hasta poético si lo quieres ver.
Max se aproxima a donde estoy, quedándose a una distancia cercana a mí, listo para darme la daga cuando la necesite.
Pateo con fuerza su rostro obteniendo otro grito mientras me rio.
—Que la mujer que creíste que podrías dominar, en realidad, escribió tu final —sonrío mientras lo veo escupir sangre.
—Las mujeres nunca lograran nada, nunca, Lilith, Alexandría, Azahara, muchas antes de ti lo han intentado y solo han terminado muertas, sometidas y miserables, ese es tu destino, ese es tu lugar —gruñe intentando ponerse de pie.
Tomo la daga de las manos de Max.
—Es una lastima que no puedas ver como lo logro, pero en tu honor, verás como hago todo cenizas —me coloco a su nivel en cuclillas, sonrío cuando su apariencia podrida y verde comienza a verse por su piel, dejo que la daga se hunda lentamente en su pecho—. El imperio de los hombres termino, no habrá más sumisión, es la era de las mujeres, obsérvame usar mi corona.
5 MINUTOS PARA EL FINAL
Chantrea
Tengo que encontrar a Ezra, tengo que hacerlo y ya. La conexión sigue muerta y yo llevo dando vueltas en este maldito bosque más tiempo del que quisiera, buscando algo, o alguien, necesito ayuda y la necesito ya.
Max y yo nos separamos, él fue al castillo en el inframundo y yo estoy en los terrenos de Dantia intentando dar con ella, buscando la manera de llegar a él. Necesito llegar a él.
—Ups —escucho al tiempo que un ruido sordo explota en mis oídos en conjunto con un dolor abrazador que comienza debajo de mi pecho y se extiende por todo mi cuerpo.
Volteo a ver el pequeño cuchillo que se ha impactado en mi cuerpo, veo la mano que la sujeta, subo la mirada encontrándome con el inconfundible rostro de Dhalin.
—Perdiste, Chantrea —escucho su voz en la lejanía a pesar de que está a centímetros de mí.
Todo oscurece. Todo se vuelve negro y el dolor me hace caer en una espiral de inconciencia.
Bueno... de verdad los quiero mucho, plis, no acaben con esta autora.
Un trato con los ángeles llego a su fin.
¿Listos para la ultima entrega?
Un trato con los dioses esta a la vuelta de la esquina.
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