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Capítulo 42

Bastián

El olor a oxido golpea fuerte mis sentidos mientras el llanto de Dhalin comienza a tornarse irregular, no ha dejado de temblar ni ha querido moverse de la esquina en donde se refugio con las manos manchadas de sangre.

Necesito encontrar el cuerpo al que pertenece este corazón y necesito someter este nuevo recuerdo a un olvido temporal, tal como lo he estado haciendo cada que tiene este tipo de crisis, que para mí mala suerte, han estado ocurriendo tan seguro que siento que he borrado más de su vida que nada.

La estoy dejando vacía, tragándome su dolor, su pena, su personalidad asesina, la necesidad de sangre.

Alexandría no lo sabía o tal vez sí, pero dio vida a un monstruo, el engendro de Lucifer y Alexandría dio origen a un demonio lleno de magia y necesidad de sangre y no necesariamente humana, pero vamos, ha aprendido a conformarse con lo que tiene.

Dhalin no tiene porque saber que estuvo a punto de acabar con mi vida en una ocasión, que, de no ser por Ezra, posiblemente hubiese sido uno de los muchos ángeles que ella ha matado.

Continúo tallando los pisos llenos de sangre, vigilándola constantemente en sus sollozos irregulares.

—¿Qué he hecho? —murmura y no me gusta verla así.

La estoy perdiendo.

Cuando Alexandría la envío lejos de ella, donde estuviera segura, Dhalin termino en el reino de los muertos donde su vida se pauso, fue un bebé durante mucho tiempo hasta que paso a manos de nosotros, para terminar en la tierra con el fin de cumplir su propósito.

Pero fui yo quien la robo, quien la ha mantenido oculta todos estos años, pero si ella sigue matando de esta manera, nos encontrarán, la encontrarán y se la llevarán para que cumpla su horrible destino.

—Soy un monstruo, ¿no es así? —murmura clavando sus ojos llenos de lagrimas en mí.

Suelto un suspiro lento. Es todo menos un monstruo, pero la sangre pesa más.

Dejo de tallar el piso para ir a donde esta, acomodo unos cuantos mechones mojados de sangre tras su oreja.

—No lo eres —murmuro intentando tranquilizarla.

Debería dormirla ya y borrar sus recuerdos como lo he hecho tantas veces, pero algo me lo impide, es como un leve presentimiento, como si supiera que algo se avecina y que ella debe estar consciente de lo que es y no de lo que intento crear.

—Mate a alguien —tiembla viendo sus manos llenas de sangre—, lo hice —se le acaba la saliva y su voz sale terriblemente ronca.

—No lo hiciste —miento como lo he hecho tantas veces.

—¡Lo sigues diciendo!, ¡cada que esto sucede lo dices! —grita mientras las lagrimas no paran de salir—, e intento creerlo —solloza—, pero ya no puedo... no puedo seguir este juego cuando tengo... —suspira y niega con la cabeza hundiendo su cara en sus rodillas.

Cuando tiene tantas ganas de matarme. No lo dice, pero sé que es lo que piensa.

E intentado mantener a la bestia a raya, al monstruo que quiere sangre dentro de ella, muy profundo, muy oculto, pero ni siquiera había notado que ella lo sabía, que ella había estado participando activamente en mi juego.

—Ya no puedo seguir jugando en esta mentira, Bas —su voz tiembla. Ella tiembla.

Veo como sus uñas crecen, convirtiéndose en garras, son segundos en los que sus ojos se ven inyectados por un líquido sanguinolento lanzándose encima de mío, el ardor me presiona el pecho.

Ezra

Driar y Griar chocan sus copas mientras observan el cielo estrellado, continúan bebiendo el liquido vaporoso que huele bastante bien, a decir verdad, sin embargo, no estoy seguro de consumir algo de aquí, aunque en algún punto lo tendré que hacer.

Me gusta desconfiar y prefiero desconfiar del Dios de la discordia y la pasión que pretende saber más acerca de quien soy, aunque si somos honestos, no es como que se sepa mucho de este mundo, son dioses después de todo, algunos omnipresentes y otros solo tienen un ego bastante grande.

—Entonces —comienza Griar, el que es carismático, pero representa la discordia. Toca mi vaso con dos dedos para deslizarlo por la mesa hasta mi lugar—, Ezra Morningstar, semi dios de la oscuridad, del inframundo —me ve con unos ojos insinuantes de intenciones que intento leer.

—Griar —tomo el vaso en mis manos, lo pongo en mis labios tomando el aroma, intentando reconocer las notas dulces que se pegan a mi nariz.

Conozco un sinfín de venenos, cortesía de mi madre y su excelente educación.

Siempre había un nuevo jugo, licuado, té, agua, que dejaba en mis manos para que bebiera el contenido, antes de beberlo me orillaba a reconocer los ingredientes y después beberlo para que palpara con todos mis sentidos el regusto del veneno, dejaba que viviera los efectos y cuando era demasiado me daba el antídoto necesario.

Pero el olor que viene de este vaso es solamente dulce, una especie de caramelo y alcohol, no puedo oler nada más allá de eso, es como si hubieran metido un algodón de azúcar en un bote de alcohol.

—Es sueño de los dioses —comenta Driar tomando un poco del suyo.

Enarco una ceja, tomo un poco solo por el placer de saber a que sabe, lo tomo todo y me sorprende el balance entre el alcohol y lo dulce haciéndolo una bebida perfecta.

—Es una bebida que logra alcoholizar a los dioses —comenta Griar sirviéndose un poco más—, como bien sabrás, el alcohol nos hace cosquillas así que la fabulosa Grener creo este perfecto brebaje que nos pone a tono.

—Grener es la diosa de la salud, aunque prefiere pasar sus días creando este tipo de cosas —Driar parece decepcionado al decirlo.

—Pero dejemos a los dioses aburridos para otra charla, dinos, Ezra, ¿y Lucifer?, tu sangre no huele a él así que no hay posibilidad de que seas su hijo, aun así, tienes su poder, su título, has entrado aquí así que eso lo demuestra más.

Sonrío sin ganas bebiendo un poco más del delicioso líquido.

—Él renuncio a su legado, me lo cedió, lo hemos buscado, una parte de mi creía que estaría aquí —miento dejando el vaso sobre la mesa.

Soy un semi dios, si soy un semi dios quiere decir que hay un dios todo poderoso de la oscuridad y el inframundo.

—¿Qué es la discordia, Ezra? —pregunta Griar bebiendo el contenido que queda en su vaso.

Suelto un suspiro lento, volteo mi vista a la ciudad bajo el castillo gigante y blanco, viendo las enormes casas blancas y como fuegos comienzan a salir de ellas, como si de un espectáculo se tratara.

—Avisan que el día a comenzado —Driar murmura.

—Oposición, desavenencia de voluntades, desacuerdo, divergencia, desunión, división, escisión, disconformidad, cisma, separación, ruptura... —vuelvo mi mirada a Griar—, eso es la discordia.

—Me opongo a lo que dices, no creo ni una sola palabra que sale de tu boca.

Sonrío con todo y dientes, ladeo mi cabeza sin dejar de observarlo.

—Y haces bien, Griar —me pongo de pie, acomodo la camisa que traigo puesta—, yo también se causar problemas —le regalo un guiño de ojo.

—¿No es demasiado egocéntrico para un nuevo semi dios? —se cruza de brazos observándome con el ego y narcisismo rezumando por todo su cuerpo—, ¿cómo sabes que esta no es una trampa y qué caíste en ella?, ¿cómo sabes que no sabemos la verdad y que estas aquí porque debemos acabar con tu vida?

—No es egocéntrico si ha venido el dios de la oscuridad a conocerme —señalo a las sombras que se acumulan cerca de mi cama, en una terrible bruma oscura—, tampoco es egocéntrico que sepa tu jugada, que haya detectado el veneno en la bebida. Aunque es un desperdicio, Griar, soy inmune, pero me divertí, ahora creo que de verdad obtendré una amena conversación —señalo a los ojos dorados que se abren en medio de la bruma.

Chantrea

No he podido dormir, no es que lo extrañe o lo necesite, sin embargo, han pasado tres días en los que no he podido cerrar los ojos ni un solo momento.

Suelto un suspiro cuando sueño con una enorme taza de café, tres días sin una dosis de cafeína se me hace inhumano.

Le doy una mordida a la manzana roja que han dejado en un pequeño bol frente a mi mientras una de las Vametry acomoda el vestido de gasa transparente en tono azul cielo que llega hasta mis pies descalzos, hace un moño para sostener la falda y el top negro dejando mi vientre expuesto en un rombo sin tela.

Una burla en realidad, la ropa de aquí es demasiado reveladora para mi propio gusto.

La chica toma mi cabello en una coleta a la que le acomoda un prendedor de fuego que oculta el listón con el que mantiene mi cabello rebelde en su lugar.

Me gusta ver la marca de serpiente que representa a Ezra con toda su oscuridad y poder.

La vametry termina de alistarme, hace una reverencia para terminar marchándose de la habitación, la sigo de inmediato.

Dos días, llevo dos días buscando señales de Leibda sin encontrar un solo rastro de él. Entiendo que pueda estar molesto conmigo, pero no es culpa mía que el haya montado todo un cuento en su cabeza en donde creyera que yo era una damisela en apuros.

Continúo dando pasos fuera de mi habitación, escucho los pasos de los guardias que rondan tras de mi con ordenes expresas de no dejarme sola en ningún momento, claro, porque yo soy el problema.

La vametry desaparece en una de las habitaciones, aun así, continuo mi camino buscando a Leibda, sabiendo que a quien le pregunte no dirá una sola palabra, cortesía de Erebos que ha prohibido que alguien me dirija la palabra.

Escucho las risas de Khione cerca en conjunto con sus tacones chocando con el mármol. Me detengo esperando su llegada, veo un poco de la falda de gasa rosa que lleva encima hasta que es totalmente visible. Lleva una corona en su cabeza, pero eso no es lo que atrae mi atención... es mi padre, que esta a su lado quien me descompone el rostro.

Esta es la cosa con mi padre. Lo amo demasiado, de verdad que sí, puedo decir que hay mucho de él en mí, sin embargo, le da por desaparecer cuando más se le necesita y eso fue justamente lo que hizo cuando lo llevamos a casa de Ezra para curar sus heridas. Termino huyendo sin dejar una sola pista de su paradero.

Me había cansado del juego de ir tras de él así que en esta ocasión solo lo había dejado estar.

—Tienes visitas, dulce Chantrea —Khione sonríe de oreja a oreja.

—Hija —dice él y no sé que demonios hace aquí, pero se equivoca si cree que con esto me orilla a acabar con su vida—, tu madre ha muerto. —anuncia. 

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