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Capítulo 43


Ezra

Griar y Driar se ponen de pie en cuanto la bruma comienza a tomar forma humana, dejando que la gran oscuridad que le rodea tome forma y mi sorpresa se hace mayor cuando la figura que comienza a forjarse delante de mí, con esos ojos dorados tiene un aspecto tan similar al de Lucifer; el mismo cabello rizado rubio, los mismos rasgos faciales, pero un poco más maduro, más fuerte y claro, en vez de esos ojos verdes, están los dorados que representan a los dioses.

—Pueden retirarse —su voz madura resuena en la habitación.

Me quedo en donde estoy en cuanto veo desfilar a los chicos detrás de mí. Si no me equivoco y mi asociación de rostros no me falla, puedo decir que estoy frente al padre de Erebos y Lucifer.

La puerta se cierra cuando Griar y Driar hacen su sutil retirada.

Escucho los pasos de la deidad que estaba en mi cama, acercarse a donde me encuentro, espero a que llegue para comenzar con la plática que espero que me de más respuestas.

Nyx me había dado algunas respuestas en cuanto al tema de Alexandria y por lo que Trea acababa de averiguar, en realidad no estábamos cerca de acabar con el tema, la verdad era que apenas estábamos comenzando y que frente a nosotros se extendía una gran pared construida a base de mentiras y poder.

Lo que Trea estaba desmantelando, lo que Nyx me había dicho quitaba el velo a algo que es más grande de lo que creíamos.

No solo se trata de Erebos desapareciendo y abusando de las descendientes de Alexandría, había más, muchísimo más que ni siquiera estaba seguro a que nos estábamos enfrentando, pero todo esto mantenía encadenada a Trea y si no lográbamos averiguar "qué", las cadenas del destino de Trea terminarían por arrebatarle la vida. Pero ni en mil y un años permitiría que eso sucediera.

Pero él aquí solo aseguraba nuevas respuestas o preguntas.

Solo estoy seguro de algo. No dejaré que nadie se atreva a tocar a Trea.

Toma el lugar de Griar con una sutileza y gracilidad impresionante.

—Ezra —dice mi nombre como si se tratara de una sentencia y tal vez lo es—, tu mamá esperaba que fueras una niña —esboza una sonrisa que siento que no suele hacer mucho—, así que cuando naciste, Lilith dejo tu nombre tal como lo escogió cuando supo de ti.

Toma la jarra de sueño de los dioses para comenzar a beber directamente de ella.

—Dime, Ezra, ¿dónde esta mi hijo? —continua con esa sonrisa casual como si realmente no le importará el tema.

—Descansando —y no miento, simplemente omití los detalles que lo llevaron a descansar.

Él suelta una risita corta, bebé más de la jarra clavando sus ojos dorados en mí.

—Oh —sonríe a medias con la jarra en la boca—, tu nombre significa "el que ayuda a Dios", muy servil para alguien que ataco al semi dios que lo corono a causa de una chica —sus ojos se vuelven rendijas sin dejar de observarme—, chica que esta orquestando una venganza por la que su raza espero siglos... —deja la jarra en la mesa sin dejar de verme—, ¿sabrá ella que los dioses no somos material para jugar?

La amenaza esta implícita, pero hay algo más. Esto solo me hace entender que él lo sabe todo, sabe donde esta Lucifer, sabe lo que le paso y, sobre todo, sabe quien es Trea, de donde viene.

¿Todos lo sabrán?

—¿Sabrá ella que esta a punto de descubrir lo que pasa cuando te intentas meter con los dioses?

Trago saliva cuando dejo de sentir el oxigeno correr por sus torrentes comunes. Soy un semi dios, no preciso de las cosas humanas, aun así, su falta se siente en todo mi cuerpo.

Intento acoplarme a la falta de esta, mientras observo como sus ojos dorados se cierran con cuidado, la bruma negra comienza a envolvernos cual remolino de oscuridad, no veo nada más allá que la luz de sus ojos.

—Tal parece que es momento de presenciar un pequeño espectáculo. —escucho en todos lados.

Chantrea

Papá no mentía cuando dijo que mamá estaba muerta... simplemente no esperaba encontrarme con esta terrible escena cuando llegará a casa.

Las películas de terror quedan cortas ante esta escena tan dantesca. Hay sangre, demasiada para ser exactos, sangre que pinta las paredes de un rojo intenso, hay pedazos de piel, órganos. Es como si hubieran tomado a mi familia y la hubieran hecho explotar.

No hay un cuerpo que rescatar, solo parte de ellos, en todos lados.

El olor putrefacto de los días que esta escena lleva comienza a hacerse insoportable para la nariz de cualquiera.

Ni siquiera se que decir, tampoco puedo llorar, no hay una sola lagrima derramada, simplemente es una punzada en el pecho y creo que me siento mal por haber sufrido más la perdida de Louis que la de mi madre, pero cuando tu madre es la causante de la mayoría de tus traumas, la que te aventó a las garras del depredador y espero que las cosas pasaran, para después hacer como si nada hubiera ocurrido nunca, bueno, cuando tienes una madre así, no le lloras, solo te alegras de que no este más aquí.

—Vine ayer por la noche, ocupaba hablar con ella —la voz de mi padre me trae de regreso a la realidad—, fue cuando encontré esta escena. —suspira y siento las notas de su dolor. Después de todo estaba ante los restos de la mujer que hizo convertirse en un ángel caído—, hable a los empleados, dijeron que la enfermera les aviso que no estarían.

Enarco una ceja mientras intento no pisar algún rastro.

—¿Enfermera? —mi mamá siempre ha gozado de una excelente salud.

Mi padre sonríe con tristeza.

—Tu demonio la maldijo, hizo algo con su cabeza, entro en un estado de coma, desde entonces ha tenido cuidadores. Ni siquiera yo pude quitarle lo que le haya hecho.

—¿Qué Ezra hizo qué? —niego con la cabeza.

¡¿En qué maldito momento?!

—No solo eso, mato a tu tío —bueno, sí que se lo merecía—, encontraron su lengua, armaron tan bien la escena que hicieron pasar todo por obra de un ajuste de cuentas hacia tu tío.

Aprieto los labios intentando ahogar la sonrisa de orgullo que quiere brotar por mis labios, aun así, solo dejo que ese calor familiar se extienda por mi cuerpo. Ezra no debió hacer esto, pero una parte de mí esta agradecida.

—Chantrea De'Ath —es una voz masculina que no conozco la que me llama.

Mi padre voltea primero hacia donde hemos escuchado la voz, tiene los ojos bien abiertos, sigo su mirada hasta dar con... no.

Trago saliva rápidamente, mi padre extiende su brazo para evitar que camine hacia donde están.

Se trata de un joven de cabello rubio rosado, de un ojo dorado y otro azul, piel pálida, labios rojos, no parece tener más de 20, se ve increíblemente joven, pero no es él lo que me hace reaccionar, es Max y Halley puestos de rodillas a cada lado de él.

—Tal parece que perdiste a tus mascotas —sujeta las cadenas que están unidas a un collar de hierro que tienen en el cuello.

Quito la mano de mi padre haciéndolo a un lado, caminando hacia donde están. No. Ellos no. A ellos nada les pasara.

—Chantrea —sisea mi papá en una especie de regaño que ignoro abiertamente.

—Suéltalos —ordeno intentando mantener la calma.

El chico niega con la cabeza jalando las cadenas haciéndolos retroceder con él.

—No te acerques, un paso más y verás la cabeza de uno de ellos explotar —me amenaza.

Un nudo se instaura en mi garganta haciéndome imposible que pase saliva. Siento mi garganta seca. Veo los ojos de Halley más muertos que cuando la encontré y me aterroriza pensar en que le han hecho algo, veo los ojos de Max rojos debido a la ira y llanto. Él es el único que me ve.

—¡¿Qué demonios les hiciste?! —gruño sintiéndome impotente. Las serpientes comienzan a sesear escapándose de mi cuerpo, materializándose.

—Oh, quería probarlos, ver a que sabían, saber porque eran tan importantes para ti, y vaya que saben delicioso —se pasa la lengua por los dientes dentados y quiero morir.

¡No!

¡Como un demonio! ¡No!

Las serpientes comienzan yendo hacia donde esta él, furiosas como lo estoy, pero es a Max a quien terminan mordiendo cuando él lo levanta con la cadena usándolo como armadura.

Detengo a las serpientes, retirándolas y estas se desvanecen dejando un vaho al desaparecer. Mis manos se vuelven puño.

—¿De verdad creíste que podrías ir a una guerra sin perder nada? —niega con la cabeza—. Esto, querida, es lo que pasa cuando te metes con fuerzas que desconoces.

Vuelve a dejar que Max se desplome, veo sus ojos regañarme con la mirada cuando soy consciente que las lagrimas corren por mis mejillas.

Mi debilidad. He dejado que encuentren mis puntos débiles, que los tomen y usen en mi contra.

Las opciones mueren en mi cabeza cuando todas las alternativas terminan con ellos muertos.

No puedo no llorar cuando sé que los han lastimado, cuando han matado de vuelta el espíritu de Halley que tanto me costo traer de vuelta, cuando sé que estoy por perder lo ultimo que me mantiene siendo humana; mi familia, mi hogar.

Intento buscar una solución, algo que pueda utilizar para atacarlo, sintiéndome tan malditamente impotente. Haga lo que haga, él los va a utilizar como su escudo. Si aviento una daga, él los usará, si uso las serpientes hará los mismo.

—Pero no te preocupes, no soy tan malo, solo mataré a uno, así que puedes salvar a uno —dice como si pudiera elegir entre alguno de ellos.

Jala las cadenas atrayéndolos a sus brazos, pasa sus brazos por los hombros de cada uno, colgándose de ellos.

—¿Elegirás a la princesa del hielo o al psicópata sexual? —pasa su lengua por la mejilla de Halley y estoy por vomitar.

Max le da un codazo haciendo que la deje en paz y recibiendo una descarga que lo hace caer al piso, aun así, Halley no reacciona, esta, pero en realidad no está.

La ira bulle en mi interior, no puedo simplemente quedarme de brazos cruzados y dejar que los mate.

—Tic, tac —sonríe con esos dientes dentados.

La impotencia, el dolor, todo explota en mi interior haciéndose presentes, siento la electricidad recorrer mi cuerpo como una bomba a punto de explotar.

Son segundos, rápidos segundos que se producen en cámara lenta delante de mí, en los que Halley se levanta, el momento justo en que mi padre envuelve mi cuerpo con sus brazos, apretándome con fuerza contra él, la escucho decirme que lo siente, pero todo parece tan irreal cuando toma la daga blanca que tiene el semi dios que sonríe feliz sin hacer nada, asiente y es todo lo que veo.

La sangre brota y un grito sale de mi garganta. 

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