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Capítulo 31


Ezra

Esta descansando tan plácidamente, su respiración sube y baja con normalidad, no se mueve, pero su boca se abre ligeramente. Ella, la causante de todo. Mi maldita dueña, mi reina.

Necesitaba llegar con ella, verla tan tranquila y descansando. Necesito todo de ella antes que esta hambre de sangre y caos se salga de control, necesito vaciar todo en ella y no puedo esperar.

Prometo ser cuidadoso con sus heridas, pero la necesito ahora mismo.

Retiro el edredón negro que la cubre dejando al descubierto mi camisa azul cielo sobre su piel blanquecina con apenas unos botones asegurados. Mis garras van al filo de la camisa, la arremango y roso sus suaves muslos, carajo. No puedo más. Esta desnuda y me da una exquisita vista del paraíso que necesito. Mi dedo corre a sus pliegues, dejo mi dedo ahí y otro más, ella da un respingón buscando un roce con más fuerza.

Joder, no. Tengo que irme o no seré nada cuidadoso, voy a destrozarla, voy a comerla entera.

La cama chirria con mi peso cuando me subo a horcajadas sobre ella, liberando mi erección sobre ella, tan enorme que no sé como la obligue a tomarme entero la ultima vez, pero ahora lo necesito. No puedo irme solo así.

—Ezra, cógeme ya si lo vas a hacer —su voz adormilada me sorprende. Volteo a su rostro para encontrarme con ese precioso resplandor violeta.

Carajo, la voy a destrozar.

—Deberías callarte —no reconozco mi propia voz, esta voz llena de sombras y gutural.

Mis manos se extienden por sus piernas apoderándome de sus muslos, lo negro y llameante de mi piel contrastan con lo pálido de sus piernas. Carajo porque debe lucir tan deliciosa. Muevo sus piernas para abrirlas dejándome ver su precioso, rosado y delicioso coño que brilla ligeramente bajo la luz de la luna.

Ya me estaba esperando.

Aprieto sus muslos más cerca de sus pliegues, ella arquea su espalda.

—Intenta callarme —reta.

Empiezo a pensar que de verdad Trea no tiene instinto de supervivencia. En este modo no pienso con claridad, solo la necesito, soy más animal que yo mismo y ella lo comprobó la vez pasada, aun así, aquí esta, retándome, pidiendo todo de mí.

Mis manos pellizcan sus muslos internos y ella muerde sus labios ahogando cualquier sonido.

—Seguiré hablando si no me callas ya —continúa retando a la bestia que literalmente esta fuera.

Quiere que pierda el sentido. Quiere que la calle. Reto aceptado.

Dejo de pensar, me desconecto y busco lo único que quiero. Abro más sus piernas, hundo mi nariz en sus pliegues tomando todo lo que tiene para darme, paso mi lengua por sus líquidos tan deliciosos.

Estoy pensando seriamente en inmovilizarla para siempre y alimentarme de todo lo que tiene por ofrecerme. Tomo todo, succiono su clítoris y ahora si suelta un pequeño gemido, pero tengo que callarla, ¿verdad?

Dejo que mi cola trepe por su pierna, latigueando su pierna, avisándole de su presencia, en caso de que lo haya olvidado.

Subo por su cama y su cuerpo, arrastrándome con mis rodillas hasta que mi erección libre queda en sus labios mientras que mi cola latiguea en sus pliegues. Quería que la callara, bueno, ella tendrá que tomarme.

Veo su pequeña boca cuando se abre debido a otro latigazo que le ha dado mi cola. Dejo que mi glande se deslice por sus labios y ella no se sorprende, pero el chiste es callarla y sorprenderla.

—Abre, reina —gruño y ella lo hace.

Entro más en su boca, su lengua se apodera de mi glande y de pronto no sé como haré para no querer verla siempre así, con esos ojos retadores y esos labios carnosos tomándome como toda una maldita reina.

Dejo que mi cola se sumerja en su interior húmedo, ella abre más los ojos, aprieta sus piernas alrededor de mi cola moviéndose con ella, recorre su cuerpo, lleva sus manos a lo que su boca no ha podido tomar de mí, bombeando con fuerza.

—¿Te estoy callando bien? —gruño entrando más en ella.

Las ganas de destrozarla se apoderan de mí y no lo pienso ni una sola vez, entro más, veo como abre más sus ojos, como lucha por oxígeno, pero no se lo daré, aun no.

Continúo arremetiendo, el agarre que le ayuda a bombear se va haciendo débil, se esta quedando sin oxígeno, aun así, continuo, follándome su boca con fuerza mientras mi cola latiguea sus adentros que cada vez están más pegajosos.

Su lengua juega con todo lo que ella pueda, veo como intenta jalar un poco de aire, su nariz jala con intensidad, pero no es suficiente.

Entro más dentro de su preciosa boca, choco con su límite, mis manos corren a su cabello apretándola contra mí, ahogándola con mi erección.

Sus manos se sueltan y dejan de bombear cayendo a sus lados, se que la estoy perdiendo cuando sus ojos están entrecerrándose, carajo debería parar, pero la humedad que estoy sintiendo con mi cola es demasiada, no quiero parar, no puedo, más bien no puedo. Necesito.

Presiono más contra mi erección, veo la saliva salir de las orillas de su boca a raudales.

Es hasta que veo que cierra los ojos cuando la libero, le retiro mi erección y ella traga oxigeno rápidamente.

—Me gusta que me calles así —dice entre jadeos y con dificultad.

—Cállate, reina, aun no termino. —amenazo.

—Eso espero —sonríe a medias.

Carajo. Me va a matar. Me recorro y la jalo conmigo, me siento en la orilla de la cama, la arrastro conmigo con mis manos, la alzo sin que me cueste algún esfuerzo. La sostengo arriba de mi erección. Ella me va a montar.

Dejo que se acomode a horcajadas, libero mi cola de su interior viendo lo brilloso que esta. La ha dejado bastante lista.

—Vamos reina, se valiente y tómame. —ordeno.

Ella no lo duda, acomoda sus pliegues húmedos en mi erección, llevo mis manos a sus caderas, obligo a mi cola a que latigueé su trasero precioso y se prepare.

Obligo con mis manos a que se siente en mi erección, rujó cuando entro en ella, tan húmeda, tan estrecha, necesito más espacio y la obligare a dármela.

Ella suelta un gemido y una mueca dolorida se apodera de su rostro, dejo que mi cola se meta en el medio de su trasero buscando ese punto.

—¡No! —gruñe ella. Pero me importa una mierda.

Mis manos que siguen en su cadera la hacen levantarse y hacen que baje todavía más mientras mi cola entra en su pequeño agujero trasero. Trea grita, deja caer su cabeza hacia atrás, sus manos arañan mi espalda o lo intentan, pero solo encontrara fuego.

Es mía. Chantrea es mía.

La sigo obligando a hacerla subir y bajar mientras mi cola hace espacio en su pequeño orificio.

—¡Joder, no! —gruñe mientras sigo obligándola.

—Vamos, reina, te necesito —pido con esta maldita voz.

Siento como mi erección choca con su pared, ya no puedo entrar más y eso me enoja demasiado. Gruño. Destrozo la ropa que trae puesta, obligo a que mis uñas se conviertan en esas garras grisáceas, las paso por sus malditas tetas ocasionando cortes en ellas, comienza a sangrar y necesito más. Necesito su sangre.

Ella esta dirigiendo su ritmo, esta tan llena de mi, pero necesito más, necesito más de ella.

—Límpiame —indica inmutable.

Mi lengua hace camino por los arañazos que cruzan sus pechos y los cuales gotean finamente sangre, la tomo y siento que es mi nueva adicción. Ella gime. Sus manos corren a mi cabello apretándome contra ella.

—Bésame —ordena.

Y lo hago. Esta bestia incontrolable es totalmente suya.

Llevo mis labios a los suyos, choco con ellos en el camino, la pruebo, la tomo, aun tiene mi sabor en su boca. Lucho con su lengua, rujo contra ella mientras ella arrecia sus movimientos, me sigue montando con fuerza, mi cola sigue haciendo lo suyo.

Chantrea gime en mi boca. Separa mi lengua de los suyos. Sus ojos violetas conectan con los míos.

—Ezra —gime sobre mis labios cuando siento como humedece toda mi erección.

No necesito más, esta tonta bestia solo ocupa que diga mi nombre para ser suya.

Rujó, mis manos van a su cadera, la apuro sobre mi cuando la veo destrozada, cuando su rostro se desploma en mi hombro, yo sigo, la penetro una y otra vez sin parar, veo las marcas rojas, los hilos de sangre, todo lo que he hecho hasta que encuentro mi liberación. Exploto en ella y ella suelta un gemido más.

—Lo hiciste bien, reina.

—Siempre lo hago bien —dice somnolienta.

Bastián

Dhalin sigue manchada de sangre, lleva dormida dos días, pero sigue viva, he tomado su presión y glucosa y todo ha estado en orden, aun así, no logra despertar. Su poder en toda su expresión esta por apoderarse de ella. Ese momento en que ella deja de ser mía esta llegando y duele.

—Hola, Bastián —saluda Ezra.

No necesito voltear a verlo para saber que tiene esa sonrisa ladina, para entender su sed de venganza.

Pero, así como él no dejará que nada le pase a Chantrea, yo no dejaré que nada le pase a Dhalin.

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