Código rojo, una amenaza tricolor
Tras la guerra muchas cosas vinieron para aquellos que resultaron ganadores y aquellos que perdieron, en mi caso, quede marcado y fui traicionado a pesar de haberlo dado todo por la persona en la que más confiaba, me sentí como un gorrión al que le fueron arrancadas las alas y pusieron grilletes en sus patas, la libertad y la felicidad estaban a la vuelta de la esquina pero aun así me era tan difícil el llegar a ella por mis propios medios
Me volví prisionero de mi pasado
Un pequeño diablo que se ocultó con la cola entre las patas, me alejé del mundo y de las peleas, tenía demasiadas cosas con las cuales lidiar como para estar al pendiente de lo que pasara en el exterior y si acaso llegaba a escuchar algo al respecto era porque aquellos que vivían dentro de mi creaban un chingo de memes que no dejaban de hacer vibrar mi celular, a veces me sacaban alguna que otra risa, otras...simplemente me daban que pensar
- Hijo ¿Aún no quieres salir? – Mi actual jefe es un viejito cabecita de algodón que me llama ¨hijo¨ o ¨Hijito¨ por razones que aún desconozco, todos los días viene a mi habitación a buscarme – Han pasado muchos sexenios desde la última vez que saliste, la gente ya no te recuerda
- No saldré, discúlpame... – Escuché sus pasos alejarse lentamente por lo que regresé a mi cama, me cubrí hasta la cabeza con mis sabanas y tomé el celular – Cierto...Los chicos me habían invitado hoy a la reunión de la ONU
Lo pensé detenidamente por unos momentos, si asistía a la reunión tendría la oportunidad de ver a mi padre nuevamente pero también existía la posibilidad de que cierta gorda jodona estuviese ahí para disculparse nuevamente por haberme traicionado, yo no quiero las disculpas de una rubia oxigenada mucho menos que mis tierras vuelvan a mi....bueno, tal vez lo último si
- ¡Mis gafas! ¡Regrésame mis malditas gafas, bola de cebo! – Lancé con fuerza el celular, esperaba que cayera en una de las tantas prendas que están alrededor de mi cuarto hasta que un ¡Crack! Me hizo levantarme de golpe en el colchón golpeándome contra la litera - ¡Mi teléfono! ¡Me lo compró mi viejito!
Maldije en mis adentros a la gorda barata y gringa que tengo por vecino, me levanté de la cama dispuesto a tomar mi chaqueta para después salir de mi habitación mientras me ponía aquella chamarra de cuero color negro, para mi desgracia el sol estaba en su máximo esplendor y me cegó por unos momentos, cuanto añoraba mis amadas gafas que cambiaban de color para proteger mis bellos ojos del maldito sol
- Voy a ponerlo a dieta como venganza. ¡Ya verás pinche gringo, te voy a poner a comer cómo conejo! – Varias de las señoras que vivían en la casa me miraron con sorpresa, las de mayor edad incluso derramaron lagrimas mientras caminaba por los pasillos, tomé el avión presidencial y me dirigí hasta el hogar de mi padre, ahí se llevaría a cabo la reunión....solo espero que el viejito no se enoje conmigo por llevarme el avión antes de la rifa – ¿Con que narnias me voy a trasladar si te venden, mi amor?
Tomé la lap que normalmente se deja en la quesadilla con queso (Así nombré al avión) y nada más entrar, Feisbuk (o como se diga) me escupió en la cara cosas sobre el coronavirus y como estaba causando destrozos en mi casita, en lo personal no culpo en nada a mi querido come perros pero ahora lo voy a tener que alimentar yo para que no ande tragando cada chingadera que se le ponga enfrente. En algún momento logré quedarme dormido, una de las azafatas venia en camino para despertarme pero al ver que lo había logrado por mis propios medios solo me ofreció una toalla tibia para limpiarme la cara junto a una gran sonrisa...vaya, levantarme por mis propios medios, jamás pensé que podría decir eso en mi vida
- Tripitas, tripitas - Aunque bueno, como era de esperarse, en la casa de mi Apá no venden tripitas y si las encontraba no eran de calidad así que después de darle una vuelta a la plaza y de mentarle la madre a cualquier cabrón que me la quisiera hacer de pedo, me dirigí a esa casita roja en la que crecí con vestido, Oh si, papá tenia esa loca idea de que si me ponía vestido no me iba a enfermar - Puras chingaderas, igual me dio neumonia
Aún recuerdo los ruidosos días de mi infancia, como corría de aquí para allá, jugando con espadas de madera o haciendo desmadre con la ropa de mi Apá, también recuerdo como las señoras de la cocina nos traficaban a Romano y a mi algunos dulces o frutas fuera de la vista de la ama de llaves. Entré como Pedro por su casa (Bueno, en realidad si es mi casa), las paredes delos pasillo estaban tal cuál las recordaba, con pintura que faltaba poco a desprenderse y dibujos echos con crayola, uno en especifico llamó mi atención, en él se plasmaba de forma rupestre a un intento barato de mua (el burro por delante), Romano, mi Apá y Veneciano, nosotros tres solíamos llevar esos feos y coloridos vestidos de sirvienta a todos lados
- ¡Papá! ¡Romano! ¡Ya llegué! - Para mi desgracia solo me respondieron los espíritus chocarreros, las ruedas de mi maleta resonaban al andar sobre el pasillo con fachada de piedra, los jardines en el interior de la casa seguían tan coloridos y hermosos como siempre...pero papá no estaba ahí, peleando con Romano por comerse los tomates, al final llegué a la sala de conferencias donde leves murmullos se hacían presentes al otro lado de la pesada puerta de roble y como tengo modales toqué tres veces antes de abrir un poco la puerta y asomarme - ¿Holi? ¿Está mi Lovi o el idiota de mi patrón?
Los presentes me miraron confundidos, aunque entre aquellas miradas confusas pude encontrar la burlona de mi jefe y al no recibir respuesta entré dejando mi maleta afuera del lugar, había rostros conocidos y unos no tantos, el cara de palo de Alemania seguía con aquella mirada filosa cada uno de mis movimientos ¿Qué? ¿Tan guapo estoy o qué?
- Alemania, si me sigues mirando tanto te voy a cobrar - El rubio no tuvo de otra más que carraspear al verse atrapado, Lovi no parecía querer dirigirme la mirada así que me acerqué a él dejando mi rostro a centímetros del suyo - Así que...¿Tú te comiste mis nopales con chorizo cuando eramos niños?
- ¡¡Que yo no fui!! - Al fin se dignó a mirarme, con aquella cara de tomate que tenia cuando se enojaba y que me hizo reír a carcajadas de inmediato - Sal de aquí, idiota, tenemos una reunión importante
- Uy, pues que chingón, solo dime donde está papá y me iré
- Está en su habitación...
- Así que está de webon, pues bien, voy a levantarlo - Justo cuando decidí a dejar sin mi hermosa presencia a los miembros de la reunión, Lovi me detuvo de la peor forma posible, sujetando mis pantalones - Perate wey, me vas a dejar en calzones
- Él está enfermo, no ha comido nada desde ayer - Y sus palabras hicieron que mi mundo se desmoronaba poco a poco
/°/°/°/°/
¡Ciaossu, aquí Hibarin con un nuevo capitulo! Ésta vez, como habrán notado, la historia es contada por México después de la guerra, un poco más alegre y con su ladito emo, espero lles haya gustado ¡Hasta la próxima!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro