Capítulo 47
Max
Estoy corriendo con el cuerpo de Chan en mis brazos y ojalá fuera más sencillo, ojalá no estuviera roto en mil pedazos y fuese ese héroe del que todos hablan, pero entre el dolor emocional y las ganas de tomar a Trea y fundirme con su dolor, pedirle que me deje entrar ahí donde quiera que esta, siento que en realidad me estoy muriendo.
Pero alguien nos tiene que sacar de esta situación y por una vez en esta vida me gustaría ser útil para una de las dos personas que mi corazón polvoso y seco ha atesorado.
Corro tan rápido como puedo, ignorando el hecho de que no sé donde estamos y que lo único que sé es que estamos en la boca del lobo, que tengo que salvar a Chan, que tengo que ocultarla.
Aidhen corre conmigo y escucho que me dice un par de cosas como "por ahí no" o "tenemos que salir de aquí"
Y yo quisiera tener el poder suficiente para sacarnos de aquí.
La inutilidad que siento hacia mi crece como hiedra venenosa que me cubre los oídos, la vista, la vida. No pude hacer nada por Halley, no puedo hacer nada por Chan... no puedo.
El piso debajo de nosotros cruje y tiembla a mares, sacudiéndose estrepitosamente, caigo al suelo de rodillas acunando el cuerpo de Trea para que no se haga daño.
Los sonidos de asombro y quejas absurdas se empiezan a escuchar mientras el pasillo por el que corremos se empieza a llenar de gente.
Los dioses y semi dioses que habitan este lugar.
Aidhen se pone de pie con esfuerzos, acercándose a donde estoy, ve a todos los semidioses y dioses que comienzan a gruñir y reunirse entre ellos, me tiende una mano para tomar a Chan en brazos.
Ni de broma se la daré. Si me la quita, me quita lo que resta de mi vida.
Aidhen gruñe cuando no la suelto.
—Escucha niño, tenemos que llegar a la legión y necesitamos salir de aquí, ¿sabes cómo salir? —parece amenazante, pero sé que es la versión de él que tiene que jugar en este momento.
Siseo acercando a Chan más a mí, ignorando el temblor que nos sacude para ponerme de pie. Carajo, no. A Chan no me la van a quitar.
—Tienes que salir de aquí —gruñe cuando ve a su costado—, tienes que sacarla de aquí —sisea dejándonos para ir detrás de donde estamos.
Alcanzo a ver por el rabillo del ojo a un montón de guardias usando una armadura color beige, casi como si estuviera hecha de hueso puro y tal vez lo esté.
—Ve a la legión, busca el fuego eterno, ahí los veré —dice por encima de su hombro mientras sus alas se extienden.
Los dioses y semi dioses nos observan, a la mierda ellos. Comienzo por intentar correr sin lograrlo en realidad, aunque el temblor a aminorado en potencia, continúa imposibilitando el colocarse derecho, así que opto por caminar con más rapidez de la necesaria, golpeándome de repente con las paredes de las que estoy muy cerca. Ignoro las miradas curiosas que en realidad no hacen nada más que observar con curiosidad.
Entro a una de las habitaciones que esta abierta, no me importa en realidad si estoy interrumpiendo, me deslizo por el pequeño pasillo que da a la habitación, dejando entre ver una cama destendida de sabanas azul cielo que brillan ante la luz nocturna, los doseles de la cama son de oro y no sé ve nada más en realidad, es como si esta habitación fuese solo eso, una cama y ya, justo al medio del sitio.
Todo es demasiado oscuro, siento la brisa venir de algún lado que busco de inmediato dando con el balcón colocado tras la cama unos metros más atrás. Camino hasta ahí no teniendo muy claro si la idea que se gesta en mi cabeza va a funcionar, pero sabiendo que es mi única oportunidad de sacarnos de aquí.
Camino hasta el balcón intentando hacer el menor ruido posible, deslizo un poco de la cortina vaporosa que baila al son del viento. Busco indicios de algo que pudiera delatarme encontrando como montones de aquellos guardias que se quedaron con Aidhen se deslizan por el enorme portón de la ciudad. Trago saliva viendo como mi plan se va directito a la mierda.
El ruido de unas cadenas me llena los oídos y la alerta en mi cuerpo se extiende. Volteo de inmediato, más lento tomando en cuenta que estoy cargando un cuerpo, busco en el sitio encontrando inminente oscuridad.
—¿Quieres salir de aquí? —es una dulce voz, bastante femenina la que resuena con suavidad.
No veo de donde proviene. La oscuridad se traga esta habitación haciendo que los destellos de luz que antes me permitían ver se esfumen, dejándome sin uno de mis sentidos base. Aprieto el cuerpo de Trea soltando una especie de siseo que advierte de mi claro estado de "me atacas y te ataco".
—Si quieres salir de aquí ocupas mi ayuda —murmura aquella suave voz, las cadenas se mueven y mi alerta crece.
Las luces nocturnas me dejan ver el cuerpo de una mujer pequeña, sus cabellos castaños y rizados danzan en el viento que entra por el balcón que se ha vuelto a materializar detrás de mí, lleva una bata blanca que cubre su cuerpo y deja entre ver el embarazo de algunos meses brotando en su vientre. Esta descalza y cada que camina, el ruido de cadenas se hace presentes, cadenas que están atadas a un grillete que se desprende de su tobillo izquierdo.
—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —gruño cuando la veo más cerca.
—Porque la necesito viva para que mi hijo pueda vivir —sus ojos se abren dejándome entre ver los tonos verdes y plateados que pelean por protagonismo en sus ojos—, llámame Zara.
Trago saliva cuando se acerca, quiero retroceder, pero aun así no lo hago, siento que me arrepentiré de esto, pero me quedo quieto, esperando que ella llegue a nosotros.
—Los llevaré a la legión, pero quiero que jures que ella vendrá, favor con favor se paga y Chantrea cumplirá —pareciera que está ejerciendo una sentencia sobre nosotros.
extiende sus manos sobre nosotros dejando escapar vetas de humo negro con una especie de hilos plateados que comienzan a envolver nuestro cuerpo, primero mis tiernas trepando por ellas cubriendo con lentitud cada parte de mi cuerpo, ella no parece inmutarse cuando el temblor se hace mas feroz y las paredes a su alrededor comienzan a desmoronarse, ella sigue en pie, como si eso fuera nada para ella.
¿Quién carajos es?
El humo comienza a cubrir mi cara dejándome en la total oscuridad.
—Si Chantrea no cumple, le quitaré lo más valioso, después de todo, soy la muerte —escucho como eco y con eso me asegura que fue una sentencia en realidad.
La oscuridad nos envuelve y el eco de la voz de aquella mujer se hace nada, somos nada, viajando en una especie de nube que nos lleva a donde sea que nos lleve.
—Chan, tienes que volver —me permito sentir mi vulnerabilidad ante ella, la única persona que le queda a este oscuro corazón.
La oscuridad se desvanece de golpe intercambiada por un fehaciente fuego que crepita con intensidad ante nosotros.
—El fuego eterno —murmuro.
Ezra
Siento el sabor metálico cuando estalla en mi boca, gruño cuando lo veo sonreír aun cuando tiene la boca llena de sangre. El maldito sitio no deja de sacudirse violentamente sobre nuestros pies y la construcción comienza a desmoronarse a pasos agigantados, a este paso no va a quedar nada, todo va a ser nada absoluta.
—¿Es lo mejor que tienes? —gruñe reincorporándose como si el golpe que le acabo de propinar y que lo mando al otro extremo de la habitación en realidad no fuera nada.
Dejo que uno de los lados de mi sonrisa tironeé hacia arriba. No puedo convertirme en demonio, no en el estado fluctuante de mi magia, cuando estoy muy seguro en que, si me convierto, perderé la cabeza y la conciencia humana con la que puedo gobernar a ese yo instintivo y despiadado.
No puedo. Necesito estar para Trea.
Pero la pregunta es, ¿cuánto aguantare ante un dios puro y todo poderoso que esta haciendo que esta estructura se venga abajo?
Camina con soltura, en un momento esta frente a mi caminando y en otro momento desaparece estrepitosamente, a penas giro la cabeza cuando una patada me lanza hacia abajo con tanta fuerza que si fuera humano mis pulmones ya hubieran colapsado.
Toso en un intento de recuperar oxígeno, busco voltearme impulsándome con mis brazos, logrando en el momento en que ha vuelto a desaparecer. Busco reincorporarme, pero el sordo dolor que invade mi cabeza se vuelve imposible de tolerar. Me muerdo el interior de la mejilla en un intento de aguantar el dolor, pero se siente como si me estrujaran el cerebro.
Soy consciente en ese momento de las manos que me sujetan y la electricidad pura que se esta transmitiendo a mi cuerpo y que busca fundir mi cerebro.
Sé quien es Leibda...
Leibda no es un dios cualquiera, Leibda es "el", Dios, el mismísimo padre de los dioses, el mismísimo padre de Lucifer.
Siento la sangre, siento el dolor y pierdo la batalla estrepitosamente, ahogo el dolor, pero aun así un grito se desprende de mi garganta.
Chantrea
Una brusca exhalación me encuentra, reactiva mis pulmones, siento el fuego fluir por mi sangre, y el grito de Ezra me hace volver en sí.
Abro los ojos para encontrarme con que el fuego cubre mi cuerpo desnudo y no es una mera sensación. Esto es algo que no esperaba ver cuando me despertara. El fuego sigue engulléndome tan crepitante como puede, envolviendo cada parte de mi cuerpo, sin hacerme daño en realidad.
—El fuego eterno —murmuro y me sorprendo cuando el fuego desaparece ante mi voz.
Si el fuego eterno me ha aceptado es porque mi padre a muerto. Caigo de rodillas ante Max que es el único que esta ahí.
La rabia golpea mi sistema, vuelvo mis manos puños y golpeo con fuerza el piso acompañado con un grito de frustración.
¡Me canse de perder!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro