CAPÍTULO 12
DANIEL
Ya está terminada la condenada cuna rosa. Aunque supe bien qué hacer para formarla y tallarla, fue un desafío, pero ya puedo sentirme tranquilo de decir que he logrado acabarla para la fecha.
Hoy es primero de Octubre. Hoy vienen a recogerla y hoy comienzan las fiestas de San Francisco Javier.
Hace exactamente una semana y tres días que estoy esperando este día. Nunca me había emocionado tanto que llegaran estas fechas. El año pasado, vine con Fernanda, Hugo y Alexa, ella se cansó pronto así que no disfruté mucho. Este año será una completa diferencia, lo presiento.
Jolvián es completamente maravillosa. En todo, en serio, distinta y única. Es una mujer magnífica, me hace desear darle todo lo que merece y hasta más. Sin lugar a dudas, estoy decidido a pedirle que sea mi novia oficialmente hoy, por eso estoy tan feliz y emocionado.
Hemos tenido una semana maravillosa. ¿Qué puedo decir? Dormir y despertar con ella, pasar la tarde juntos, bien podría hacerse una bonita costumbre para mí sin problemas.
Termino de ensamblar el cambiador de la cuna azul y también la doy por terminada. Esta será sorpresa para Jolvián, muero de ganas de que la vea, pero se la mostraré cuando convierta su habitación en la habitación del bebé como se lo advertí. Espero que le guste, la hice con mucho amor y estoy orgulloso.
Suenan las campanillas de viento de la puerta.
—Buenas tardes. —Escucho la irritante voz de la pareja de la cuna rosa. Incomparable la voz del tipo, ¿hablará como estúpido todo el tiempo? No sé si sea yo, pero este tipo tiene una vibra que me saca de onda.
Me giro, preparando una falsa sonrisa para saludarlos y atenderlos pero esta se borra cuando el tipo trae una cara de pocos amigos que me confunde y me pone alerta.
—¿Qué es esta mamada? —Está molesto. Señala la cuna azul—. Le dije que la queríamos en rosa, y que llevara el nombre de nuestra hija, no hizo nada de eso y además, es una cuna horrible. Ni crea que le voy a pagar el resto.
La sangre me hierve horrores y la necesidad de golpearlo comienza a crecer en mí. Aprieto los puños, sin embargo, no hago nada y tomo aire, para explicarle, pero el idiota no me deja ni decir una sola palabra.
—¡Qué falta de profesionalismo! —Se acerca a la cuna, con la clara intención de dañarla, pero se ve interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose y el de las campanillas de viento que suenan de nuevo.
Las cosas comienzan a ponerse incomodas de pronto. Es Jolvián.
—¿Daniel, qué pasa? —Me sonríe, pero deja de hacerlo cuando mira al tipo frente a mí que ahora me toma de la camisa y parece querer golpearme. Jolvián ve la situación, confundida—. ¿Francisco? ¿Diana?
Esperen un momento, los conoce... ¡¿Este wey es su ex?!
—¿Jolvián? —La tal Diana es la que reacciona, pero Jolvián la ignora, analizando lo que pasa.
—Amor, ¿por qué te está tomando de la camisa así?
La palabra "amor" me descoloca un segundo y hasta me olvido de qué está pasando. Francisco me suelta lento al escucharla, y Diana solo hace la pregunta millonaria.
—¿Él es tu novio?
—Sí, bueno, en realidad es mi prometido —asegura, sonriendo, y a mí se me olvida hasta cómo respirar—. ¿Qué está pasando? No entiendo. ¿Hay algún problema?
—Este... —Francisco nota su barriga en crecimiento y hasta se le va la voz, pero no menciona nada de eso—. Este pendejo hizo una cuna azul y yo le pedí una rosa.
Jolvián levanta una ceja. Se nos acerca y analiza más a fondo todo. Mira la cuna azul detalladamente, la toca y la delinea lento con sus dedos antes de hablar.
—Es azul...
Ella parece verdaderamente sorprendida. Lo ha entendido, sin embargo, también lo digo en voz alta.
—Bueno, es que esta es para el chiquitín. —Mi voz sale a apenas audible.
—¿Hiciste una cuna para nuestro hijo? —Su sorpresa es realmente genuina, incluso noto que se le pone la cara ligeramente roja—. Oh, Dios, es hermosa.
Esperen un momento... ¿Ella dijo "nuestro hijo"?
No puedo respirar, en serio.
—Sí, sabía que te gustaría. Mi idea era que fuera sorpresa, pero... se arruinó.
Ella se ríe y parece aguantar las ganas de llorar. Mi corazón está feliz de que le haya gustado.
—Ay, qué mal que se haya arruinado, pero es perfecta, amor, ya quiero llevarla a casa para ponerla en la habitación del bebé. —Me abraza y luego se dirige a la pareja—. Siento la confusión, chicos, esta por supuesto que no es su cuna, es de nuestro hijo.
Otra vez lo llamó "nuestro", Dios, Dios, ¡Dios!
Me sorprende también que ella esté muy tranquila con cada palabra que suelta.
—Sí —digo, espabilándome—. La cuna está por acá.
Voy por ella y la traigo con la tarima de ruedas hasta ellos. Incluso está envuelta en papel burbuja, eso sorprende al tipo y ahora parece avergonzado.
—Es rosa con lunares. —Le informo, portándome como el profesional que soy aun cuando quiero darle en su madre a este tipejo—. Tiene el nombre de su hija, Thaychelle, el cambiador, y también algunas talladuras con formas de estrellas y princesas, como me dijo su mujer, señor Bernal.
Diana se nota avergonzada y preocupada.
—Una disculpa, señor Mendoza... Francisco, lleva la cuna al auto, yo voy a darle el dinero del resto.
El tipo sigue viéndome mal y pasa su mirada en alterno con Jolvián. Sonará loco, pero sospecho que está molesto por cómo se ha dirigido Jolvián a mí.
—Yo le ayudo. Sí me hace el favor ahí de darle el resto del dinero a mi prometida, señora Bernal —le digo a Diana y empujo la tarima hacia afuera. Francisco mira un momento a Jolvián y finalmente me sigue.
Juntos subimos la cuna a la parte de atrás de su auto. El tipo está tan tenso que casi se nos cae en el proceso.
—Muchas gracias y disculpa la confusión, fue muy grosero de mi parte —me dice, serio—. ¿Entonces es prometido de Jolvián?
Qué directo es.
—Sí. —El orgullo en mi voz es notable, aunque ni siquiera sea verdad—. Nos cansaremos en Febrero del año que entra.
Uy, claro, cabrón, el treinta de febrero será. Ya quisieras, Daniel.
—¿De dónde la conocen? Si son sus amigos, podrían venir a la boda, supongo que le gustaría.
Dios, las pendejadas que digo.
—Ah... Bueno, pues ella... —No creo que tenga el valor de decirlo—. Ella era nuestra vecina en Empalme.
Y no tuvo el valor el cabrón. Claro que no iba a tenerlo.
—Me alegra que esté con alguien —agrega y, no debería, pero me parece tan sincera su declaración que se la creo—. Y que además vaya a ser madre. Es una mujer muy buena y además maravillosa persona, que tenga cosas buenas es todo lo que merece.
—Y es lo que tiene y tendrá conmigo —aseguro, aclarando mi garganta—. El hombre que la dejó el día de su boda no sabe todo lo que se perdió al dejarla.
El tipo aprieta los puños a sus costados.
—Pero qué digo, usted sabe que ella es maravillosa, lo acaba de mencionar, sí sabe que ella merece más que un cobarde, ¿eh? —Me río y palmeo su espalda, invitándolo a ir de vuelta adentro.
Yo sí la voy a hacer feliz, hijo de puta.
Una vez dentro, me sorprendo al ver a Jolvián hablar animadamente con Diana. Esta, acaba de preguntarle qué nombre tendrá el bebé. Jolvián le dice que aún no pensamos en eso y de un momento a otro se despide y ellos se van.
Tengo que admitir que estoy confundido.
—¿Estás bien? —Le pregunto, porque siento que quizás debería estar enojada o irritada de ver a su ex con la mujer por la que la dejó.
—Sí. —Me sonríe y se acerca a mí para besar mi mejilla—. Camila me dejó salir una hora antes para ir a cambiarme para las fiestas. ¿Sí vamos a ir, verdad? Una clienta hoy dijo que nadie de Magdalena se la pierde, que hasta se llenan las calles de gente.
—Sí, claro que sí iremos. —Me río. Ella indirectamente acaba de ganarme la invitación—. ¿Sabes? Creí que te pondrías mal por ver a ese tipo. Es más, me sorprendió darme cuenta rápido que él es ese pendejo que te dejó.
Jolvián me toca la mejilla, distraída y, cuando encuentra mis ojos, me sonríe.
—Te voy a ser sincera, yo también pensé que, en algún punto, esto me iba a doler, pero no fue así, creo que me alegro de haberlos visto y hablado con Diana, fue como cerrar un ciclo.
—¿Por qué? —La pregunta sale como reproche. Ella me devuelve el reproche con el ceño fruncido y luego se ríe.
—Bueno, mira, primero, creo que los vi como unos conocidos y ya. —Se separa de mí y comienza a ver la cuna—. Me molestó ver que casi te golpeaba, por eso fingí todo este rollo de la cuna nuestra y eso del prometido.
—Ey, acabas de romper mi corazón, mi chula —Finjo que me duele el pecho y ella me mira como si acabara de descubrir algo malo—. La cuna sí es del chiquitín, es un regalo de mi parte. Sí quería que fuera sorpresa pero este cabrón se puso en mal plan.
—Oh, pues muchas gracias, es bella.
—Me alegra que te gustara.
Me acerco a ella y la abrazo por detrás.
—Jolvián. —La llamo, a modo de pregunta. Cuando ella me dice "dime", tomo una gran bocanada de aire—. Me encantó escuchar que me llamaras "amor".
Siento cómo se tensa y su respiración se comienza a agitar. Eso incluso hace que mis pantalones se renuevan un poco. No es el momento, por Dios.
—También me gustó cuando dijiste...
No termino de hablar cuando logra hacer que las palabras se me atoren en la garganta cuando habla.
—Daniel, le dije a Diana que tuvimos sexo de una sola noche tú y yo, que por eso estaba embarazada. Que luego nos reencontramos y que tú quisiste hacerte cargo del bebé, Luego te enamoraste de mí y yo de ti con los días y que además me pediste matrimonio cuando supimos que iba a ser un niño.
Me separo de ella de golpe y la veo. Dijo todo rápido.
—¿Qué? —Se me sale una escandalosa risa que ella acompaña con una medio tensa—. ¿Por qué le dijiste eso? ¿Te creyó?
—Me creyó. Se lo dije porque vi en sus ojos la intención de preguntarme si el bebé era de Francisco, la conozco demasiado, para mi suerte o desgracia, pero creo que comenzaba a preocuparse por esa información.
Tomo aire, poniéndome serio. La tomo de los hombros para que me vea a la cara.
—Bueno, entonces ella se fue sabiendo que el niño es solo nuestro, de nadie más, ¿no?
Ella asiente.
—Genial, entonces te confieso que él se fue creyendo que nos cansaremos en Febrero. Lo invité a la boda.
La seriedad se me va al carajo y de nuevo me estoy riendo.
—Te pasaste. —Ella también lo toma con humor.
—¿Yo, señorita "sexo de una sola noche con resultados en embarazo"? Nombre, tú sí te luciste con la historia.
—Cállate, entré en pánico. —Deja de reírse—. Bueno, la verdad es que prefiero que se quede con esa historia. Ver su mirada de preocupación me hizo entender por fin algo; mi hijo estará bien sin ese hombre en su vida, es lo mejor para mí, pero principalmente para él. Si mi hijo tendrá una figura "paterna", que sea la tuya como su tío.
Me sonríe cuando lo dice y yo de nuevo siento ese "rompimiento de corazón" que ya no me da risa. No puedo esperar a declararme en la celebración en la noche.
—¿Y si me dejas ser tu novio y el padre de tu hijo?
Abre ampliamente los ojos.
—Por el amor de Dios, Daniel, de veras que tú no piensas las cosas, las haces.
Su respuesta me hace reír pero trato de mantenerme serio.
—¿Para qué darle vueltas al asunto? Ya lo pensé toda la semana. —Toco su mejilla y termino de ponerle seriedad al ambiente—. Jolvián, sé que, en el pasado, tuvimos un mal comienzo, yo fui siempre un imbécil inmaduro que nunca pensó en las consecuencias de sus actos, que se dejaba llevar porque, lo que hacía, por muy mal que estuviera, hacía feliz a la chica de sus sueños.
—Daniel, por favor...
—Lo sé, perdón por mencionarlo, pero tenía que hacerlo. —Me separo un poco para tomarla de una mano y la otra usarla para ponerla en su vientre—. Las cosas han cambiado, ¿sí? Muchísimo a decir verdad, tanto que aún no me las creo... Adoro a este bebé desde el momento el que escuché junto a ti los latidos de su corazón, fue un momento muy lindo.
Su respiración de nuevo parece agitada.
—Lo quiero desde que miré el ultrasonido junto a ti y supimos que sería un niño. —Quiero llorar de repente. El sentimiento me da al verla a ella tratar de no hacerlo, pero sus lágrimas quieren salir antes de que ella se dé cuenta—. Deseo ser su padre desde el momento en el que se movió cuando le hablé, Jolvián. Y a ti...
Tomo más aire, me siento más nervioso de lo que ya estaba antes de comenzar día esta mañana y estaba decidido con mis planes.
—Me agradas desde que me pusiste en mi lugar cuando nos reencontramos. —Eso la hace reír entre las lágrimas—. Te adoro desde que te vi robar mi comida en ropa interior y fingiste que no estabas robando nada.
De nuevo se ríe y yo lo hago con ella.
—Me gustas desde que dormí contigo la primera vez, moría por abrazarte esa noche. —Le doy un beso en la frente—. Y deseo ser tu novio desde el primer beso que nos dimos.
Le limpio las lágrimas con mis pulgares.
—Eres muy cursi —dice, abrazándome por el cuello—. Me da miedo, Daniel, pero...
—¿Pero? —Me pongo ansioso y ella se burla de mí.
—Sí quiero ser tu novia y, sobre lo del bebé, esa no es decisión mía solamente, tuya de primero. —Se separa de nuevo de mí y me mira a los ojos, sonriendo—. Además el bebé también puede opinar.
Le beso los labios y después me agacho a su vientre.
—Muy bien, hay que preguntarle a él entonces. —Muevo la blusa azul de Jolvián para dejar al descubierto su panza. Es tan preciosa—. ¿Quieres que sea tu papá, chiquitín? Prometo que seré genial y te enseñaré a hacer muebles si así lo quieres, te llevaré de paseo y ambos sacaremos de quicio a mamá.
Jolvián se ríe.
—Pero, más que eso, ambos la haremos feliz, ¿qué dices?
No lo esperaba, pero de verdad se mueve. Mi felicidad es grande.
—Bueno, entonces no se diga más, sí quiere. —Me alejo de Jolvián para comenzar a juntar mis cosas e irnos—. Hay que prepararnos para una gran fiesta, querida novia.
La miro un segundo, ella está sonriendo. No puedo describir cuánto vale para mí esa sonrisa, es hermosa.
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