PORQUE NO PERTENEZCO AQUÍ
PORQUE NO PERTENEZCO AQUÍ
Una vez terminada la rutina de sueño de la pequeña rubia, el peliblanco regreso al comedor, se despidió de sus padres y hermanas, evitando cualquier intento de iniciar una conversación con cualquiera de estos, y salió de la casa directo a su habitación.
Se suponía que hoy sería un buen día, se suponía que sería un día lleno de alegría, de sonrisas, de abrazos, felicidad y celebración, pues hoy era su cumpleaños.
Se suponía que debía estar al lado de su familia, festejando su onceavo cumpleaños, que debería ser llenado de abrazos, besos y regalos, que el día de hoy, debería ser colmado de afecto y felicidad, pero no era así, en lugar de eso, se encontraba afuera de su casa, en el frio y la humedad, el cielo rugía con fiereza, y el pobre niño solo veía por la ventana como su familia sonreía, mientras que festejaban a un simple objeto.
El peliblanco era bastante listo, desde muy joven supo entender que el amor de sus padres siempre debería ser compartido con sus hermanas, y eso a él no le molestaba, pues así era toda su familia, incluyéndole a él, pues incluso el mismo debía dividir su amor con sus padres y diez hermanas.
Pero lamentablemente, ese amor no siempre era correspondido, pues este siempre estuvo dispuesto a apoyar con devoción, a las personas que amaba, pero el, al ser el único hijo que jamás destaco, este siempre fue fácilmente olvidado, pero, aun así, el solo tener cinco minutos del tiempo de sus padres para el solo, era más que suficiente para hacerlo feliz.
Y es por eso que el ver aquella cálida escena, le dolía más que cualquier otra cosa, ser ignorado por sus padres para atender a alguna de sus hermanas, no le afectaba, pues para él era pande cada día, pero ser olvidado por un simple objeto inanimado... eso lo destrozo.
Se suponía... que hoy sería un buen día.
Desde muy pequeño, el joven Lincoln entendió que, debido a su amplia familia, sus padres no podían festejar a sus hijos todos sus cumpleaños, pero eso a él nunca le molesto, pues a pesar de no poder festejar, las simples palabras, y abrazos de su familia, eran más que suficientes para hacer que su cumpleaños fuera especial, pero todo cambiaria ese año.
Pues el año anterior, a tan solo unos días de terminar el año, su madre por fin logro vender una de sus novelas, recibiendo una parte del dinero por adelantado, los padres decidieron festejar los cumpleaños de todos sus hijos sin falta ese año.
Así pasaron los días, los cumpleaños de las hijas que nacieron durante los primeros 3 meses del año, fueron festejados sin problemas, y el cuarto mes, la madre recibió la noticia de que su novela por fin seria distribuida en algunos días, eso emociono a toda la familia.
Ese día comenzó bastante bien, el cielo estaba despejado, y el niño peliblanco no pudo evitar salir de un salto de su cama, pues este era su día especial, y por lo que había visto en meses anteriores, esperaba recibir una celebración tan grande como la de sus hermanas, así que tomo un baño, se puso su ropa favorita, y salió del garaje que ahora ocupaba como habitación, para dirigirse a su hogar.
Tomo la perilla de la puerta, y espero que, al abrirla, sus padres, hermanas, y tal vez algunos amigos saltaran para sorprenderlo y desearle un feliz cumpleaños, pero no fue así, camino por toda la casa, pero no encontró a nadie.
No fue hasta que entro a la cocina que vio a su padre, este solo le dio los buenos días, y el correspondió al saludo, ambos se sentaron a desayunar, conversaron un poco sobre el nuevo libro de la madre de la casa, y el peliblanco no pudo evitar preguntar por el resto de la familia.
El padre solo le contesto que sus hermanas tenían algunos pendientes para ese día, pero que llegarían a tiempo para la fiesta, y que la madre fue llamada para conversar acerca de su libro, pero que igual ya no tardaría en llegar.
En ese momento el peliblanco esbozo una gran sonrisa, termino de comer, y fue a su habitación, su fiesta seria hasta dentro de unas horas, por lo que aprovecharía el tiempo para terminar algunos pendientes.
Lentamente las horas fueron pasando, y el cielo comenzó a teñirse de un color obscuro, ya hace algunas horas que el peliblanco había terminado con lo que estaba haciendo, así que simplemente miraba el reloj con impaciencia.
Minuto por minuto, el incesante sonido del reloj y la desesperación comenzaban a irritarlo, por lo que se puso de pie, e iría a su casa para saber el por qué aún no habían venido a buscarlo, era su cumpleaños, y no creía posible que su familia no estuviera dispuesta a celebrarlo.
Al abrir la puerta, el chico vio como gotas de lluvia caían del cielo, por lo que apresurado corrió al pórtico de la casa, tomo la perilla de la puesta, y cuando estuvo a punto de abrirla, las voces de toda su familia cruzaron por sus oídos.
FELICIDADES.
En ese momento se congelo, hoy era su cumpleaños, este era su día, pero él no estaba ahí, no estaba con ellos... ¿entonces que estaban festejando?
Lentamente comenzó a acercarse a la ventana del comedor, y justo cuando estuvo frente a esta, logro ver a su familia, feliz, festejando eufórica por un estúpido y maldito libro, en ese momento sus piernas comenzaron a fallar, y sentado cayó al suelo, se sostuvo la cabeza y comenzó a respirar lo más fuerte que pudiera.
El chico era listo, siempre supo que no era especial, pero no sabía, que para su familia tenía menos valor que un simple objeto, lentamente las lágrimas comenzaron a caer, su visión se tornó borrosa, y abrazándose a sí mismo, decidió llorar, mientras una melancólica canción de feliz cumpleaños salía de su boca.
La lluvia comenzó a ganar más fuerza, por lo que el peliblanco termino mojándose, así pasaron varios minutos en los que el destrozado niño termino empapado de pies a cabeza, lentamente las lágrimas comenzaron a perderse entre la lluvia, por lo que su visión comenzó a regresar, y al levantar su rostro, logro verla.
Pues frente a él, dentro de la vieja camioneta familiar, ya hacia su hermanita, la menor de ellas, y esta le sonreía, como si el fuera lo mejor que le hubiera pasado en esta vida, apresuradamente se puso de pie, y corrió a la camioneta, con la intención de llevar a la pequeña niña a su hogar.
Abrió la puerta, y la pequeña rubia solo amplio su sonrisa, este solo desabrocho el cinturón de su asiento especial, y la cargo en brazos, para ir tan rápido como fuera posible a aquella casa, para así evitar que la pequeña enfermase.
Al estar frente a la puerta de aquella casa, el chico dio un gran suspiro, tomo la perilla de la puerta, y se dispuso a entrar para dejar a su hermanita en un lugar seguro, pero antes de siquiera girarla, escucho unas palabras que lo hicieron estremecer.
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Lily: feliz cumpleaños wincon.
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En ese momento sus piernas fallaron, el chico callo de rodillas y con todo el cuidado y delicadeza del mundo, le dio el abrazo más fuerte y cálido que le fuera posible, abrazo que la pequeña ni siquiera dudo en responder.
Así permanecieron varios minutos, en los que el joven albino no pudo aguantar las lágrimas, por la alegría de ser recordado por una de sus hermanas, lástima que esa alegría, no duraría para siempre.
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Rita: chicas, ¿no falta alguien?
Lori: tienes razón mamá.
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Durante un breve periodo de tiempo, la alegría regreso al joven peliblanco, creyendo que su familia al fin se habría dado cuenta de su ausencia, lástima que esa alegría se perdería rápidamente.
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Lynn p: ¿Cómo pudimos ser tan descuidados? ¿Lucy?
Lucy: he estado junto a ti toda la noche.
Lynn p: AHHH!!!
Rita: no Lynn, hablo de Lily.
Lynn p: ¿Lily? Umm, ¿sabes dónde está?
Rita: no lo recuerdo, chicas rápido ayúdenme a buscarla.
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Tras escuchar eso, el peliblanco abrió la parta y dejo sentada a su hermanita dentro de la casa, la madre rápidamente vio a su hija y la tomo en brazos, mientras la pequeña niña veía con preocupación, como su hermano mayor se iba de aquella casa.
Por un momento la pequeña rubia estuvo tentada a llamar a su hermano, pero se detuvo al ver como este le colocaba su dedo índice encima de sus labios, la puerta fue cerrada, y la pequeña niña no volvió a saber nada más ese día de su querido hermano.
Varios minutos habían pasado desde que el peliblanco abandono la propiedad, y caminaba sin rumbo fijo, quería despejar su mente, y de alguna forma, aquella tormenta aclaraba sus pensamientos, sin darse cuenta, el albino llego a un puente que se posaba sobre un rio, el cual había ganado fuerza por la tormenta que ya hacia sobre el pueblo.
Por un momento estuvo tentado a saltar, y acabar con todo, pero al recordar a su hermanita, la sonrisa tan cálida que ella siempre le regalaba sin pedir algo a cambio, no pudo evitar sonreír, se acercó a la orilla del puente, y con lágrimas en los ojos, salto hacia el vacío, mientras en su mente solo veía aquella cálida sonrisa.
El tiempo que estuvo en el aire parecían horas, pero le no importaba pues todo el tiempo que tenía, lo usaba para recordar aquella calidez que esa dulce pequeña le provocaba, y de pronto, un frio inmenso se apodero de su cuerpo, abrió los ojos, y vio ante él la poderosa corriente del rio que ya había bajo el.
Su cuerpo cayó ante el profundo abismo de la muerte, y entonces... despertó.
Al abrir sus ojos, el joven de ahora 16 años vio el techo de su habitación, se sentó en su cama y se trono la espalda, no pudo evitar que viejas heridas del pasado le dolieran, pero era un recordatorio de que seguía vivo, de que aun podía sentir la calidez que solo su hermanita hacia brotar en él.
Dio un gran suspiro mientras estiraba sus brazos, observo con detenimiento su cuerpo, y delicadamente paso sus dedos por sus cicatrices, de alguna forma había sobrevivido, y a pesar de sus múltiples heridas, logro ocultar lo que había hecho ese día.
Aun se preguntaba cómo había sido posible, pues incluso llego a ser noticia el hecho que de un niño había decidido terminar con su vida, saltando al rio en un día de tormenta, y a pesar de los múltiples esfuerzos de la policía, nunca hallaron el cuerpo, y con justa razón, pues el cadáver se levantó, y ahora estaba justo allí.
Lo mas sorprendente no fue que saliera del feroz rio sin ningún esfuerzo, o que sus múltiples heridas no lo hayan matado, si no el hecho de que no encontraron ni una sola evidencia de que él había sido el que salto, pareciera que el propio destino quería que el fuese invisible para el mundo... pero estaba bien, si la vida quería que el fuese un fantasma, solo le sacaría el mejor provecho.
El joven peliblanco salió de sus pensamientos, estiro su brazo y tomo su despertador, aun tenia cinco minutos antes de que sonara su alarma, a si que decidió levantarse de una vez, pero al intentar mover sus piernas, se dio cuenta de que estas estaban sujetas.
Observo un bulto bajo su sabana, y decidió comenzar a picarlo, al notar el temblar que este generaba con dicha acción, no pudo evitar sonreír, así que levanto la sabana, y la vio, a su pequeña hermana, abrazándolo mientras dormía, justo como dios la trajo al mundo... ¿justo como dios la trajo al mundo?
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Lincoln: te he dicho que no te pases a mi cuarto durante la madrugada, -acariciando su cabello- es peligroso y no quiero que te pase nada.
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Al terminar aquellas palabras, el peliblanco tomo a su hermana del torso, y la recostó en su pecho, la pequeña aun dormida no tardo en abrazarse a su hermano, mientras una delicada sonrisa se formaba en su rostro.
Realmente poco o nada le importaba que su hermana estuviese en traje de Eva, o que el estuviese solo en ropa interior, le encantaba sentir la calidez que le transmitía su pequeña de cabellos dorados, y esa sensación solo aumentaba con el rose de piel a piel.
Con su hermana ahora en sus brazos, el joven ojiazul se acostó nuevamente, y se cubrió con la intención de evitar que el calor escapase de ambos, podría contemplar a su adorada hermana dormir durante horas y nunca cansarse, pero él sabía que solo podría disfrutar de aquella vista hasta que sonase su alarma, y tuviese que ir a su trabajo.
Los minutos pasaron con el joven peliblanco acariciando la espalda de su hermana, provocando un ronroneo de parte de esta, y entonces su alarma sonó, cargo a la pequeña delicadamente, y se levantó de su cama con ella en brazos, la recostó nuevamente con delicadeza, y la arropo para evitar que el frio la tocase.
Al ya no sentir el calor de su hermano, la joven rubia aun dormida comenzó a buscarlo con su mano, por lo que el peliblanco le coloco su almohada para que así la abrace en lugar de él, una vez la pequeña estuvo tranquila, procedió a seguir con su día.
Tomo una muda de ropa limpia, y procedió a darse un baño, tuvo que contener un grito al sentir el agua fría tocar su piel, y aferrarse a no caer cuando el frio provoco un desgarrador dolor en sus viejas cicatrices, sin duda alguna con el frio, esas cosas dolían como el infierno.
Al salir cambiado del baño, el chico busco por el suelo la ropa de su hermanita, y no tardo mucho en encontrarla, pues esta estaba en la orilla de la cama, movió la sabana, y cargo a la pequeña con delicadeza, colocándola en su pecho, le coloco su ropa interior, y nuevamente la recostó en la cama, para colocarle el blusón que usaba para dormir.
Tomo un par de chaquetas, una se la coloco el, y otra la puso sobre la cama, acomodo a su hermanita sobre esta, y se la coloco, se colgó su mochila, listo para salir, tomo a su hermanita en brazos como a una princesa, y procedió a salir al frio de la mañana.
Al salir de su habitación, se dirigió directamente a la casa a la que pertenecía, lo primero que logro observar fue la luz que provenía de la ventana del comedor, y a una mujer rubia, con ropas azules, esperándolo en la puerta.
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Lori: ¿otra vez?
Lincoln: -serio- sí.
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Tras aquellas palabras, la hermana mayor tomo a la menor en brazos, y el chico peliblanco siguió su camino.
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Lincoln: -dándole la espalda- por favor llévala a su habitación.
Lori: Lincoln...
Lincoln: -deteniéndose- ¿se te ofrece algo?
Lori: -con tristeza- feliz cumpleaños.
Lincoln: ya es algo tarde para eso ¿no crees?
Lori: pero... solo ha pasado un día.
Lincoln: -apretando los puños- tanto tu como yo sabemos... que ha pasado mucho más que eso.
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Al terminar esas palabras, el chico peliblanco camino hasta la banqueta, coloco su patineta en el suelo, y partió en el frio y en la oscuridad de la mañana, mientras que ambas rubias solo entraron a aquella casa.
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Lincoln: debí morir ese día, siempre supe que era invisible, que no era especial, que no pertenezco a esta familia, siempre supe que... no pertenezco aquí.
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Con aquel pensamiento en mente, la silueta del chico se perdió en medio de la oscuridad, desvaneciéndose como un fantasma, mientras que en la casa de la que partió...
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Lori: -soltando a la pequeña- ya puedes dejar de fingir.
Lily: auch, -sobándose el trasero- eso me dolió.
Lori: -cruzándose de brazos- me alegro mucho.
Lily: -poniéndose de pie- ¿Qué harás si me quedo plana como Lynn? ¿Cómo quieres que llame la atención de Linky si me parezco a ella?
Lori: -frunciendo el ceño- no vuelvas a meterte a su habitación nunca más, ¿me escuchaste?
Lily: tranquila, -colocando el suéter sobre su nariz y aspirando profundamente- solo lo hago cuando su ropa pierde su aroma.
Lori: -apretando los puños- dame eso y vete a dormir.
Lily: -abrazando el suéter- no, esto me pertenece ahora, así que, si me disculpas, -caminando a las escaleras- las niñas buenas de seis años tenemos que dormir.
Lori: las niñas buenas no se meten a las habitaciones de sus hermanos.
Lily: -sonríe con superioridad- ¿celosa de que el me reciba en su cama con los brazos abiertos?
Lori: -sonrojada- eres una pequeña pervertida.
Lily: -caminando hacia su hermana mayor- ¿y sabes que es lo mejor? La sensación cuando nos frotamos el uno junto al otro, sentir su piel junto a la mía, y sobre todo poder tocar con mi pecho sus cicatrices.
Lori: -pegada a la pared- no puedes aprovecharte para siempre de tu edad, algún día crecerás y ya no podrás seguir haciendo eso.
Lily: -dándose la vuelta- oh Lori, ese precisamente es mi plan, -caminando a las escaleras- ahora solo abraza a su pequeña he indefensa hermanita, y en unos años, -subiendo al segundo piso- hará suya a la mujer de sus sueños, -desde el segundo piso- todo está en la constancia, el no se resistirá a mis muestras de afecto aun si sigo creciendo, y el cambio será tan lento que apenas y notará lo que realmente sucede, y cuando menos se lo espere, ambos seremos uno.
Lori: -asustada- estas loca.
Lily: -sonríe dulcemente- no hermanita, solo enamorada, -caminando a su habitación- que descanses Lori.
−
Tras subir las escaleras, la hija mayor noto que la puerta a su izquierda estaba abierta, y detrás de esta, una mujer, en el piso, llorando silenciosamente por su destruida familia.
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