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Capítulo 11: ¡Y banana milk!


Para sorpresa de Jungkook después de esa ocasión Jimin no le descuartizó y tiró sus pedazos al mar. De hecho, a partir de la noche del autocine cada vez eran más las ocasiones en las que el pelirrojo le integraba en los planes con su grupo de amigos.

No tardó en hacer buenas migas con ellos. Incluso llegó a conocer a los demás y a las pocas semanas todo el mundo se sabía su nombre y casi le mencionaban más a él que a su amigo. Era el más pequeño de todo el grupo y los demás parecían estar encantados. Jimin le sobreprotegía, pero se notaba que también estaba alegre de haberle integrado. Era la primera vez en toda la vida del menor que tenía un grupo de amigos.

El único fallo que Jungkook podía verle a la situación era la distancia que mantenía con Taehyung. En general la gente le separaba de él y pocos eran los momentos en los que se quedaban a solas. No era de extrañar teniendo en cuenta la mala imagen que transmitía el tatuador con sus locuras y sus malos hábitos. Pero Jungkook no podía evitar sentirse atraído por el mayor y cuanta más distancia abrían entre los dos, más ganas tenía él de cerrarla.

- ¡Como un caracol, estúpido, no como una caca! —la voz de Jin resuena por todo su departamento. Jungkook y Jimin que se encuentran jugando a videojuegos en el salón, no pueden evitar mirarse y reírse. Incluso detienen la partida para escuchar mejor lo que sucede al otro lado de la pared. — ¡Están quedando horribles, Namjoon!

- ¡Te dije que no sabía usar esta cosa!

- ¡ES UN SIMPLE TUBO! ¡TIENES QUE APRETAR Y SALE UN CHORRITO, NAMJOON! ¡UN SIMPLE CHORRITO!

Jimin se pone en pie, intentando mantener sus carcajadas y adoptar una actitud más seria, y Jungkook le sigue por detrás, colocándose la capucha para ocultar su cara. A los pocos segundos se encuentran frente a la cocina, donde Jin y Namjoon se miran como su estuvieran en medio de la guerra, y no preparando magdalenas.

- ¿Necesitáis ayuda?

- ¡Él necesita ayuda! ¡Necesita una ayuda milagrosa para dejar de ser un inútil de ser humano! —responde alterado el mayor de todos, Jin.

- Te recuerdo que te doblé la nota en el examen de acceso —responde indignado Namjoon.

- ¡Y mira de qué te ha servido que no sabes hacer ni un maldito cupcake! —el rubio piensa responder, pero antes de que pueda hacerlo, su contrincante le tapa la boca y con su mano libre llama al pequeño niño que se esconde bajo la capucha de su sudadera. — ¡Jungkook, ven aquí!

- ¿S-sí? —Jungkook avanza un par de pasos con desconfianza. Sin esperárselo, el mayor de la sala le tiende un tubo con una masa morada encima. Es material de repostería.

- Cubre esta magdalena con un espiral.

- ¿Esta magdalena? —señala la que Jin está sosteniendo entre sus manos. Este asiente y el menor traga saliva. Mira a su amigo, pero el pelirrojo se limita a observar la escena entre risas desde el pasillo con los brazos cruzados. Vuelve a mirar a Jin y traga saliva. — ¿Con un espiral? — Jin asiente de nuevo.

- Solo quiero que Namjoon vea que no es tan malditamente difícil.

- Estás haciendo que el niño se sienta incómodo —responde el rubio, quien es ignorado por completo.

- No se está sintiendo incómodo — Jin le mira fijamente a los ojos — ¿Verdad que no Jungkookie? —y Jungkook niega apresuradamente. — Vamos, ahora enséñale a Namjoon lo inútil que es. Decórame esta magdalena.

El pelinegro mira a su alrededor nervioso y luego al postre frente a sus ojos. Palpa el tubo que tiene entre sus manos. Lo aprieta un poco para tantear el terreno y finalmente empuja sus dedos contra el plástico. Quiere cerrar los ojos pero al mismo tiempo no quiere perderse ni un segundo de lo que sucede ante estos. Controla cada centímetro de la mullida masa morada que va cayendo en espiral sobre el bollo, y cuando termina, suelta todo el aire que ha estado reteniendo hasta entonces. El resultado es aceptable. Muy aceptable. Jimin alza su dedo por el fondo y Jungkook intenta auto reanimarse el corazón. Casi se le para ahí mismo.

- ¡TE LO DIJE! ¡HASTA UN NIÑO SABE HACERLO MEJOR QUE TÚ!

- No soy un niño —murmura el pelinegro por lo bajo, dejando el tubo sobre la encimera y marchándose disimuladamente. Después de esa situación de tensión definitivamente a aprendido a no volverse a entrometer entre las peleas de Namjoon y Jin.

- ¡ESE NIÑO NO CUENTA, TODO SE LE DA BIEN!

- ¿SABES LO QUE NO CUENTA? ¡TU INCAPACIDAD PARA HACER CUALQUIER COSA CON LAS MANOS!

- OH OH OH... —Namjoon inspira hondo antes de proseguir — ¡¿QUIERES QUE TE MUESTRE QUE SE HACER CON LAS MAN-

Y en ese mismo instante apoya una de ellas sobre uno de los tubos que se encontraban en la encimera. La masa rosa que había dentro de él sale disparada contra la cara del mayor. Jimin y Jungkook consiguen salir corriendo de la cocina antes de que el grito de Jin invada cada rincón de la sala. Sobra decir que cierran la puerta a sus espaldas, dejando atrapado a Namjoon con su futuro asesino.

El manillar de la puerta forcejea un par de veces mientras el pelirrojo lo sujeta con fuerza mientras ríe en silencio. Jungkook por su parte se limita a cubrirse la cara con la capucha lo máximo posible para ahogar las carcajadas que no puede evitar soltar. El manillar deja de forcejear y se empiezan a escuchar golpes de cubiertos cayendo al suelo.

- Vámonos de aquí —indica entre risas cortadas el mayor de ambos, agarrando a su amigo de la muñeca y tirando de él hacia la puerta.

Rápida y torpemente se ponen las zapatillas para salir por la puerta a toda velocidad. Ni siquiera esperan al antiguo ascensor del rellano, por instinto los dos toman las escaleras y no se detienen hasta cruzar la entrada al portal. Una vez fuera, Jimin, apoyado en sus rodillas, tomando aire por la adrenalina, mira al pelinegro y sonríe.

- Te falta un zapato.

- ¿Eh? —el menor ladea la cabeza desconcertado e instantáneamente baja su vista a los pies, encontrándose con uno de estos descalzo. El izquierdo para ser más exactos. — ¡Ah! ¡Mierda!

- Te daría los míos si no tuvieras los pies enormes.

- Cállate —le increpa molesto el menor, colocando el pie desnudo sobre el zapato del otro. — Me lo he debido dejar en la entrada.

- No sabía que te asustara tanto Jin —bromea su amigo.

- ¿A quien no le asusta Jin enfadado? —mira su pie y se muerde el labio con molestia. Tras un par de segundos, pierde la paciencia y termina apoyando el pie en el sucio asfalto. — Además, fuiste tú quien echaste a correr.

- Y me seguiste como cuando éramos niños — ríe y se acerca al pelinegro. Sin pensarlo, se agacha frente a él, inclinándose sobre una rodilla. — De hecho, ya que estamos... — gira su cuerpo ciento ochenta grados, dando la espalda al contrario para que pueda montarse sobre ella. — Súbete, anda.

- ¿Arriba tuyo?

- Como cuando éramos pequeños. Antes lo hacíamos mil veces.

- ¡Antes tenía ocho años! —se queja Jungkook, pero tras meditarlo un par de segundos, la tentación de montar sobre su amigo es mayor. Casi esta seguro de que siente como los microbios de la acera están fusionándose con la planta de su pie. — No estoy seguro de que sea buena idea, hyung.

- Sube, vamos, no seas bobo.

- ¡Jimin, que te voy a aplastar!

- ¿Cómo? —el mayor se gira insólito con lo que acaba de escuchar. — ¿Que me vas a aplastar dices? ¿Pero te piensas que tengo la fuerza de un caniche o qué? —se pone en pie indignado, cruzando los brazos. Realmente se ha ofendido con las palabras del pelinegro, quien empieza a enrojecerse.

- Simplemente digo que... qu-que he crecido.

No da pie a otra respuesta, sin esperar una palabra de su amigo, lo agarra de la cintura y lo cuelga sobre su hombro. Jungkook tarda varios segundos en reaccionar. Observa a su alrededor y ve como las pocas personas que cruzan la calle en ese momento los están mirando. Agarra la camiseta del mayor como puede y tira de ella para llamar su atención.

- Párate ya, me estoy muriendo de vergüenza.

- Que sepas que quizás me podrás alcanzar en altura, pero te sigo triplicando en fuerza —murmura con molestia, ignorando las palabras del menor, quien a pesar de intentar zafarse también prueba a ser lo más disimulado posible para llamar menos la atención. — Y eso no va a cambiar, no te engañes. Podría cogerte en cualquier momento.

- ¡Vale, vale, lo pillo! —le da un golpe en la espalda — ¡En serio, lo he pillado! ¡Llévame encima, pero de la otra forma! ¡Hyung, te prometo que me subo a tu espalda, bájame! —Jimin resopla, pero termina deteniéndose y dejando al menor en el suelo.

- Vamos al supermercado de en frente a comprar bebidas y volvemos al apartamento —le informa mientras se coloca de rodillas de nuevo. Jungkook observa la ancha espalda de su amigo de reojo.

- Si es al supermercado, llego perfectamente saltando a la pata coj... —Jimin gira el rostro lo suficiente como para alertarle con la mirada de qué sucedería si no toma la opción que tiene frente a sus ojos. Jungkook suspira y se da por vencido. — Si nos caemos, será más vergonzoso aún.

- Me ofendes, que lo sepas.

- Estoy siendo objetivo —recalca el pelinegro una vez encima de su amigo. Se agarra de su cuello y enrolla las piernas con fuerza alrededor de la cintura contraria. — No es igual que cuando éramos niños.

- Te aseguro que eres igual de irritante.

Jungkook sonríe, pero no responde. Cada paso es más lento que el anterior pero también más firme. No es el trayecto más cómodo, y ni siquiera llega a durar dos minutos, pero en su interior reconoce que fue más agradable de lo esperado. Por ello cuando llegan al banco de la acera de enfrente y Jimin le deja con cuidado sobre un banco, casi se siente apenado por tener que abandonar la espalda de su amigo.

- ¿Cuántas botellas debería comprar?

- ¿Vienen las chicas también? —Jimin ladea la cabeza negando— ¿Solo nosotros?

- Yoongi se trae a un amigo, creo —comienza a alzar sus dedos uno a uno, haciendo cuentas de los confirmados en asistencia, hasta tener ocho dedos levantados. — Cogeré do-

- Cinco —le interrumpe Jungkook, mostrando sus cinco dedos de la mano derecha.

- Dos.

- ¿Cuatro? —propone, aún sin rendirse.

- He dicho que dos —Jungkook hace un puchero y el mayor señala la entrada al supermercado. — ¿Acaso quieres ir tú a comprarlas? —el menor hace amago de levantarse, pero inmediatamente se percata del pie descalzo. Rueda los ojos y permanece en el banco. — Exacto.

- ... —resopla y mira para otro lado. — Dos son muy pocas.

- ¿Y a ti qué mas te da si igualmente no voy a dejar que bebas más de la cuenta?

- ...

- Está bien... —suspira y alza tres dedos— tres.

- ¡Y BANANA MILK!

- Y banana milk —sonríe al tiempo que le revuelve el pelo — espérame aquí. Ahora vuelvo.

Exactamente eso hace el más joven. Se cruza de piernas sobre el banco de piedra y saca su móvil, distrayéndose con él hasta que ve a su amigo aparecer de nuevo por la acera. Está cargado con dos bolsas, una con el alcohol y la otra con los bricks de leche. Jungkook hace el amago de ponerse de pie, pero antes de que estos lleguen a tocar el asfalto, su mejor amigo ya está inclinado de nuevo sobre él.

- Eres consciente de que, si nos caemos ahora, el preciado alcohol cae con nosotros —el pelirrojo lo ignora — ¿no?

- ¿Cerrarás algún día esa boquita que tienes?

- Depende —Jimin le mira de reojo extrañado. Jungkook señala con disimulo la bolsa con su antojada leche de plátano. Jimin ladea una sonrisa y saca uno de los pequeños bricks para tendérselo al menor. Cuando finalmente lo tiene en la mano, cede y sube a la espalda que tiene en frente suya. — ¿Quieres? —pregunta apoyando la barbilla sobre el hombro del mayor y colocándole el bote con la pequeña pajita frente a sus narices. Jimin niega y Jungkook lo vuelve a llevar a sus labios. — ¿Existirá el alcohol con sabor a leche de banana?

- No creo.

- Yo lo compraría.

- No es mala idea, la verdad —Jungkook le vuelve a poner el bote frente a sus narices y en esta ocasión Jimin agarra la pajita con sus labios y le da un breve sorbo. — Podemos probarlo esta noche.

- Por cierto —ahora reposa ambas manos sobre la cabeza del mayor. Nota el traqueteo de sus pasos y por algún motivo le relaja. Casi se alegra de haber tenido ese despiste con el zapato. — ¿Taehyung vendrá?

- Supongo —la respuesta del mayor es seca. — ¿Por qué? ¿Te interesa que venga?

- Me da curiosidad —hace amago de encogerse de hombros. — Después de todo la fiesta es en honor a Hoseok.

- ¿Y?

- Aún no entiendo muy bien qué sucede entre los dos... ya sabes, tienen algo raro... —cuando se quiere dar cuenta, ya se encuentran nuevamente frente al portal. Se termina de un trago el brick de leche y lo encesta limpiamente en una papelera que hay junto a ellos, antes de bajar al suelo. — A veces parece que no se conocen, y otras todo lo contrario.

- Es complicado —explica el pelirrojo con desgana, agarrando con fuerza de nuevo las bolsas. Llama al telefonillo del piso de su amigo y espera reposado en el muro de la entrada a que le abran. — Taehyung es complicado.

- Ya —responde, pero no suena convencido.

- Todo es complicado, a veces.

- ¿Esto significa que hay algo, pero no me lo vas a contar? —pregunta el menor, agarrándose a su hombro para sostenerse a la pata coja. Jimin sonríe con abatimiento y asiente.

- En otro momento —llama de nuevo al telefonillo, esta vez con más ímpetu, y vuelve a esperar al timbre que parece no llegar nunca. — Ahora tenemos cosas más importantes.

- Como emborracharnos —una tercera voz distorsionada se abre paso en la conversación.

- Exacta- ¡Oye no! —Jimin frunce el ceño y mira el telefonillo, que finalmente da señales de vida. — Taehyung, abre.

Unas carcajadas al otro lado del altavoz llenan la llamada del portal. Jungkook también sonríe con diversión, mas su amigo rueda los ojos al tiempo que empuja la puerta del portal con el pie y se abre paso adentro.

En esta ocasión, al contrario que las prisas de la otra, están más calmados y optan por el ascensor. Jungkook, con grandes y ágiles saltos a un pie, alcanza a su amigo. Agarra la bolsa de los bricks de leche entre sus brazos, pero los ojos se dirigen al alcohol que aún sostiene su amigo.

- No vas a emborracharte —las palabras salen rápido de los labios del mayor, a quien no le ha sido difícil percatarse de la mirada contraria.

- Claro que no, hyung —sonríe, mostrando sus dientes frontales infantilmente grandes. Jimin no tarda en contagiarse, y ríe suavemente también, aunque intenta mantener la seriedad. Da un pequeño toque de advertencia en la frente del menor antes de salir del ascensor.


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Kageyama con un banana milk porque es necesario.

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