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Capítulo 39


Chantrea

Han limpiado todo rastro de sangre del cuerpo de Louis, lo han dejado impoluto, también curaron la herida punzo cortante que causo su muerte y si no fuera por el pálido color de su piel y el hecho de que ya no hay alma en su cuerpo y el demonio que habitaba en él, fue eliminado, podría jurar que simplemente esta dormido.

Aun así, no puedo apartarme de la puerta en la que llevo anclada hace más de media hora.

Soy valiente, siempre lo he sido, nunca he tenido miedo de morir, respeto a la muerte y sé que su trabajo es obra de alguien aún más valiente, no es fácil quitar una vida que está plagada de sueños y muchos momentos, despegarlo de su mundo, así como si nada.

Simplemente que cuando alguien deja este mundo, no es al que se acaba de ir el que sufre, somos los que nos quedamos aquí, con tantas promesas, con tantos momentos, con muchos sueños, esperanzas, recuerdos... cosas que no volverán.

Y la memoria humana es tan frágil que bastan un par de años para olvidar el tono de voz, para volver a ser la persona que eras, pero ahora sin él.

El nudo en mi garganta se aprieta, tanto que se siente asfixiante. Mis piernas tiemblan mientras lo veo ahí. Una parte de mi quiere llorar, la otra quiere gritar, pero al final nada sale.

—Gracias, Louis —es todo lo que me sale con una terrible murmuración.

Louis había sido una mierda y con esa mierda, él había creado aun más mierda, ni siquiera puedo negar que me rompió el corazón, que me destrozo y dejo en la nada. No voy a negar que me hizo daño hasta que ya no pudo porque no había nada más que dañar, todo en mí ya estaba podrido y destrozado.

Da la casualidad de que no pudo matarme... pero yo si pude.

Se había ido y algún día purgaría todos mis pecados, pero hoy no sería ese día, hoy Louis simplemente sería un pecado más a mi bolsa que ya se esta convirtiendo en costal.

La puerta contraria se abre haciendo que abandone la línea de mis pensamientos, que abandone mi postura dolorida. Suelto un poco de aire, ladeando mi cabeza un poco como quien se estira.

Sus ojos verdes, iguales a los de su gemelo, chocan con los míos siendo el recordatorio de que lo seguiré viendo en esa letal mirada.

Muerdo mi labio inferior instintivamente, ahogando la sonrisa que se quiere dibujar en mis labios.

—Lo lograste, ¿no? —reclama, ni siquiera ve a su hermano, simplemente me sostiene la mirada.

—He logrado muchas cosas, debes ser más específica —sonrío. Hay algo con ella que hace que se enfade más si le sonrío.

—Tu venganza, lo mataste —señala el cuerpo de su hermano y sigo tomando nota de como prefiere no mirarlo.

Entrecierro los ojos, observándola, cruzo mis brazos encima de mi pecho. Doy unos pasos hasta donde se encuentra el cuerpo de Louis, teniendo cuidado de acercarme más allá de donde no quiero, de donde no puedo.

—Según tú, ¿por qué debía vengarme... por qué dices que yo lo mate cuando la sangre no mancha mis manos?

Un resoplido sale de su boca mientras niega con la cabeza. Puedo admitirlo, Gremorian es una mujer fuerte e increíble, ella no necesita de nadie más que de si misma para salir adelante y si no tuviera esa aversión a mi persona, tal vez podríamos ser buenas aliadas por no decir amigas.

—¿De verdad crees que no sé lo mucho que mi hermano te destrozo? —resopla mientras niega con la cabeza.

Una de mis cejas se eleva y no puedo evitar sonreír. Claro, lo sé, he sido el chiste de muchos durante bastante tiempo; la mujer que Louis engaño, el perrito faldero de Louis, la que hace todo lo que se le ordena, la mujer que tuvo un colapso mental y mato a muchas personas, claro que fui un chiste, pero ahora soy yo quien me río.

Ladeo un poco la cabeza.

—Sabes, Grem, el problema es que tu hermano ya estaba destruido antes de que llegará a su vida y lo que esta roto solo sabe cortar y para mi mala fortuna era de esas que creían que con amor todo se arregla, pero basta de mí, ¿quieres saber por qué estaba roto? —pregunto siguiendo mi camino con lentitud hasta donde esta ella.

El verdadero problema es que en mayor o menor medida todos estamos hechos de fragmentos, porque todos nos hemos roto, solo depende si esos fragmentos se han afilado con el tiempo o han logrado ablandarse.

Veo como los dientes de Gremorian rechina, pero no hay respuesta.

—Lucifer lo rompió cuando te eligió a ti para venir aquí, cuando le hizo saber que te había enviado a ti porque tú eras la fuerte, lo volvió a romper cuando prefirió a alguien que ni siquiera era su hijo para gobernar —veo los ojos de Gremorian humedecerse.

Sé que su vida no fue tan distinta, pero es que esto es lo que pasa con las personas, puedes meter dos personas a la misma presión y tener diferentes resultados, porque cada persona decide que hacer con el dolor, alguien la puede convertir en su motor, otro la puede convertir en la piedra que no lo deja avanzar.

—Lo rompió cuando lo eligió para mí, cuando no le importaba si el amaba a alguien más, lo rompiste cuando elegiste a Ezra sobre él, tu verdadero hermano y lo rompí cuando no lo elegí... —me coloco a su lado, hombro a hombro viendo directo al cuerpo que ve—, cuando una persona se rompe, todos tenemos algo de culpa, pero no nos gusta lidiar con la culpa, preferimos culpar a alguien más ¿verdad, Grem? —murmuro solo audible para ella.

Veo como una lagrima se escapa de su ojo y como sus manos se convierten en puños tensos que no deja de apretar.

Coloco una de mis manos en su espalda, sobo un poco, aunque sé que esto no ayudará, ella no tiene que cargar con dolor innecesario, suficiente tiene con lo que se viene.

—Así que llora y arrepiéntete —le digo como quien le da permiso, pero es lo que ocupa—, no dejaré que nadie entre —le aseguro alejándome de ella—, despídete.

Ezra

Es un mundo de estrellas y lagos que descansan en algún lugar del universo, la oscuridad nocturna reluce por los cielos dando un paisaje único. Escucho mis pies al pisar el agua de un pequeño arrollo el cual refleja el cielo estrellado.

Esto se siente como un sueño.

—Estas en el reino de las sombras donde habitan los dioses oscuros —la sonrisa se Nyx se ensancha de una forma terrorífica—, los malos muy malos dioses.

Asiento tomando detalle de cada espacio que recorremos.

Sé exactamente a que Dios estoy buscando, así que espero que esta tarea no demande mucho tiempo, no tenemos tanto tiempo contemplado.

El cabello de Nyx revolotea con el viento otoñal que rezuma por el sitio lleno de quietud y tranquilidad.

Lucifer alguna vez, en una de esas veces que se sentía nostálgico hasta la medula, decidió otorgarnos una de sus historias, sobre un Dios que maldijo a la mujer que él amaba, la maldijo con el don de dar poder ya que aquella mujer era libertad pura, así que el dios le dio aquello que la anulaba como persona, convirtiéndola en un objeto, pero como si no fuera suficiente con una sola maldición, la obligo a ver el futuro, a ver cuantas veces sería utilizada... le quito su voluntad, su vida, su orgullo y la convirtió en un ser que no se reconocía así misma; Alexandria.

Después de ver que su creación le daba problemas decidió huir con dioses de su misma clase a un mundo nuevo que creo en donde el alcance había sido limitado, el lugar al que Chantrea aspiraba llegar; el lugar de descanso de los dioses.

—Hueles a una de ellas —habla Nyx sin voltear a verme, pero continuando el camino sobre el agua.

—¿A una de ellas? —pregunto mientras este arrollo nocturno me parece eterno.

—A una de las mujeres de Alexandría —comenta casi en susurro como si mencionarlas fuera una terrible afrenta al lugar.

—Conozco a una —no digo más mientras nuestros pies siguen sumergiéndose en el agua que nunca cambia de nivel.

—Es mejor que eliminemos el olor de tu sistema, si Morrigan lo huele, no serás tan bien recibido —comienza a arrastrar los pies por el agua.

—Déjame adivinar, ¿esta agua te limpia? —entorno los ojos y siento que aquí hay más secretos de los que podemos imaginar. Ella suelta una risita corta y con eso me responde—, así que supongo que este es el camino largo.

Ella asiente mientras seguimos caminando en silencio mientras intento formular la pregunta perfecta sin despertar sospecha alguna. Dudo que me puedan quitar todo el olor de Chantrea de mi sistema, hubo un momento cuando lo intente, pero esta tan dentro de mi que no hay forma alguna que salga de mi sistema.

La cosa conmigo es que soy un ser bastante diplomático, pero despiadado y jugar con máscaras, vaya, es mi juego favorito.

—¿Pero por qué no debería oler a una mujer que solo sabe dar poder? —pregunto con una evidente curiosidad.

El agua aumenta su cauce sintiendo como si te arrastrara, las estrellas comienzan a difuminarse bajo un manto grisáceo que batalla con el color marino del cielo nocturno. Pilares enormes de mármol puro, se alzan a nuestro alrededor como si delimitaran la entrada a un sitio ingente.

—Las Alexandría eran una comunidad de mujeres inteligentes, de mujeres increíblemente fuertes y, sobre todo, mujeres que todo hacían solas, si elegían a un hombre no lo hacían porque lo necesitaran si no porque les apetecía o lo amaban, dependiendo el cristal con que lo veas, sin embargo, eran demasiado para los hombres ambiciosos, nadie las quería, todos las detestaban, inclusive las mujeres —su tono de voz va bajando y sé que nos acercamos a algún sitio.

Ese es el problema con las mujeres con poder, los hombres faltos de masculinidad se sienten poco masculinos y sin su autoridad y bueno, las mujeres no soportan que alguien se salga del patrón de sumisión. Son sus propias enemigas.

—Así que las eliminaron... pero una sobrevivió una, la llamaron Alexandría en honor a su pueblo —corta su perorata de inmediato.

Una puerta se abre paso ante nosotros, imponente, hecha de puro hierro forjado en intrincado que parece trenzarse uno con otro.

Nyx calla y la puerta se abre sin más con una facilidad increíble que pareciera que no pesará en absoluto, dando paso a jardines increíbles, el arroyo en el que veníamos serpentea por todos lados dándole vitalidad al verde de los jardines y lo blanco de las floraciones, no hay otro color, todo es simplemente blanco, es casi como si estuvieran imitando la ciudad de plata, excepto porque aquí no hay sol, solo sombras. Casas enormes y blancas en un estilo inglés con sus tan conocidas vigas de madera adornan el alrededor de un castillo hecho de mármol al fondo del cual el agua del arroyo no deja de caer.

Bastián

Veo los ojos violetas en cuanto abro la puerta, su mirada fría y sus brazos cruzados no hacen más que advertirme.

—Chantrea —murmuro saliendo de la casa evitando que Dhalin escuche.

—Ocupo un favor así que hay dos maneras de hacer esto, Bas, lo haces o le cuento todo a tu querida pintora —amenaza sin más.

Caray, esta enana olvida si quiera que no siempre tiene que ser así agresiva.

Un resoplido se sale de mi boca.

—¿No has escuchado el dicho de atrapas más moscas con miel que con? —sonrío, pero ella me interrumpe.

—¿Me ves como una persona que sabe dar miel? —entorna los ojos— además tu no eres una mosca, eres una persona enamorada que haría lo que sea por su adoración y yo soy una persona que sabe aprovecharse de los puntos flacos, así que volvamos a lo mío —se aclara la garganta—, ocupo un favor.

Una sonrisa me inunda los labios y creo entender porque Ezra la eligió, con ella hay dos cosas claras: o quieres besarla o quieres romperle el cuello, opto por la segunda.

—Habla enana —gruño.

—Gracias por tu amable cooperación —sonríe con todo y dientes.

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